Los Elementos de un trabajo o Reporte Científico
Los siguientes capítulos de este libro están dedicados a describir las características de los reportes y trabajos científicos, y el proceso que parece más adecuado para su elaboración.
Existen varios tipos de trabajos científicos. Por ahora, podemos describir, de una manera breve, cuáles son las principales partes o elementos que suelen contener todos ellos. Dichos elementos pueden ser considerados como simples sugerencias para los trabajos de iniciación, o bien como requisito indispensable, de acuerdo con los objetivos del curso y el juicio del profesor.
Por lo pronto, hay cinco partes principales en un tra-
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bajo científico que, nombradas en su correspondiente orden, son:
I9 Introducción.
29 Cuerpo del trabajo (dividido en capítulos).
3° Conclusión.
49 Bibliografía.
59 índice.
Además, diseminadas en todo el trabajo, se encuentran las citas, las notas y las referencias bibliográficas. Como requisito general, habría que tomar en cuenta, además,
la estructuración del trabajo, su extensión y su redacción.
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1.   LA INTRODUCCIÓN
Al principio de todo trabajo científico, debe haber una introducción que (como su nombre lo indica) sirve para iniciar al lector en la lectura del escrito.
En una introducción hay que explicar cuál es el tema del trabajo, bajo qué enfoque se va a desarrollar, y por qué es importante. Tal es el núcleo central de toda introducción.
Habría que indicar también cómo se va a desarrollar el tema, es decir, cuáles son los capítulos o partes del trabajo y cómo se justifica ese orden escogido.
Con esto la introducción cumple su cometido: conecta al lector con el tema y facilita desde el principio una comprensión global del mismo. Una buena introducción puede ser un refuerzo para la motivación del lector. Si se capta mejor la importancia del asunto y se observa una buena estructuración del artículo (o del libro), el lector puede quedar animado para avanzar en su lectura.
Cuando la introducción abarca más de una página, conviene colocar el título de "introducción" al principio
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de ella. No sería necesario hacerlo cuando se trata de unas breves palabras que ocupan menos de una página.
La introducción debe redactarse después de haber terminado el trabajo o, al menos, sus capítulos más importantes. De esta manera se tiene una visión conjunta del trabajo, y se puede escribir sobre él para anunciarlo en forma sintética.
Si se trata de una tesis profesional, habría que enunciar con toda claridad cuál es la tesis que se piensa defender. Recuérdese que tesis significa afirmación o proposición, algo que se sustenta, de tal manera que el trabajo de la tesis consiste precisamente en fundamentarla, o sea, aducir argumentos en favor de ella. El defecto de muchos trabajos que se presentan como tesis consiste en que ni siquiera se aclara cuál es el asunto por defender.
También es conveniente revisar ciertos enfoques o aspectos semejantes a los que se propone el autor, pero que sin coincidir son señalados en la introducción para evitar, precisamente, toda posible confusión. Para auxiliar al lector, y darle desde el principio una pista acerca de la orientación del trabajo, habría que anotar también las fuentes principales que se han utilizado en la elaboración del mismo.
A veces, se utiliza la introducción como un primer capítulo, donde se aclaran algunos antecedentes del tema, tales como los datos biográficos del autor que se va a exponer, o el ambiente cultural de la época que se va a tratar. La inclusión de esos datos puede ameritar mayor extensión e interés, al grado de que se necesite todo un capítulo preliminar para hacerlo en forma apropiada. La introducción, por tanto, debe ir aparte, de una manera breve, y con los elementos ya indicados. Posteriormente, el capítulo primero podrá contener esos datos
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biográficos o ambientales, como pertenecientes ya al cuerpo del trabajo.
2.   EL CUERPO DEL TRABAJO
La parte central del trabajo está compuesta por un conjunto de capítulos que exponen, de una manera ordenada, el tema investigado.
Las principales advertencias en este momento se refieren al orden de los capítulos, al número de ellos, a los títulos que se les asigne y a las convenientes subdivisiones.
a) El orden debe ser lógico, de tal manera que al final del primero pueda aludirse a la necesidad de tratar el segundo, y así sucesivamente.
