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EDICIONES DE
FILOSOFIA APLICADA
Todos los científicos
sociales, tarde o temprano, nos referimos de alguna manera al Opus Dei. Ya sea por lo vistoso que resulta la elección
a las máximas prelaturas peruanas, Arequipa y Lima de connotados miembros de
tal organización, o por el laberinto de pasiones que ha desencadenado en la
prestigiosa Universidad Católica de Lima, la decisión del Arzobispo capitalino
de hacer uso de sus prerrogativas para intervenir en el desarrollo académico y
administrativo de tan importante centro de estudios. Desde la cancelación de la puesta en escena
de la obra teatral “Galileo Galilei” por considerarla anticlerical, o las
amenazas, cada vez menos encubiertas, a docentes que han cometido el “pecado”
de divorciarse o de tener preferencias sexuales consideradas anormales en la
obtusa mente de ciertos moralistas[1],
la presencia del Opus Dei en el ámbito académico ha trascendido el carácter
doméstico de ciertos problemas.
A pesar de
que estos hechos han puesto de “moda” el tema del Opus Dei y sus implicancias,
existe una gran desinformación generalizada al respecto del origen y desarrollo
de tal institución. Salvar este escollo
es una de las principales motivaciones del presente artículo que, esperamos,
desate polémica y diálogo académicos.
Para la elaboración del presente trabajo, consultamos una serie de obras
publicadas por la misma organización en cuestión, amén de una serie de
artículos de diferentes fuentes y posturas.
A nuestras manos llegaron incluso, algunos documentos considerados
reservados para los miembros plenos de
Existe la
sensación que la organización a la que pertenecen ambos clérigos, y que tiene
entre sus miembros a connotados políticos como Martha Chávez o Rafael Rey, está
creciendo de manera sensible y está tomando puestos claves de la política y de
la vida académica de nuestro país. De
igual manera, encontramos una suerte de certeza respecto al profundo
conservadurismo de dicha organización.
Sin embargo, lo cierto es que hay un gran desconocimiento de los
principios y objetivos, de las características y de la historia en su conjunto
del Opus Dei. Este desconocimiento es
especialmente peligroso en nuestro país, donde esta organización cuenta, no
sólo con dos de los cargos más importantes del clero del país, sino también
porque en el territorio nacional se encuentra una de las cuatro universidades
dirigidas por el Opus Dei a nivel mundial,
El presente
artículo pretende acercar al lector a la historia de esta organización. Partimos de la hipótesis de que la fundación
y el desarrollo del Opus en el mundo católico, tiene las mismas características
(salvando las distancias temporales y geográficas) que motivaron ese profundo
cambio que implicó
Por lo
tanto, así como Ignacio de Loyola se hizo cargo de manera protagónica y
decisiva de la defensa de la fe cristiana y de la jerarquía romana y
convirtiera a su organización, en uno de los organismos más vitales e
influyentes de
Estos
elementos sumados, darán al Opus Dei ese tufillo conservador (que a veces se
convierte en un verdadero tinte indeleble que marca sus acciones) que es uno de
los principales motivos de crítica en su contra, amén de que ha hecho estallar
una verdadera discusión acerca de si dicha organización responde a las
características de secta religiosa o no, por parte de apologistas y contrarios
en el mundo académico.
Es cierto
que en la actualidad no existe ningún cisma evidente al interior de la religión
católica ni de su Iglesia, como sí lo hubo en
En los
países del orbe católico, resulta patológica la indiferencia con que muchos de
los fieles reciben las ordenanzas provenientes de Roma. Si bien se cumple con los ritos y se
consideran católicos en todo el sentido de la palabra (aunque más de un
científico social tratará de buscar elementos culturales en esta relación
creyente – iglesia) los fieles de a pie mantienen una relación sui generis con
su institución religiosa. Resulta
asombrosamente democrática esta relación para un gran número de cristianos, si
la comparamos con la relación que tienen las mayorías musulmanas, judías o
protestantes con sus jerarquías, donde el puritanismo y el fundamentalismo
tienen un importante lugar en tal relación.
