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# 4
Publicada
por
EDICIONES DE
FILOSOFIA APLICADA
AL
CÉSAR, LO QUE ES DEL CÉSAR:
HACIA
UN ESTADO CON LIBERTAD DE MENTE
Las revoluciones estallan cuando una
cantidad suficiente de seres humanos se dan cuenta de que han sido engañados.
Algunos dicen que Jesús de Nazareth fue un revolucionario. Pero, como
publicista y estudioso de las religiones desde hace más de 15 años, debo
agregar que no le fue suficiente ser un revolucionario, sino que lo que lo
llevó a la fama que tiene es el hecho de contar con el mejor equipo de imagen y
marketing de la historia, sin saberlo y tal vez sin quererlo. Pero, como suele
suceder con los líderes que causan controversia, sus mensajes han sido, son y
serán transformados por sus seguidores, los cuales tienen otras motivaciones,
muchas veces teñidas de una incapacidad por diferenciar lo espiritual de lo
material, en especial si son muy jóvenes [idealistas e impresionables por
definición], como parece ser el caso de Juan, de quien se dice que fue el
apóstol más joven -tenía unos 18 años cuanddo Jesús murió, es decir, unos 15
cuando lo conoció-, el amado, el único que estuvo al pie de la cruz, el que
aparentemente luego escribe por lo menos 2 libros del nuevo testamento. Pero,
en el caso del mensaje de Jesús de Nazareth, yo creo que no sólo fue
transformado -es decir, que se le haya cambiado la forma- sino que fue -y permítanme
inventar un término- ‘trannsfondeado’, se le cambió el fondo. Tanto se le
cambió el fondo que, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, el
inmediatamente posterior a los evangelios en las biblias, surge la primera
bronca de la naciente comunidad apostólica, que no podía ser llamada siquiera
iglesia en ese tiempo: Pedro y Pablo, el primero un seguidor torpe, analfabeto
e infiel, y el segundo un jinete iluminado que cuenta una historia de salvación
que salva su conciencia después de haberse dedicado a matar a quienes luego
lideraría. Ya desde ahí vemos que no hay un acuerdo sobre la esencia del
mensaje de Jesús. Para muchos, este hecho pasa inadvertido, y es que, como
devoradores de chismes que somos los peruanos, nos interesa más y nos sorprende
como cosa nueva el lío entre el arzobispo Cipriani y el padre Martín Sánchez o
la película ‘El Crimen del Padre Amaro’. Tan antiguo es el desacuerdo, que
hasta hoy la teología católica habla de dos visiones del hombre, la dicotómica
de Pedro [el hombre es cuerpo y alma] y la tricotómica de Pablo [el hombre es
cuerpo, alma y espíritu]. Puntos de vista ambos, pero, al final, señales de que
la cosa no estaba clara al comienzo ni está clara hoy. Lo mismo sucede con un
tema anterior a Pedro y Pablo, la naturaleza de Adán y Eva. Hay quienes afirman
que ellos fueron un hombre y su ‘costilla’ y otros que fueron dos pueblos. No
hay dogma al respecto, así que a uno no lo excomulgan por creer que fueron
pueblos. Y, si uno revisa la teología dogmática, encontrará varias otras
especulaciones en torno al mensaje de Jesús de Nazareth.
Pero, a lo que iba con esto es a
centrarme en el tema del presente artículo que le interesara a la gente que
piensa más allá de lo que le enseñaron en el colegio o en la misa obligada de
la niñez. El estado y la iglesia deben de estar tan separados como la enemistad
entre ellos lo permita. Ésa es una de las enseñanzas más claras y contundentes
de Jesús que nos ha llegado a través de los siglos, a pesar de los cambios de fondo
o ‘transfondaciones’ impulsadas justamente por los vínculos estrechos entre
iglesia y estado a través de la historia. Jesús lo repite a cada momento en las
biblias, la separación entre lo terrenal y lo espiritual o celestial son una
constante en su prédica y en sus actos. Es la razón por la que critica a los
fariseos, es la razón por la que toma un látigo y espanta a grito pelado a los
mercaderes del templo, es la razón por la que convierte a recaudadores de
impuestos de esa época y les pide que dejen de trabajar para el imperio romano,
etc, etc, etc.
