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SECCIÓN UNO
Por LOLI M.
Susan acababa de llegar a la Sección
Uno. Aunque ella todavía no sabía muy bien qué era
lo que significaba aquello.
Unos problemas informáticos
imposibles de resolver desde dentro, había originado que hubieran
tenido que buscar a alguien de fuera para arreglarlos. Es la primera vez
que ocurría aquello, y todo el mundo parecía muy nervioso.
Dos horas antes habían reunido a todo el personal para explicarles
que aquella persona venía del "mundo exterior", lo único
que sabían es que era de una agencia del gobierno, dado que ella
trabajaba para la Agencia Nacional de Seguridad, y había sido a
través de unos contactos que Operations tenía que la habían
enviado, dado que ni siquiera esta agencia sabía a qué se
dedicaba la Sección Uno.
-
Es muy importante mantener la calma
y actuar con normalidad –habló Operations-. Esta persona estará
sólo aquí un par de días, tenemos que dar la impresión
de ser una agencia más, en estos dos días todas las operaciones
quedarán anuladas, haremos un seguimiento ficticio del conflicto
de Afganistán-Pakistán. Nadie, he dicho nadie, tendrá
relación personal con esta persona, sólo una relación
cordial. Quiero que quede bien claro, si alguien lo incumple, se tendrá
que atener a las consecuencias.
-
¿Es absolutamente necesario?
–inquirió Michael- no creo que sea oportuno tener a una persona
totalmente ajena, y sobre todo si va a trabajar con los ordenadores, ¿no
hay posibilidad de que obtenga algún dato que no deba?.
-
Birkoff respondió: -No creo que
ocurra, tenemos dispositivos de seguridad y los datos son confidenciales,
además siempre habrá alguien para ver lo que está
haciendo.
Madeleine, tampoco estaba muy segura
de que aquello fuera una buena idea, pero prefirió no decir nada,
sus relaciones con Operations hacía tiempo que no eran muy buenas.
Nikita, escuchaba sin abrir la boca,
en el fondo le parecía una locura que a estas alturas tuvieran allí
a alguien "del mundo exterior", aunque por otra parte, sería gracioso
ver a alguien que no sabía lo que allí hacían. Además
nadie les había dicho de quien se trataba, ni el sexo, ni la edad,
pero bueno, dentro de unos minutos saldrían de dudas.
Susan era una mujer joven, de unos
28 años, de mediana estatura, rubia y con ojos pardos. Su formación
académica le había permitido trabajar para el Gobierno, aunque
sin un puesto fijo se encargada de los "desastres" que se cometían
con los ordenadores, pero a ella le gustaba, y además le encantaba
ir de un lugar a otro, aunque tuviera su residencia en Nueva York, rara
vez aparecía por allí . Ahora se encontraba otra vez en Europa,
donde también vivían sus padres, y a pesar de haber tenido
alguna pareja que otra, ninguna había cuajado. En el fondo a pesar
de tener casi 30 años le parecía que le quedaban muchas cosas
por hacer y por vivir...
Operations la recibió en el
vestíbulo.
-
Buenos días señorita Cooper
– sonrió y le extendió la mano- Soy James Kemp. Por favor,
sígame que le enseñaré las instalaciones.
Susan le acompañó por
aquel lugar, bastante extraño, había mucha gente por allí
y casi todo el mundo le dirigía una mirada de reojo, aquello no
le extrañaba, en las agencias del gobierno siempre se veía
con desdén que alguien de fuera se introdujera en sus vidas, aunque
fuera por un par de días. Llegaron a una sala grande, donde había
monitores, allí se encontró con más personal.
-
Le presentó a Madeleine Monroe,
es nuestra supervisora general, ella le podrá ayudar en todo lo
que necesite –Extendió una mano y saludó.
-
Es el Birkoff, nuestro informático,
él le acompañará para indicarle cuales son nuestros
problemas.
-
Encantado señorita Cooper –dijo
Birkoff, sonriendo, y pensando para sí mismo que Susan era una persona
encantadora y que era una pena que tuvieran que fingir todo el rato, pero
la vida es así.
-
Por favor, llámeme Susan, señorita
Cooper creo que es demasiado forzado –dijo ella con una sonrisa totalmente
sincera.
Operations y Madeleine salieron de la
estancia y se fueron hacia el despacho del primero.
-
Creo que no habrá problemas –dijo
Operations- por suerte nos han traído a una persona joven. Supongo
que lo que querrá es acabar el trabajo cuanto antes y volver a su
casita.
Madeleine no está tan segura,
había leído su currículum, y aunque nunca había
dado problemas, las mujeres tienen un sexto sentido que les advierte quizás
de demasiadas cosas.
Nikita se había enterado que
ya había llegado Susan, y tenía curiosidad por conocerla
en persona, pero también tenía envidia, envidia de una mujer
que podía hacer lo que quisiera con su vida, entrar y salir... A
pesar de que trabajando en el Gobierno ella sabía que también
podía ser "espiada", su vida era un libro abierto, y desde luego
eso era algo de lo que ella carecía: vida propia.
-
Hola, soy Nikita.
-
Hola, me llamo Susan –contestó
así porque al no darle su apellido, tampoco le pareció apropiado
decirle el suyo. Susan se quedó impresionada aquella chica más
bien parecía una modelo que una agente. Aunque cómo no sabía
bien a qué se dedicaba aquella agencia, todo podría ser.
-
Espero que tu estancia aquí sea
agradable, la verdad es que no solemos tener muchas visitas, pero si necesitas
algo no dudes en decírmelo –después Nikita se marchó.
Michael había estado fuera, tenía
que hacer algunos "arreglos" antes de volver a la Sección. No le
parecía buena idea tener que aplazar todas las misiones, aunque
fuera sólo por un par de días.
Cuando entró en la Sección
le avisaron que ya había llegado la "extraña". Operations
le dijo que fuera a presentarse.
Entró por la parte de atrás,
y detrás de los cristales vio a Birkoff, con un ordenador portátil,
un poco a la izquierda vio una cabellera rubia ceniza, llevaba puestos
unos walk-man, mientras tecleaba con rapidez un ordenador.
Avanzó más hacia la
sala y saludó a Birkoff, en este momento Susan se giró y
se quedó con la mirada fija en Michael.
-
Hola soy Michael –extendió la
mano y Susan hizo lo mismo. Ella volvió a pensar que esto de los
apellidos no casaba con la agencia, pero bueno tampoco le importaba demasiado,
y menos aún cuando un hombre como aquel la estaba saludando.
-
Soy Susan Cooper –sonrió- espero
que no haya ningún problema para que escuche música mientras
trabajo...
-
No, claro que no –Michael estaba confundido,
hacía mucho tiempo que no veía a una persona que trabajara
"normalmente", que estuviera escuchando música y menos aún
que sonriera de una manera tan franca como ella.- Mi despacho está
enfrente, no dude en llamarme si necesita algo, señorita Cooper.
-
Por favor, llámame Susan y tutéame,
si no es molestia.
-
De acuerdo Susan, nos vemos después.
Birkoff estuvo observando la escena,
desde luego no era el Michael de siempre, pero cuando ahora todo el mundo
tenía que fingir, no sabía a ciencia cierta si la espontaneidad
y la simpatía de Michael eran producto de una ficción o era
sincero.
-
Vaya, vaya, Birkoff, veo a todo el mundo
muy servicial por aquí, ya me hubiera gustado que en el resto de
las agencias la gente fuera tan simpática. ¿Os dedicáis
al lavado de mentes o algo así? –espetó Susan con gracia.
-
Siempre somos así de serviciales
, es una de las características de la Sección... –en cuanto
dijo aquella palabra supo que había metido la pata. Susan no se
dio cuenta pero su cara se quedó blanca, más aún cuando
él sabía que todo estaba siendo grabado...
Nikita había ido a ver a Michael.
Hacía tiempo que no tenían una velada romántica, quizás
Michael ya no estaba atraído por ella, pero Nikita no quería
que aquello acabara así, en el fondo siempre había estado
enamorada de él. Y lucharía por él.
