Programa Nacional de Fomento a la Industria y Comercio Exterior

(Pronafice)

El objetivo central de este programa era integrar al sector industrial, articularlo con el resto de la economía y hacerlo competitivo en el exterior.

Introducción

Industria y comercio exterior eran los factores claves para lograr crecimiento autosostenido. EL propósito del programa fue coordinar acciones privadas y estatales con la promesa de alcanzar un país con desarrollo industrial medio a fines de siglo. El gobierno argumentaba que el país tenía infraestructura moderna, pero que carecía de procesos de manufacturas integrados y poca competitividad al exterior.

La política de protección y elevado gasto público produjeron crecientes déficit, cada vez el sistema era más dependiente de importaciones y las exportaciones se reducían gradualmente. El desajuste externo, y por tanto el desajuste de la economía en general fue producto de desequilibrios comerciales externos en manufacturas. A pesar de ello, las características de nuestra economía y el ámbito internacional permitieron aplazar las reformas estructurales. Sin embargo, éstas siguen siendo las mismas: mala inserción industrial al mercado externo, poco desarrollo tecnológico, producción de bienes poco sofisticados, ubicación regional, nula coordinación entre productores. El proceso de industrialización sugerido tendría que fomentar exportaciones e interrumpir paulatinamente importaciones. La estrategia, en este sentido, sería fortalecer el mercado interno e incrementar súbitamente las ventas el exterior.

Las acciones concretas serían entonces fomento, mediante tipo de cambio realista, permisos temporales de importación; protección, relativa no liberal ni paternalismo; desarrollo industrial paraestatal, el gobierno sería ancla del desarrollo en sectores estratégicos; financiamiento, sobre todo para exportadores a través de Bancomext. Lo anterior en base a la economía mixta de mercado.

Diagnóstico

El crecimiento industrial acarrearía crecimiento económico. Analizando el poco desarrollo fabril del país nos daremos cuenta que está centrado en ramas bien conocidas que además de ser competitivas internacionalmente absorben el 75 del empleo, que tienen integración y que acaparan el 70% de la producción industrial total.

El mismo déficit comercial crea problemas en balanza de pagos, nos hace dependientes a los flujos externos por lo que estrangula y coarta el mercado interno. Básicamente, los problemas de desequilibrio se deben a la desarticulación entre industria y comercio exterior.

Si iniciamos desde el modelo de sustitución de importaciones, no será difícil notar que se trató de la única política de fomento industrial y que además no era eficiente. El mismo procedimiento se hizo vulnerable y necesitó cada vez más importaciones para financiarse. Las posteriores crisis originadas por esto y por la esperanza mal fundada en el petróleo viraron totalmente la táctica de desarrollo del país. La sustitución resultó incompleta por que falto articulación entre ramas industriales, se concentró en bienes de consumo, dejó incompletos eslabones en cadenas productivas, no vinculó adecuadamente

los sectores, y tuvo la concepción errónea que las herramientas indirectas como insumos y precios controlados eran suficientes, además, las políticas macroeconómicas limitaron mucho la industria del país. El sistema generó, pues, desequilibrio entre industria y comercio exterior por desintegración industrial con el sector primario y terciario. Esta es la primera afirmación importante. Las consecuencias fueron, entre muchas otras, que existiera rezago en la formación de bienes de capital, en formación técnica y desaprovechamiento notable ante un margen importante de inversión extranjera directa.

Objetivos y propósito fundamental. Hacia una sociedad más igualitaria

Ante todo, los cambio estructurales y fundamentales quedaron bajo la responsabilidad del Estado, de aquí se desprende la reorientación, no desplazamiento, que ejecutaría el gobierno. El objetivo económico del estado fue fomentar el desarrollo integral mediante sus propias empresas y gasto público.

El Pronafice pretendió coordinar las acciones de los sectores productivos, sería sometido a revisión continua y actualización en participación con la cúpula privada.

El plan y la economía en general tenían que recuperar el empleo y tener independencia. Como se ha mencionado con anterioridad, el programa pretendía crear una potencia industrial intermedia para 2000, que fuera eficiente y competitiva (integración al interior y comercio exterior) para que la producción creciera con autonomía (con desarrollo tecnológico nacional) descentralizadamente y con empresarios fecundos al exterior.