Un ejemplo
claro de lo dicho, puede ser la encuesta realizada por nuestra universidad en
Arequipa con motivo de
A inicios
del siglo XVI, el mundo había cambiado de manera irreversible para el europeo
común y corriente. A las noticias del
hallazgo de un nuevo continente allende el Atlántico (lo que ampliaba de manera
espectacular la cosmovisión y la sensación de espacio a la vez que las
distancias hacia la mítica tierra de las especies del Asia se acortaban al
conocer la ruta seguida por los descubridores portugueses), se le añadía una
exacerbación radical de la política y las intrincadas relaciones de poder entre
los innumerables señores feudales, que llevaban una guerra brutal entre sí por
tierras, colonias y dominios. Si a esto
le sumamos el cambio paulatino y seguro de las relaciones económicas que
implicaban el paso de una economía rural y de subsistencia en un marco servil,
a una basada en el desarrollo social y político de la ciudad, en el intercambio
monetario y en la existencia de mercado; nos percatamos con facilidad que el
mundo europeo estaba sufriendo una verdadera revolución en todos los sentidos.
En este
marco de cambio total, las instituciones que habían sostenido el aparato feudal
tenían que ser protagonistas también de una suerte de reestructuración o de su
propia desaparición si las características de su inercia así lo definían.
En la
intrincada red de relaciones políticas en
Cuando las
formas de hacer política cambian de manera irremediable a partir de la ruptura
de viejos y obsoletos órdenes económicos y sociales,
La
indulgencia es una práctica católica que implica el perdón parcial o total ante
Dios del castigo temporal por algún pecado cometido. La lógica cristiana decía que las culpas por
los pecados cometidos debían ser en parte, o totalmente pagadas en este mundo y
no esperar su redención en la otra vida.
Antiguamente, las obras de expiación de estos pecados consistían en
ayunos más o menos prolongados, en peregrinaciones (de ahí la importancia que
tuvo y tiene Santiago de Compostela en España), flagelaciones u otros
castigos. Sin embargo, las autoridades
eclesiásticas fueron substituyendo estas prácticas por las de oraciones o
limosnas, llegando incluso a dar la oportunidad de redención por períodos
mayores de tiempo y por penas más severas.
Quiere decir, que se perdonaba por adelantado no sólo los pecados
cometidos, sino también los por cometer.
Hacia
inicios del siglo XVI el papado emprendió la reconstrucción de la basilica de
San Pedro, que luego sería sede del trono papal. Esta reconstrucción demandó ingentes
cantidades de dinero que los prelados de toda Europa se apresuraron en
conseguir a través de la venta de indulgencias a tirios y troyanos. La misma Iglesia ha reconocido los abusos que
esta práctica trajo consigo. A esto se
aúno la práctica común de venta de reliquias religiosas, que provocó una
verdadera fiebre entre los señores feudales por poseer las reliquias más santas
para así poder emprender con más justificación las innumerables guerras entre
ellos en el período descrito. Hasta hace
relativamente poco tiempo, en muchas iglesias europeas se seguían promocionando
los tesoros que éstas guardaban para el culto por parte de los fieles. Personalmente hemos visto más de una decena
de clavos “legítimos” provenientes de la cruz de Cristo, así como toneladas de
astillas, que juntas harían varias decenas de cruces. Amén de algunos litros de sangre, cráneos y
huesos varios de los santos más connotados de la época.
Martín
Lutero se pronunció contra la práctica de venta de indulgencias por parte del
papado mediante la redacción de 95 tesis, que, según cuenta la tradición, clavó
por propia mano en la catedral de Wittemberg en 1517. Este pronunciamiento causó una verdadera
conmoción en el centro europeo. Dio la
oportunidad de oro a varios señores feudales de desembarazarse de la gran
competencia ejercida contra ellos por la iglesia, como la mayor propietaria de
tierras en toda Europa, y por ello muchos se apresuraron a abrazar la protesta
de Lutero convirtiendo una mera discusión teológica en una verdadera guerra
campesina que duraría varios años, ocasionaría miles de muertos en toda Europa
y al final, ocasionaría la ruptura de la monolítica presencia política de Roma
en el continente y la pérdida por parte del mundo católico de gran parte del
territorio antes dominado. Una parte
importante de Alemania, parte de los Países Bajos, Suiza, Eslovaquia e
Inglaterra se separaron de la égida romano – cristiana y abrazaron el
protestantismo y sus variantes.
No es
casual encontrar que las regiones en las cuales el protestantismo avanzó de
manera definitiva, fueran las de mayor desarrollo capitalista; así como no es
casual que las regiones o países que permanecieron del lado de Roma (España,
los reinos italianos, Francia, Flandes) fueran en los que aún se mantenían los
viejos órdenes feudales. La ética
protestante, que tan bien definiera Max Weber, resultó en arma de poder
impresionante en manos de comerciantes y dueños de maestranzas, además de los
nuevos políticos urbanos que rompían con el mundo feudal.