-
Hola Michael. ¿Has visto nuestra
nueva adquisición "temporal"?. –dijo Nikita sentándose frente
a él.
-
Sólo estará aquí
dos días –dijo Michael con la mirada puesta en el ordenador muy
serio. Después volvió su cara hacia Nikita y la sondeó-.
¿Has acabado el informe de la última misión?.
-
Sí, ya lo he pasado a Madeleine.
Estaba pensando que ahora que no tenemos ninguna misión, y son como
unas minivacaciones, podíamos cenar algo en mi casa ....
-
Lo siento, la verdad es que tengo que
acabar los informes y ahora tengo tiempo para hacerlo –contestó
Michael mirando el reloj-. Nikita, creo que es mejor que las cosas sigan
como están, no creo que sea buena idea que tú y yo cenemos.
Nikita se quedó pensativa, quizás
era cierto que Michael y ella habían cerrado una puerta que por
ahora no volvería a abrirse. Demasiados problemas, demasiados tiras
y aflojas, una vez ella, otra vez Michael.
Pero estaba dolida, aunque no quería
que eso lo viera Michael.
-
De acuerdo, puede que tengas razón.
Quizás vaya al cine –dijo Nikita y salió del despacho.
Michael volvió la vista hacia
el ordenador, pero su mente estaba confusa. Su historia con Nikita había
sido extraña y dura. En el fondo, sabía que todo quizás
había pasado porque dos personas que estaban encerradas en aquella
vida tenían que encontrarse tarde o temprano, pero no era algo verdadero,
sino algo fatuo, y por tanto, mejor que se quedara así. No quería
perderla como amiga, porque también era cierto que los amigos allí
no abundaban.
-
Este sistema es nuevo, no entiendo como
ha podido quedarse colgado. ¿Transmitís muy lejos?, lo digo
porque quizás habría que cambiar todo el hardware, creo que
el problema es ese –espetó Susan a Birkoff.
-
Creo que ha podido ser una sobrecarga
–Birkoff no estaba seguro, dado que había habido una explosión
y seguramente había sido eso lo que había destrozado los
sistemas, pero no podía hablar sobre el tema.
En ese momento sonó el móvil
de Susan. Una melodía pegadiza hizo que parte del personal se quedara
mirando hacia la sala de ordenadores.
-
¡Hola! –dijo Susan- ahora no puedo
hablar mucho, estoy trabajando. No me vengas con esas, habíamos
quedado en que iríamos de vacaciones a Santo Domingo, no se me ha
perdido nada en Brasil, a este paso nos vamos a quedar sin billetes –Susan
hablaba con una amiga de sus próximas vacaciones de verano. Era
un grupo bien avenido. Sus amigos trabajaban la mayoría también
para el gobierno, pero ninguno de ellos sabía nunca donde se encontraba
ella.- Está bien ya hablaré con Stuart, pero yo no puedo
ir a la agencia, o sea que ya me diréis qué vamos a hacer.
A propósito ya tengo las entradas del concierto, creo que mejor
sería quedar en mi casa a las 8 y vamos para allá. Ahora
te dejo. Hasta luego.
Birkoff la estaba escuchando y sintió
envidia, como el resto de los presentes, envidia de una vida normal, de
poder quedar con los amigos, de poder ir de vacaciones, en fin de vivir
la vida.
Michael también la había
escuchado, y en ese momento vinieron a él recuerdos vividos y emociones
que hacía tiempo que no sentía. Se preguntaba cómo
se sentiría aquella chica si supiera exactamente dónde estaba
y a qué se dedicaban aquellas personas que tan afectuosamente la
habían saludado.
Era hora de comer, pero Susan ni
siquiera había reparado en la hora, ya que seguía enfrascada
con aquel ordenador que no le hacía caso y con la cinta de música
que ella tarareaba.
Operations estaba con Madeleine y
con Michael.
-
Creo que sería una buena idea
invitarla a comer –dijo Operations.
-
Lo siento, pero tengo que acabar unos
informes –dijo Madeleine, que lo le apetecía en absoluto comer con
Susan, no quería saber nada del "mundo exterior".
-
Bien, Michael –dijo Operations- creo
que sería una buena idea de que fuerais tú y Nikita a comer
con ella. Haremos una reserva en un buen restaurante. Pero ya sabéis:
nada personal.
Michael fue a recoger a Nikita, que
todavía seguía un tanto trastocada después de su conversación
con él y se dirigieron a ver a Susan.
Susan, en ese momento estaba apagando
el ordenador y se disponía a llamar por tu teléfono portátil.
-
Hola –dijeron al unísono Michael
y Nikita- venimos para llevarte a comer.
Tanta cortesía adulaba a Susan,
pero a la vez le parecía extraño, más que nada porque
ella había ido allí para hacer un trabajo específico.
Pero aquello le encantaba.
-
Oh!, desde luego. Pero dejadme hacer
una llamada, por favor.
Michael y Nikita esperaron junto a ella.
-
Hola, soy Susan. No terminaré
a tiempo de ir a comer con vosotros. Sí, ya sé, pero de todas
formas ya he leido el libro. Te llamaré después. Hasta luego.
-
Bien, cuando queráis podemos
irnos.
Salieron de la Sección y se encaminaron
a un restaurante cercano. Era francés y muy coquetón. Pidieron
una copa de vino y miraron la carta.
-
¿Hace mucho que trabajáis
aquí? –preguntó Susan para entablar conversación.
-
Un par de años –dijo Nikita.
-
Yo un poco más, bueno es que
soy más viejo –dijo sonriendo Michael.
A Susan todo le parecía demasiado
ensayado, demasiado perfecto, pero tampoco le importó. Además
aquellos dos parecían pareja, aunque había algo extraño
que le hacía duda, sobre todo por la cara de Nikita, que no era
de mucha alegría, quizás sería una pelea de enamorados.
Una pena, porque un hombre como ese no se encuentra fácilmente.
Durante la comida, hablaron de cine,
de libros,... En el fondo resultó una comida divertida, pero en
ningún momento hablaron de ellos mismos, Susan sí lo hizo,
habló de su trabajo, de sus amigos, de su casa. Ellos no.
De vuelta a la Sección Operations
habló con Michael, y él le tranquilizó diciéndole
que era una chica normal y que no daría problemas.
Se hizo tarde y Susan estaba cansada.
Había podido recuperar alguna información, que estaba en
clave, con lo cuál no sabía de qué se trataba pero
estaba contenta de haberlo hecho. Como no había traído coche,
pensó que la mejor idea sería coger un taxi y así
se lo dijo a Birkoff.
-
Yo te acompañaría pero
tengo que quedarme para acabar algunos trabajos –dijo Birkoff.
La voz Michael sonó a sus espaldas.
Fueron al garaje y Susan vio un coche
imponente. Y pensó para sí misma que realmente trabajar allí
debía ser un chollo.
-
Bueno, bueno, ¿qué hay
que hacer para entrar aquí? ¿matar a alguien? –dijo ese comentario
sin pensarlo, y no se dio cuenta de que Michael se contrajo. Al verle la
cara Susan dijo: -Sólo era una broma.
Durante el trayecto casi no hablaron,
Susan creyó que había metido la pata, y por ello no abrió
la boca. Se le antojaron bastantes pensamientos –"¿Y si le digo
que vayamos a tomar algo?".
-
¿Qué vas a hacer para
cenar? –dijo Michael mientras Susan seguía ensimismada en sí
misma.
-
Creo que nada, más bien me meteré
en la cama en cuanto llegue. Lo cierto es que estoy cansada.
-
Estaba pensando si te apetecería
ir a comer pizza. Conozco un sitio estupendo.
-
Desde luego
Pero antes Susan tenía que pasar
por una farmacia a buscar un medicamento para su hermano. Ella entró
en una, y poco después de oyeron gritos. Michael salió del
coche corriendo, y en ese preciso momento vio como un chico, de poco más
de 18 años, cogía a Susan por el brazo y le pedía
insistentemente dinero al cajero.
-
Deja a la chica –ordenó Michael.
