Levanta Anaya a su Ángel Caído

Para Arturo Anaya, la ilusión de debutar en la industria cinematográfica como director lo ha convertido en un guerrero que, desde hace poco más de dos años, trata de vencer todo tipo de obstáculos para levantar a un Ángel Caído, como ha nombrado a la aventura que acaba de filmar.

Y la lucha que libra el joven de 27 años para demostrarse que tiene madera de cineasta y para enseñarle al público que en México sí se pueden hacer películas con efectos a la altura de las sagas de Harry Potter o El Señor de los Anillos, vive su momento crucial en los laboratorios de posproducción.

Ahí, Anaya y su equipo detallan las animaciones y escenarios virtuales de la historia, que narra el violento choque entre un grupo de ángeles y uno de demonios que desea dominar la Tierra.

Estelarizada por Emiliano, Sebastián y Humberto Zurita, Laisha Wilkins y José Alonso, entre otros actores, Ángel Caído, relata Anaya, se rodó gracias a la generosidad y colaboración de varios amigos y actores, quienes no sólo no han cobrado su salario, sino que han conseguido ayuda en especie.

"Llegábamos con los inversionistas a exponerles el proyecto, y nos decían que eso no se podía hacer en México, que nomás lo hacían los gabachos, que nuestra película iba a quedar chafa", relata Anaya, quien estudió cine en Los Ángeles, California.

Tocó muchas puertas, añade, y, como ni siquiera lo escuchaban, consiguió fondos por su cuenta y comenzó la película.

"Vendí mi casa, mi coche, y junto con la productora Marcela Paredes y mi compañía (Red Dragon) iniciamos la filmación. Rentamos una nave industrial en Aguascalientes y empezamos a construir los sets, a darle forma a toda la magia que envuelve el argumento", expresa.

Pero pagó su noviciado; las 13 semanas de rodaje se cumplieron en dos años, porque Anaya tuvo que posponer alguna temporada las filmaciones por falta de dinero.

No obstante, la suerte no lo abandonó y siempre encontró a alguien que le prestara utilería, plantas o luces para decorar los sets. Recicló materiales de construcción y vestuarios, y, además, produjo un tráiler con lo que llevaba filmado y lo convirtió en su carta de presentación cuando volvió a solicitar apoyos.

Recibió, entonces, dinero de inversionistas privados (como la empresa Kellog's), que aprovecharon la aplicación del artículo 226 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, el cual ofrece un crédito fiscal en el pago de impuestos sobre la contribución que se haga a una película mexicana.

"Fue un gran apoyo, porque sin eso no se habría terminado de filmar la película", asegura Anaya. Actualmente, calcula el director, se han recibido apoyos por 3 millones de dólares, presupuesto que no incluye los gastos que genera el tiempo trabajo en laboratorio.

"La posproducción es lo más costoso de esta película. Al ser de fantasía, tienes que tener muchos colores bonitos, efectos especiales, escenarios.

"El proceso será de un año, y, en paralelo, se trabajará el sonido", explica.

A Ángel Caído le espera una batalla más, esta vez por la distribución.

"Por el tipo de película, no puedo estrenar con 100 copias ni con 200. Necesito arriba de 350, como hacen las producciones americanas, pues nuestro target son los niños y adolescentes, que es el mercado más grande. Todavía estamos en pláticas con varias distribuidoras". ■