Que maravillosa es la
personalidad del niño: su sonrisa atrayente, sus gestos y actitudes tan
originales y llenos de candor.Cuando uno lo mira a los ojos, lo primero
que llama la atención es su inocencia. Tiene la gracia de manifestarse
con naturalidad, sencillez y espontaneidad; si miedo y sin complejos.
“El que reciba en
mi nombre a unos de estos niños, a mi me recibe”, dice el Señor.
(Marcos,9,37)
Pobre niño cuando
sus padres o cualquier persona mayor, lo castigan por decir la
verdad-ciertamente habrá que enseñarle los momentos, temas, y lugares
oportunos para manifestarse--- pero......
Pobre niño cuando
por miedo aprende a fingir, a disimular y a mentir, pierde su inocencia
y su originalidad.
Pobre niño cuando
sus padres, abuelos, adoptantes o tutores le dan todo lo material y lo educan de manera tal, que se vuelve egoísta,
aprendiendo desde pequeño a acumular posesiones : juguetes , dulces,
ropa....los usa desecha, los destruye.
Pobre niño que
piensa que vale por lo que tiene y no por lo que es. Y con ese
pensamiento acaba, tarde o temprano, por despreciar sus propios padres.
Pobre niño que soló
aprende a buscar la comodidad, lo fácil....el mayor placer con
el minimo esfuerzo. Exige todas la comodidades, sin nada dar a cambio.
Pobre niño que por mala educación recibida, no conoce la disciplina,
ni el sacrificio, ni los ideales, ni el interés por quienes la rodean;
perdiendo la sensibilidad hacia los necesitados y el sufrimiento de
otros.
Esta forma de educar
se va generalizando sobre todo cuando los padres restringen la
natalidad; el niño crece solo, único y empieza a tomar actitudes,de
que todo gire en torno de el: sintiéndose exclusivo, superior y
despreciando a los demás que
no están dispuestos a satifecerle
todos sus caprichos. La peor
para forma para educar los pequeños es darle todo y
sobreprotegerlos. El mejor regalos es enseñarles aunténticos valores:
el valor del esfuerzo, de la entrega de los demás, del
sacrificio, de la renuncia, de los ideales. Sólo así podrá
desarrollarse físicamente, mental, moral, espiritual, socialmente.
Hagamos de nuestros, niños pobres en niños ricos en virtudes,
conocimiento, amor de Dios y amor del prójimo. Hagamos de nuestros niños
ricos, niños pobres de espíritu, necesitados de la gracia y del amor
de Dios en ellos y en sus familias.
“Si no cambian y no
llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los cielos”
Espero que esta
redacción lo tomen y comprendan de lo que es bello de la vida en esta
tierra.
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