LA TRINCHERA

 
Irak: el saqueo del pasado
Crónica de un despojo anunciado

Laura Malosetti Costa

Doctora en Historia del Arte, UBA. Profesora Adjunta regular, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Profesora titular en la Maestría de Análisis Cultural y Sociología de la Cultura, Universidad Nacional de General San Martín.


Investigadora del Instituto de Teoría e Historia del Arte 'Julio E. Payró'. FF.y L, UBA

‘Tú que vendrás más tarde lee para tí esta estela,
que yo Naram-Sin, que soy hijo de Sargón,
he escrito y dejado para los tiempos futuros! […]
Que sabios escribas redacten tu propia estela,
tú que, de haber visto mi estela, habrías podido salvarte.
Tú, que me habrás bendecido, que otro más tarde te
bendiga a ti a tu turno’.

Estela de Naram-Sin (rey acadio, 2260-2223aC).

Cabeza de mujer coronada. Nimrud (siglo VIII a.C.). Museo de Bagdad.

En la antigua Mesopotamia, que ahora es parte de Irak, donde surgieron las primeras ciudades y las formas iniciales de escritura, la piedra no era abundante. Allí se inventó moldear el barro en bloques rectangulares y a cocerlo, para construir templos y palacios. La piedra se utilizó para producir imágenes y textos que perduraran en el tiempo e instruyeran a las generaciones futuras. Así lo expresó el rey acadio Naram-Sin en una estela de piedra que relata en imágenes y escritura cuneiforme sus hazañas y conquistas.

Esa estela, llevada al Louvre en el siglo XIX, puede verse en estos días en Nueva York, en la gran exposición sobre el arte del cercano Oriente que el Metropolitan acaba de inaugurar con piezas sumerias, acadias, asirias y babilónicas, de su propia colección y de otros grandes museos como el Louvre, el British Museum o el Hermitage. Lleva el sugestivo título de Arte de las primeras ciudades (Art from the first cities). Esas primeras ciudades estaban en el mismo lugar en que, hace apenas un mes, los Estados Unidos y sus aliados hicieron caer una lluvia de bombas. La exposición se inauguró en medio de una intensa polémica en torno al saqueo y destrucción de museos, bibliotecas y sitios arqueológicos que aconteció en Irak inmediatamente después de la ocupación por las tropas invasoras, sin que tomaran medidas para evitarlo.

Reconstrucción de la entrada de 'haven'. Jorbabab (siglo VIII a.C.)

Puede decirse que el saqueo y destrucción de los museos y bibliotecas de Irak fue una catástrofe anunciada. Las principales asociaciones de historiadores del arte y arqueólogos especialistas en el cercano Oriente alertaron a la comunidad internacional en general y al gobierno norteamericano en particular acerca del peligro que corría el inmenso patrimonio histórico del país que se planeaba invadir. Además, hicieron reiteradas denuncias acerca de la oleada de saqueos y del tráfico con antigüedades mesopotámicas que tuvo lugar a partir de la llamada guerra del Golfo de 1991, durante los doce años de embargo económico a Irak. Aun cuando en 1954 este país suscribió el convenio de La Haya de protección del patrimonio cultural en caso de guerra (no lo fue por los Estados Unidos ni por Gran Bretaña), no pudo contener el continuo saqueo y contrabando de objetos provenientes de sus sitios arqueológicos para su venta en Japón, los Estados Unidos y Europa. Un ejemplo entre muchos: John Malcolm Russell, especialista en arte del Oriente próximo de la universidad de Pennsylvania, estudió el palacio de Sennaquerib en Nínive, que se encontraba intacto con todos sus relieves y esculturas, y del cual concluyó un extenso relevamiento fotográfico en 1990, poco antes de la guerra del Golfo. En 1995 comenzó a encontrar esculturas y pequeños trozos de relieves de esa procedencia en museos y en manos de marchands y coleccionistas privados.

Carnero apoyado sobre un arbusto florido (primera mitad el III milenio a.C.). British Museum.