Evidentemente,
la más afectada en todo esto resultó
Roma va a
emprender una serie de tareas para lograr aminorar el efecto que produjo la
arremetida protestante, llegando a desempolvar antiguas instituciones
eclesiásticas con el fin de perseguir la nueva herejía protestante; nos
referimos específicamente al Tribunal de
Fue el
propio Martín Lutero el que propusiera la celebración de un concilio para
resolver la polémica surgida, luego que el concilio de Letrán cesara sin lograr
ningún pronunciamiento al respecto. Al
parecer, el Papa Clemente VII temía sobremanera que se impusiera la idea de la
supremacía del concilio sobre el papado lo que mermaría su poder político. Sin embargo, las condiciones de avance del
protestantismo y las presiones políticas de varios monarcas afectos a Roma, que
veían en el desarrollo de las ideas luteranas en Europa, no sólo una amenaza cierta
a sus creencias, sino también una verdadera espada de Damocles que pendía sobre
todas sus aspiraciones hegemónicas; hicieron que el Papa Paulo III, que fuera
elegido con la promesa de realizar el tan esperado concilio, convocara a una
asamblea de los obispos y principales dirigentes de
La ciudad
elegida para tan magno evento fue la ciudad de Trento, al norte de Italia. Esta elección no resulta casual, ya que dicho
poblado ocupaba un lugar muy estratégico en las rutas de comercio entre la
península itálica y el resto de Europa, especialmente la parte central, que en
esos momentos se encontraba atravesada por los conflictos religiosos. Por otra parte, por la misma situación
estratégica de Trento y por haber atravesado a lo largo de su historia por
varias conquistas de diverso tipo y procedencia, desde el siglo XVI era
gobernada por el Obispo de la ciudad.
Esto daba a la reunión una connotación interesante al tener la garantía
de que las noticias de sus sesiones iban a llegar rápidamente a los territorios
del centro europeo.
Por
diferentes conflictos, el Concilio de Trento no fue continuo, más bien tuvo que
realizarse en tres etapas sucesivas. A
pesar que en un inicio la convocatoria fue más bien débil y la asamblea tenía
pocos representantes, paulatinamente se fue incorporando a las sesiones un
número cada vez mayor de obispos. La
discusión, en las primeras reuniones, se centró principalmente en los
conflictos que provocaban las propuestas luteranas. En este proceso se reafirmaron muchos de los
dogmas que aún siguen vigentes entre los católicos y, lo más importante, la
autoridad del Papa y la jerarquía eclesiástica se acrecentó. A pesar de que no hubieron reformas
importantes en lo que a dogma se refiere (a pesar de la ambición de algunos
representantes que no podían disimular su filo-protestantismo, y de aquellos
que decididamente apoyaban una suerte de “modernización católica”) sí hubieron
cambios en cuanto a métodos y formas de proselitismo se refiere.
Es en este
contexto que cobran especial relevancia los Jesuitas.
Íñigo de
Óñez y Loyola, más conocido por Ignacio de Loyola, nació en Azpeitía, provincia
vasca de Guipúzcoa en 1491. Clásico
personaje de su tiempo, que combinaba su educación noble con la milicia a
órdenes de los principales señores feudales, participó en la guerra que llevó a
cabo Carlos V en contra de las comunas castellanas que, cansadas de las
exacciones de los funcionarios y de
Parecería
sorprendente que, apenas reconocida
Por otra
parte, los jesuitas tenían varias ventajas en contraposición a los sacerdotes
de otras órdenes religiosas. En primer
lugar, no tenían conventos de reclusión, por lo tanto, medraban en sociedad,
ocupando incluso importantes cargos políticos.
Es rápido prestigio alcanzado por la orden, se vio reflejado también en
el considerable y creciente poder económico que iba adquiriendo en base a
donaciones y herencias, algunas voluntarias y otras no tanto, que los miembros
de los círculos de poder realizaban en su favor. Por otra parte y por principio, los jesuitas
se convirtieron en una de las principales armas del papado en contra del avance
protestante, a la vez que intervinieron radicalmente en la política doméstica e
internacional de la época, como una organización sólida, muy cohesionada y
coherente con sus principios de defensa irrestricta de las políticas emanadas
de Roma.