El chico le miró con cara de
pocos amigos y puso su pistola en la sien de Susan.
Michael sacó una pistola y
le apuntó directamente a la cabeza.
-
Si la sueltas ahora no te pasará
nada.
Susan estaba muerta de miedo, no estaba
acostumbrada a las armas, a pesar de trabajar en agencias donde todos las
usaban, y por lo tanto no le parecía extraño que Michael
llevara una. Sólo esperaba que la supiera manejar bien.
El chico empezó a forcejear
y al final la soltó, estaba a punto de disparar a Michael cuando
éste dio un tiro certero que le fue a dar directamente a la cabeza.
Susan gritó, y vio como la sangra le salpicaba, al tiempo que el
chico al caer al suelo hizo un disparo que pasó rozando el brazo
de ella, lo cuál Susan también cayó al suelo.
El vendedor se apresuró a
llamar a la ambulancia y a la policía. Michael sacó la placa
de una agencia inexistente y el vendedor se calmó.
Se puso junto a Susan, que sangraba
por el brazo, y a quien se le estaban escapando las lágrimas de
dolor.
-
Tranquila, no pasa nada, ahora vendrá
la ambulancia, toma mi mano – dijo Michael.
Susan tomó su mano y la notó
cálida. Después miró sus ojos que estaban junto a
los de Michael, unos ojos claros, transparentes y en ese momento notó
como todo le daba vueltas.
Cuando despertó se encontraba
en un hospital, una luz tenue brillaba en la habitación, y junto
a ella se encontraba Michael.
-
No ha sido nada, un rasguño,
pero prefieren que te quedes esta noche –dijo Michael que surgió
de la penumbra de la otra parte de la habitación.
Susan vio su brazo inmovilizado, pero
ya no le dolía, y en ese momento sólo pensaba en cómo
iba a trabajar con el ordenador, suerte que era el izquierdo, porque si
no tendría problemas. Y ahora no quería coger la baja. Ahora
no.
-
Estoy bien. Es la primera vez que me
disparan. Espero que sea la última. Pero me siendo mareada.
Michael se le acercó y tomó
su mano.
-
Eso es por los calmantes. Ahora duerme,
me quedaré contigo.
Susan dormitó enseguida y Michael
se quedó junto a ella. Él la miraba fijamente. Así
dormida parecía aún más joven e indefensa. ya había
hablado con Operations y le había comentado lo sucedido. A Operations,
no le había parecido nada bien que hubiera disparado contra el atacante
y le hubiera dado muerte. Así no. Demasiado papeleo. Pero no habría
problemas.
Susan estaba intranquila y con pesadillas,
Michael estaba junto a ella y le acariciaba la frente. Una ternura infinita
le embargaba, y no sabía exactamente porqué.
Al día siguiente Michael había
ido a su casa a ducharse y a cambiarse. Sonó el teléfono.
-
Anoche te llamé y no estabas
–era Nikita.
-
Susan tuvo un accidente y está
en el hospital.
A Nikita le parecía raro que
Michael, que era un personaje serio y duro, se hubiera vuelto de pronto
tan generoso.
-
Vaya, no sabía que eras su guardaespaldas
–dijo con sorna Nikita.
-
Mira, lo importante es que ahora ella
está bien. Iré a la clínica para llevarla a casa.-
Y colgó.
Nikita estaba bastante enfadada, bien
para ella no tenía tiempo, pero sí para una desconocida,
qué pobrecita he habían disparado a un brazo. Desde luego
estaba deseando que se marchara de allí y les dejara con su "vida".
Michael recogió a Susan y
se dirigieron a casa de ella.
-
No tenías porqué hacerlo
Michael.
-
Es lo menos que podía hacer.
Además tendrás que reponerte pronto para seguir con tu trabajo,
el médico ha dicho que mañana podrías volver.
-
Tengo que llamar a mis amigos –dijo
pensativa Susan- no les he dicho nada y estarán preocupados.
Llegaron al apartamento. Era pequeño
pero bien decorado. Regalo de sus padres cuando se fueron a vivir a otra
ciudad. Tenía luminosidad por todas partes.
Michael ayudó a Susan a ponerse
cómoda, y en ese momento sus ojos se miraron. Susan sintió
un estremecimiento, pero tenía dudas, no sabía si Michael
se portaba tan bien porque era así o si sentía algo hacia
ella.
Michael vio en los ojos de Susan
frescura y deseó besarla, pero no sabía si aquello era una
buena idea.
En ese momento sonó el teléfono.
-
Hola –dijo Susan- sí he tenido
un pequeño accidente; pero no ha pasado nada. Mañana volverá
al trabajo. No, no hace falta que vengas, me encuentro bien. Te llamaré
después.
Toda la magia que se había creado
desapareció, y Michael le dijo que si no necesitaba nada más
tenía que volver al trabajo.
En la Sección al se hoy un
día "normal", volvieron a sus quehaceres diarios, tenían
un día antes de que volviera Susan.
-
Espero que se encuentre bien, ya es
casualidad que pasen estas cosas. Espero que mañana venga y acabemos
cuanto antes –dijo Madeleine.
Nikita pensaba como Madeleine. No le
hacía ninguna gracia que Michael pasara tanto tiempo con ella, pero
pronto se acabaría todo.
-
Bueno Michael, quién nos iba
a decir que eras tan buen samaritano –dijo Madeleine al verle entrar- desde
luego me has sorprendido, espero que ahora esa chica tenga una buena impresión
nuestra.
-
Era lo menos que podía hacer.
Hoy podemos seguir con todos los informes, creo que tenemos tiempo de sobra.
Ahora nos reuniremos con Operations –dijo sin el menor atisbo de emoción
Michael.
Operations dio comienzo a una reunión
relámpago y después cada uno se fue a su trabajo.
Nikita acabó el último
informe que tenía y ante el ordenador (el único que se había
salvado del destrozo), y visionaron las nuevas misiones que comenzarían
a finales de semana.
Era casi mediodía y Michael
llamó a Susan.
-
¿Cómo te encuentras?.
-
Bien, un poco aburrida, desde luego
la televisión no está hecha para mí, pero qué
le vamos a hacer...
Michael sonrió y siguieron una
conversación que duró cerca de un cuarto de hora.
Nikita les interrumpió y Michael
le hizo una señal.
-
Bien, te llamaré más tarde
a ver cómo sigues.
-
Ya he dejado el último informe.
Y por lo que veo tampoco hay mucho que hacer por aquí, no sé
si tomarme la tarde libre –dijo Nikita.
-
Haz lo que debas –dijo Michael mirando
la pantalla de ordenador.
Cuando salió Michael estaba
oscureciendo y le pareció una buena idea ir a ver a Susan. Cuando
llamó a la puerta oyó voces dentro.
-
Hola, soy Betsi –le dijo la pelirroja
que le abrió la puerta-. Ya me ha contado Susan que si no llega
a ser por ti no lo cuenta, ¿no serás del FBI?-dijo sonriendo.
Dentro había dos personas más,
un chico y una chica, con sendos trajes chaqueta.
Susan se los presentó, eran
amigos. Dos de ellos trabajaban para el Departamento del Tesoro y resultaron
ser simpáticos y amenos.
Poco después se despidieron,
puesto que tenían un concierto y aunque Susan no podía ir,
les dijo que no perdieran las entradas.
-
Bueno ya me contaréis como ha
ido el concierto –se despidió Susan.
-
Bueno Susan, ya me dirás qué
haces con un chico tan guapo, no lo desperdicies –les dijo Betsi, sonriendo
maliciosamente.
Una vez que se quedaron solos, Susan
le preparó una cerveza a Michael.
-
No les hagas mucho caso, son divertidos
y simpáticos. Pero sus trabajos aburridos hacen que cuando salen
de allí, a veces no vean las cosas como son.
-
No te preocupes. La verdad es que me
gusta que la gente se comporte tal y como es, no estoy acostumbrado a que
lo hagan –dijo Michael de manera totalmente sincera. Hacía mucho
tiempo que no charlaba de lo humano y lo divino con personas que no tenían
nada que ver con la Sección; y se había dado cuenta de todo
lo que se estaba perdiendo.
