A Julia de Burgos
Yo fui la más callada
Canción amarga
Te quiero…
Canción de la verdad sencilla
Donde comienzas tú
Canción desnuda
 
Noche de amor en tres cantos
Ocaso
Media noche
Alba
 
Nada
Poema para mi muerte
 
 

 

A Julia de Burgos
Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo
tu yo.
 
Mienten,  Julia de Burgos.  Mienten,  Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz:  es mi voz;
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo;
y el más profundo abismo se tiende entre las dos.
 
Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo,  viril destello de la humana verdad.
 
Tú,  miel de cortesanas hipocresías;  yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.
 
Tú eres como tu mundo,  egoísta;  yo no;
que todo me lo juego a ser lo que soy yo.
 
Tú eres sólo la grave señora señorona;
yo no,  yo soy la vida,  la fuerza,  la mujer.
 
Tú eres de tu marido,  de tu amo;  yo no;
yo de nadie,  o de todos,  porque a todos,  a todos,
en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.
 
Tú te rizas el pelo y te pintas;  yo no;
a mí me riza el viento;  a mí me pinta el sol.
 
Tú eres dama casera,  resignada,  sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres;  yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
 
Tú en ti misma no mandas;  a ti todos te mandan;
en ti mandan tu esposo,  tus padres,  tus parientes,
el cura,  la modista,  el teatro,  el casino,
el auto,  las alhajas,  el banquete,  el champán,
el cielo y el infierno,  y el qué dirán social.
 
En mí no,  que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento;  quien manda en mí soy yo.
 
Tú,  flor de aristocracia;  y yo la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se lo debes,
mientras que yo,  mi nada a nadie se la debo.
 
Tú,  clavada al estático dividendo ancestral,
y yo,  un uno en la cifra del divisor social,
somos el duelo a muerte que se acerca fatal.
 
Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados,  corran las multitudes,
contra ti,  y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.
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Yo fui la más callada
 
Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.
 
No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.
 
No me cargaron buques pesados de opulencia,
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima de los buques mi rostro aparecía
silbando en la redonda sencillez de los vientos.
 
No pesé la armonía deambiciones triviales
que prometía tu mano colmada de destellos:
sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el trágico abandono que ocultaba tu gesto.
 
Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
Te parecías al mar,  resonante y discreto.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre mí te seguiste como el sol en los pétalos.
 
Y caminé en la brisa de tu dolor caído
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blando corriendo hacia el desierto.
 
Un día,  por las playas amarillas de histeria,
muchas caras ocultas de ambición te siguieron;
por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos
se colaron las voces sin cruzar tu misterio…
 
Yo fui la más callada.
La voz casi sin eco.
La conciencia tendida en sílaba de angustia,
desparramada y tierna,  por todos los silencios.
 
Yo fui la más callada.
La que saltó la tierra sin más arma que un verso.
¡ Y aquí me veis,  estrellas,
desparramada y tierna,  con su amor en mi pecho !
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Canción amarga
 
Nada turba mi ser,  pero estoy triste.
Algo lento de sombra me golpea,
aunque casi detrás de esta agonía,
he tenido en mi mano las estrellas.
 
Debe ser la caricia de lo inútil,
la tristeza sin fin de ser poeta,
de cantar y cantar,  sin que se rompa
la tragedia sin par de la existencia.
 
Ser y no querer ser… es la divisa,
la batalla que agota toda espera,
encontrarse,  ya el alma moribunda,
que en el mísero cuerpo aún quedan fuerzas.
 
¡ Perdóname,  oh amor,  si no te nombro !
Fuera de tu canción soy ala seca.
La muerte y yo dormimos juntamente…
Cantarte a ti,  tan sólo,  me despierta.
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Te quiero…
 
 
Te quiero…
y me mueves el tiempo de mi vida sin horas.
 
Te quiero
en los arroyos pálidos que viajan en la noche,
y no terminan nunca de conducir estrellas a la mar.
 
Te quiero
en aquella mañana desprendida del vuelo de los siglos
que huyó su nave blanca hasta el agua sin ondas
donde nadaban tristes,  tu voz y mi canción.
 