Desde su fundación, la orden se ha caracterizado por la importancia dada a la educación. Este interés se manifiesta no sólo en la participación de los jesuitas en la organización y gestión de diversos colegios y universidades en todo el mundo, sino también a través de la preparación exhaustiva y permanente de sus miembros. La preparación de una persona para alcanzar el grado de sacerdote resulta mucho más larga y sacrificada (académicamente hablando) que la de otras órdenes religiosas. A la preparación teológica propiamente dicha, se le añade una sustancial preparación en matemáticas, ciencias físicas y filosofía.
Si bien el tiempo que media
entre la celebración del Concilio de Trento hasta bien entrado el siglo XX fue
llamado por algunos apologistas como la “Era Trentina” de
Según lo que proponemos
entonces, la formación y avance del Opus Dei
constituye en realidad un momento similar en este proceso de adaptación
de
II
Hacia la segunda década del presente siglo, las cosas se presentaban más bien oscuras para el mundo europeo en general. Luego del enfrentamiento bélico que marcaría de manera indeleble a la humanidad en su conjunto, siguieron algunos años de falaz bonanza. A la muerte, destrucción y hambre que los europeos vieron con terror, siguieron los “dorados años veinte” que en realidad acabaron antes de la década, ya que la conflagración mundial en la que intervinieron casi todos los estados del orbe occidental desarrollado, no solucionó los principales conflictos que desencadenaron la guerra.
Está extendida entre los
historiadores contemporáneos la idea de que
El mundo, después de
Todas las tiendas políticas tuvieron que diseñar nuevas formas de propaganda y proselitismo, ya que las ideas marxistas encontraron un caldo de cultivo bastante fértil entre los trabajadores que se habían dado cuenta de las tácticas chovinistas con que fueron empujados a un conflicto que benefició sólo a aquellos que mantenían ingentes intereses económicos, relacionados con las finanzas y las industrias bélicas. Los partidos socialistas y comunistas, influenciados, y algunas veces, dirigidos y financiados desde Moscú, crecieron en importancia en prácticamente todos los países del mundo, no sólo de occidente, hasta convertirlos en interlocutores con poder de negociación. Si a este panorama le añadimos que las contradicciones propias del sistema económico capitalista, no resueltas de ninguna manera con la conflagración mundial, están en un franco proceso de estallido, veremos que el panorama político, tanto como el social y el económico, se encontraba al borde de una crisis, la mayor que el ser humano conociera en su historia[4].
Si bien España no participó directamente en la guerra, su economía se vio seriamente afectada al reducirse los mercados exteriores producto de la guerra y, fundamentalmente por el atraso evidente de sus fuerzas productivas, lo que caldeó de manera irreversible el ambiente político español. En este contexto, las fuerzas políticas radicales como los anarquistas, los socialistas y los comunistas, iniciaron un ascenso sin precedentes entre las capas urbano – campesinas pobres de España, al respecto del advenimiento del Estado liberal Ortega y Gasset escribió:
"Las fuerzas sociales cuyo desarrollo había roto el dique del viejo Estado buscando ciegamente un nuevo equilibrio político, eran principalmente: un proletariado industrial de alta formación y con un elevado nivel de vida; un campesinado de formación tradicionalista y actitud conservadora en las regiones de pequeña propiedad rural, y un campesinado inculto y rebelde, oprimido por la miseria última, en las zonas de latifundio; una burguesía empresaria fuerte, en determinadas regiones; una clase de grandes propietarios rurales absentistas, con mentalidad semifeudal; una clase media rentista, comercial y pequeña burguesía, de orientación conservadora v clerical en todo el país; y en fin, los grupos institucionales: ejército, policía, burocracia e Iglesia." (Ortega y Gasset, en: Rama 1962:105)
Como vemos, las condiciones de
España hacia finales de los años veinte eran por demás explosivas. Demás está decir que
Más grave aún para la alta jerarquía eclesiástica resultaba la aparición de ideólogos y pensadores que trataron de compatibilizar las ideas socialistas emanadas de la revolución rusa, con la filosofía cristiana, buscando captar a las masas trabajadoras educadas bajo un marco cultural católico y que eran las más proclives a entender el mensaje marxista (Touchard 1994: 645-646). Es en este contexto que se origina el Opus Dei, institución polémica desde sus inicios y que recibiría a lo largo de su historia la mayor cantidad de epítetos que cualquier otra institución eclesial contemporánea.
