Fuentes bajo el ojo clínico de la crítica
Miguel Báez Durán
Para
muchos, la crítica literaria, contenida por lo regular en el ensayo,
puede resultar tediosa, aburrida o hasta parasitaria. Son escasos los lectores
del género patentado por Montaigne si los comparamos con los de
la narrativa y la poesía. Eso sin contar que los lectores dentro
de nuestro país, en general, son pocos. Sin embargo, nos guste o
no, la crítica ilumina senderos de interpretación, confronta
nuestras lecturas con las de los ensayistas y, cuando éstos no buscan
opacar la obra con su erudición o hermetismo, logra conducirnos
a lugares insospechados.
En Carlos Fuentes desde la crítica, Georgina García-Gutiérrez
logra reunir una estimable cantidad de ensayos “fuentistas” procedentes
de diversas épocas y de diferentes lugares del mundo. Entre los
autores compilados destacan los nombres de Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis,
Gonzalo Celorio, Joseph Sommers y Julio Ortega. Algunos de ellos apuntan
a un texto en específico del autor. Otros, con una visión
abarcadora, hablan de ciertos fragmentos de la prolija obra del narrador
mexicano. Para García-Gutiérrez, en el artículo que
le da nombre y principio al libro, Carlos Fuentes y su obra inauguran en
1958 una época literaria dentro de nuestro país: la modernidad.
Desde entonces, pocos han sido indiferentes a las publicaciones y, sobre
todo, a la personalidad del autor. Por esa razón, la ensayista advierte:
“Cuando Carlos Fuentes es leído desde la crítica los lectores
tienden a leer más a la obra que a la imagen pública del
artista que la produjo, por lo que importa más su escritura” (14).
De Elena Poniatowska nos llega aquella entrevista realizada en 1958 para
México
en la Cultura con motivo de la publicación de la primera novela
del autor: La región más transparente. Ahí
se nos presenta a un Fuentes joven, entusiasta y hasta combativo que se
atreve a decir: “La literatura mexicana tiene el campeonato mundial del
eufemismo” (36). Y García-Gutiérrez, la compiladora, tiene
el buen tino de reproducir la primera página del suplemento cultural
de Novedades donde el decano, Alfonso Reyes, compartía espacio
con el entonces autor novel.
Un estudio profundo y extenso de Joseph Sommers sobre la búsqueda
de la identidad en La región más transparente complementa
la entrevista de Poniatowska. El análisis de este crítico
se detiene en los muchos aspectos que le dan rostro a la novela: la estructura
collage,
las formas narrativas, el estilo así como las influencias literarias
(las fuentes de Fuentes). Un salto sin garrocha pero efectivo (después
de una críptica participación de Julio Ortega) nos regala
Carlos Monsiváis. Es un salto de cuatro décadas. Es el texto
leído durante el cumpleaños de La región más
transparente. A esta moda impuesta por las editoriales e instituciones
de celebrarle a un libro su aniversario, Monsiváis reacciona diciendo:
“Un clásico es un libro leído por cada generación
como si apenas se publicase, y la edad literaria no se determina por fechas
de impresión sino por la cercanía o la distancia de sus lectores”
(102).
El contraste entre el tiempo lineal y el tiempo cíclico en La
muerte de Artemio Cruz (1962) es el tema principal del artículo
de Klaus Meyer-Minnemann. El texto donde se alternan tres voces narrativas
y donde se cuestiona la retórica oficial sobre la Revolución
es idóneo para el asedio del crítico pues en el moribundo
Artemio Cruz hacen conjunción la vida y la muerte. Por otro lado,
Claude Fell se ocupa de más de una obra para desentrañar
la importancia del mito en la literatura de Fuentes. Más adelante,
Steven Boldy se centra en Cambio de piel (1967) y, sobre todo, en
la presencia de lo que muchos críticos han llamado el “no-yo”, el
“otro”. Al respecto Boldy afirma: “Mientras que la autoridad y el poder
separan y aíslan al otro, la literatura lo afrenta, lo saca a la
luz con el objeto de reducir su carga negativa” (181).
Evelia Cavalherio ensaya en unas cuantas páginas la que por su complejidad
y extensión es sin duda la obra cumbre del autor: Terra nostra
(1975). Si Carlos Fuentes necesitó una beca para escribirla (se
dice por ahí en tono de broma), se requiere otra beca para leerla
porque, como bien puntualiza Cavalherio, esta novela “es la suma total
del universo hispano-americano-mexicano que intenta preservar la historia
y reescribirla, ya que sólo aquello que se escribe se vuelve historia”
(188). Texto repleto de referencias eruditas, no sólo en el campo
de la literatura sino también en el de la pintura y el cine, subraya
de manera contundente la idea de que la creación nunca parte de
cero.
Otra cara de Fuentes, la del dramaturgo que más bien debería
ser cineasta, nos la descubre Gloria Durán durante su buceo en las
aguas de Orquídeas a la luz de la luna, homenaje del autor
a Dolores del Río, a María Félix y, además,
a la mujer-arquetipo. Después de revelar el éxito de la obra
en las altas esferas académicas de Estados Unidos en 1982 y de su
origen como texto escrito en inglés, Durán disecciona su
carácter feminista. De nuevo el eterno femenino, como fue llamado
por Rosario Castellanos, se refleja en la lectura que hace María
Elena de Valdés a tres personajes de Gringo viejo (1985):
Harriet Winslow, la mujer de la cara de luna y la Garduña. Esta
trinidad de personajes femeninos se opone, dentro de las fronteras del
asedio de Valdés, a la trinidad masculina impuesta por la religión
católica y por los esquemas de la sociedad patriarcal.
Gonzalo Celorio nos invita a la lectura de El naranjo (1993) a través
de los círculos del tiempo, la reelaboración de la Conquista
y las sustituciones del lenguaje. La suya es una entrañable reseña
en la cual se nos dibuja un esbozo no sólo de los cinco relatos
que componen el libro sino de los motivos, los temas y las atmósferas
perceptibles a través de ellos. Completan la compilación
los estudios de Juan Loveluck, Ignacio Díaz Ruiz, Chalene Helmuth,
Jonathan Tittler, Marta Portal, Maarten van Delden, Margaret Sayers Peden
y Wendy B. Faris.
Con este volumen, García-Gutiérrez acerca al lector exigente
una serie de artículos que, de otra forma, serían casi imposibles
de conseguir por encontrarse en libros y revistas académicas desperdigados
en innumerables bibliotecas del mundo. Así, los ensayos compilados
en Carlos Fuentes desde la crítica nos hablan no sólo
de la obra del autor mexicano sino de los prismas multicolores a través
de los cuales es vista dentro y fuera de nuestro país. La intención
de conducir a los lectores jóvenes a la más variada crítica
sobre la literatura de Fuentes, al fin y al cabo, nunca se evapora en el
aire.
Publicado en el periódico
La Opinión Milenio en mayo de 2002.
—García-Gutiérrez,
Georgina.
Carlos Fuentes desde la crítica. México:
Taurus, 2001. 331 pp.
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