-
Supongo que tu trabajo debe de ser bastante
confidencial. He conocido a muchas personas de diversas agencias y lo cierto
es que nunca hablan de ello, creo que es lo mejor.- dijo Susan bebiendo
un sorbo de cerveza helada-.
-
La vida, a veces, no es como la habíamos
imaginado, pero supongo que habrá que conformarse –dijo Michael.
-
No me gustaría ser inquisidora,
pero me he dado cuenta de que eres bastante reservado, y eso es normal,
pero... –dijo lentamente- bueno, tampoco hablas de tu vida privada, es
decir, por lo que parece Nikita y tu....
-
No hay nada entre Nikita y yo –contestó
tajante Michael- lo hubo, pero hace tiempo-. Se quedó serio.
Susan no dijo nada más.
-
Siento haberte preguntado algo tan íntimo-dijo
ella con ojos bajos.
Michael estaba de pie y Susan sentada
en el sofá. En ese momento Michael tocó la cabeza de ella
delicadamente. Después bajó hasta su altura y se quedó
a pocos centímetros de sus ojos. Se miraron unos segundos y Susan
bajó la cabeza.
-
No quiero que te sientas obligado, quiero
decir que esto no.... – Michael la interrumpió, y puso su dedo en
su boca y con los ojos cerrados apoyó su cabeza sobre la suya. Levantó
la cara de Susan y posó sus labios lentamente sobre los de ella.
Después sus labios se entreabrieron y el calor se apoderó
de ellos. Sus besos eran lentos y a la vez incisivos. Michael separó
sus labios y miró los ojos entrecerrados de Susan, después
volvió a posarlos. El deseo se acrecentaba y la respiración
se agitaba. Michael se separó y cogió las manos de Susan.
-
Todavía estás convaleciente
–dijo mirándola a los ojos, mientras pasaba una mano por su mejilla.
-
Estoy bien –dijo Susan, mientras sus
ojos refulgían.
-
Tenemos todo el tiempo del mundo –susurró
Michael mientras volvía a posar sus labios en los de ella, esta
vez suavemente-. Ahora voy a preparar algo para cenar y después
tienes que descansar.
Cenaron frugalmente en una terraza que
Susan poseía. Después de los dulces besos de despedida Michael
se fue y Susan se quedó entre embobada y pensativa en su casa. Todo
había ido muy rápido, pero estaba tan encantada que no podía
pensar en otra cosa.
Michael llegó a su casa y
tenía un mensaje de Operations; al día siguiente tenía
que estar a primera hora en la Sección, había problemas con
una misión.
Nikita también llegó
pronto y se encontró con Michael. había algo extraño
en él. Sus ojos tenían un brillo especial, y Nikita intuyó
que podía ser algo relacionado con Susan.
-
Ayer también te llamé
y no estabas. Creí que necesitabas tiempo para acabar con tus informes.
-
Los informes ya están preparados.
Nikita creí que había quedado todo claro.
-
Michael, sólo quería charlar
contigo como amigos, nada más –Nikita estaba tensa- Michael, ¿pasa
algo?. Te veo extraño.
Michael la miró y no dijo nada.
Había roto todas las reglas, se había enamorado, y de alguien
que no debía. Ni él mismo se lo creía, hacía
un par de días era una persona oscura, y ahora se sentía
feliz. Feliz, pero al mismo tiempo, con miedo. No tenía ninguna
posibilidad. Enamorarse de una persona que no formaba parte de la Sección,
que no sabía a qué se dedicaba, no podía decírselo,
pero en el fondo sabía que era su única salvación.
-
¿No me has oído?- dijo
Nikita.
-
Tengo que hablar contigo –dijo Michael,
mientras la cogía por el brazo.
Fueron a una parte donde él sabía
que no podía oírles.
-
Tengo un problema –dijo Michael.
-
¿De qué se trata?- dijo
Nikita- déjame que lo adivine, se trata de algo relacionado con
Susan, ¿verdad?
-
Sí –respondió Michael
mirándola- Nikita, me he enamorado –aquellas palabras hicieron un
surco profundo en el corazón de Nikita, pero ella no se inmutó.
-
¿Ah, sí?, en un día,
qué rapidez.
-
Hablo en serio, no sé, creí
que no me volvería a pasar, pero no puedo remediarlo. Lo malo es
que ella no sabe nada, no sabe quién soy, ni qué hago –Michael
estaba triste- no puedo decírselo.
-
Michael –dijo Nikita- sabes que es imposible,
aunque hace tiempo que decimos que habría que acabar con esto, pero
¿cómo?.
-
Susan tiene amigos en el Gobierno, un
gobierno que no sabe que existimos, quizás...
Les interrumpió Madeleine, que
por suerte no había oido nada:
-
Vaya, una reunión, ¿de
qué se trata?
-
Estamos discutiendo un informe.
Cuando Madeleine se fue, Nikita atacó:
-
¿Acaso no oíste a Operations?.
Nos dijo que no tuviéramos ningún contacto personal con ella.
¿Crees que no lo notarían?. Bueno quizás a ti no,
eres tan frío.... pero ella, ¿no crees que lo verán?.
Susan llegó sobre las 10 de
la mañana, después de haber ido al médico. Estaba
contenta y asustada también, no sabía como debía comportarse
pero prefirió hacerlo con normalidad. No estaba bien visto, y eso
lo sabía, que los agentes tuvieran relaciones.
-
Buenos días –dijo Michael al
ver a Susan- ¿Te encuentras mejor? –sus ojos denotaban un brillo
especial.
-
Sí gracias- contestó Susan.
Pero Operations y Madeleine no estaban
muy seguros del todo. Operations había hecho seguir a Michael la
noche pasada y sabía que había estado en casa de Susan. No
le hacía ninguna gracia. Llamaron inmediatamente a Michael.
-
¿Acaso no fui tajante al decir
que no podía haber relaciones personales? –La voz de Operations
resonó en la habitación.
-
No sé a qué se refiere
–contestó Michael fríamente.
-
Claro que lo sabes, Michael –dijo lentamente
Madeleine- Ayer fuiste a ver a Susan Cooper, y creo que entre vosotros
hay algo más que una relación cordial. ¿En qué
estás pensando Michael?. Ella trabaja para el gobierno, es una chica
normal y corriente, no tiene ni idea de quién eres ni de quiénes
somos nosotros. ¿Acaso quieres que le pase algo malo?.
Michael la miró fieramente antes
de contestar.
-
Ni se les ocurra hacerle daño.
-
Michael, es normal. Tú eres joven,
ella una chica viva, nada que ver con todo lo que estás acostumbrado,
pero, en fin, bueno yo creía que entre Nikita y tú ....-
habló Operations.
-
Mi vida privada es sólo mía
–dijo Michael.
-
No te confundas tú no tienes
vida –dijo Madeleine.
-
Mira Michael, si esta chica supiera
una parte de todo lo que hay aquí huiría despavorida. Te
doy un consejo: olvídalo. Ella se marchará mañana
y todos volveremos a estar como antes.
Michael salió de la habitación
enfermo. Enfermo de todo lo que había oído allí. Esto
no podía seguir así, había que hacer algo. No sabía
qué pero había que hacerlo.
El día siguió su curso
en la Sección todo parecía tranquilo, aunque era una paz
que presagiaba una tragedia, o lo que es lo mismo, una paz superficial
y vana.
-
Creo que en el fondo tampoco merece
la pena que nos preocupemos tanto del asunto –dijo Madeleine a Operations-
quizás hayan tenido un romance, pero enseguida se olvidará
y continuará con Nikita. Al final tenemos que dar la razón
a que es mejor a que esté con una agente que con otra persona –Madeleine
insistió.
-
No me gusta esto Madeleine –dijo serio
Operations- puede ser el comienzo del fin.
Michael estaba en su despacho revisando
informes e intentando encontrar una salida a aquella situación,
pero no tenía ni idea de cómo hacerlo. Además se encontraba
sólo. Sabía muy bien que Nikita no le apoyaría, no
después de haberle dicho que estaba enamorado de Susan. Quizás
sería mejor dejarlo estar. Susan sería al día siguiente
y todo volvería a continuar igual.