Te quiero
en el dolor sin llanto que tanta noche ha recogido
el sueño;
en el cielo invertido en mis pupilas para mirarte cósmica;
en la voz socavada de mi ruido de siglos derrumbándose.
 
Te quiero  ( grito de noche blanca )
en el insomnio reflexivo de donde ha vuelto en pájaros
mi espíritu.
 
Te quiero…
 
Mi amor se escapa leve de expresiones y rutas,
y va rompiendo sombras
y alcanzando tu imagen
desde el punto inocente donde soy yerba y trino.
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Canción de la verdad sencilla
 
 
No es él el que me lleva…
Es mi vida que en su vida palpita.
Es la llamada tibia de mi alma
que se ha ido a cantar entre sus rimas.
Es la inquietud de viaje de mi espíritu
que ha encontrado en su rumbo eterna vía.
 
El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre entre las cimas;
manantial abrazando lluvia y tierra;
fundidos en un soplo ola y brisa;
blanca mano enlazando piedra y oro;
hora cósmica uniendo noche y día.
 
El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre en las heridas.
Uno mismo y por siempre en la conciencia.
Uno mismo y por siempre en la alegría.
 
Yo saldré de su pecho a ciertas horas,
cuando él duerma el dolor en sus pupilas,
en cada eco bebiéndome lo eterno,
y en cada alba cargando una sonrisa.
 
 Y seré claridad para sus manos
 cuando se vuelquen a trepar los días,
 en la lucha sagrada del instinto
 por salvarse de ráfagas suicidas.
 
Si extraviado de senda,  por los locos
enjaulados del mundo,  fuese un día,
una luz disparada por mi espíritu
le anunciará el retorno hasta mi vida.
 
No es él el que me lleva…
Es su vida que corre por la mía.  
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Donde comienzas tú
 
Soy ola de abandono,
derribada,  tendida,
sobre un inmenso azul de sueños y de alas.
Tú danzas por el agua redonda de mis ojos
con la canción más fresca colgando de tus labios.
¡ No la sueltes,  que el viento todavía azota fuerte
por mis brazos mojados,
y no quiero perderte ni en la sílaba !
 
Yo fuí un día la gaviota más ave de tu vida.
( Mis pasos fueron siempre enigma de los pájaros. )
Yo fuí un día la más honda de tus edades íntimas.
( El universo entero cruzaba por mis manos. )
¡ Oh día de sueño y ola… !
Nuestras dos juventudes hacia el viento estallaron.
Y pasó la mañana,
y pasó la agonía de la tarde muriéndose en el fondo de un lirio
y pasó la alba noche resbalando en los astros,
exhibiéndose en pétalos
y pasó mi letargo…
Recuerdo que al mirarme con la voz derrotada,
las dos manos del cielo me cerraron los párpados.
 
Fué tan sólo una ráfaga,
una ráfaga húmeda que cortó mi sonrisa
y me izó en los crepúsculos entre caras de espanto.
Tú nadabas mis olas retardadas e inútiles,
y por poco me parto de dolor esperando…
 
Pero llegaste,  fértil,
más intacto y más blanco.
Y me llevaste,  épico,
venciéndote en tí mismo los caminos cerrados.
 
Hoy anda mi caricia
derribada,  tendida,
sobre un inmenso azul de sueños con mañana.
Soy ola de abandono,
y tus playas ya saltan certeras,  por mis lágrimas.
 
¡ Amante,  la ternura desgaja mis sentidos…
yo misma soy un sueño remando por tus aguas !
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Canción desnuda
 
Despierta de caricias,
aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecido y tenue sigo andando en tu imagen.
¡ Fue tan hondo de instintos mi sencillo reclamo !
 
De mí se huyeron horas de voluntad robusta,
y humilde de razones,  mi sensación dejaron.
Yo no supe de edades ni reflexiones yertas.
¡ Yo fui la Vida,  amado !
La vida que pasaba por el canto del ave
y la arteria del árbol.
 