Jesús es el primero en enseñar esto
y sus enseñanzas sobre el tema sobran en las biblias a pesar de los cambios
radicales que éstas han sufrido en el tiempo. Sin embargo, la iglesia católica
se ha empeñado permanentemente en todo el mundo -y sigue empeñándose en nuestro
país con mucha eficacia- en ser parte importante de las decisiones de los
gobiernos de turno. Y los gobiernos de turno, muertos de miedo del poder de la
iglesia -porque no hay otra razón para que no cambien esto- siguen
pronunciándose como católicos, apostólicos y romanos y pidiendo visitas con el
papa. Asunto de estado y noticia de primera plana es, en pleno siglo XXI, que
una primera dama judía, divorciada, re casada con el mismo señor que ahora es
presidente, casada en el extranjero con otro, mentirosa, racista y productora
de muchos más ‘pecados’ condenados por la iglesia sea o no recibida por el
papa. Y toda la negociación, por supuesto, con fondos del estado.
Antes de hablar de la realidad
peruana, permítanme hacer algunas menciones de cómo se manejó este tema en la
historia mundial. El tiempo es corto, por lo que sólo pondré sobre la mesa
pocos pero contundentes ejemplos.
En la antigüedad bíblica y
extrabíblica, una característica común a todas las culturas que conocemos era
la unión entre trono y altar, entre el príncipe y el cura. La idea de ‘separación
entre estado e iglesia’ ni se había escuchado. Los sacerdotes paganos
-astrólogos, magos, hechiceros, etc.- erann los consejeros más cercanos del
emperador y, con frecuencia, la influencia oculta que controlaba el imperio. La
unión entre estado e iglesia persistió desde los días de Babilonia -la ciudad
de
El Vaticano ha peleado
permanentemente contra todo avance hacia una democracia cuando existían las
monarquías absolutas, empezando con
El papa León XII reprendió a Luis
XVIII por aceptar
La historia de América Latina ha
demostrado plenamente la exactitud de esta preocupación eclesiástica. En los
países católicos, el odio de los papas a las libertades y su asociación con
regímenes opresivos, a los cuales terminaron manipulando a su antojo, están
registrados en la historia. Luego de que la revolución de Benito Juárez -en
1861- fuera derrotada por el ejército francés de Napoleón III en México, y
Maximiliano fuera instalado como Emperador de ese país, éste último se dio
cuenta de que no podría regresar a las anteriores fórmulas totalitarias. El
papa Pío IX le escribió indignado a Maximiliano, demandándole que la religión
Católica debe, por sobre todas las cosas, continuar siendo la gloria de la
nación mexicana, y se debe excluir cualquier otra adoración y que la
instrucción, sea pública o privada, debe ser dirigida y supervisada por la
autoridad eclesiástica, además, que la iglesia no debe de estar sujeta a la
arbitrariedad del gobierno civil.
En resumen, un imperio al estilo del
fundado por Nimrod en Babel, donde la iglesia y el estado son uno, es por lo
que siempre ha luchado el catolicismo con todas sus fuerzas. Como manifestó la
publicación católica The Catholic World en tiempos del Concilio Vaticano
I [1870]: Si el estado tiene algunos derechos, sólo es por virtud y permiso de
la autoridad superior de la iglesia.
