La Iniciación

La Real Academia de la Lengua se refiere a la iniciación como: Introducir o instruir a alguien en la práctica de un culto o en las reglas de una sociedad, especialmente si se considera secreta o misteriosa.

La palabra "iniciación" proviene del latín "initia", que es un término genérico que designa los misterios. Sobre los misterios, dicha academia lo define como cosa arcana y muy recóndita, que no se puede comprender o explicar. Sin embargo, para los griegos, mucho tiempo antes de los romanos, estos mismos misterios no significaban en sentido general algo extraño, raro o siniestro, sino un conocimiento esotérico o privado. En realidad, los misterios eran una gnosis o una sabiduría superior que trascendía a la información profana y corriente; consistía de conocimientos poco comunes acerca del hombre, la naturaleza y los dioses, era por lo tanto de índole sagrada, o de los misterios. Respecto a la enseñanza, igual que ocurre hoy en día, era entonces. Para estudiar Arquitectura, Medicina, Veterinaria o cualquier otra carrera, se debe pasar una selección previa, no todos estudiarán lo que guste. El conocimiento de las ciencias primitivas tales como la matemática, la astronomía o las ideas religiosas acerca de la inmortalidad, era el resultado de grandes estudios y labores mentales, se les tenía mucho aprecio y no se rebajaba con discusiones profanas. Solamente las personas que eran dignas podían recibir las enseñanzas de los misterios.

Para recibir la iniciación, el candidato debía demostrar una debida calificación; debía demostrar estar poco satisfecho con el orden prosaico de la vida; debía desear adquirir un nuevo conocimiento o poder, producir un tránsito en su pensamiento y en los asuntos de su vida; su propósito debía estar de acuerdo con el gran valor que se asignaba al conocimiento y poderes que recibiría en su iniciación; debía demostrar, por su preparación y pruebas, que estaba listo para recibir este gran honor. Estar listo consistía en la pureza y capacidad mental para comprender, y muchas veces ciertas calificaciones físicas también, como lo era el tener salud suficiente.

Psicológicamente, los elementos de la iniciación, por lo que respecta al individuo, son:

(a) Acudir a la introspección, la función de analizarse honradamente a sí mismo y a su propia vida, y llegar a una conclusión acerca de nuestras necesidades e insuficiencias, ya fueran estas espirituales, morales o intelectuales. 

(b) Engendrar dentro del individuo la aspiración de alcanzar el ideal, que según sus ideas, pueda vencer las deficiencias que hemos observado en nuestra propia naturaleza.

(c) Obtener del individuo compromisos sagrados, una promesa formal, que él hará a sí mismo o que tratará de realizar sus aspiraciones, a pesar de cualesquiera sacrificios que deba hacer.

La estructura de todas las verdaderas ceremonias iniciáticas, por medio de las cuales entramos a los misterios y tenemos acceso a ese conocimiento excepcional, consiste de cuatro elementos.

El primero de estos elementos o ritos básicos se conoce con el nombre de separación. Este consiste de un ritual por medio del cual se graba en el candidato la idea de que va a ocurrir un tránsito en su conciencia; tiene que haber un cambio en el orden de sus ideas y en su manera de vivir; debe apartarse del antiguo régimen de ideas y acciones equivocadas. Esta separación del viejo orden se efectúa algunas veces, de manera dramática, vendando los ojos del candidato o haciéndolo entrar en un cuarto oscuro, donde pudiera intencionalmente haber mucho ruido, para representar el caos y el cambio de un estado de mente y de vida a otro.

El segundo elemento es el rito de admisión. Por medio de varios actos impresionantes, se hace comprender al individuo que está entrando en un plano superior de pensamientos, que él ésta renaciendo en su conciencia. Debe llegar a saber que ha dejado detrás de sí sus conceptos pasados y sus maneras erradas, y que se ha elevado a una percepción y apercepción más elevada de la existencia. Esta ceremonia imaginaria, o que pudiera ser real y verdaderamente lo levantaran de un sarcófago o ataúd para simbolizar así el renacimiento en un plano de pensamientos mas elevados.

El tercer rito es de la exhibición. En él se revelan al individuo los sagrados símbolos y signos, preceptos y verdades de la nueva gnosis que se le confía. Esos signos muchas veces indican los conocimientos que se le impartirán a medida que progrese en los misterios.

El cuarto rito fundamental de la iniciación es el reingreso. Es una preparación para el regreso verdadero del iniciado, una vez más, al mundo profano de donde vino. Primero se le hace prestar promesa solemne por la que se compromete a conservar en secreto sus experiencias. También se le dice que aplique sus experiencias a su vida, pues aunque regresa al mundo después de haber renacido, ha experimentado un tránsito en su constitución espiritual y mental y debe vivir de acuerdo con su nuevo estado de esclarecimiento.

Así, se verá que la iniciación, fundamentalmente, comienza en la mente y en la naturaleza emocional del individuo. El iniciado debe criticarse a sí mismo; no tiene estar satisfecho de sí mismo; debe tener la aspiración de elevarse por encima de su presente estado moral e intelectual; debe desear la mejora de su ser; debe buscar aquellos estados, condiciones, cosas, que contribuyan a su satisfacción moral, intelectual y psíquica.

La verdadera iniciación es fundamentalmente de naturaleza mística; es la elevación de la conciencia por medio de la cual ocurre una transformación de la personalidad manifiesta. El yo debe quedar iluminado, dotado de una nueva gnosis, por medio de todo lo cual se le revelarán nuevos horizontes de comprensión y de realización. Si no existe ese estado de gracia psíquico, intelectual y emocional, el individuo no ha sido iniciado.

Las formalidades externas, el ritual que consiste de actos como la genuflexión, giros, viajes, música, incienso, cánticos y otras cosas generales, son principalmente simbólicos; representan el significado de aspectos de la iniciación; sugieren estados mentales por los que tiene atravesar la conciencia del candidato. En realidad, esos elementos externos tienen por objeto ayudar psicológicamente a que se produzca el estado de conciencia apropiado o la experiencia psíquica por medio de la cual el candidato queda verdadera e interiormente iniciado. Si este estado de conciencia no prevalece, y no es una experiencia íntima e inmanente, entonces no ha habido una verdadera iniciación, sea cual fuere la complicada ceremonia realizada.

La iniciación tiene que ser algo más que una experiencia mental o intelectual. Una presentación lógica del simbolismo y la aclaración de principios filosóficos no son suficientes. Tiene que haber una experiencia esotérica y una elevación emocional, una especie de regeneración espiritual por medio de la cual el individuo siente que ocurre un cambio dentro de sí mismo, y no solamente en el medio que lo rodea.

La iniciación en determinados recintos con cierto número de oficiales los símbolos requeridos y la seriedad necesaria contribuye a ayudar al candidato para que él inicie a su propia conciencia; pero tiene que ser él mismo quien se inicie.

Nadie puede iniciar a otro. El Venerable Maestro, o cualquier otro oficial,  apenas pueden actuar en este caso, si no es como preceptor o guía.

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