Una vez terminada la labor de redacción, habría que contemplar el conjunto y observar si hay unidad y homogeneidad en el trabajo completo. Podría suceder que en esa revisión se percate uno de la inutilidad de uno de los capítulos; entonces habría que eliminarlo, o ver si se puede resumir y añadir en otro capítulo sin perturbar su unidad.
También podría suceder que uno de los capítulos fuera demasiado extenso en comparación con los demás. Aunque esto no es propiamente un defecto, podría indicar que el tema es susceptible de dividirse en dos, en aras de la claridad. En tal caso, es preferible hacer la división y recorrer el número de orden que le corresponde a los siguientes capítulos.
Por último, si uno de los capítulos resultó demasiado breve, sería conveniente reconsiderar la importancia de su tema dentro del conjunto. Si no hay necesidad de destacar ese tema con un capítulo entero, hay que proceder a fundir esas páginas dentro de otros capítulos, o elimi-
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narlo. Pero podría suceder que el tema fuera muy importante y valiera la pena concederle todo un capítulo, aunque breve.
b)  En cuanto al número de capítulos que debe contener el trabajo, no hay regla fija. Sólo se pueden dar algunas indicaciones generales, susceptibles de modificaciones y excepciones. Un trabajo escolar debería contener por lo menos dos capítulos: uno, dedicado a la exposición objetiva del tema; y el segundo, dedicado a un breve comentario personal. Pero, tanto en nivel de Preparatoria como en la Universidad, los trabajos de exposición deberían contener un número mayor (por ejemplo, tres o cuatro), con lo cual se inicia ya el esfuerzo por ordenar, jerarquizar y dar unidad al material recogido en la investigación. A medida que se avanza en el arte de elaborar un trabajo científico, se puede perfeccionar la capacidad para armonizar lógicamente las diferentes partes de un tema, de tal manera que la sola presentación de su estructura dé una idea bastante adecuada del contenido.
c)  Los títulos de los capítulos deben estar seleccionados de acuerdo con el tema contenido, y también de manera sugestiva. Algunos títulos contienen ya la proposición que se va a explicar en el desarrollo del capítulo.
d)  Cuando un capítulo se extiende en más de tres o cuatro páginas, es conveniente colocar subtítulos, con el objeto de facilitar la lectura por medio de subdivisiones breves. Esas divisiones hacen las veces de estaciones que facilitan el recorrido y la fijación del contenido.
En suma, se trata de la parte más importante de todo el trabajo científico. De ella dependen las conclusiones. Es el lugar en donde quedan fundamentados los resultados que se explicitarán al final, en la sección que explicamos enseguida.
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3.   LA CONCLUSIÓN
Una vez completada la exposición del tema, es necesario escribir, en una sección aparte, la conclusión o las conclusiones que se obtienen a partir de lo escrito.
En el fondo, esta conclusión es la tesis que desde la introducción se había propuesto fundamentar. Por tanto, podemos decir que la tesis debe ser enunciada, por lo menos, tres veces. La primera vez en la introducción, a manera de proposición por demostrar o fundamentar. La segunda, en el cuerpo del trabajo, como idea central que unifica todos sus capítulos. Y en tercer lugar, en la conclusión, a manera de resultado obtenido a lo largo del trabajo.
No habría que preocuparse por estas repeticiones. Al contrario, contribuyen a la claridad y consistencia del trabajo. Muchas tesis han fallado por no explicitar convenientemente una proposición (o proposiciones) que justifiquen tantas páginas escritas.
Además de la conclusión principal o sintética, que puede constituir la parte más importante de esta sección del trabajo, se pueden desgajar varias conclusiones analíticas de menor importancia, que es conveniente enumerar y comentar brevemente, aludiendo a la sección del trabajo en donde quedan fundamentadas.
