PEDRO ADVINCULA VALDES. WINKAR
Coronel de caballería  Pedro Advincula Valdés Laurel,
 el Winkar, recorrió el viejo camino real pasando por Monclova
en sus muchas correrías durante las revoluciones en que participó y en persecución  de los indios a quienes tenazmente combatió.
Pedro Advíncula Valdés
Winkar
El Coronel no está en su patria.
 
 
Cinco de mayo, cuatro de abril
Cuando mataron a Tabachís
Con sesenta hombres y no cabales
Hicieron huir a los imperiales.
Vivan los nombres de aquellos bravos,
Que nunca esclavos quisieron ser
Winkar, Naranjo son aguerridos,
Primero muertos que ser vencidos.
Antiguo corrido cantado en el norte de Coahuila.
 

     La figura del Coronel Pedro Advíncula Valdés, conocido en la región norte de Coahuila como  Winkar, debido a la difícil pronunciación de su segundo nombre, por parte de norteamericanos y comanches, mezcaleros o Lipanes, quienes  nunca lo pronunciaron bien, pero le dieron con tal mote, todo un simbolismo al guerrero de la frontera, al  soldado en la intervención, al personaje controvertido, a la figura fugaz que para no pocos y de no pocos recuerdos, simplemente era un “comanchero”.

Guinca, familiarmente para diferenciarlo de su hermano Pedro Pascual y reconocido así por  los errantes dueños del desierto, finalmente Winker, por los soldados del Coronel Mackenzie, Jefe del 4º Regimiento de Caballería en el fuerte Clark.

   De una antigua familia de Monclova, formada por don José Valdés y doña María Ignacia Esquivel, a quienes encontramos ya en un censo parroquial de la Villa de Santiago de la Monclova en 1784, levantado por el cura propio de ella José Miguel Sánchez Navarro, (1) es directo descendiente el Winkar,  su padre don Casimiro Valdés, casó en primeras nupcias en Monclova, siendo muy joven, el año de 1793 con Josefa Gil (2) y andando el tiempo se trasladó a la región norte del estado en tiempos del agrimensor don Francisco José Madero, avecindándose en la Villa de Allende, donde ya viudo contrajo matrimonio con doña Clara Laurel, hija de Nepomuceno Laurel y Joaquina Córdoba, de esta unión nació el  día primero de agosto de 1840, un niño a quien el cura interino de la Parroquia de Nava, Impuso el nombre de Pedro Advíncula, en la iglesia de San Juan de Mata, recordando la advocación religiosa de San Pedro entre cadenas de Roma, fueron sus padrinos  don Juan Treviño y doña Antonia Martínez. (3)

   A temprana edad y junto con sus hermanos, entre ellos el futuro teniente coronel Nicanor Valdés, se trasladó a San Antonio de Bejar, situación muy frecuente en las familias de la frontera, viviendo sus primeros años en una región  separada de México  no menos de diez años antes, allí aprendió el ingles, que tanto le serviría en su relación con los oficiales  de la frontera americana.

   De regreso al solar nativo, la villa de Allende, es comisionado por el vecindario para formar parte de la policía o guardia local, la que no solo cuidaba el orden, sino como era habitual estaba en constante alerta por los ataques de los comanches, ya fueran mezcaleros o Lipanes, aquí contrae matrimonio por primera vez en 1861, con Antonia Salinas, de quien enviuda años despues. (4)

   En aquel ambiente de la década de 1860,  se encontró con la reorganización del ejercito por parte de Mariano Escobedo, a favor de la República, en lo que vale precisar, que la relación del Winkar, con la milicia republicana, desde sus inicios, sé dio con la gente de Francisco Naranjo, como lo asienta Don Oscar  Flores Tapia, autoridad en la materia, esto indudablemente por la cercanía  con la parte norte de Nuevo León, donde los lazos familiares y de región en su conjunto tiene mucha similitud, dígase Rió Grande, Lampazos, Allende, Gigedo, Peyotes, San Juan Bautista etc.

