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El final del verano
Alabanza de tres glorias culinarias
Sr. Pavón, aficionado al vino y a la manteca colorá
Efectivamente, llegó el final del verano (el tinto de verano se nos terminó hace tiempo) como cantaba el Dúo Dinámico mientras un lloroso Pancho, el niño lechero de Verano Azul, despedía a la pintura Julia por las calles de Nerja y... no nos pongamos tristes. Seguro que al acabar aquel verano de marras, los siguientes y el de este año, muchos no llorarán: el fin del verano es el fin de muchas dietas poco saludables e inicio de la temporada de cría de michelines, cebamiento de la panza y engorde general de nuestro cuerpo serrano para algunos.

Otros, ejemplo de lo variada que es la especie humana, tragarán como limas y no engordarán ni a tiros. Cosas del metabolismo ése. Todos, al fin y al cabo, nos reiremos (los duelos, con pan son menos, como pensaba el Piraña con disimulo en el velatorio de Chanquete) de esas dietas para popstars y eurotriunfadores de efímera fama, como se ríe la Caballé, que canta lo suyo, es famosa y no flaca precisamente... A esta buena mujer nadie la ha visto en un güichi, salvo moyatosos de los que antes veían elefantes rosas y ahora les da por la ópera. Pero la risa no esta reñida con el conocimiento, y como el saber no ocupa el lugar que sí ocupa la grasa, he aquí unas breves recomendaciones para despedir la temporada estival recibiendo con los brazos sobre la barra del bar un otoño no menos rumboso y plagado de acogedores bares...
Punto 1º: PATRIOTISMO. Menudo otoño nos espera con el moro pesadito por lo de Perejil, Ceuta y demás. Los baretos  son nuestro frente de batalla contra Mohamed VI: no vamos a tragar arena con las lechugas de ciertas tapas por solidaridad con los saharauis, ni pensamos renunciar al pinchito moruno, verdadero puente entre culturas. Hay que ser maquiavélicos: en señal de protesta nos meteremos entre pecho y espalda unas buenas tapas de mojama en aceite para solidarizarnos con la industria pesquera andaluza y que tiemble Rabat!


Punto 2º: GOLF. El golf tiene que ver con las tascas lo que el culo con las témporas... eso sí, aquellos que visiten un campo de golf en Chiclana y ante el espectáculo prefieran meterse en un bar para olvidar lo visto, tendrán la enorme suerte de toparse con la sin par
butifarra de Chiclana. Chiclana es una bella localidad gaditana de notoria prosperidad y crecimiento; Cataluña es la autonomía española más próspera... ¿estará el secreto en la butifarra? ¿qué le echaran para que esté tan rematadamente buena? J.J. Benítez, que vive no lejos de esta ciudad, podría descifrar tan trascendental enigma... y hasta invitarnos a una tapita butifarra, claro.
Punto 3º: LA ANTIDIETA. Si en primavera priman las dietas destinadas al exterminio de michelines a base de alcachofa (nunca dicen “dieta del alcaucil”, qué curioso...) o soja transgénica plantada en las pedanías de Chernobyl, en otoño priman las antidietas. Mi favorita, la antidieta de la manteca colorá, antidieta aconsejada por los más ilustres ex médicos y curanderos. Qué tendrá la dichosa manteca, que actualmente en China y Corea ya no matan tigres ni focas para comer sus testículos, sino que importan flotas enteras con este tesoro ibérico... La manteca colorá no debe faltar en ninguna tasca de tronío, a diferencia de la zurrapa de lomo o el chorizo en manteca, de gran valor pero opcionales como antidieta. Hay más antidietas que cañas en una cañera de Sanlúcar, la verdad sea dicha...

Dejo de dar puntos porque parece que a los lectores les ha empitonado un miura por el muslo derecho... Con estos tres son suficientes para remediar esa melancolía post estival tan boba (los niñatos de Verano Azul sólo engordaban con bocatas maternos, polos y paellas para turistas en el chiringuito del dueño de la yegua blanca que...) teniendo a mano la Ruta de los Güichis, verdadero territorio comanche para adictos a la fasfúd: tascas con solera y trapío (con o sin televisor) como las de la tierra. El racial Frasco, que se liaba a tiros con las inmobiliarias de la Costa del Sol, y otros amigos de Chanquete, lo tenían muy claro.