A este respectóles necesario insistir en la ilación o eslabonamiento lógico que debe haber entre el cuerpo del trabajo y las conclusiones obtenidas (tanto la sintética como las analíticas). Una revisión conjunta de los capítulos con sus respectivas conclusiones nos indicaría si hay necesidad de modificar la conclusión o la argumentación en que se basan. En una palabra, las conclusiones deben ser tales, que efectivamente se desprendan de lo escrito en el cuerpo del trabajo.
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La importancia de esta sección queda resaltada en el momento en que observamos la preferencia de la gente (o examinadores, en el caso de una tesis profesional) para iniciar una lectura precisamente a partir de las conclusiones. Y es que, sin lugar a dudas, los resultados de una investigación son los que importan en primer lugar. Si éstos parecen interesantes, el sujeto queda motivado para leer enseguida los argumentos utilizados en su favor.
Solamente en una tesis doctoral, es absolutamente indispensable la aportación de resultados o conclusiones originales. Sin embargo, los trabajos de investigación de otro nivel no pueden quedar exentos del todo con respecto a esta exigencia de originalidad. Ella puede ser buscada, no sólo por el contenido de la tesis, sino también por el modo de presentarla, de fundamentarla o de conectarla con otros autores, hechos o conocimientos. Una nueva estructuración de conocimientos, una nueva relación entre tesis ya conocidas, es un principio de originalidad, por el cual vale la pena investigar y escribir los resultados.
4.   LA BIBLIOGRAFÍA
Una investigación científica tiene especial interés en la fundamentación de las proposiciones sostenidas en el trabajo. Por tanto, surge la necesidad de aportar las fuentes que sirvieron para recopilar datos y para consultar algún punto de vista particular. La bibliografía es la sección final de un trabajo escrito, en la que se enumeran aquellas obras que sirvieron al autor del mismo.
Habría que distinguir, por lo menos, dos clases de fuentes bibliográficas.
Las primarias son aquellas obras del autor tratado en el trabajo.
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Las fuentes secundarias son las obras de otros autores acerca del personaje objeto del trabajo en cuestión. Por ejemplo, si mi trabajo se refiere al amor, según Platón, puedo consultar y citar, como fuente primaria, El Banquete (de Platón). Y, como fuente secundaria, puedo consultar y citar el libro de Sciacca titulado Platón.
También pueden mencionarse fuentes terciarias, que son libros que tratan de una manera incidental el tema propio.
Separados esos dos o tres grupos de libros, conviene enseguida ordenar cada grupo por orden alfabético, según el apellido del autor. Esto puede facilitar la búsqueda de un autor especial cuando la lista es larga.
Al nombrar cada libro, es conveniente proporcionar los siguientes cinco datos, y en el orden citado (que puede variar, según las costumbres de diferentes países): autor, título, editorial, ciudad y fecha de publicación.
El autor se menciona con letras mayúsculas; primero, por su apellido, y, luego, por su nombre, separados por una coma. Después de dos puntos viene el título del libro, subrayado. En un libro impreso, se utiliza la letra cursiva, en lugar del subrayado. La editorial, la ciudad y la fecha se separan por un punto o por una coma. Todos estos datos se pueden encontrar en las primeras páginas del libro en cuestión.
No es raro encontrar orden diferente en algunas bibliografías. A veces, colocan la editorial después de la ciudad donde se publicó el libro, y en otras no la anotan. En ocasiones se cita al autor por la inicial de su nombre y enseguida el apellido. Estas diferencias son de segundo orden. Lo importante es proporcionar los datos requeridos para identificar un libro y poder conseguirlo con facilidad. El
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autor y el título son indispensables; la editorial y la ciudad facilitan la adquisición del libro. La fecha nos indica lo reciente de la publicación, dato importante en una investigación que quiere estar al día.
La norma general dice que se citen en la bibliografía solamente los libros que han sido consultados efectivamente. Pero en algunos casos es conveniente dar una bibliografía completa sobre el tema con señalamiento expreso (sea en lista aparte o con un asterisco) de aquellas obras que sí fueron consultadas. El criterio que debe seguirse es el siguiente: no se trata de abultar una lista de libros por un desmedido afán de mostrar erudición; pero sí es conveniente, en algunos casos, dar un servicio de información acerca de las obras que pueden ampliar el tema, aunque el autor del trabajo no las haya utilizado.
