Post Scriptum
Luego de terminar de escribir el presente trabajo, hablamos mucho
del tema con mis padres y mis hermanos.
Mi madre me sugirió agregar unas líneas, escritas por
ella. A continuación incluyo lo que ella escribió:
Siempre me ha costado hablar de este tema, trato de contenerme y me
escucho hablar pausadamente, casi sin revelar emoción, como si
estuviera contando algo que no me tocó a mi; más difícil
aun es escribirlo. Cuando se escribe, se bucea buscando lo más
hondo, lo que se tiene pudor en revelar a los demás, porque es algo
profundo, intimo. No quiero, ni puedo tampoco, borrar de mi memoria la
madrugada en que se llevaron a Mariel; recuerdo que se puso una camisa
nueva y unas sandalias nuevas también, supongo para estar mejor; se
arregló, aparentemente, tranquila ; no fueron las cosas así
cuando subí a su pieza a buscarla: se encontraba boca abajo en el
piso, esperando tal vez un disparo. ya había temblado la casa
cuando estallaron bombas de estruendo en la terraza. temblaba y sus ojos
tan grandes y tristes me parecieron los de un animal herido que sufre y
tiene miedo.
- Te quieren interrogar - le dije
Detrás de mi, bien pegaditos, entraron los hombres que habían
asaltado mi casa. No se cuanto tiempo pasó, una hora, quizás
dos. Uno de los tipos salió y me dijo con voz airada
- ¡Mire, mire lo que encontré en la bota de su hija! -
Era una oblea blanca en la que se leía
"Abajo los canas, abajo los milicos"
Estaba manuscrita pero no era letra de ella. Ese pedacito de papel
seria, según esos intrusos, algo terrible y comprometedor
- Se tiene que vestir y acompañar- agregó
-¿Por que?- les pregunté
- Porque tenemos que interrogarla -
Nada, ni una palabra se me ocurrió decir. Era la inseguridad
ante una cosa nunca vivida. Ahora me doy cuenta que todos mis sentimientos
estaban paralizados por la incertidumbre, por el miedo de lo que podría
ocurrir con Mariel. La vi atravesar la avenida esposada entre quienes la
llevaban, pero serena y firme. Luego mi llanto, mi inconformidad, mi
dolor. Me tiré en la cama. Solo quería llorar
-Mary, la vida sigue, acá hay otros para atender - me dijo mi
marido.
Horas después, como si nada hubiera pasado, comencé
mis tareas normales.
-¿Que pasó en su casa? - me preguntó el librero
del barrio
-¿Que sabe Ud.? - le respondí desconcertada
-¡Pero señora! ...media república se enteró
que se llevaron a su
hija...cortaron el transito de Juan B. Justo y el de Nazca también.-
No nos habíamos dado cuenta y allí comenzó la
historia de nuestras mentiras para que los familiares, para que los
amigos, no supieran que se habían llevado de casa a mi hija por "subversiva"
Nos sentíamos doloridos, inermes y avergonzados ¿Que hacer? ¿como
podríamos salvarla? A la semana un llamado telefónico
- Soy yo, Mariel -
- ¿Como estas? -
- Bien -
- ¿Que necesitas? ¿que podemos hacer? -
- Nada, voy a estar un tiempo más aquí -
- ¿Queres hablar con Marianito? -
- No, no...-
Marianito era su hermano menor, catorce años de diferencia
con ella. Siempre creí que se negó porque no quería
quebrarse. Luego de ese llamado tan corto, el silencio total. Estabamos al
garete, no sabíamos que hacer. Una amiga, Nina Vinstock, a la que
meses antes también le habían arrebatado el hijo me conectó
con un grupo de gente con el mismo dolor. Nos reunimos la primera vez en
una iglesia que creo se llamaba Nuestra Sra. de Betania, allí por
la calle Medrano. Todos hablaban de sus ausentes, por lo general chicos y
chicas muy jóvenes, algunos, la mayoría estudiantes, otros
empleados, obreros, toda gente ocupada. Poco a poco fui conociendo más
personas en la misma situación y también encontré
antiguos amigos que tenían el mismo dolor, Hebe Serna, con su
marido secuestrado, padre de siete hijos, contador y profesor en la
facultad. Sirita Villalain con varios hijos ausentes, Teresa Berra con su
hija sicóloga y su yerno sin saber nada de ellos... Firmábamos
solicitadas, entrevistábamos politicos, escribiamos cada cual a
algun sacerdote, obispo y hasta yo escribí al Papa. Me dijeron que
un pariente de Paulo VI residente en Santa Fe también había
sido secuestrado. Yo recibía notas de solidaridad de la Nunciatura,
de algun sacerdote pero también recibí una nota muy
desacertada de un obispo de La Rioja. Personaje que transitara por nuestro
país no se libraba de nuestro asedio. Conservo la nota de respuesta
de Sandro Pertini y la nota que enviamos en ocasión de la visita a
la Argentina de los Reyes de España. De tanto firmar con mi nombre
tantos reclamos, el secreto del secuestro de mi hija ya no se podía
ocultar. Figuraba tambien en algunas solicitadas el nombre de Maria Elina
Corsi, reclamando por su aparición.