Desde mediados de abril de 2003, cuando se difundieron las primeras noticias de los saqueos e incendios de Irak, se han sucedido importantes iniciativas para recuperar los objetos robados. Se calcula que solo del museo de Bagdad se sustrajeron alrededor de 200.000 piezas. El 17 de abril, la Unesco reunió a instituciones, investigadores y especialistas de todo el mundo en París y, luego, hubo una segunda reunión en Londres, con la participación del British Museum y el ICOM, para discutir la cuestión y decidir las medidas a tomar. Donny George, curador jefe del museo de Bagdad hizo una primera evaluación del despojo. El 5 y 6 de mayo se realizó en Lyon una conferencia internacional sobre los bienes culturales robados en Irak, en la que participaron dichas instituciones, organismos internacionales de seguridad, investigadores y expertos de todo el mundo. Se decidió incorporar la lista de objetos sustraídos de los museos iraquíes a la lista de obras de arte robadas que maneja Interpol, para establecer controles en las fronteras y evitar su comercialización. Se solicitó la cooperación de todos los especialistas y estudiosos que han relevado sitios arqueológicos en Irak, para que aporten datos, fotografías y descripciones a fin de lograr que la base de datos sea lo más exacta y amplia posible, pues los registros del museo de Bagdad también fueron destruidos y dispersos. Se acordó no superponer gestiones: el British Museum será el agente entre todas estas iniciativas para devolver al de Bagdad todo lo recuperado. Sin embargo, el Art Loss Register (fundado en Londres por comerciantes y aseguradores de arte) predice, sobre la base de su experiencia, que se recuperará a lo sumo el diez por ciento de lo robado. Entre lo faltante hay miles de tabletas con escritura cuneiforme que todavía no habían sido descifradas. Su existencia y ordenamiento estaban asentados en los registros del museo hoy desaparecidos y grabados en cada tableta con un número. Gil Stein, director del Oriental Museum de la universidad de Chicago observaba en una entrevista que a un ladrón emprendedor le basta con borrar esos números de registro para que las tabletas ya no puedan ser identificadas ni restituidas. Algunas de esas tabletas están saliendo a remate en sitios de Internet. Es urgente informar y alertar a posibles compradores de que ese comercio acelera la destrucción del patrimonio histórico de la humanidad.

León de la vía procesional.
Babilonia. Museo de Louvre.

Hay varios sitios de Internet que exhiben listas preliminares de objetos sustraídos. Dada la falta de autoridades y de seguridad en Irak, se piensa que llevará varios meses hacer una lista más completa. También exhiben esos sitios las discusiones y resoluciones de especialistas y funcionarios de museos, instituciones y organismos de seguridad. La información, la publicidad y los controles aduaneros parecen ser la única vía posible para detener un tráfico que provocará la desaparición de buena parte de esos tesoros en las bóvedas de coleccionistas inescrupulosos. De hecho, muchas obras de arte robadas durante la segunda guerra mundial todavía no han sido encontradas.

Por el momento, reina la confusión: algunas piezas están siendo recuperadas en las fronteras, otras han sido devueltas espontáneamente por vecinos que declararon habérselas llevado para que no fueran destruidas, otras fueron encontradas en el equipaje de periodistas y soldados. La magnitud del desastre cultural ocurrido en Irak es solo comparable, como lo expresó Neil MacGregor, director del British Museum, con el que tuvo lugar en Europa durante dicha guerra mundial. No existen lugares seguros para el patrimonio cultural cuando se desencadenan la locura y el caos de una guerra.

Sitios de Internet en donde se puede encontrar información:
http://www.baghdadmuseum.org/
http://harvard.edu/finearts/aga_khan.html
http://harvard.edu/finearts/Islamicclassification/index.html
http://www.theartnewspaper.com/iraqmus/index.html
http://www-oi.uchicago.edu/OI/IRAQ/iraq.html
http://cctr.umkc.edu/user/fdeblauwe/iraq.html
http://icom.museum/iraq.html
http://www.artsjournal.com/hotissues/20030418-4943.shtml
http://www.interpol.int/Public/WorkOfArt/Iraq/Programme.pdf
http://interpol.int/Public/News/IraqiWOA.asp


(En CIENCIA HOY - Volumen 13 - Nº 75 )

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