5.   EL ÍNDICE
En el índice de un trabajo se capta su estructura y su orden, de tal manera que el lector quede orientado, desde el principio, acerca del tema, el enfoque, los subtemas tratados y la importancia relativa que se ha dado a cada parte.
Cuando se inicia el trabajo, es muy útil fabricarse un índice provisional. Al finalizar el escrito, hay que revisar ese índice y hacer las modificaciones necesarias para que refleje la estructura del trabajo, tal como ha quedado al terminar.
En el índice deben quedar señalados no solamente los capítulos, sino también la introducción, la conclusión y las demás partes de que consta el trabajo. Los capítulos, a su vez, no sólo con su título, sino también con sus divisiones y subdivisiones. En fin, se trata de dar una visión
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sintética del trabajo, pero al mismo tiempo un análisis o detalle de cada parte.
Las obras en español suelen traer el índice al final. Las ediciones en inglés lo traen al principio; y, a veces, después de un prefacio. En un trabajo de investigación, es indiferente su colocación al principio o al final, con tal que pueda ser localizado rápidamente.
En ciertos trabajos, donde las divisiones y subdivisiones son abundantes y pueden crear confusiones, se utiliza el llamado sistema decimal, que consiste en lo siguiente:
Los capítulos se enumeran con las cifras ordinarias del uno al diez (o más, si es necesario). Las divisiones de cada capítulo se designan con los números que corresponden a las décimas. Por ejemplo, si el capítulo tercero tiene tres divisiones, se numeran así: 3.1, 3.2 y 3.3. Las subdivisiones de cada una de estas partes se designan con las cifras que corresponden a las centésimas, y así sucesivamente cada nueva subdivisión. Por tanto, el esquema de un índice podría quedar de la siguiente manera:
Cap. 1. La simple aprehensión
1.1    Definición
1.2   El proceso psicológico
1.21    Punto de partida en lo sensible
1.22   La actividad intelectual
1.3   Aplicaciones lógicas
Cap. 2. El Juicio.
2.1    ...............
2.2   ...............
2.3   ...............
2.31    .........
2.32   .........
2.4
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La ventaja de este método decimal está en el orden que impone a una estructura, y en la facilidad para encontrar una parte citada. Generalmente, no hay más de diez subdivisiones en cada capítulo, y por esto es factible. En el caso de haber más de diez subdivisiones, sería necesario utilizar otro sistema, como el de inciso por orden alfabético.
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Además del índice principal, que muestra el contenido
y la estructura del trabajo, se pueden incluir otros tipos de índices, como el de autores o el de materias, en los cuales se enumeran esos datos en orden alfabético con la indicación de las páginas en donde son tratados.
6.   NOTAS, CITAS Y REFERENCIAS
a)  Las notas. En un trabajo científico, las notas suelen estar al pie de la página, con tipo menor que el del texto. También pueden estar colocadas al final de cada capítulo, o al acabar todo el trabajo.
Mientras que el texto nos proporciona el tema en su desarrollo normal, las notas contienen aclaraciones, datos o referencias, cuya lectura podría interrumpir la secuencia natural del texto.
La llamada es un número pequeño o asterisco en el texto, que remite a su correspondiente nota.
b)  Las citas. Son transcripciones textuales de otros autores, y se traen a colación en razón de la autoridad que dan al tema desarrollado.
Estos párrafos van entre comillas, con lo cual se indica que se trata de palabras copiadas al pie de la letra y que pertenecen a otro autor. También se pueden transcribir esas citas en párrafos de formato diferente, es decir, con
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márgenes más amplios y a renglón seguido (o con otro tipo de letra, si se manda a la imprenta).
En este momento, podemos distinguir ya entre cita textual y nota.
La primera es la transcripción literal de palabras de otro autor.
La segunda es un párrafo al pie de la página, adonde se remite al lector para proporcionarle datos complementarios, cuya lectura puede romper el orden y la claridad del párrafo.
