¡NO ES DE TU GRADO!

Un Maestro, un Compañero y un Aprendiz caminaban por una calle desierta. Después de mucho caminar, el Maestro se dio cuenta que los tres habían muerto en un accidente hacía muy poco tiempo (hay veces que se lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de nueva condición).

La caminata era muy larga, cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Necesitaban desesperadamente agua.  En una curva del camino, vieron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plazoleta calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente donde brotaba fresca agua cristalina.

El Maestro se dirigió al hombre quizá algo joven que desde su garita cuidaba de la entrada:

Buen día – dijo el Maestro

Buen día – respondió el hombre joven

¿Qué lugar es este, tan hermoso? – le preguntó el Maestro

- Esto es el
Cielofue la respuesta.

- Que bueno que nosotros llegamos al Cielo, y estamos con mucha sed.-  dijo el Maestro.

Usted puede entrar a beber agua a voluntad – dijo el guardián, indicándole la fuente de oro y mármol donde estaban bellas doncellas ofreciéndole el agua en vasijas doradas.

Mas el Maestro respondió
“Mis Hermanos también están con sed”

- Que lástima  – le dijo el guarda – Aquí no se permiten la entrada de menores grados, “Es el Cielo!”.

Inmediatamente el Maestro se sintió muy decepcionado y se dirigió a sus Hermanos  indicándoles que deberían proseguir el camino y aunque su sed era muy grande, mas grande era su solidaridad no bebiendo y dejando a sus fraternos con sed.

De esta manera prosiguieron su camino. El Compañero le preguntó:
–“Maestro, porque no saciaste tu sed?

Y el Maestro respondió
-“Ningún Maestro que se sienta digno de ello podría dejar a sus alumnos sin abrevar”

a lo que el Aprendiz inquirió:
-“Pero Maestro, usted es el mas indicado para saciar la sed, nosotros podríamos esperar”

y el Maestro diligentemente contestó:
-“Nunca un Maestro va a dejar a sus Hermanos en su camino, y menos abandonados al destino, ustedes son primero, ustedes son la razón que a mi me hayan llamado Maestro, y si algún Maestro se ha atrevido a rechazarles por vuestra sed, ese no es Maestro”

Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicado, llegaron a un sitio cuya entrada estaba marcada con un portón viejo semi abierto.  El portón daba a un camino de tierra con árboles de ambos lados que le hacían sombra.

A entrada y la sombra de uno de esos árboles, un hombre maduro estaba reclinado con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que meditaba……

Buen día – dijo el Maestro.

Buen día – respondió el hombre maduro.

Estamos con mucha sed yo, mi compañero y mi aprendiz – dijo el Maestro.

Hay un arroyuelo entre aquellas piedras – dijo el hombre maduro – pueden beber a voluntad, allí encontrarán  vasijas de barro crudo, pero cuidado ya que hay piedras muy filosas y resbaladizas en el camino.

El Maestro, el Compañero y Aprendiz fueron hasta el arroyuelo y saciaron su sed,
-Muchas gracias – dijo el Maestro al salir.

Vuelvan cuando quieran – respondió el hombre maduro.

A propósito – dijo el Maestro – ¿cual es el nombre de este lugar?

- El Cielo –
respondió el Hombre Maduro.

¿Cielo? ¡ Mas si el hombre joven en la guardia de al lado del portón de mármol me dijo que allí era el Cielo!
Dijo azorado el Maestro.

Aquello no es el Cielo, aquello es el infierno  - respondió el hombre maduro.

¡El Maestro quedó perplejo!

Mas entonces  - dijo el Maestro – esa información es falsa y debe causar muchas confusiones a los que llegan

De ninguna manera  - respondió el hombre maduro – En verdad ellos nos hacen un gran favor, porque allí se quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos, y todos aquellos que consideran saberlo todo y no quieren compartir aquello que creen conocer y que en verdad ignoran.

¿Cual es la enseñanza de este cuento?


Adaptación de Oscar A. López Flores 32º
2,001
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