Y también las lágrimas que escondemos
porque el corazón añora a quienes ya se fueron.
La Navidad es el gesto de perdón que demorábamos,
esa carta ansiada que tiembla en nuestras manos,
y un llamado durante la cena del que todos quieren participar.
Es la mirada de los niños que escudriñan la noche
y nos devuelven por unas horas la mágica inocencia.