Salvador Medina Grupo 602

Hoy como muchas noches no he podido dormir pensando en el mañana, en el ayer y en el hoy, pero esta vez es diferente. Los fantasmas acumulados de todas esas noches hoy se despertaron, me llenaron de dudas y de miedo y me hicieron ver la realidad: Todavía no sé a dónde voy. Esta noche abrí los ojos como no lo había hecho desde mucho tiempo atrás, cuando los sueños me llenaban la cabeza y me salían por las orejas perdiéndose en la realidad. Esta noche se me abrieron caminos muy inciertos, algunos de ellos imposibles de caminar. ¿Porqué? Porque no encuentro la explicación del ser y del existir.

Mucho tiempo atrás yo fui un soñador. Solía creer que mis ideas cambiarían el mundo y le mostrarían a la gente lo que yo pensaba que era correcto hacer. Pero esta noche desperté en un mundo ajeno a mí; los valores que me fueron inculcados desde que era un niño hambriento de mundo, no son los que los demás usan para tomar sus decisiones, para vivir su vida. En cambio hoy se vive a la imagen de lo que la sociedad quiere que seas. La gente ya no cree en los soñadores, se piensa que ellos se fueron con el Che Guevara, con Zapata. El soñador ahora es un parásito del mundo actual que debe ser aislado a toda costa o contagiará de ideas fuera de lugar a los niños de hoy que viven en una burbuja alejados de la verdadera realidad. Ahora se debe tener un "status" social para ser alguien, tener millones en el banco para ser un hombre de bien y hoy más que nunca, debes pensar como los demás para ser escuchado. Hoy en día se cree que la felicidad total se ve encarnada en el dinero, cuando en realidad éste solo es una venda que cubre los ojos impidiendo ver la realidad.

La gente ha dejado de luchar y de soñar porque la globalización ha extraído las pocas gotas de dignidad y humildad que todavía yacían en los pobres y que ahora se han perdido en un mundo en el quién tale más árboles, contamine más ríos y pise más pobres en el camino va a ganar una carrera en la que en realidad no hay premio. Al final, la gente inteligente y que todavía cree en los valores reales, va a recordar a la gente porque lo que fue y no por lo que tenía. Cuando nos demos cuenta de que todo lo que hemos hecho no ha valido la pena, que toda la destrucción y pobreza que dejamos atrás cuando buscamos el desarrollo a toda costa, va a ser demasiado tarde y los soñadores ya no van a soñar, los luchadores ya no van a luchar, y ya no va a existir un ejemplo a seguir que enderece el timón y nos lleve a salvo a tierra. Todos ellos van a dejar atrás sus sueños y metas para ser uno más de las personas que se pierden en el mar de la ambición. Será entonces demasiado tarde.

Todo tiene consecuencias. La libertad da alas, pero no enseña como volar. El dinero compra, pero no sabe regalar. Y cuando creemos que vamos avanzando hacia el progreso, nos detenemos en una esquina y vemos como la esencia de México, aquellos que hace cientos de años pelearon porque fuéramos libres, hoy estiran su mano pidiendo esperanza. Ya no se cree en la clase trabajadora, aquella que desde siempre fue la columna vertebral de la sociedad. Ya no se cree en el trabajo honesto, solo se cree en la explotación.

Hoy se vive de prisa, sin mirar atrás y sin mirar lo que quizás pudiste haber dejado en el camino, pero quizás mañana se viva de otra manera; no pensando en lo que tuviste, sino en lo que dejaste como legado. Quizás soy muy ingenuo al pensar que un día los verdaderos visionarios alzarán la mano entre la multitud y lucharán por ser escuchados y cambiarán el mundo una vez más, pero me gusta pensar así. Me gusta pensar que quizás un día la gente abrirá los ojos y hará lo posible por cambiar el mundo sin pedir nada a cambio.