Nikita estaba intentando concentrarse,
pero no podía. Había sido duro, muy duro para ella que Michael
se hubiera sincerado de esa manera. Tampoco podía creer que en sólo
dos días alguien pueda enamorarse como él le había
dicho. Y, tampoco se fiaba de Susan. Demasiado mosquita muerta. Pero a
pesar de todo, ella lo que quería es que acabara todo aquello, que
acabara la Sección, de vivir su vida, aunque ya no sabía
qué vida quería, y ni siquiera sabía si serviría
para otra cosa que no fuera lo que había hecho hasta ahora.
Susan antes de ir al trabajo se vio
con un compañero, David. A pesar de ser solamente un compañero
de trabajo, aquella relación quizás pudo llegar más
lejos, sobre todo por parte de él. Aunque Susan tenía recelos
y más aún ahora que había conocido a Michael. Pero
la vida nunca es lo que parece.
-
Bien, Susan. ¿Qué sabes
hasta ahora? –inquirió David. Un agente de la Agencia Nacional de
Seguridad, como ella. Tenía poco más de treinta años
y una carrera prometedora. Inteligente, atractivo y cauteloso.
-
No sé David. La verdad es que
no sé muy bien. Tú, bueno, tú y el resto del equipo
me dijisteis que eran poco menos que terroristas a sueldo de Estado, y
la verdad es que yo no he visto allí nada de esto. Quizás
estuvierais equivocados –dijo melancólicamente Susan.
-
Susan, creo que te estás dejando
llevar por algo muy diferente a la profesionalidad –David se acercó
a ella. Su bien cortado traje chaqueta le quedaba como un guante y sus
ojos la miraban fijamente-. Mira no quiero ni pensar que hayas, como diría
yo, confraternizado con ellos. Susan, mírame: son asesinos –dijo
fríamente.
-
Bueno, he estado hablando con ellos,
y sí que es verdad que todo es un poco raro, pero si es así,
¿por qué no se intervino antes?. Además ¿qué
tiene que ver el gobierno en todo esto? – Susan ya no estaba segura de
nada.
-
Vale, vale. Supongo que querrás
pruebas de ello –dicho esto la condujo hacia un despacho que había
en la parte de atrás de donde se encontraban- Aquí tienes
vídeos que prueban que todo lo que te he dicho es verdad. Sólo
tienes que verlas. Y Susan, lo único que tienes que hacer es encontrar
en sus malditos archivos algo que nos indique quién es el máximo
responsable.
Susan se quedó a solas con el
vídeo y lo puso en marcha.
Lo que allí vio la dejó
aterrorizada. Vio a Michael y Nikita y a otros miembros de la Sección
como mataban y asesinaban. Sí que es cierto que lo hacían
a personas que también eran asesinos o a traficantes, pero al verlo
allí se quedó helada. ¿Cómo una persona como
Michael podía ser así?.
-
Bien –dijo Susan al salir de la habitación-
Quizás tienes razón.
-
Susan –dijo David cogiéndola
de la mano- Sé que has pasado duros momentos. Sé que fue
duro para ti el incidente de la farmacia...
-
¿Incidente? –dijo colérica-.
Lo preparasteis todo, no sé cómo conseguisteis que la pistola
de Michael tuviera balas de fogueo, y no digamos aún que después
me dispara al brazo ese agente. Desde luego estaba todo planeado.
-
Desde luego, y tú lo sabías
–corrigió David- sabías que la única manera de que
pudieras obtener información era teniendo una relación, como
diríamos, más cercana a alguno de sus miembros. Pero una
cosa es que ese Michael te cogiera afecto y tuviera pena de una chica como
tú y otra muy distinta que la cosa llegue a más. Quiero decir
que haya un relación sentimental –dijo David- Sabes muy bien que
eso no lo consentiría jamás.
-
Lo sé David.
-
Ahora tengo que volver a la Sección.
Susan estaba recordando esta escena
mientras tecleaba un ordenador, a pesar de todo había podido recuperar
información que había pasado directamente a la agencia. Estaba
hecha un lío, no quería ni imaginar que David supiera lo
que le estaba pasando. Porque ella se estaba enamorando de Michael. De
un asesino. No quería ni pensarlo.
A pesar de ello sabía muy
bien que Michael tarde o temprano le contaría cosas, y ella sabía
que todo eso lo tendría que utilizar en su contra. Por un momento
pensó en dejarlo todo, pero no podía.
Michael le envió a través
del móvil un mensaje: "Esta noche a las 21:00 horas. Café
Russinyol. Te quiero".
Cuando Susan llegó al Café
Michael ya estaba allí. Era una locura quedar allí porque
podían estar vigilándolos, pero había que arriesgarse.
-
¿Cómo estás? –le
dijo Michael mientras le daba un beso.
-
Bien. ¿sabes?, te veo muy extraño.
No sé, ¿pasa algo en la agencia?
Michael la miró, no podía
mentirle, y además quería hablar. Al diablo con todo, tenía
que conseguirlo, estaba enamorado.
-
Susan –comenzó- hay muchas cosas
que tú no sabes de mí –dijo cogiéndola de la mano-
la Agencia como tú la llamas es un sitio, extraño, bueno
por no llamarlo de otra forma. Me gustaría que entendieras todo
lo que tengo que decirle ....
Y Michael comenzó a hablar.
Habló de su juventud en París,
de las manifestaciones de jóvenes radicales, de un cóctel
molotov que explotó y mató a una persona, que aunque él
no fue el causante directo de ello, fue detenido, encarcelado y que estuvo
a punto de morir. Que alguien le salvó, le salvó la vida
pero a cambio tuvo que pagar un duro precio: toda la vida estaría
condenado a servir a la Sección. Le contó todo, le contó
los asesinatos, la muerte de su mujer, lo que resto de la Sección
hacia.... En fin, se desnudó ante ella.
Susan no sabía muy bien que
decir, pero las lágrimas comenzaban a aflorar a su rostro. Bien,
pensó para ella, quizás sean asesinos, pero no han tenido
otro remedio.
-
Michael, lo siento –dijo apretándole
fuerte la mano- ¿no podrías hacer algo?
-
Tú conoces a mucha gente del
gobierno, quizás si les dijeras ----- Michael calló
Ya estaban en la calle y se dirigían
a casa de Susan. ¿Qué podía hacer Susan? ¿contarle
que ella estaba allí para acabar con todos ellos?
Una vez en casa de Susan, Michael
la rodeó con sus brazos y la besó.
Después él la llevó
hacia su dormitorio, y allí lentamente y sin prisas hicieron el
amor. Después dormitaron uno entrelazado al otro.
Pero Susan despertó enseguida.
Tenía que hacer algo, pero no sabía muy bien qué.
Sólo se le ocurría hablar con David, hablar con David y explicarle
todo, pero ¿y si David sabía la verdad?.
Al día siguiente Susan había
quedado con David. Ella no tendría que volver a la Sección.
Por lo menos no a trabajar, pero tenía muy claro lo que quería
hacer.
-
De acuerdo –dijo Susan a David- Tengo
nombres, tengo pruebas. Pero hay una condición –David la miró
interrogante- Hay cosas que no me habías contado. Los agentes están
allí porque nuestro "maravilloso gobierno" o quién demonios
fuera lo ha querido. Les han obligado. Ellos no son culpables de nada.
Ellos están muertos.- David la miró fijamente a los ojos.
-
No es negociable Susan. Todos tienen
que desaparecer –le dijo finalmente- no podemos dejar pruebas.
-
¿Quieres decir que nosotros también
nos convertiremos en asesinos?. David –le miró fieramente- si yo
no te doy lo que tengo, porque no te lo ha dado todo, te quedarás
sin nada y harás el ridículo. tú eliges.
David sabía que sin estas pruebas
no se podía hacer nada, con lo cuál pensó que lo mejor
era dialogar.