Los amigos y parientes nos expresaban su apoyo, sin embargo los
unicos ajenos al suceso eran mis suegros que creian que ella estaba
trabajando en Rosario. Un día, una vecina oficiosa le preguntó
a mi suegra
- ¿Y su nieta? -
- Está trabajando en Rosario -
- ¿Eso cree? No, su nieta fue secuestrada por los militares -
Esa mujer hirió a los viejos, hizo algo que a nosotros nos
costaba decirles, pero nos allanó el camino para pedirles sus
pasaportes italianos y acreditar a mi hija como ciudadana italiana ¡Cuanto
tengo que agradecer a los "tanos"! Ellos aceptaron asumir la
defensa porque, como me dijeron en la embajada italiana
- En Italia hemos combatido con la fuerza de la Ley y este gobierno
la unica razon que tiene es la de las
metralletas -
Pusieron a mi disposicion un abogado gratis y cumplimenté
todas las cosas que me sugirieron. Luego la
Democracia. La CONADEP hizo lo suyo, pero lamentablemente no pudo
esclarecer nuestro caso, mi hija era una desaparecida y no se sabia nada más.
Yo siempre conserve mi esperanza, sobre todo alentada por las palabras del
Padre Mario, al que acudi por consejo de personas muy bien intencionadas
- Su hija vuelve despues de muchos años-
Esas palabras las pronuncio despues que me habló de mi hija,
como si la hubiese conocido; me puntualizó todas las enfermedades
que tuvo (que no fueron pocas) Era tan acertado lo que me dijo que provocó
mis lagrimas. El padre Mario no fue el unico parasicologo al que acudí,
ninguno tampoco la dio por muerta; sigo rezando como lo hice siempre, no
como muerta, solo pido que tenga paz, donde esté. Alguien me
pregunto una vez
- Si vieras a Massera o a Videla o a Suarez Mason en un callejon
oscuro y pudieras hacerlo desaparecer sin que nadie se enterara ¿lo
harias? -
Nunca lo haria porque yo no soy como ellos. Ese gobierno autoritario
y despótico no tuvo ni claridad moral ni política para hacer
lo que hicieron; fueron los dueños del terror, la soberbia y la
injusticia. Fueron
tremendamente cobardes, no se hicieron responsables de sus crimenes,
lo ocultaron con mentiras. Todavia recuerdo sus respuestas. No asumieron
su responsabilidad, desconocen sus errores y aun mas, se ufanan de sus
crimenes. Estoy segura que las personas rectas los desprecian. No supieron
poner en ejecucion las leyespor miedo. El terror los transformó en
asesinos, fueron hombrecitos abominables que no estuvieron al servicio de
sus ciudadanos. La labor militar la reservaron para pasear en desfiles
militares sin entender jamas que habia caminos legales para actuar.
Maria Antonia Barrionuevo de
Corsi
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