   Ya con el grado de capitán segundo, otorgado por su inserción a las tropas de Naranjo,  concurre al encuentro con las tropas del exliberal José María Tabachinski, a quien se derrota en el arroyo del Tío Díaz, entre Allende y Villa Unión, el 4 de abril de 1865,  anotando lo que  refieren las memorias del Mayor de Caballería Perfecto Flores, (5) en lo relativo a los oficiales que  asistieron al referido encuentro:

Teniente Coronel Francisco Naranjo, Lampazos, N.L.
Mayor de Caballería Perfecto Flores, Gigedo, Coah.
Capitán Segundo Pedro Advíncula Valdés, Allende, Coah.
Capitán Segundo Pedro Garza Longoria, Allende, Coah.
Teniente Feliciano Zermeño, Nuevo León
Teniente Mariano Salas, Gigedo Coah.
Teniente Carlos Enríquez, Allende, Coah.
Teniente Juan Briseño, Allende, Coah.
Alférez Martín Estrada, Rosales, Coah.
Alférez Pedro Paredes, Gigedo, Coah.
 

   A mas del hecho referido, pocos datos se conocen de las actividades del capitán Pedro A. Valdés en esa etapa, existe solo una carta, enviada por Andrés S. Viesca a Don Benito Juárez “donde se encuentre”, fechada en Monclova el 5 de junio de 1866, informándole él haber acabado con un complot, de individuos adictos al imperio, en que señala como sus principales integrantes al cura de Nava Albino de la Garza, a un capitán Marcelino Cavero, quien por cierto dice Viesca, se le fusiló en el acto y al capitán Winkar que “se pasó al otro lado del bravo”, menciona también S. Viesca, haber enviado un informe detallado de tales sucesos, material que sin duda,  despejaría este poco conocido episodio. (6)

    El Coronel Pedro A. Valdés, Winkar, recibió una medalla como muestra de reconocimiento  del gobierno,  por su participación en Querétaro, cuando llegaron a su fin los dias de la intervención, mas sin embargo, no se ha podido precisar documentalmente, la fecha de tal reconocimiento.

   Pasado el fin del imperio de Maximiliano y restaurada la República encontramos al Winkar, participando activamente a favor del gobierno de Juárez, al revelarse contra su reelección el General Porfirio Díaz con el plan de la Noria,  en Coahuila, el gobernador Victoriano  Cepeda sostuvo la causa del Gobierno Federal, de noviembre de 1871 a julio de 1872, contando entre sus oficiales, en el centro de Coahuila, al  ciudadano Pedro A. Valdés, de quien menciona  el alcalde primero de San Buenaventura, Salvador Falcón en fecha 19 de octubre de 1871: “en el buen sentido de los habitantes de esta villa se conserva si embargo el buen orden y tranquilidad publica, lo que pongo en su conocimiento  suplicándole se sirva manifestar lo expuesto al C. Pedro Valdés que comanda la fuerza del Gobierno.” (7)

    Si bien los partidarios del gobierno legítimo de Coahuila, reconocen la labor del Winkar, no así los sublevados, quienes el 27 de noviembre de 1871, en un informe firmado por el Coronel Anacleto R. Falcón, menciona:  “a comunicado el general en jefe, que los bandidos Pedro A. Valdés y González Herrera, han asaltado Parras”. (8)

     Comenzando el mes de diciembre de 1871, reunidos en Monclova un grupo de ciudadanos del centro y norte del estado, en casa de Eleuterio González, acuerdan y suscriben un plan  que en sus primeros tres artículos establecía:

1º. Se desconoce al C. Benito Juárez como presidente de la  república y al C. Victoriano Cepeda como gobernador del estado de Coahuila de Zaragoza.

2º. Se reconoce como general en jefe del ejercito constitucionalista al C. General Porfirio Díaz.

3º. Se reconoce como gobernador y comandante militar del estado con el carácter de interino al C. Coronel Anacleto R. Falcón.