Otras notas más suaves pude haber descorrido,
pero mi anhelo fértil no conocía de atajos:
me agarré a la hora loca,
y mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.
 
Me solté a la pureza de un amor sin ropajes
que cargaba mi vida de lo irreal a lo humano,
y hube de verme toda en un grito de lágrimas,
¡ en recuerdo de pájaros !
 
Yo no supe guardarme de invencibles corrientes
¡ Yo fui la Vida,  amado !
La vida que en ti mismo descarriaba su rumbo
para darse a mis brazos.
 
índice
 
Noche de amor en tres cantos
 I
Ocaso
 
¡ Cómo suena en mi alma la idea
de una noche completa en tus brazos
diluyéndome toda en caricias
mientras tú te me das extasiado !
 
¡ Qué infinito el temblor de miradas
que vendrá en la emoción del abrazo,
y qué tierno el coloquio de besos
que tendré estremecida en tus labios !
 
¡ Cómo sueño las horas azules
que me esperan tendida a tu lado,
sin más luz que la luz de tus ojos,
sin más lecho que aquél de tu brazo !
 
¡ Cómo siento mi amor floreciendo
en la mística voz de tu canto:
notas tristes y alegres y hondas
que unirán tu emoción a tu rapto !
 
¡ Oh la noche regada de estrellas
que enviará desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo !
 
 
 II       
Media Noche
 
Se ha callado la idea turbadora
y me siento en el sí de tu abrazo,
convertida en un sordo murmullo
que se interna en mi alma cantando.
 
Es la noche una cinta de estrellas
que una a una a mi lecho han rodado;
y es mi vida algo así como un soplo
ensartado de impulsos paganos.
Mis pequeñas palomas se salen
de su nido de anhelos extraños
y caminan su forma tangible
hacia el cielo ideal de tus manos.
 
Un temblor indeciso de trópico
nos penetra la alcoba.  ¡ Entre tanto,
se han besado tu vida y mi vida…
y las almas se van acercando !
 
¡ Cómo siento que estoy en tu carne
cual espiga a la sombra del astro !
¡ Cómo siento que llego a tu alma
y que allá tú me estás esperando !
 
Se han unido, mi amor, se han unido
nuestras risas más blancas que el blanco,
y  ¡oh milagro! en la luz de una lágrima
se han besado tu llanto y mi llanto…
 
¡ Cómo muero las últimas millas
que me ataban al tren del pasado !
¡ Qué frescura me mueve a quedarme
en el alba que tú me has brindado !  
 
 III
  Alba
 
¡ Oh la noche regada de estrellas
que envió desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo !
 
¡ Cómo suena en  mi alma la clara
vibración pasional de mi amado,
que se abrió todo en surcos inmensos
donde anduvo mi amor  de su brazo !
 
La ternura de todos los surcos
se ha quedado enredada en mis pasos,
y los dulces instantes vividos
siguen,  tenues,  en mi alma soñando…
 
La emoción que brotó de su vida
-- que fue en mí manantial desbordado --
ha tomado la ruta del alba
y ahora vuela por todos los prados.
 
Ya la noche se fue;  queda el velo
que al recuerdo se enlaza,  apretado,
y nos mira en estrellas dormidas
desde el cielo en nosotros rondando…
 
Ya la noche se fue;  y a las nuevas
emociones del alba se ha atado.
Todo sabe a canciones y a frutos,
y hay un niño de amor en mi mano.
 
Se ha quedado tu vida en mi vida
como el alba se queda en los campos;
y hay mil pájaros vivos en mi alma
de esta noche de amor en tres cantos.
 
índice
Nada
 
  Como la vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de nuestros cuerpos.
 
Brindemos por la nada de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul,  quimérica mentira
de los blandos océanos y de los blancos cielos.
             
Brindemos por la nada del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo, la carne,  relámpago,  chispazo,
en la verdad mentira sin fin del Universo.
 
Brindemos por la nada,  bien nada de tu alma,
que corre su mentira en un potro sin freno;
, la nada,  buen nada,  ni siquiera
se asoma de repente en un breve destello.
 