Programa para la Defensa de la Planta Productiva y Empleo 1983 - 1984

La crisis de 1982 puso en gran riesgo la totalidad de la planta productiva del país. La táctica fue disminuir la demanda, ajustar precios y liberar comercio además del tipo de cambio en libre flotación. Se apoyó particularmente a las empresas con permisos previos de importación. Para 1984, el este programa cambió para revitalizar la economía, las emergencias habían pasado. Ahora se centraba en utilizar a fondo la capacidad instalada y combatir endeudamientos. Fue selectivo en cuanto a empresas prioritarias se trataba, las líneas de acción fueron fomentar empresas que satisficieran necesidades básicas, reutilizar el poder de compra de gobierno, fondos para proyectos, fomento a inversión privada, selección de inversión extranjera, control de inflación.

Estrategia de cambio estructural

Los problemas estructurales de la economía se encontraban en la oferta, no en la demanda. Financiamiento y tecnología fueron las necesidades imperiosas. Para una mejor comprensión, se agrupó a las ramas industriales en tres grupos, SIE determinada por factores endógenos, SIEX desempeño satisfactorio y tradición exportador, SESI insuficiente integración y alta dependencia. Si las condiciones hubieran seguido como estaban las tres ramas presentarían crecimiento desigual acentuado en la rama más vulnerable, por lo que las importaciones seguirían creciendo de manera desmesurada. La opción fue apoyar las ramas donde se necesitaran menos insumos externos. El sector endógeno sería integrado mediante cadenas productivas, se daría prioridad a las ramas que más generen empleo, a las que atraigan más divisas.

Las ramas industriales, bajo está clasificación, serían apoyadas en dos etapas, primero se inscribirían al interior del Programa para la Defensa de la Planta Productiva y el Empleo para fortalecer al sector endógeno, el fomento a la rama sustituiva de importaciones sería hasta 1985.La segunda parte es la etapa de autocrecimiento caracterizado por crecimiento en el sector industrial exportador asociado con ramas de insumos, sobre todo maquinaria y equipo. El PIB crecería entonces a tasas de 6% y la producción de manufacturas la haría entre 7 y 8 por ciento. Siguiendo este sistema, las tres divisiones crecerían de manera similar y aportarían tasas de crecimiento exportador de hasta 13%.

Para ello sería fundamental la labor del Estado, a través de sus centros de investigación -como el Instituto Mexicano del Petróleo y de Investigaciones eléctricas-. Se decía que la infraestructura y la formación en recursos eran adecuadas. Las palancas de fomento tecnológico serían instrumentos financieros, fiscales y de infraestructura, además de promover transferencia tecnológica por inversión extranjera.

Enfatizaban la fomración de técnicos medios y daban prioridad a la electrónica aplicada, además de irrealidades como biotecnología, electrónica profesional, computación, energía, tecnología marina y nuevos materiales.

El programa insiste en que la subcontratación es la vía para desarrollar las empresas medianas y pequeñas. Se habla de organizar y de articular pymes con empresas grandes aprovechando economías de escala.

Las características del país han hecho radicar la mayoría de la industria en el centro del territorio. La finalidad era descentralizar y enfocar unos cuantos polos para orientarlos a ciudades de regular tamaño. La manera de hacerlo sería creando programas de inversión y financiamiento. Las nuevas metas serían Monterrey y Guadalajara.

Protección y fomento al comercio exterior

Las metas en comercio exterior son claras: equilibrio, ampliación y diversificación. Las políticas son 4, racionalización de la producción, fomento, franjas y negociación.

La producción se racionaliza mediante importación selectiva, esto implica eliminación de permisos para bienes intermedios y gravar con impuestos las importaciones. A mediano plazo el arancel se convertiría en la medida principal de protección, además del tipo de cambio realista. La nueva estructura favorecía al sector agroindustrial y minero porque albergan ,más empleo con menos inversión. La política de racionalización seguiría desalentando las importaciones de bienes suntuarios, exigiendo permisos de exportación a bienes clave, o de canal único de distribución importante. Todo ello induciría al sector privado para asignar recursos a sectores prioritarios. El estado contaría con presupuestos en divisas al que tuvo acceso la esfera privada. De este párrafo se desprende la segunda afirmación importante: la política de aranceles y el control cualitativo permitirá la articulación de la planta.