-
Bien, de acuerdo, pero antes tengo que
hablar con Ryder – Ryder era el inmediato superior de David.
David salió del despacho y fue
directamente al despacho de su superior.
-
Tenemos un problema –dijo cerrando la
puerta- Cooper no quiere que los agentes sean aniquilados, se ha enterado
de cómo fueron reclutados, y sin sus pruebas no podemos hacer nada.
-
Bien –contestó Ryder-. Debo decirle
que yo también tengo mis dudas con respecto a este tema. Quizás
fuera mejor utilizar a estos agentes. Tenemos lugares donde nos podrían
ser de gran ayuda, además de esta manera podríamos darles
una protección.
-
De acuerdo – David no estaba muy de
acuerdo pero no le quedaba más remedio.- He pensado que sería
mejor que Cooper no estuviera cuando se realizara la misión. Creo
que sería mejor que nos ocupáramos Riordon y yo de interrogar
a los agentes. Claro, que usted se quedaría con los "peces gordos"
–dijo con media sonrisa.
-
Fly, ¿hay algo que yo deba saber?
– Ryder tenía informes acerca de la relación que había
entablado Susan que uno de los agentes, no sabía a ciencia cierta
qué tipo de relación era, pero algo le hacía pensar
que no era solamente algo amistoso, y sabiendo que David tenía una
predilección muy especial por Susan, esto le hacía pensa
si era conveniente que fuera él quien se encargara de los interrogatorios.
-
No, señor.
Susan recibió la noticia con
alegría, aunque era una alegría que no tardaría mucho
en desvanecerse cuando se dio cuenta de que aquello quizás podía
significar que Michael y ella dejarían de verse por siempre.
Todo ocurrió como agencia
había previsto. Decenas de hombres se introdujeron en la Sección
sin que nadie pudiera hacer nada. No hubo muertos. Pero sí algunos
heridos.
Todos ellos fueron conducidos a distintas
salas para comenzar los interrogatorios antes de llevárselos de
allí.
Ryder se ocupó personalmente
de Operations y Madeleine. Ellos eran los máximos responsables en
esa Sección, no había posibilidad de que salieran indemnes,
más aún, no había posibilidad de que salieran vivos.
Pero eso era algo que Ryder no decidiría. Antes ya se habían
encargado de Overside.
David y Lara Riordon se encargarían
de Michael y Nikita respectivamente.
David entró en la sala blanca,
donde se encontraba Michael esposado. Todavía se encontraba sin
poder pensar, todo había sido demasiado rápido pero quizás
sus plegarias habían sido escuchadas y por había acabado
todo. Lo único que podía pensar en ese momento era en Susan,
y en si la volvería a ver.
-
Hola, señor....-dijo pausadamente
David- bueno, creo que debo llamarle Michael, porque su nombre y apellidos
verdaderos no existen, claro está, porque usted está muerto,
¿no es así?.
-
Por ahora creo que esto muy vivo –contestó
Michael.
-
Debo darle la enhorabuena, porque usted
seguirá vivo si nos ayuda.
Michael le miró de forma interrogante.
-
Somos de la Agencia Nacional de Seguridad.
y hace tiempo que estamos siguiendo los pasos de la Sección. Tiene
la posibilidad de seguir ayudándonos, no naturalmente como hacía
hasta ahora, no haremos que vaya usted por ahí cargándose
gente –siguió hablando David, mientras paseaba a su alrededor- pero
nos puede ser de utilidad.
-
¿Dónde me llevarán?
–preguntó.
-
No crea que demasiado lejos –contestó
David poniéndose de cunclillas delante de él- le protegeremos
y le daremos una nueva identidad, podrá comenzar una nueva vida.
Lo único que tiene que hacer es olvidarse de todo lo que hecho aquí,
su vida comenzará de cero.
En ese momento Michael le preguntó:
-
Y ¿si hay alguien que quiera
llevarme conmigo?
-
Creo que no me entiende –dijo lentamente
David- todo lo que usted tiene aquí son agentes, agentes que se
desplazarán donde nosotros les digamos. No hay nadie más,
nadie más Michael.- en ese momento los ojos de David le miraban.
Michael se quedó pensativo y
muchas cosas pasaron por su mente, pero no podía ver con claridad.
-
Creo que sé en quién está
pensando –dijo David apoyándose contra la pared- Susan Cooper.
Michael desvió la vista.
-
Bien, siento decirle que ella también
trabaja con nosotros- dijo hiriente.- Pero, debe usted darle las gracias,
porque sin ella quizás usted no estaría vivo, ni usted ni
el resto. Creo que le ha tomado cariño... –estas últimas
palabras las arrastró.- Ahora usted tiene dos opciones: o acepta
el trato o no me responsabilizaré de lo que le pase –dijo poniéndose
delante de él-. Olvídese de Susan. Será mejor para
todos.
Michael estaba aturdido, pero comprendió
todo. Una infiltrada en la Sección para poder obtener pruebas. Quizás
le utilizó, quizás, pero había algo sincero en ella.
Tenía que hablar con ella. Pero ahora no era el momento.
Cuando David salió de la habitación
blanca, se encontró con Lara que había hablado con Nikita.
-
¿Qué tal te ha ido?-preguntó
David.
-
David, creo que has ocultado algunas
cosas –dijo seria Lara- Nikita me ha hablado de la relación que
Susan ha tenido con ese agente que has interrogado. Tú lo sabías
¿verdad?.
-
Eso no es relevante –contestó
evasivo.- Lo importante es que ahora tenemos la información, y además
dispondremos de agentes que nos ayudarán. Y no te olvides, que les
hemos salvado la vida.
Lara calló, quizás fuera
mejor así. Pero no creía que fuera forma de hacer las cosas.
No había podido hablar con Susan todavía y deseaba hacerlo
lo antes posible.
Nikita se quedó en la habitación
pensando, al igual que Michael ella también creía que había
sido una salvación, y aunque cuando se enteró de que Susan
era una infiltrada se enfadó, después pensó que era
la única manera. Además ahora desaparecería de sus
vida.
Lara fue a ver a Susan a casa.
-
Hola –dijo al entrar- quiero decirte
que siento que todo acabe así.
-
Lo sé- dijo tristemente Susan-
no he podido hacer nada más. Sé que lo sabes todo. Lo único
que siento es no haber podido despedirme de él, ni siquiera sé
lo que pensará de mí.
Michael llegó a su nuevo destino:
su nueva vida como le habían dicho. Y no le decepcionó. Trabajaría
en una oficina que pasaba datos a la Agencia y su trabajo sólo era
ese. Además le habían conseguido una casa, que aunque era
pequeña estaba bien. Aunque eso sí, muy vacía.
La oficina donde trabajaba era de
un aspecto limpio, con mucha luz y bastante personal. El resto también
eran agentes o informantes de la Agencia, o solamente se encargaban de
tareas administrativas. Personas normales, en definitiva. Pero vio algo
que le sorprendió en sobremanera: a Nikita.
-
¿Tú aquí? –preguntó
Michael. Algo había cambiado en ella, quizás también
en él, incluso en su apariencia exterior, ya no llevaban aquella
ropa de diseño, y casi siempre negra, su ropa ahora era más
informal y sus caras tenían una expresión más serena.
-
Sí, me dijeron que también
estabas tú. Al principio no lo podía creer pero es así.
–dijo Nikita sonriendo.
Michael se extrañó y mucho
de que estuvieran de nuevo juntos. La vida era como un rompecabezas: cuando
ellos habían querido estar juntos todo eran trabas y ahora que estaban
libres, que podían hacer de su vida lo que quisieran, pero ahora
ya nada era lo mismo, por lo menos por parte de Michael. Estaba claro que
aquello no podía ser casualidad. Seguramente aquel agente que le
interrogó había tenido algo que ver y tenía una ligera
sospecha de por qué sería: Susan.
Lara estaba en el despacho de David,
hacía unos minutos que le estaba esperando, aprovechando que Susan
había salido a comer.
-
¿Por qué lo has hecho?
–preguntó Lara en cuanto vio entrar a David.
-
¿De qué me hablas? –David
la miró impaciente.