El Opus Dei[5], (cuyo nombre completo es Prelatura de
Huesca no es una de las zonas más prósperas de España, mucho menos a inicios del presente siglo. Sin embargo podríamos decir que Escrivá de Balaguer nació en un ambiente favorecido comparado con la abrumadora mayoría de sus paisanos, ya que su padre lograba mantener una familia relativamente grande (a pesar de haber perdido tres niñas por diversas enfermedades) con cierta solvencia, a partir de un negocio de telas y una pequeña fábrica de chocolates. Sin embargo, luego de una quiebra en los negocios familiares, la familia entera debió migrar a Logroño.
Fue precisamente en esta ciudad donde Josemaría Escrivá decidió su vocación sacerdotal. Él mismo contaría después los eventos que lo empujarían por ese camino. Resulta que, apenas cumplidos los 16 años y siendo un joven absolutamente normal, recibió el impacto de encontrar marcadas sobre la nieve, las huellas de unos pies descalzos de un sacerdote carmelita. Este hecho impresionó de tal manera su adolescencia, que no pasaría mucho tiempo antes de tomar la decisión de convertirse en sacerdote.
Es necesario anotar, y como lo
veremos a lo largo de este trabajo, la íntima relación que guardan ciertos
hechos como “visiones” que Escrivá tendría a lo largo de su vida y que se
manifestarían en el proceso mismo de la “Obra”.
El simbolismo de las huellas sobre la nieve temprana en una callejuela
empedrada en un pueblito perdido en
Así, en 1920 ingresa al seminario de San Francisco de Paula. Aún en el seminario, inicia estudios de Derecho aunque nunca alcanzó a titularse. Fue ordenado sacerdote en 1925 y se radica en Madrid con la intención de obtener su grado académico en leyes. Es en estas circunstancias que, estando en un retiro espiritual en un convento paulista y escuchando las campanas del mismo, Escrivá “vio” el Opus Dei “..tal como el señor quería que fuese” (Helming 1987:18). Decimos “vio” entre comillas, porque así lo relataría luego él mismo en sus escritos. Algo así como una imagen mental muy clara con la que, según Escrivá, recibió el mensaje divino de la formación del Opus. Al respecto Escrivá diría:
“Hoy hace
tres años – escribió el 2 de octubre de 1931- que en el Convento de los Paúles,
recopilé con alguna unidad, las notas sueltas que hasta entonces venía tomando;
desde aquel día el borrico sarnoso (sic)[6]
se dio cuenta de la hermosa y pesada carga que el Señor, en su bondad
inexplicable, había puesto sobre sus espaldas.
Ese día el Señor fundó su Obra:
desde entonces comencé a tratar almas de seglares, estudiantes o no,
pero jóvenes. Y a formar grupos. Y a rezar y a hacer rezar. Y a sufrir…
recibí la iluminación sobre toda
Sus primeros “clientes” fueron
estudiantes universitarios como él, conmovidos profundamente por el espíritu
carismático y convencido del fundador, el cual proponía una asociación semi
mística que encajaba perfectamente con el clima religioso de
En la cita se puede leer un crítica velada a la forma añosa cómo el cristianismo había separado la formación de cristianos: por un lado los tonsurados, envueltos en halos de misterio y clausura y por otro, una población ansiosa (por lo menos en la lógica del fundador) de prestarse a similares disciplinas que los primeros, pero que no podían dejar el mundo del trabajo y la familia. Esto deviene en una propuesta novedosa, al no diferenciar entre la disciplina católica obligatoria, entre sacerdotes y fieles. Escrivá trataba de incluir a un número cada vez mayor de católicos militantes, y con ciertas ventajas, especialmente su cercanía a los círculos de poder político y económico, y su sólida preparación profesional, como lo veremos más adelante.
Es más, Escrivá afirmaba que se acercaba la necrosis del cristianismo si no se hace la extensión de la “locura” divina de la obra. Con esta visión apocalíptica, convenció a muchos jóvenes educados bajo una cultura sólidamente cristiana, que veían en el avance del liberalismo en su país una seria amenaza al orden mental constituido durante siglos. Para poder enfrentarse a esto, sin salirse de los cánones papales, Escrivá le dará a su fundación una característica refrescante, ante la cerrazón medieval católica española de su tiempo, otorgándole una gran importancia al trabajo personal. De esta manera conquistaba para la causa vaticana a aquel sector que podía caer más fácilmente en las atractivas redes del liberalismo, los profesionales liberales. Por esto no es casual el nombre de la academia primigenia del Opus: Academia Derecho y Arquitectura[8].