     El mencionado plan, fue firmado en Monclova el 1 de diciembre, por un grupo numeroso de ciudadanos, siendo los que lo hicieron por Monclova:  Telesforo Fuentes, Desiderio Elizondo, Marcos Oyervides, Tomás Arocha, León Villarreal y Regino Ramón, entre otros. (9)

     El día 17 del mismo mes de diciembre el coronel Falcón,  nombra Jefe Político interino del distrito de Monclova al muzquence Jesús Elguezabal, “por andar en campaña sobre las fuerzas que encabeza Pedro A. Valdés, el C. Jefe político propietario”. (10)

     Para el día 26 en otra nota del Jefe Político Elguezabal desde Múzquiz,  refiere las acciones de la fuerza de sus adeptos “sobre la plaza de Piedras Negras, que actualmente ocupa el bandido Pedro A. Valdés.” (11)

Corriendo el mes de marzo de 1872 en las cercanías de Nadadores, sucedió un encuentro de armas, entre los que defendía al Presidente Juárez y al Gobernador Cepeda y los que sostenían a Díaz, su plan de la Noria y al Coronel Anacleto R. Falcón, pero la característica de este encuentro radicó en que de un lado comandaba las fuerzas el Winkar y del otro su hermano el también Coronel Nicanor Valdés Laurel.

   Para octubre del mismo año, ya terminados los levantamientos el gobierno del estado por medio de la Secretaria de Gobierno, ordena se socorra con cien pesos al Coronel Pedro A. Valdés, para sostenimiento de su tropa. (12)

  Aquella confrontación entre antiguos compañeros de armas por la causa nacional, deja secuelas entre los vecindarios, como se decía por aquellos dias, a causa de “la pasada revolución”, tal fue el caso de la queja que interpuso el  ciudadano extranjero Eduardo Von Hartz ante el ministerio de relaciones exteriores,  el cual requiere la información sobre el asunto el 12 de mayo de 1874,  relativa, según expone el quejoso “con motivo de haberle exigido el C. Coronel Pedro A. Valdés en 18 de octubre de 1871 la suma de quinientos pesos, al día siguiente un caballo y una mula, valuado cada animal en cincuenta pesos y el 15 de abril de 1872 un caballo ensillado y enfrenado, valuado en cuarenta pesos, cincuenta centavos”, ante esto el ayuntamiento de la ciudad, responde a las autoridades superiores, que el cabildo de Monclova, no tuvo nada que ver con los prestamos forzosos a varios ciudadanos, y que estos  fueron cosa publica. (13)

  San Juan de Sabinas o Sabinas, como se le conocía, se había erigido en municipio por decreto de Juárez, dado en Chihuahua e1869 (14) otorgando terrenos a soldados de la guerra contra la intervención, encabezados por el coronel Ildefonso Fuentes, en la mencionada lista  no aparece el Coronel Winkar, pero si su hermano Nicanor y otros miembros de la familia Valdés a cuya compañía debió de llegar Pedro Winkar, como se señala en un ocurso presentado al gobierno del estado el 28 de noviembre de 1874, por el ciudadano Francisco Zertuche, quien por haber sido agredido  el y su familia por otros vecinos de San Juan de Sabinas, decide retirarse a Nadadores  y “dejar para que me represente en todas la fatigas y contribuciones que me correspondan, de un día de agua al C. Pedro A. Valdés y de otro al C. Nemesio Rodríguez de esta vecindad, dejando en poder del ultimo mi casa que se halla frente a la de el, pues son unos ciudadanos honrados que pueden prestar fatigas y contribuciones como si yo mismo fuere.”  (15)

   Por esos dias contraía nuevas nupcias con la señorita Luisa Brown, con quien casó  el 12 de diciembre de 1874 en la ciudad de Zaragoza, Coahuila, mencionando el acta respectiva: “El pretenso es mayor de treinta y ocho años, de estado viudo, vecino de San Juan de Sabinas y de profesión comerciante”, en el caso de la pretensa, era de “diecisiete años originaria y vecina de Piedras Negras y actual residente en esta ciudad, hija legitima de David Brown y Antonia Patiño”, (16) del matrimonio Valdés-Brown, procrean a María (1880-1906), Severita (1882-1977) y Pedro Advíncula (1887-1963), La señora  Luisa Brown de Valdés, falleció en 1926.

