La política económica del desperdicio
Brailovsky, Clarke y Warman

 

La proyección que se presenta en este escrito cubre el periodo 1988-1991. Se toca también el Pacto de Solidaridad Económica (PSE); su objetivo fue abatir de modo drástico la inflación. Su éxito se compara de manera favorable con el colapso de programas similares en Argentina y Brasil. El control de la inflación con enfoque y mecanismos similares a los implantados en 1988, tuco prioridad en la política económica. El riesgo de no llevar hasta sus últimas consecuencias el PSE volvió a desbocarse.

I. Una estrategia antiinflacionaria

El salario mínimo permaneció fijo casi un año en 1988. Su poder de compra cayó 11% en relación al año anterior. El manejo del sector externo requirió la devaluación del peso más de 20% para 1991.

La estrategia fue un aumento del 5% en el salario mínimo y una depreciación cambiaria de 10%. A mitad de aquel año se llevó otra ronda de ajuste. En 1989 terminaría formalmente la política de tipo de cambio nominal fijo. De esta manera la imprevisibilida del movimiento de la paridad hace mas riesgosa la especulación que en el caso de un desliz constante que en condiciones de un tipo cambio fijo.

Después de 1989 la táctica buscó que todos los precios y salarios, excepto el tipo de cambio, vuelvan a una periodicidad anual en sus revisiones. En 1990 y por primera vez en muchos años no cayó el salario mínimo real. La ventaja fue estabilizar el poder de compra.

Lo anterior estuvo acompañado de muy altas tasas de interés en comparación con años anteriores y con el entorno internacional. Esta postura buscó restringir la demanda interna y retener capitales en circunstancias en épocas de sobrevaluación exagerada del peso.

El escenario descrito demuestra que era factible el control de la inflación. El caso contrario se hubiera presentado si el gobierno no hubiera sacrificado la actividad económica. El éxito de tales medidas descansó el control del tipo de cambio.

II. Opciones de política antiinflacionaria

El aumento adicional de las percepciones en enero de 1989 generó un alza permanente en la tasa de inflación en más de 10%. Para 1991 se esperó de 15.8%. La dinámica de la inflación no pudieron por sí solas considerarse como planteamientos realistas. Difícilmente pudo negociarse en enero de ‘89 un arreglo en el que el salario mínimo se elevara 10 puntos porcentuales más que en la proyección base sin que ello afectara al tipo de cambio. A medida que aumenta la tasa de inflación también tiende a elevarse la frecuencia de los ajustes de salarios mínimos y potros precios la dinámica del problema conduce a resultados que son más inflacionarios que la suma de sus partes

 

III. Crecimiento Económico y restricción externa

El producto interno real cayó 2.6% en 1989, la escasa expansión registrada en 1988 no puede atribuirse a la demanda total. El impacto de este fenómeno total en la balanza de pagos hace que a fin de contener la consecuente baja de reservas internacionales. Este hecho combinado con la expansión de la demanda interna y con el efecto rezagado de la revaluación real del peso en años pasados, determinó que en 1990 las exportaciones sufrieran.

El comportamiento de las importaciones de mercancías influye considerablemente en los resultados macroeconómicos descritos. Se proyectaba que durante el periodo señalado al inicio el coeficiente de importaciones crezca todavía un par de puntos porcentuales del producto. En 1990 el repunte de la demanda interna, combinado con la caída del crecimiento en el resto del mundo, constituyeron factores que deprimieron las ventas al exterior y que sólo se compensaron parcialmente por la depreciación cambiaria supuesta.

El consumo privado, el componente más importante de la demanda, está influido por factores como la inversión residencial y bruta fija de las empresas.

Entre 980 y 1988 la tasa de desocupación abierta en las zonas urbanas se elevó de 4.1 7.9%. La ocupación informal creció notablemente desde 1980, situación que no se presentaba en la década de los setenta por ejemplo.

El comportamiento del producto sectorial durante el periodo de proyección corresponde al patrón cíclico general; las actividades industriales experimentan fluctuaciones más pronunciadas que las del conjunto de la economía.

La proyección de la balanza de pagos supone que se cubren plenamente los intereses de la deuda y que se dispone de 4 mil millones de crédito neto. La actividad económica internacional demostró plenamente su desaceleración hasta 1990.

La cuenta corriente de la balanza de pagos pasó de un superávit por el incremento de casi 50% en el valor de la importación de mercancías. El salto de las importaciones tiene su razón de ser en varias explicaciones por el libre comercio, por el incremento de las exportaciones, por la política de reducción de superávit y por consecuencia natural la reducción de transferencias al exterior, por el combate abierto a la inflación.

Para 1988 se estimaba que ese año saldrían 4.5 mil millones de dólares como capital del país, ya para 1987 se había alcanzado la cifra récord de 3.2 mil millones de dólares. El concepto más acertado para definir la transferencia de recursos que un país es el saldo de la cuenta de bienes y servicios no factoriales. Se sujetó a la economía a un severo régimen que fue innecesario. No sólo se pagó mucho más que lo recibido sino que para lograrlo se dejó de producir en gran escala.

La reducción de los ingresos salariales permitió en gran medida la caída de la demanda agregada necesaria para crear el superávit comercial con el exterior. El método empleado fue el de acelerar la inflación.

Los ingresos para el gobierno se elevaron durante 1988, el aspecto más importante fue el incremento sobre los intereses reales de deuda denominada en moneda nacional. Asimismo, el déficit operativo real del sector público se financió con crédito interno, con adquisición de bonos en el exterior y mediante altas tasas de interés, instrumentos monetarios líquidos y el crédito externo principalmente.

 

IV. Eficiencia macroeconómica de políticas alternativas

Las simulaciones realizadas implican algunas modificaciones a la realidad primero, aumento del gasto público y reducción de impuestos, para lograr un incremento en la demanda interna. Los escenarios ficticios consideran un menor grado de apertura comercial por vía arancelaria. Así se tiene un mayor crecimiento del PIB, una reducción importante de los excedentes exportables, en particular de los productos industriales.

La aplicación de estas políticas hubiera significado reducir el déficit fiscal, no endeudarse con el exterior y costo menor en exportaciones.

La política comercial alternativa hubiera permitido plantear un mayor crecimiento que el contemplado en la proyección base y si o poco endeudamiento. Los escenarios descritos hubiesen representado un método más efectivo para reducir la transferencia de recursos al exterior.

El texto pone de relieve el vínculo que existen entre el crecimiento económico y trasferencia de recursos al exterior. La dimensión financiera es una condición necesaria para el crecimiento pero no es suficiente. No toda política que reduzca el excedente comercial es igualmente provechosa. Las maniobras sugeridas hubiesen generado mayor producto y empleo.