Cayendo en el plano de la especulación, se podría afirmar en que esta “santificación del trabajo” (Fuenmayor y otros 1989:39-40) late una similitud importante con el pensamiento protestante que implementó, al decir de Weber, una verdadera “ética” protestante. Si recordamos, especialmente el ideario de Jean Calvino, nos encontramos que postulaba que cada hombre, esté donde esté, o haga lo que haga, debe sentirse un “elegido”, es decir, debe cumplir a la perfección las tareas que lo sostienen, léase trabajo, porque ese también es un camino hacia esa perfección. Son evidentes las connotaciones burguesas de tal postulado, sin embargo, Escrivá puso el parche antes de que aparezca el chupo de tal especulación, ya que enseñaba, a contrapelo de los múltiples consejos santificadores del trabajo, afirmando que “…el arma del opus Dei no es el trabajo, es la oración” (Escrivá 1989:55).
En un inicio, se consideraba
que el Opus debía ser un organismo esencialmente masculino. Así lo determino su fundador que escribió en
su momento que “ni de broma” integraría a mujeres en
Al margen de estas
consideraciones, existía un escollo difícil de sortear en este contexto y era
la limitada libertad de movimientos que, en general tenían las mujeres en
A pesar del cambio de rumbo en
cuanto a la integración del género femenino a
Hacia 1933, existían en Madrid
diversos círculos de formación cristiana, especialmente diseñados para
universitarios. Los jóvenes inflamados
por el misticismo del fundador, llegaban a las casas de
En 1934, Josemaría Escrivá escribió su primera obra titulada “Consideraciones Espirituales” que, a partir de 1939 se conocería con el simple e impactante nombre de “Camino”. En realidad, el opúsculo en mención es una suerte de compilación de diversas ideas, con un estilo medio de moraleja, medio de argumento cornuto[10] o disyuntivo, pero que, en su conjunto, trata de sistematizar las principales ideas del fundador con respecto a los objetivos centrales de la “Obra” así como de la actitud que sus miembros deben asumir ante cualquier situación.
Un hito fundamental de la
historia del Opus Dei, constituye la instalación de
El desarrollo del Opus Dei se
vio interrumpido al estallar
A pesar de que no existe
ninguna prueba al respecto, se decía que el mismo Escrivá fue perseguido y que
incluso fue asesinada una persona físicamente parecida a él en las cercanías de
su domicilio. Lo cierto es que en el
fragor del enfrentamiento, el fundador del Opus se vio obligado a abandonar
Urgido por el exilio en su propio país, Escrivá de Balaguer decide huir hacia el lado nacionalista, luego de que las tropas de Francisco Franco lograran controlar gran parte del norte de España. Esta huida es relatada en forma de epopeya por sus biógrafos y constituye una página fundamental en su historia de vida. La travesía no estuvo exenta de aquellos símbolos místicos que acompañaron al fundador durante toda su vida. Por ejemplo, ante las ruinas de una iglesia destruida por los bombardeos, halla intacta una rosa tallada en madera cubierta de pan de oro perteneciente a uno de los altares en ruinas, que fue utilizada luego como símbolo inequívoco de la fuerza mística de la obra y su fundador.
Ya en la seguridad del campo
nacionalista, se relaciona con los principales jefes militares golpistas. Esta relación fue tan profunda que Josemaría
Escrivá se convierte en el primer civil que ingresa a Madrid, luego de la
derrota republicana (Helming 1987:43).
Esta relación con las cúpulas de poder, que tanto bien le haría a
No deja de llamar la atención
que, en todas las biografías de Escrivá de Balaguer que hemos consultado o los
tratados de la historia de
Lo cierto es que en 1945, el Opus Dei ya contaba con centros de captación de jóvenes en nueve ciudades españolas, todas ellas con universidad, y que a partir de 1946 inicia su expansión internacional a Portugal, Inglaterra, Italia, Francia e Irlanda (Helming 1987:52). Esta expansión, realizada bajo los mismos parámetros con los que se extendió por España, determinó el carácter de universalidad largamente acariciado por Escrivá. Pero también hizo urgente el indispensable reconocimiento por parte del Vaticano para poder continuar con la labor de expansión al resto del mundo.