  Un informe oficial dirigido en los primeros dias de 1875, al jefe político de Monclova Don Ramón Múzquiz Castañeda,  con el membrete de  la Presidencia Municipal de Sabinas, nos dice:

“Hoy previa la protesta de estilo, he tomado posesión del cargo de Presidente del Ayuntamiento de esta villa con que fui honrado con el voto popular de mis conciudadanos y lo digo a Usted para su superior conocimiento, protestando por primera vez mi alta consideración y aprecio.

Independencia y Liberta, Sabinas, enero 10 de 1875.,

Pedro A. Valdés”. (17)

  Para 1876, el coronel Valdés, comandaba la 3ª. División de Guardia Nacional del distrito de Monclova y Río Grande, esto en una constante lucha contra indios y contrabandistas, continuando así la vocación de nuestro personaje, que era sin duda la carrera de las armas, como lo fueron sus ancestros y en ello continuo sirviendo a la nación, un recibo de compras hechas en Eagle Pass, Texas,  nos explica los pertrechos que adquiría el Coronel Valdés:

“10 carabinas Rémington, 240.00
25 sombreros negros, 350.00
750 yardas de franela azul, 412.50
25 piezas de pantalones, 300.00
30 frezadas, 45.00
40 cartucheras y parque, 230.00.

Paso del Águila, noviembre 30 de 1876.”  (18)

   Mediando nuevamente otro momento de tensión y  desasosiego, cuando en 1877 Lerdo de Tejada en el exilio, impulsa un movimiento contra Porfirio Díaz, esta vez encabezado por  Mariano Escobedo, el que hace su entrada a México por Piedras Negras, contando, como menciona Lerdo de Tejada en sus memorias, escritas en Nueva York, “con el apoyo del Winker”, de este episodio que concluye con la prisión de Escobedo en Cuatro Ciénegas y el arreglo a sus reclamos, es que se constituye en el último levantamiento en que interviene el Winkar. (19)

  El 2 de febrero de 1878, el Presidente de la República, otorga al valiente fronterizo un nombramiento:

“Porfirio Díaz,  Presidente Constitucional de los Estado Unidos Mexicanos,
En atención a los méritos y servicios del C. Pedro Valdés, le confiero el empleo de Coronel de Caballería Auxiliares del Ejercito en cuya virtud por la autoridad militar  a quien toca dispondrá sea reconocido en ese empleo haciendo que se le guarde las consideraciones que le corresponden con arreglo a la ley de 4  de diciembre de 1856  y sus concordantes. Los jefes de Hacienda respectiva tomada razón de este despacho e n las oficinas que esta prevenido y previo el cúmplase del general en jefe a quien corresponda o comandante militar de esta plaza le abonaran el sueldo de doscientos veintiséis pesos veinte centavos mensuales asignando a dicho empleo con arreglo a la ley de  dos de junio del año próximo pasado. México a treinta y uno de enero de mil ochocientos setenta y ocho, quincuagésimo octavo de la Independencia y quincuagésimo séptimo de la libertad.
Porfirio Díaz.”  (20)

  Propietario para ese entonces de la hacienda de María, en jurisdicción de San Juan de Sabinas, continuo desempeñándose en la jefatura de armas de los distritos de Monclova y Río Grande, en donde realizo su más intensa campaña contra las incursiones indias, que aunque en menor intensidad, pues veían a su fin, de todos modos se presentaban con frecuencia en la región norte, por donde encontramos al jefe de las armas según una carta del alcalde de Múzquiz:

“Presidencia Municipal
De la villa de
Múzquiz.