-
Has puesto a Michael y Nikita en el
mismo destino. Está muy claro que has sido tú, porque las
órdenes explícitas eran que cada agente debía tener
un destino totalmente diferente.
-
Bueno, pensé que así se
hacían mutua compañía –dijo sin inmutarse David.
-
Sí, claro. Y así que pudieran
reanudar una vieja relación que tenían –dijo Lara sentándose
frente a él.- Crees que de esta manera se olvidará de Susan
y, nada, vivirán juntos y felices y comerán perdices –dijo
sarcásticamente.
-
Mira, Lara –siguió hablando David-
Susan ahora se encuentra mucho mejor. Me las ingenié para que no
se pudieran despedir, ella cree que Michael la odia y él opina,
supongo claro, que ella es una traidora.
-
Pero, ¿cómo puedes ser
así? –Lara casi le estaba gritando- ¿quién te crees
que eres?. David no creas que de esa manera vas a conseguir que Susan esté
contigo. Si no me equivoco hace mucho tiempo que sois compañeros
y no ha ocurrido nada.
-
Esta conversación ha terminado.-
dijo tajante David- pero para que lo sepas ahora estoy más cerca
de Susan que nunca, y sabes que nunca le haría daño.
Susan, después de comer se había
tomado la tarde libre. Necesitaba estar sola y pasear. Desde que se llevaron
a Michael no había tenido más noticias, no la habían
dejado despedirse. Sería mejor que olvidara todo, pero lo cierto
es que no podía. Quizás era irracional que se hubiera enamorado
de aquella manera en tan poco tiempo, pero era cierto. Esa misma noche
había quedado con David para ir al cine. En el fondo era buen chico,
quizás un poco vanidoso, pero hacía mucho tiempo que le conocía
y había sido un buen amigo. Lo mejor sería centrarse en la
realidad y olvidar algo que jamás debió ocurrir.
El tiempo iba pasando y Michael se
iba acostumbrado a su nueva vida. Nunca antes hubiera imaginado que sería
tan maravilloso salir de trabajar y pasear, o quedarse en casa leyendo,
sin tener que preocuparse de nada más. Su vida era tranquila. Normalmente
no coincidía con Nikita, aunque ella insistiera en que salieran
a cenar. Además ella también había hecho nuevos amigos
en la ciudad. Pero esa tarde, Michael y Nikita salieron juntos.
-
La verdad es que no se me está
haciendo tan difícil como esperaba –comentó sonriente Nikita,
que se había acostumbrado a llevar jeans- disfruto con cosas que
antes me parecían insípidas.
-
Es cierto –contestó Michael-
pero hay cosas que todavía me cuestan..
-
Ya –dijo Nikita- supongo que te refieres
a Susan- dijo evasiva.
-
Sí, tienes razón. Quizás
debería olvidarme, pero no puedo. Debo hablar con ella –contestó.
-
Hablar con ella –dijo sorprendida- Michael,
¿es que no sabes que no puedes? ¿estás loco?
-
Debo hacerlo –dijo solamente.
La vida de Susan seguía su curso.
Susan había estado saliendo bastante con David, pero hasta la fecha
sólo como amigos, pero había algo raro, ella se notaba extraña
y su mente muchas veces tenía lagunas mentales, quizás fuera
el estrés del trabajo, quizás debería ir al médico.
-
Hola Susan –le dijo Lara al verla entrar
en su despacho –Hacía tiempo que no coincidíamos, ¿cómo
te encuentras?
-
Bastante bien, lo que ocurre es que
a veces tengo la cabeza, como diría, un poco pesada, quizás
debería ir a hacerme unos análisis.
-
¿Cómo llevas, bueno ya
sabes, el tema de Michael? –preguntó Lara intentando ser precavida.
-
¿Michael? –contestó Susan-
¿el agente de la Sección? –preguntó extrañada
Susan – bien, quiero decir que me alegro de que acabara todo así,
además David me dijo que estaba con Nikita, bueno siempre pensé
que hacían buena pareja –dijo fríamente.
-
Susan, ¿de verdad piensas eso?-
preguntó sin poder creer lo que estaba oyendo Lara- Estabas enamorada
de él...
-
Lara –dijo lentamente Susan- Creo que
te equivocas, Michael era un agente y yo hice mi trabajo, no tuve ninguna
relación con él, desde luego es que....
Lara no dijo nada más. Aquello
era muy extraño, y Susan creía lo que estaba diciendo, ¿cómo
podía haberlo olvidado?, aquello no le cuadraba para nada. Tenía
que ser David el culpable.
-
Esta vez te has pasado –dijo Lara al
entrar al despacho de David.
-
¿Otra vez Lara? –dijo moviendo
la cabeza David - ¿se puede saber que ocurre esta vez?
-
He estado hablando con Susan, y algo
falla, tiene problemas de memoria, pero de forma selectiva, ¿cómo
has hecho para que no recuerde nada de su relación con Michael?
–preguntó directamente.
-
Lara –dijo David- Te dije que nunca
le haría nada malo. Y así ha sido. Creo que lo mejor para
ella es olvidar, olvidar lo que nunca podrá volver a tener.
-
¿Ryder sabe esto? –preguntó
Lara.
-
No tiene porqué saberlo.
-
Mira David, lo que has hecho no puede
ser bueno, porque Susan no es la misma....
No hubo manera de poder hablar más
con David. Lo cierto es que pensándolo fríamente, él
sabía que quizás no era demasiado buena idea, pero no quería
verla sufrir de aquella manera, no podía estar con Michael, y lo
mejor era que olvidara su amor por él. Michael nunca volvería
a entrar en sus vidas.
Michael se las había ingeniado
para acercarse lo más posible al entorno de Susan, Nikita le había
ocultado, y aunque no le parecía bien lo que iba a hacer Michael,
le ayudaría. No podía hacer otra cosa.
Se encontró frente a Susan,
cerca de su casa.
-
Hola Susan –le dijo sonriéndola
y abrazándola- ¡Cómo te he echado de menos!- e intentó
besarla.
Susan se quedó estupefacta y
a renglón seguido le empujó.
-
¿Se puede saber qué haces
aquí?
-
Susan, ¿qué ocurre? –dijo
Michael cogiéndola por los hombros.
En ese momento apareció Lara
y como había contemplado la escena se acercó a los dos.
-
Susan, creo que es mejor que subas,
yo me encargaré.
Susan miró extrañada a
Lara y a Michael y subió a su casa.
-
Michael, tengo que hablar contigo –dijo
Lara. Se dirigieron a una cafetería cercana y Lara le explicó-
Lo primero que tengo que decirte, es que es mejor que te vayas inmediatamente,
porque si alguien se entera de que estás aquí podrías
tener problemas. Y después, es que..... –las palabras no le salían-
Susan ha olvidado todo lo que se refiere a la relación que tuvo
contigo. No se acuerda. Michael, no se acuerda de que te quiere.
-
¿Qué, qué quieres
decir? –su voz y sus manos le temblaban.
-
Sólo puedo decirte eso. Ha recibido
un tratamiento y lo único que recuerda de aquello es la misión
a secas, y que tú te fuiste, y que te fuiste con Nikita, tu pareja.
Michael no podía dar crédito
a lo que estaba oyendo.
-
¿Quieres decir que no se acuerda
de que estuvimos juntos? ¿Cree que estoy con Nikita? –dijo casi
gritando- ¿quién ha sido? –bramió- Puedo hacerme una
idea –dijo después pensativo-. ¿Puedes ayudarme?-suplicó.
-
No sé, es muy complicado. Sólo
hay una persona que sepa como hacerlo.
-
El agente Fly –ratificó Michael.-
Voy por él.
Y diciendo esto salió de la cafetería
y Lara le perdió de vista. Ella tuvo la tentación de llamar
a David, pero no lo hizo. "lo siento –pensó- tú te lo has
buscado".
Una vez en el apartamento de Susan,
Lara se sentó junto a ella.
-
¿Qué hacía aquí?