El papa Pío XII será el que
tome la decisión de un reconocimiento parcial de la labor de
Siendo uno de los objetivos
fundamentales de
Hacia la misma época, se dio un
salto cualitativo importante en la proyección del Opus hacia la sociedad. Nos referimos específicamente a la red de
“cooperadores”, que aportaban un contingente, nunca publicado, de
limosnas. Según los documentos a los que
tuvimos acceso, en todos se menciona que muchos de estos cooperadores no eran
católicos (Helming 1987:55). Este punto
sorprendería al analista poco perspicaz, sin embargo es claro el poder político
creciente de
Con el fin de estar lo más
cerca posible de las cúpulas de poder católicas, también a fines de los 40´,
Escrivá decide trasladar la cabecera de su organización a Roma. Allí compra una villa para la instalación de
dos colegios, uno masculino llamado Colegio Romano de
En 1949, el Opus Dei realizó el gran salto, estableciendo células en América, particularmente en México y los Estados Unidos, y un año más tarde ingresaría con gran fuerza en Latino América a través de Argentina y Chile. A propósito, Escrivá insistía que “… en cada país el Opus Dei se convirtiera en un fenómeno propio del mismo, sin perder por ello su propia identidad… quería que esas obras apostólicas se pusieran al servicio de los más necesitados.” (Helming 1987:65). Con estas directivas, en realidad se estaba planteando una verdadera estrategia de intervención social, política y cultural en todos los países del mundo. Personalmente nos parece una medida inteligente el hecho de captar individuos pertenecientes a las clases dirigenciales de cada país, así se estrechaban, de manera sólida y permanente, los lazos del poder del Opus.
Decíamos líneas arriba, que
desde su origen mismo, las universidades se convirtieron en verdaderas fuentes
inagotables de miembros para el Opus Dei.
Por ello, no es de extrañar la gran fuerza que pusieron algunos miembros
de
Es interesante anotar que
A pesar de su cerrada defensa
de la jerarquía,
Un dato que abona en nuestro
planteamiento original de las similitudes entre
“Ama,
venera, reza, mortifícate –cada día con mayor cariño- por el Romano Pontífice,
piedra basilar de
Este paulatino, y no siempre
sencillo, acercamiento a la máxima autoridad de
Desde un inicio se manifestaron diferentes corrientes políticas al interior del Concilio, lo que hace complejo un análisis del mismo, que por otra parte no es objetivo de la presente investigación. Sin embargo, es necesario anotar que algunos de los acuerdos aprobados por la asamblea de obispos, causaron un gran resquemor entre los distintos grupos de opinión en su interior. El sector conservador, por ejemplo, veía con demasiada suspicacia la medida de eliminar el latín en la liturgia de la misa. Esto provocó un “micro” cisma, con la presencia del grupo liderado por Marcel Lefébvre y algunos otros disidentes menores, que no titubearon en enfrentarse al Papa y su autoridad. Los años 70´ constituyen una época plagada de polémica en torno a tales decisiones.
El Opus fue duramente criticado
por algunos sectores de
De esta manera, “ …el Opus Dei era ya una unidad orgánica compuesta por laicos y sacerdotes que cooperan en una misión concreta, una peculiar tarea pastoral y apostólica, de ámbito internacional. Esa misión concreta consiste en difundir el ideal de santidad en medio del mundo, en el trabajo profesional y en las circunstancias ordinarias de cada uno” (Op. Cit :9) La aplicación de esta tan original figura jurídica se dará recién en 1982, es decir, Escrivá no alcanzó a ver el tremendo triunfo de su movimiento.
Los ataques al Opus, que en muchos casos provenían de la propia Iglesia Católica, se extendieron más allá de los límites del Concilio Vaticano II. En 1970 Escrivá escribía, con cierto pesimismo por la andanada de críticas que recibía y por el crecimiento sostenido por parte de grupos católicos muy cercanos a las ideas socialistas en todo el mundo, lo siguiente:
“Sufro muchísimo (sic). Estamos viviendo un momento de locura. Las almas, a millones, se sienten confundidas. Hay peligro grande que en la práctica, se vacíen de contenido los Sacramentos –todos, hasta el Bautismo-, y los mismos Mandamientos de la ley de Dios pierdan sentido en sus conciencias” (en Helming 1987:71)
Esta cita demuestra la
desesperación mística de Balaguer, que entendía el proceso moderno de
Las relaciones entre América
Latina y España no sólo se limitan a un simple accidente histórico de conquista
y dominación colonial a lo largo de varios siglos. Es mucho más profunda y en el marco del
Concilio se vio la gran importancia que tenía la religión católica en esta
región, no sólo desde el punto de vista del número abrumadoramente mayoritario
de católicos, sino por el peso de la misma en lo referente a cultura y
educación. Por ello, Escrivá emprendió
un viaje a algunos países latinoamericanos, entre los que se encontraba el
Perú, para comprobar in situ, el
desarrollo de
Decíamos anteriormente que el
misticismo religioso estuvo siempre presente en la vida de Escrivá de
Balaguer. Desde la forma como “vio” la
fundación de
Con inusual celeridad, se abre
el expediente de su canonización en 1981 y, contraviniendo todas las costumbres
del Vaticano, siempre renuente a integrar más santos al ya hacinado calendario,
que determinan que cualquier candidato al santoral católico no tenga parientes
directos vivos, el Papa Juan Pablo II lo beatificó en
En la actualidad, el Opus Dei cuenta con más de 80,000 miembros en los cinco continentes, de los que más de 1,600 son sacerdotes. (Müller 1996:5). Está constituido por un prelado, un presbiterio o clero propio y laicos, mujeres y hombres. El clero de la prelatura proviene de los laicos numerarios y agregados al Opus Dei que están libremente dispuestos a ser sacerdotes y son invitados por el prelado.