Una nota al pie de la página puede también ser utilizada para aportar aclaraciones de último momento a lo dicho en el texto, y asimismo para contener la cita textual, en caso dado. Por tanto, las notas al pie de la página suelen tener tres usos en los trabajos científicos:
a)  Para colocar las citas textuales.
b)  Para hacer aclaraciones al texto.
e) Para anotar las referencias bibliográficas, que enseguida explicaremos.
e) Las referencias. Son los datos exactos del origen de una cita textual. Suelen ir en las notas al pie de la página, o en el texto dentro de un paréntesis. La referencia proporciona el autor, la obra y la página citada. En algunos casos, también se proporciona la editorial, ciudad y fecha entre paréntesis, antes de la página.
La importancia de las referencias es clara, pues constituyen la base para que el lector amplíe sus conocimientos y acuda a las fuentes originales que hemos utilizado en nuestro trabajo.
Si se ha captado con claridad la diferencia entre nota, cita y referencia, no habrá dificultad para entender el siguiente párrafo: Al final de una cita, después de cerrar las comillas, se coloca una llamada, es decir, un número entre paréntesis, que remite al lector a una nota al pie
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de la página, en donde se proporcionan las referencias de la cita textual, que son los datos exactos acerca de su origen.
A reserva de ampliar este tema en un capítulo posterior, por lo pronto podemos dar las siguientes aclaraciones:
1.  En algunas ocasiones no es posible dar las referencias exactas de una cita textual, sino el lugar en donde se obtuvo. Por ejemplo, al leer un libro de Heidegger acerca de Nietzsche, interesan unas palabras textuales de Nietzsche que carecen de referencia exacta. En tal caso, se transcribe la cita textual, y, en la nota al pie de la página, se proporcionan los datos del libro de Heidegger en donde se obtuvieron. Por ejemplo:
* Nietzsche, según la cita de Heidegger en su obra: Nietzsche, p. 70.
2.  Existe un sistema muy sencillo para anotar las referencias de las citas textuales. La bibliografía (que puede estar al final de cada capítulo) contiene las obras utilizadas con su correspondiente número de orden, que sirve para identificarlas. Guando se da una cita textual, se coloca inmediatamente la llamada que contiene los datos: el número del libro citado, y la página de esa cita, después de una coma. Por ejemplo:
* La educación debe estar centrada en el alumno, pues de acuerdo con Maritain: "La primera regla es alentar y favorecer las disposiciones fundamentales que permitan al agente principal —el niño— prosperar en las vías del espíritu" (5, 53).
El número 5 del paréntesis indica la obra que está anotada en la bibliografía final y con ese número de orden; el número 53 indica la página de ese libro, en donde se encuentran las palabras entre comillas.
3.  Las revistas científicas pueden proporcionar datos muy valiosos para fundamentar un trabajo de investigación. Las re-
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ferencias se proporcionan de la siguiente manera: autor, título del artículo, título de la revista, tomo (o año) y páginas. Por ejemplo:
* Bolzán, J. E. "Entropía y orden", en la Revista de Filosofía, 1971, pág. 330. (Casi nunca es necesario dar el número de la revista, ni el mes de su publicación, puesto que la numeración de las páginas es corrida en cada año, o por lo menos, en cada tomo).
4. Las notas suelen utilizar abreviaturas de uso común en los trabajos científicos.
Cfr. quiere decir confer, que, traducido, significa: compare o confronte. Se usa para remitir a otro autor, cuya idea es semejante o paralela a la que se expone en el texto.
Id. significa ídem, y se utiliza para no repetir los datos de una nota anterior.
Ib. significa ibidem, y se usa para volver a remitir a los datos exactos de la nota inmediatamente anterior.
Op. cit., significa opus citatum (obra citada), y se usa para no repetir el título de la obra que se está mencionando por segunda o tercera vez en las referencias.
Habría que advertir acerca de un posible exceso de notas, citas y referencias bibliográficas en los trabajos de investigación^ Algunas personas llegan a creer que el nivel científico de un trabajo está en razón directa del número de ellas. Esto es absolutamente falso. Las citas y las notas son un instrumento valioso para dar referencias y aclaraciones, pero no hay que confundir su utilidad con el valor del texto central del trabajo.' Demasiadas citas, notas y referencias pueden indicar insuficiencia del texto central, demasiado apoyo en elementos secundarios, o vana ostentación.
