La alegría, el amor, la pasión son sentimientos que experimentamos a lo largo de nuestras vidas con mayor o menor intensidad.

Muchas veces casi ni los tenemos en cuenta por el trajín de la vida cotidiana, pero la dicha que un hijo trae a nuestras vidas es inconmensurable, es tan inmenso el amor que se siente que todo comienza a girar en su entorno, todo lo planificado es para él, que todo lo que anhele pueda ser dado, evitar todo tipo de sufrimiento y dolor, trabajar en su educación para inculcarle valores que le sirvan en esta vida para ser la mejor de las personas.

Pero por sobre todas las cosas saber encontrar los momentos para escucharlo, aconsejarlo y acompañarlo en sus proyectos.

Ser el mejor de sus amigos.
Ser el mejor de sus maestros.
Ser el mejor consejero.
Ser el mejor de los padres.

Saber disfrutar cada pequeño momento de su vida, porque cuando nos damos cuenta ya partió de nuestro lado.



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