–preguntó Susan
-
No lo sé Susan. Quizás
tenía permiso para estar aquí. No lo sé –y llevó
la conversación hacia otros temas.
Michael encontró a David bajando
de su coche. Se puso detrás de él y habló:
-
Sólo hay una razón por
la que no te mataría ahora mismo –dijo mientras David se dio la
vuelta y vio a Michael apuntándole directamente al corazón-
haz que Susan recuerde.
-
Será mejor que te vayas –dijo
David.
-
Quizás haya otras personas que
puedan hacer este trabajo. Quizás no seas imprescindible –dijo quitando
el seguro a la pistola.
-
De acuerdo –dijo finalmente David.
Michael y David se encaminaron hacia
un laboratorio, donde David tenía todo lo necesario.
-
Quiero que sepas que lo hice por ella
–dijo David mientras recogía unos tubos de ensayo.
-
Lo sé –dijo Michael mirándole
a los ojos- sé que lo hiciste porque la amas, pero es ella quien
debe elegir no tú.
Un vez que Michael obtuvo la droga llamó
a Lara al móvil, y se la dio, se tenía que administrar por
la noche, era un desinhibidor y sus recuerdos volverían, pero nadie
sabía a ciencia cierta si volverían todos o no.
Una vez suministrada la droga, Lara
se percató de que aquella droga podría devolverle el sentimiento
de amor hacia Michael, pero a la vez eliminaría otros recuerdos,
tendría que hablar con Michael.
-
Michael –dijo Lara, mientras él
se encontraba sentado en el sofá- Hay un pequeño problema-
continuó con los bajos cabizbajos- Este desinhibidor le hará
tener los mismos sentimientos, pero eliminará otros recuerdos, recuerdos
físicos, de su vida. Lo que quiero decirte Michael –esta vez sus
ojos desviaron la mirada de él- es que ella podrá recordar
que te ama y te quiere, pero no podrá recordar nada de lo sucedido
en la relación, ninguna relación física –garraspeó-
ni contigo ni con nadie –los ojos de Michael se quedaron fijos en ella-
bueno no creo que Susan, hubiera tenido muchas –"no debía haber
dicho eso" pensó- recordará el sentimiento no los actos.
Michael se quedó mudo. No podía
ni creer lo que estaba oyendo. Susan se acordaría de que le había
amado, y esperaba que aún fuera así y lo siguiera haciéndolo,
pero no recordaría de lo que habían hecho, de que habían
hecho el amor..... Le parecía absolutamente inconcebible.
-
Es más Michael –continuó
Lara- y aunque te pueda parecer increíble- ni siquiera recuerda
los besos, esta droga quizás es demasiado potente, pero es lo único
que podemos hacer. Y además, ya está hecho. Ten cuidado –y
dicho esto Lara se fue.
Michael se quedó esperando que
amaneciera y que Susan despertara. Estaba en un pequeño sofá
que había en la habitación de ella, y después de pasadas
las 7 de la mañana lo hizo.
Susan se despertó lentamente
–como si hubiera dormido en un sueño profundo durante años-
y al abrir los ojos vio a Michael frente a ella.
-
Mi amor, estás aquí –dijo
levantádose de la cama.
-
He venido por ti –dijo Michael y se
acercó, y la abrazó con todas sus fuerzas, después
la miró y pensó en todo lo que Lara le había dicho.
Entonces cogió de una mano a Susan y la llevó hasta el salón-
Hoy empieza un nuevo día para nosotros. Una nueva vida.
-
Michael, hay algo raro- dijo tocándose
la cabeza- Te quiero, pero no recuerdo mucho, no recuerdo tus besos, no
recuerdo ...-y se quedó callada, no recordaba ninguna relación
física con nadie, y sabía , lo sabía muy bien, que
había tenido, quizás sea una amnesia pasajera-.
Michael se acercó a ella y la
besó, y aquel beso fue para Susan como si fuera el primero, algo
inaudito quizás, pero verdadero.
-
¿Cómo he podido olvidarlo?
– dijo Susan cerca de su oído.- ¿Recuerdas todo?.
-
Cada beso, cada caricia, ....–dijo Michael
volviendo a besarla.
-
No puedo recordarlo. Quiero vivirlo-
dijo Susan volviendo a besarle.
Pero Michael, quería que todo
fuera despacio, que ella sintiera lo que él estaba sintiendo desde
hacía meses: un deseo interno que se acrecentaba y que a duras penas
podía reprimir.
-
He pensado –dijo mientras la acariciaba
el pelo- que hoy podíamos salir, quiero pasear, quiero estar contigo,
quiero que hagamos juntos todas esas cosas que siempre he querido hacer.
Para siempre.
Salieron, hacía un día
espléndido, un cielo azúl inmaculado y una brisa fresca.
Pasearon por un parque cercano. Después fueron a comer a un restaurante
cerca de un lago, mientras saboreaban vino. Después fueron al cine,
una película trivial, pero hacía tanto tiempo que Michael
no iba al cine, que le encantó.
Al salir del cine vieron un local
de música en directo, música latina.
-
Michael, ¿no te apetecería
bailar? –preguntó Susan entusiasmada.
Entraron y el ambiente era íntimo,
no había demasiada gente y después de beber una copa, los
músicos empezaron a actuar. Música frenética, y unas
letras que no podía entender, pero que llenaban de ritmo sus cuerpos.
Y empezaron a bailar.
Después la música cambió
y se hizo lenta, una música sinuosa. Los cuerpos de Susan y Michael
se acercaron más, y sus movimientos eran lentos.
Susan acariciaba el cuello de Michael,
mientras esté sostenía la cintura de Susan. Siguieron así
durante algún tiempo, y cada vez los cuerpos se iban juntando más
y más. Michael besó el cuello de Susan y ésta sintió
un estremecimiento, después sus labios se unieron, primero suavemente,
pero después con pasión, una pasión que aunque Susan
sabía que la había sentido antes, no la recordaba. Los brazos
de Michael la apretaban cada vez con más fuerza.
Michael y Susan se miraron, y en
sus ojos había una luz especial, a pesar de que estaba todo oscuro,
ellos podían verse, y no veían a nadie más.
-
Michael –dijo Susan con un hilillo de
voz.
-
¿Sí? –dijo Michael mientras
volvía a besarla.
-
Te deseo –dijo ella mientras Michael
continuaba besándola.
En ese momento Michael la miró
fíjamente, sentía el fuego de sus labios que le quemaban
y un deseo que no había sentido de aquella manera nunca, una pasión
cegadora y a la vez una ternura que le hacían ciego a todo lo que
no fuera estar con Susan, amarla durante toda la noche, durante toda la
vida. Sólo esperaba que su pasión no se desbordara, porque
quería que aquello fuera algo que nunca, nunca, olvidaran ninguno
de los dos.
-
Vamos –dijo solamente, cogiendo a Susan
de la mano.
Salieron del bar y se encaminaron hacia
casa de Susan. No estaban lejos de ella. Comenzó a llover. Pero
no les importó. Michael cogía de la mano a Susan y aprovechaban
cualquier esquina o cualquier semáforo en rojo para besarse.
Lara había ido a ver a David
de nuevo.
-
Bien, veo que por fin hemos podido arreglar
lo que has intentado estropear tantas veces.... –dijo Lara.
-
Sí –dijo sólo David.
-
Lo que ocurre es que creo que no sabes
muy bien lo que has hecho- y Lara le explicó todo, tal y como lo
había hecho con Michael- Bien-dijo finalmente- entonces sabrás
que ella le ama, y que lo amará como uno lo hace por primera vez,
para siempre. Y para acabar sólo quiero decirte una cosa, he hablado
con Ryder, y como podrás comprender no le he contado nada de esto,
pero le he puesto en antecedentes y me ha dicho que no hay ningún
motivo para que no puedan estar juntos. David, son libres, y tú
estás solo- sentenció.
David palideció por momentos,
pero entendió que no había otro remedio.
- Bueno, Lara, espero que sigamos
siendo buenos amigos, y quizás algún día podamos ir
a ..... – no puedo acabar la frase, porque en ese momento ella ya se había
ido.
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