En cuanto a la colocación de las notas, lo mejor es tenerlas al pie de la página. Sin embargo, por comodidad
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tipográfica podrían quedar al final de cada capítulo, y con numeración corrida dentro de cada uno de ellos.
7.   EXTENSIÓN, REDACCIÓN Y ESTRUCTURACIÓN
a) Aunque no hay reglas fijas para determinar la extensión de un trabajo científico, podemos dar ciertas orientaciones generales de acuerdo con lo que se acostumbra ordinariamente.
Una tesis a nivel de licenciatura tiene alrededor de cien cuartillas (entendiendo por cuartilla una página tamaño carta, mecanografiada sólo por un lado, a doble espacio y con márgenes amplios). Una tesina suele tener de treinta a cuarenta cuartillas. La tesina se presenta en el examen" profesional en lugar de la tesis; pero, por ejemplo, en la carrera de filosofía y muchas otras existe la condición de presentar allí mismo un examen global de toda la carrera, por medio de fichas que se sortean veinticuatro horas antes.
Los trabajos de seminario a nivel de postgrado también suelen contener unas treinta cuartillas. A nivel de licenciatura, los trabajos pueden ser de menor extensión, de diez a treinta cuartillas, según la materia y el margen de tiempo que requiera la investigación. No es lo mismo una serie de trabajos mensuales que un trabajo semestral o anual.
A nivel de Bachillerato, los trabajos pueden oscilar alrededor de cinco a diez cuartillas. Sin embargo, algunas materias, como historia o literatura, se prestan para trabajos de mayor extensión.
Desde luego, no es lo más importante la cantidad, sino la calidad; y bien puede darse el caso de una tesis de ochenta cuartillas que sea mucho más densa y valiosa que
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otra de ciento cincuenta, pero a base de párrafos huecos y vana palabrería.
b)  En cuanto a la redacción, cabe apuntar por ahora, a reserva de mayores detalles proporcionados en el capítulo dedicado a este asunto, que los esfuerzos para presentar un trabajo correctamente escrito nunca serán excesivos.
La redacción correcta no es lo mismo que la redacción elegante y literaria. Esto último no se puede exigir en un trabajo de investigación científica. Pero, en cambio, la corrección gramatical, la claridad de la exposición, la congruencia sintáctica, la ortografía exacta y la puntuación adecuada, son cualidades que siempre deben poseer los escritos científicos.
c)  La estructuración del trabajo se revela globalmente en el índice del mismo. Consiste en una adecuada ordenación de los puntos tratados, de tal manera que los capítulos mantengan continuidad en la idea que se va desarrollando.
Los principales defectos que se observan a este respecto son los siguientes:
1.  Un capítulo no guarda relación alguna con el tema del trabajo.
2.  El título no corresponde a lo que realmente se desarrolla en el trabajo.
3.  Los capítulos iniciales están basados en datos que se proporcionan en los capítulos finales.
4.  El aspecto que se estudia es ambiguo, o cambia de un capítulo a otro, sin justificación alguna.
5.  Hay contradicciones entre lo dicho en páginas diferentes, o aun en la misma página.
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6.  Las conclusiones no corresponden con lo dicho en el cuerpo del trabajo, o, por lo menos, no se aclara explícitamente su relación.
7.  La introducción anuncia algo que no se lleva a cabo en el cuerpo del trabajo.
8.  Las páginas citadas no corresponden con la cita textual, etc.
Se trata, pues, de una congruencia o armonización interna de las diferentes partes del trabajo entre sí. Es una manifestación vital de la lógica esgrimida por el autor del trabajo.
Los elementos de un trabajo o reporte científico se elaboran a la manera de una estructura arquitectónica para lograr la investigación planeada.

    Source: geocities.com/maplia/metyteci

               ( geocities.com/maplia)