La antipatía del Catolicismo en
relación a las libertades básicas creó alianzas nada sagradas con los gobiernos
totalitarios de Hitler y Mussolini, quienes fueron alabados por el papa y otros
líderes de la iglesia como hombres elegidos por dios. A los católicos se les
prohibió oponerse a Mussolini y se les pidió, más bien, que lo apoyen. La
iglesia prácticamente elevó al gobierno al dictador fascista [como lo haría con
Hitler unos años después]. A cambio, Mussolini [en el Concordato de 1929 con el
Vaticano] hizo del Catolicismo Romano nuevamente la religión oficial del estado
y criticar a esta religión era considerado una ofensa penal. A la iglesia, por
supuesto, se le otorgaron otros favores, incluyendo una vasta suma de dinero en
efectivo y lazos con el gobierno.
1. No tiene nada que ver con las
instrucciones específicas del Jesús de las biblias, que es el Jesús al que
sigue la iglesia.
2. Es sumamente ventajoso para la
iglesia, ya que le da un lugar tan importante en la vida republicana -léase terrenal-
que hace olvidar a los que saben que no es la religión oficial que no lo es y
hace seguir creyendo a los demás que sí lo es.
3. Es el material de construcción
de las dos columnas de la iglesia católica en el Perú: el dinero y el poder,
ninguno antes ni después que el otro, por si acaso.
Los beneficios que derivan de este
Concordato incluyen el pago de sueldos altísimos a los obispos y autoridades
eclesiásticas [con sus equipos de trabajo completos, todo ello publicado en el
diario El Peruano, como si fueran funcionarios y empleados del estado],
descuentos especiales en pasajes aéreos a través de
Sin embargo,
Artículo 2°. Toda persona tiene derecho:
2. A la igualdad ante la ley.
Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión,
opinión, condición económica o de cualquiera otra índole.
3. A la libertad de conciencia y
de religión, en forma individual o asociada. No hay persecución por razón de
ideas o creencias.No hay delito de opinión. El ejercicio público de todas las
confesiones es libre, siempre que no ofenda lamoral ni altere el orden público.
Artículo 50°. Dentro de un régimen de independencia y
autonomía, el Estado reconoce a
Pero, en la práctica, esto no se
cumple. Les contaré un caso que yo viví en carne propia para graficar este
punto: En 1996, siendo Director Nacional de Comunicación y Cultura de
La separación entre estado e iglesia
en el Perú existe en el papel hace 23 años, pero todo sigue igual o peor. Yo no
quiero un estado laico, porque el laico, por definición, es un católico
practicante que no opta por la vida monástica o sacerdotal. Quiero un estado
libre para todas las creencias, las cuales, finalmente, son puntos de vista.
Hay puntos de vista mucho más antiguos que el católico, pero, como los católicos
llegaron primero, aliados con los creadores de estados nuevos, robaron la
libertad de conciencia a su gente, obligándoles con todo tipo de amenazas,
castigos físicos y económicos y hasta la pena de muerte a asumir el punto de
vista católico. Ese tiempo ya pasó y la tradición no es excusa para seguir
destrozándole la libertad a los habitantes de un país que necesita abrir su
mente para vivir en paz en medio de sus diferencias. La religión es la raíz del
comportamiento moral de una sociedad, y si estamos dejando que otros enseñen a
nuestros hijos a que crean que la única religión que los hará insertarse a la
sociedad peruana con dignidad y sin vergüenza alguna es la católica, estamos
dejando que la mentalidad colonizadora que creó la inquisición siembre
intolerancia y cerrazón mental en seres que nacen en un siglo donde se espera
más de nosotros.
Termino con la misma cita con la que
empecé: Las revoluciones estallan cuando una cantidad suficiente de seres
humanos se dan cuenta de que han sido engañados. Nosotros somos los primeros,
hagamos que pronto sean suficientes. Hablemos de esto con quien podamos.
*JEES
[José Enrique Escardó Steck]
Consultor
en Comunicación
E-mail: jees@grupojees.com. Pág. web: www.jees.tk.
Ponencia para panel Separación entre estado e iglesia en el Perú
organizada por
18 de enero de 2003.
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