El Coronel Pedro A. Valdés, en carta particular que acabo de recibir fechada en Salto Domingo el 9 del actual, me comunica que el capitán Martiniano Valdés, logro batir una ranchería de salvajes que estaba situada en las mesas del cerro Colorado, haciéndoles dos muertos y una india prisionera, recogiéndoles treinta caballos y escapando los demás indios  pie a tierra.

También comunico dicho jefe haberse recogido a los indios  en toda la persecución  ciento veinte bestias  caballares y cinco mulas, de que solamente ha podido recoger sesenta y tres, habiendo quedado el resto muertas e imposibilitadas en él transito.

Libertad en la Constitución,
 Múzquiz 13 de junio de 1881.
Jesús Galán.”  (21)

   Por el año de 1884, en que se inauguro la estación del Ferrocarril Internacional en Estación Monclova, con el arribo del primer tren proveniente de Piedras Negras,  se le invito al evento, enviando el coronel una carta de disculpa por no poder atender a la invitación que le hacia el ayuntamiento de Monclova.  (22)

En 1887, despues de casi nueve años de su último nombramiento, en la milicia de la región, recibe respuesta a un informe que él había hecho llegar al Presidente de la República, contestándosele lo siguiente:

“México abril 16 de 1887.

Señor Coronel Pedro Valdés
San Juan de Sabinas.

Mi estimado Amigo:

Con el detenimiento que merece me impuse de su favorecida de 29 del pasado. Mucho le agradezco los informes que se sirve enviarme del suceso que se refiere y nunca debe Usted dejar de proporcionármelos con oportunidad, pues me son muy útiles para proceder desde luego convenientemente como hago en esta vez, dirigiéndome al señor gobernador a fin de que haga un severo extrañamiento a las personas de quienes me habla. Por su parte continúe Usted con su táctica de desvanecer los cargos que se hacen en publico, pues justos o injustos siempre causan mucho mal al gobierno y al país.

En cuanto al contrabando que se esta haciendo en Sierra del Carmen, por falta de personal que vigile, le manifiesto que para evitar en lo posible este mal, ya me dirijo al señor general Bernardo Reyes, a fin de que refuerce con tropa de línea los destacamentos que hay en aquellos rumbos y creo que así lograremos evitar que se le defraude al gobierno sus rentas en la proporción escandalosa que se esta haciendo.

De Usted como siempre, amigo y servidor affmo.
Porfirio Díaz.”  (23)

  El coronel habría de realizar un viaje a la ciudad de México con el fin de tratar asuntos concernientes a la problemática de la jurisdicción militar a su cargo y el mes de agosto de ese año de 1887, a su regreso se agravaron sus males, fruto de muchos años de correrías por los desiertos y llanuras de Coahuila y el día 13 de agosto a las cuatro de la tarde, falleció en su hacienda de María, de “mal crónico pulmonar”, siendo de edad de cuarenta y cinco años, él tramite legal lo realizó el teniente coronel del 6º cuerpo de auxiliares Martiniano Valdés, su hermano,  con los testigos Rafael y Jesús Herrera, quienes se presentaron el día catorce a la ocho de la mañana, ante el Juez Doroteo Fuentes, en la Villa de San Juan de Sabinas.  (24)

  Al momento en que el coronel Pedro A. Valdés, rendía el tributo a la tierra, el señor Enrique A. Muñoz de la Cámara, Jefe Político, del  entonces distrito de Rio Grande, pronunciaba la oración fúnebre de la que recogemos los siguientes párrafos:

“En la frontera, veloz como se propaga toda desgracia, correrá rápida la noticia de su perdida.
Su gloria  es la gloria de la frontera: con los hijos de esta región combatió las huestes invasoras del llamado Imperio y con hijos de la misma frontera extermino las hordas salvajes que por mucho tiempo asolaron a las poblaciones de estos rumbos.
La historia recogerá con cariño la verdad de los hechos de la vida de nuestro querido amigo y abrirá sus brillantes paginas para escribir en ellas el nombre de quien se llamó Pedro A. Valdés…”  (25)