Brindemos por nosotros,  por ellos,  por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca cuerpos;
por todos,  por los menos;  por tantos y tan nada;
por esas sombras huecas de vivos que son muertos.
 
Si del no ser venimos y hacia el no ser marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros cuerpos.
 
Indice
Poema para mi muerte
                                  Ante un anhelo
 
  Morir conmigo misma,  abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra.
 
Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión,  tendida,  agotada,  dispersa.
Mis dedos como niños,  viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas.
 
Mis pálidos afectos retornando al silencio
--¡hasta el amor,  hermano derretido en mi senda! --
Mi nombre destorciéndose,  amarillo en las ramas,
y mis manos,  crispándose para darme a las yerbas.
 
Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella
doblar luego la hoja de mi carne sencilla,
y bajar sin sonrisa,  ni testigo a la inercia.
 
Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta.
 
¡ Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos
a buscar ventanitas por la carne morena
y yo,  dándome,  dándome,  feroz y libremente
a la intemperie y sola rompiéndome cadenas !
 
¿ Quién podrá detenerme con ensueños inútiles
cuando mi alma comience a cumplir su tarea,
haciendo de mis sueños un amasijo fértil
para el frágil gusano que tocará a mi puerta ?
 
Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,
cada instante más grande y más simple la entrega;
mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo,
acaso irán mis labios a nutrir azucenas.
 
¿ Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede
recordarme,  en la roca de una isla desierta ?
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,
hijo mío y de la muerte,  me llamarán poeta.
índice
Alta mar y gaviota
 
  Por tu vida yo soy…
en tus ojos yo vivo la armonía de lo eterno.
La emoción se me riega,
y se ensancha mi sangre por las venas del mundo.
 
No doy ecos partidos.
Lo inmutable me sigue
resbalando hasta el fondo de mi propia conciencia.
 
En ti yo amo las últimas huidas virginales
de las manos del alba,
y armando lo infinito
te quiero entre las puertas humanas que te enlazan.
 En ti aquieto las ramas abiertas del espacio,
y renuevo en mi arteria tu sangre con mi sangre.
 
¡ Te multiplicas !
¡ Creces !
¡ Y amenazas quedarte
con mi prado salvaje !
 
Eres loca carrera donde avanzan mis pasos,
atentos como albas
al sol germinativo que llevas en tu impulso.
 
Por tu vida yo soy
alta mar y gaviota:
en ella vibro
y crezco…
Indice
 
Yo misma fui mi ruta
 
 
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisora
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante,  adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
 
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
 
Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la espresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
 
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
 
Y fui toda en mí como fue en mí la vida…
 
Yo quiese ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
 
Indice
 
 
Dame tu hora perdida
 
De tu existencia múltiple dame la hora perdida,
cuando vacío de todo, no sientas ni la vida.
Cuando te encuentres solo, tan lejos de ti mismo
que te pese la mera conciencia del mutismo.
Cuando estés tan distante del farsante murmullo
que deshagas la fórmula de tu arrogante orgullo.
Entonces, ya vacío de todo, con tu nada
acércate a mi senda y espera mi llegada.
Yo te daré la nota más cierta de mi vida.
Tú me darás la nada de tu hora perdida.
Yo te daré inquietudes, sentidas emociones
que turben tu vacío y broten en canciones.
Tú me darás la nada de la inmortal mentira
de eternizar las cosas en su inmortal mentira.
Yo te daré verdades de todo lo tangible
para pesar la nada de tu vida insensible.
Y así, tú te darás en mí como si fuera
mi vida un aletazo de la ida primavera.
Que nunca ha sido, y siempre se extiende en nuestras almas
como verdad de nada, igual que las no almas.
Y yo me daré en ti como futuro incierto
de tiempos que no han sido, y canción que no ha muerto.
Y alzaremos en ritmo vibrante y alocado
la sublime mentira de habernos encontrado.
Yo, en la nada insensible de tu hora perdida,
y tú, en la también nada de mi frívola vida.
Indice

 

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