Reir es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Pretender a alguien es arriesgarse a comprometerse.
Expresar sentimientos es arriesgarse a ser rechazado.
       Exponer tus sueños frente a las multitudes es arriesgarse a hacer el ridículo.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido
Adelantarse en presencia de adversidades es arriesgarse a fallar.
Pero los riesgos deben ser tomados,
porque el más grande de los peligros en la vida es el no arriesgarse a nada.
La persona que no arriesga nada, no hace nada, no tiene nada, es nada.

           Puede evitar sufrir y penar, pero no puede aprender, sentir, cambiar, crecer o amar.

Es un esclavo encadenado por sus incertidumbres.
Sólo la persona que toma riesgo es libre.

Cae la noche y los temores vienen a mí...No por mi...Sino por mis niños.
 Que dura la vida...Que difícil vivirla... 
                                 Desde el mismo momento en que en nuestro vientre comienza a crecer esa 
                                semilla llamada hijo, empiezan nuestros temores y preocupaciones.... 

                                  No hay descanso hasta el último día...El día que tú o ellos dejen de existir...
                                Por todos los medios tratamos de que esa semilla que germinó en nuestro ser
                                no sufra...pero eso es imposible...Por más que tratemos de preparar un un camino de rosas..
                ellos encontrarán inevitablemente espinas...


Esa es la ley de la vida...
                Pero para eso estamos aquí, para suavizarles ese camino... 

                                 Me da miedo el futuro...lo desconocido...los veo junto a mí...y me siento
                          feliz....pero me asalta el temor de no saber lo que sucederá... 

                             Recuerdo cuando de niños besaba sus piecesitos...cuando les daba de comer...
                 Cuando entre mis brazos los dormía...mi calor los arrullaba...
                               Cuando mi risa se unía a la de ellos...Y mi llanto en mis momentos de
                                  infortunio mojaban sus caritas curiosas y ansiosas de saber que era lo que
                              nos iba a suceder...Cuando todos dormían...Cuando la casa estaba en silencio...

                                   Cuando la soledad me consumía...Me levantaba de mi cama y los miraba.... 
y me daban fuerzas para seguir hacia adelante. 

                                      En su blanca inocencia te sugieren ideas que en el momento no puedes ni entender... 

El tiempo pasa... 

Jovenes casadas...estudiantes...adolecentes...
Pero siguen siendo mis pequeños niños...
                                    Y mis temores están siempre conmigo....Cada vez que nos separamos trato por todos
                                       los medios dejarles saber que los quiero...Que no importa dónde estén. 
                                       o dónde esté yo...siempre, siempre estarán en mis oraciones y en mi corazón... 

                                     Del pasado aprendí lo que vivo en el presente, del presente aprendo para así poder 

tener un buen futuro junto a ellos... 


Mis hijos... 

Los amo...

El día de tu nacimiento, cuando solo sabías llorar, recibiste mil besos y caricias, pero también un libro con las hojas en blanco, sin estrenar: ¡EL LIBRO DE TU VIDA! .

Desde aquel instante comenzaste a escribir la historia de tu vida. Ya llevas varias páginas. ¿Que has escrito hasta ahora?.

A veces escribimos y escribimos y nunca ojeamos las páginas escritas.

Toma el libro de tu vida y repásalo durante unos minutos. Tal vez encuentres capítulos o páginas que te gustaría besar, algunas escenas te harán llorar, y al abrir alguna página amarilla o reciente, te entraran ganas de arrancarla. Se ve negra con salpicaduras de tinta.

Pero Pilatos te diría:  ¡Lo escrito , amigo, escrito está!.

Tu lo has escrito con tu puño y letra. No con la tinta de una "bic" o de una pluma, sino con la tinta de tu libertad. "Tu mismo has forjado tu propia aventura", decía el manco Lepanto. "Porque veo al final de mi duro camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino", sentencia Amado Nervo, quien prefiere la metáfora del arquitecto.

No arranques esas páginas, pide perdón si cometiste un error, para que así se borren todos tus garabatos y así podrás continuar escribiendo tu historia mejor que ayer.

¿Por qué no almacenar el libro de tu vida entre los Best Seller del mundo?.Aprovecha tu tinta porque tarde o temprano se te va acabar, y ¡no se venden repuestos ni en los kioscos ni en las librerías!

La vida es una y se vive una sola vez. La muerte cerrará tu libro.

Y al final solo pedirán tu libro, y alguien lo leerá o lo pasará en video, como las aventuras.

Todos somos arquitectos y novelistas, así que , amigo, borrón y cuenta nueva.

Escribe el libro de tú vida...