  Años despues en 1893 su viuda, gestiona ante el presidente Díaz, la solución a conflictos sobre sus propiedades, a lo que en carta respuesta,  se le recomienda unirse a los demás vecinos que hacían igual reclamo; Para el año de 1901, según se asienta en la excelente obra Coahuila: La Reforma. La Intervención y El Imperio,  “al solicitar una pensión, la viuda de Winkar, manifiesta tener un hijo de catorce años de edad que llevaba el mismo nombre de su padre: Pedro A. Valdés.”  (26)

  En el recuerdo  del norte bravo y desolado, pleno de soledades y horizontes,  quedarían como un eco las frases que un jefe Comanche,  dijera al coronel en una de sus muchas campañas contra ellos y que nos habla del pleno conocimiento que los indios tenían de su persona y de su actitud noble y reconocida por los bravos integrantes de la apacheria mezcalera: “Guinca, ahora no matando, muchas mujeres y niños”; El coronel como lo refieren sus familiares, en alguna ocasión llevó a su casa dos niñas, que algún grupo errante de mezcaleros o Lipanes abandonó y vivieron por muchos años, como una parte mas de la familia Valdés; Ya no se le vería jamás en la rivera del Bravo, allá donde esta la cuesta y el paso de Winkar, ya no se escucharía la valiente respuesta ante los soldados del otro lado de la  frontera, quienes en mas de una ocasión fueron detenidos por Valdés en su intento por penetrar a nuestro territorio.

  Una mañana de 1948, el nieto de Winkar, Don Pedro Advincula Valdés Aguirre, trasladó los restos del coronel, del cementerio de San Juan de Sabinas a la ciudad de Piedras Negras, pues allá reposaban los de su esposa Doña Luisa Brown viuda de Valdés; Muy temprano, cosa de las seis de la mañana, cuando trasladaban  la  humilde caja  que contenía sus restos, entre los que su nieto al exhumarlos, había reconocido los botones del uniforme, con el águila mexicana por la que tanto luchó, de manera sorpresiva, se escuchó un clarín que solitario tocaba silencio, era el Jefe de la Partida Militar de Nueva Rosita, Coahuila, acompañado de  un soldado, los que daban los honores del rango, al militar desaparecido; Por la calle solitaria, un humilde vecino, detuvo su Exprés, como decimos por allá y permaneciendo en silencio, le rindió él más noble y sencillo tributo de la región, al coronel Pedro A. Valdés, llegado a los sesenta y un años de su fallecimiento, ya en el kilómetro 22 de la carretera federal 57, una banda de guerra de la Guarnición Militar de Piedras Negras, esperaba los restos del Winkar, para rendirle los honores de ordenanza y cubrir su féretro con la bandera nacional,  acompañándolo luego hasta su última morada, en un panteón hoy desaparecido. (27)

  Pero no seria el descanso,  distintivo del celebre y ameritado Coronel Winkar, con motivo de hallarse su sepultura con las de otros de sus descendientes, en los años cincuentas, se lo llevaron fuera del país, por ese conocido sino de la idiosincrasia fronteriza, a  la Unión Americana, donde hoy en un lugar de Texas, reposan los restos de un soldado Coahuilense, descendiente de Presidiales,  defensor de la soberanía en tiempos de la intervención,  sostén de la legalidad en tiempos de Don Victoriano Cepeda, luchador incansable contra las depredaciones de los indios,  en fin, de un autentico fronterizo, patriota y republicano, del que su recuerdo nos reclama justicia  y un merecido homenaje,  tributo al soldado y al vecino,  Allende, su tierra natal, San Juan de Sabinas el punto de partida de sus trabajos y Monclova la tierra de su padre y sus ancestros,  las acciones del Coronel de Caballería Pedro Advíncula Valdés y sus finales recuerdos, nos repiten como sentencia, una deuda de honor mexicano,  todavía pendiente de saldar: El coronel no está en México.
 

Agradecimiento a Lucas Martínez Sánchez , por su apoyo en la
realización de este escrito.
 
 
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7 de Octubre de 2002