La condición de miembro del Opus Dei se da en tres formas diferentes:
- Los
supernumerarios, que constituyes la mayoría de los miembros, (alrededor del
70%). Lo más frecuente es que sean
hombres y mujeres casados.
- Los
Agregados, que son hombres y mujeres célibes, quienes por su mayor
disponibilidad, se encargan de tareas apostólicas.
- Los Numerarios, también célibes, encargados de labores apostólicas y formación de fieles y radican en los centros de la prelatura.
Resulta llamativo que en
ninguno de los documentos y publicaciones del Opus Dei, a los cuales hemos
tenido acceso, se haga la menor referencia a
Arequipa, marzo 1999.
Comentarios y
correspondencia: jorpa@unsa.edu.pe
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EDICIONES DE
FILOSOFIA APLICADA
[1] En CARETAS 1558 del 11 de
marzo de 1999, Fernando Rospigliosi publicó en su columna habitual
“Controversias” (Rospigliosi 1999), un polémico artículo denunciando las
pretensiones de
[2] Las otras tres se encuentran en España, Colombia y Filipinas.
[3] Si observamos el mapa de Europa, pareciera como si, tanto Turquía, como los países escandinavos, forman un juego de tenazas que apunta a Europa, estando la cabeza en Rusia.
[4] Es usual en la historiografía contemporánea definir éstas como: Las contradicciones entre países desarrollados, de éstos con los países menos desarrollados en la lucha colonial; las contradicciones entre regiones más desarrolladas que otras; las contradicciones existentes entre el desarrollo desigual de las diferentes áreas económicas y ramas productivas; etc.; sin dejar de anotar la principal, es decir, la contradicción entre las formas ampliadas y masivas de producción y las formas cada vez más excluyentes y privadas de apropiación de la riqueza. (p.ej. Alexandrov 1986:25-55)
[5] Del latín Obra de Dios.
[6] Este tratamiento no es
infrecuente en
[7] Al respecto de las
campanas que sonaron cuando
[8] Aunque, siempre fiel en la búsqueda de elementos mágicos e iconos fáciles de entender por los cristianos, Escrivá diría que las siglas también se podrían traducir como Academia Dios y Audacia (VV.AA. 1992:39)
[9] Si bien es cierto que en
las últimas décadas este carácter machista de la organización católica ha
disminuido relativamente, aún se siguen manteniendo ciertas pautas limitantes y
excluyentes con respecto a las mujeres.
La decisión, revolucionaria para algunos y desquiciada para otros, de
[10] Cornuto o de dilema, es el argumento formado por dos proposiciones contrarias disyuntivamente. Este es el estilo de algunos de los clásicos escritores moralistas, quienes a través de frases cortas y contundentes, pretenden dar una verdadera compilación de moral y comportamiento. Hacemos esta aclaración para evitar malentendidos.
[11] En una conversación con un fiel miembro del Opus, sugerí, medio en broma, medio en serio, la posibilidad de que Escrivá realmente necesitaba ayuda psiquiátrica y que su supuesto escondite en realidad fue parte de un tratamiento clínico. El amigo interrogado respondió con indisimulada furia a tal suposición, al parecer herética de mi parte.
[12] La pregunta de oro en este caso sería: ¿qué esperaban ganar con estas “limosnas” los no católicos?, evidentemente hablamos de un proceso de negociación política.