El fomento a las exportaciones radica en crecimiento de la rama manufacturera y así se crecerá autosostenidamente. La manera de alcanzar tal propósito es utilizar toda la capacidad y sanear las empresas. EL estado dio prioridad al consumo no duradero y a los insumos de alta difusión. El sustento de esta política estaba en el tipo de cambio, financiamiento a través de Bancomext, liberalización de importación en insumos. El Instituto Mexicano de Comercio Exterior estuvo a cargo de la investigación y análisis de mercados.

Las franjas fronterizas garantizan abasto oportuno y suficiente, desarrollo de plantas eficaces, modernización y mejora del comercio. Para lo anterior, el gobierno se comprometía a dotar de infraestructura a la ciudades fronterizas y a catalogarlas por nivel de prioridad. Los gobiernos estatales y municipales formaban parte activa del plan.

El último punto de fomento al comercio exterior serían las negociaciones internacionales de comercio. La labor más primitiva sería organizar misiones y ferias comerciales. Además de negociar en materia de inversión extranjera directa. Se acentuaba la importancia de la ALADI y negociar artículos con valor agregado alto. No habría consideración en cuanto al sistema económico en práctica, se hablaba de comerciar con países industriales capitalistas, de socialistas y con miembros de la UNCTAD cada uno con las características del convenio propias.

Fomento a la industria

La política industrial requiere fondos. Para ello se planeó otorgar créditos a largo plazo y diversificar los servicios financieros, la fuente sería ahorro privado público y externo. El estado se comprometía a reinvertir utilidades. Los organismos inmersos sería Bancomext, Nafinsa y Fomex. La pymes serían objeto de ayuda con equipamiento industrial y atención particular. Se echaría mano de financiamiento no tradicional como casa de bolsa, aseguradoras y uniones de crédito.

El estado adquiere de nuevo preponderancia al fijarse metas de diversificación de productos y alcanzar estándares internacionales. Las materias primas e insumos serían igualados en cuanto a características se refiere.

El estado cumpliría con la función de hacer subcontratos y utilizar su poder de compra como medio de negociación, realizaría inventarios para optimar y dar señales verídicas al engranaje económico. A grandes rasgos, servirían en distinta medida los fondeos de información y documentación, de fomento industrial y de estudios y proyectos. Los estímulos fiscales cumplen la función de proteger, fomentar y regular el sector industrial. Además, mediante políticas de normalización y estandarización se fomenta la productividad.

Fomento a pequeña y mediana industria

La ventaja que presentan estas organizaciones es incrementar el número de empleados con poca inversión. Fluirían créditos de acuerdo a las variables con que contaran. En la comisión consultiva de planeación industrial recaería la responsabilidad.

 

¿Porqué fracasó un programa destinado a desarrollar medianamente el sector industrial de nuestro país? La respuesta no es unilateral y sencilla. Podría argumentarse que fue utópico, que sólo tomó en cuenta factores internos, o que no tuvo como base la transformación radical del sistema educativo; todos ellos son ciertos hasta determinado punto.

El objetivo del programa fue articular las diferentes ramas industriales y hacer al renglón competitivo internacionalmente. El país tuvo como única política de industrialización la sustición de importaciones, que sirvió al principio pero fue usada en extremo. La sobreprotección acostumbrada volvió inmaduros a los empresarios y no los preparo para ser eficientes, además, la protección al comercio exterior impidió que fuera transferida de manera directa tecnología importada. Esta política otorgó prioridades a los bienes de consumo y descuidó a los intermedios y de capital, y tal vez la peor de sus fallas, no preponderó las exportaciones -por temor al desabasto- y como consecuencia no hubo crecimiento sostenido.

Es necesario aclarar que desde 82 el ámbito internacional no ha sido favorable, pero las grandes crisis han sido originadas desde el interior, nunca se reformó estructuralmente la economía nacional, como dice en la introducción. El programa pretendió acabar con todas estas desgracias, pero se centró en puntos débiles y nunca fueron atendidos.

El primero radica en el mercado interno. Al fortalecerlo, el gobierno aseguraba dependencia económica y aunque fomentaría las exportaciones, estarían sustentadas en un mercado desarrollado al interior; para lograrlo era necesario crear empleo. Para el sector privado era difícil dada las resaca de la crisis, en el gobierno no podía recaer la responsabilidad, por el excesivo endudamiento y las políticas del Fondo Monetario Internacional. Además los empresarios estaban interasdos en conquistar mercados externos, a costa incluso, de descuidar el propio.