EL CORAZÓN
DEL EVANGELIO
Por:
Adda Vélez
CRISTIANOS
UNIDOS
El evangelio de la salvación de
Jesucristo, tiene algo que es indiscutible, y que viene a ser el corazón mismo
del evangelio: EL CAMBIO.
Cuando
una persona es tocada por Jesús, lo primero que ocurre es un cambio. El cambio
puede ser imperceptible para los demás, o evidente para todos, lo importante es
que el cambio se lleva a cabo DENTRO del corazón mismo de la persona que fue
tocada por Jesús. Muchos que han
aceptado a Jesús con todo su corazón, lo primero que sienten es un deseo de ser
mejores. Ya no quieren ser igual que antes. Quieren cambiar. Algunas veces el
cambio es dramático, y personas que habían vivido en lo más profundo de las tinieblas,
son pasadas a la luz admirable de Jesucristo. Esto es el cambio. “El
pueblo asentado en tinieblas, vio gran luz; Y a los asentados en región de
sombra de muerte, Luz les resplandeció”. Mateo 4:16.
Arrepentirse de los pecados, es el
principio del cambio. No puede haber cambio sin convicción de pecado. Cuando
una persona cree que siempre ha sido buena, que siempre ha hecho buenas obras,
por lo tanto no necesita arrepentirse, No puede ser tocada verdaderamente por
Jesús. NECESITAMOS ARREPENTIRNOS DE
NUESTROS PECADOS PARA QUE EL PODER DE DIOS PENETRE EN NUESTROS CORAZONES, Y LOS
TRANSFORME.
“Desde
entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentios, porque el reino de
los cielos se ha acercado”. Mateo 4:17.
El
cambio y transformación que Jesús hace en las personas que lo aceptan, tiene un
propósito divino, que es que seamos Luz en las Tinieblas, para honra y gloria
de Dios padre. “Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” Mateo 5:16
Una de las causas de gran decepción de
las personas con respecto al Cristianismo, es que juzgan a algunos que “siendo
cristianos, se comportan como si fueran del mundo”. Es muy fácil reconocer a los cristianos que realmente
han sido cambiados y transformados por Jesucristo: Por sus frutos. “Todo
árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que por sus
frutos los conoceréis”. Mateo 7:19. Es una realidad, hay lobos rapaces
disfrazados de ovejas, que forman parte del plan del enemigo para decepcionar a
las personas, y alejarlos de la verdad. Una persona que aceptó a Jesucristo en
su corazón, es una persona a la que le
HA SIDO CAMBIADO SU CORAZÓN, Y DESEA AGRADAR A DIOS EN TODO.
Todo lo que Jesús toca, es
transformado. Y el fin único de esa transformación, es servirle a El. Esa es una tarea digna de emprenderse en
esta vida, y es el propósito que muchos de nosotros buscábamos antes de conocer
a Jesús: ¿Cuál es el propósito de mi vida?, ¿Quién soy? ¿A dónde voy?. Cuando Jesús
nos toca, el cambio sucede, y lo primero que viene al corazón es
Servirle a El.
“Vino
Jesús a la casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con
fiebre. Y TOCO su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y les servía”.
Mateo8:15. Como todo dentro del
mundo espiritual de Dios tiene un orden, así también si queremos Servir a Dios
tenemos que prepararnos.
La oración es importantísima para
recibir dirección de nuestro Padre Celestial, y la obediencia a sus mandatos
tiene que ser cosa de todos los días.
Pero también para pedirle a Dios que nos transforme completamente, que
rompa el vaso y lo vuelva a hacer conforme a sus planes en gloria, conscientes
de que por nuestras fuerzas no podemos cambiar. “Por lo tanto, todo lo
que pidieres orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Marcos
11:24.
La lectura de la Biblia, que es la
Palabra del Dios vivo, es importantísima para alimentarnos día con día, y para
tomar el agua que quita la sed. Si
queremos servir a Dios, tenemos que tener conocimiento de Dios, de Su
Palabra, y aplicarla a nuestra
vida. No es una opción, es un requisito
indispensable para no morir. “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó
conocimiento.” Oseas 4:6 a.
La fidelidad es parte del cambio,
cuando Jesús nos rescató de nuestra antigua vida, nos demostró Su fidelidad, Su
amor, y Su misericordia. Nosotros también tenemos que mostrarle fidelidad a
nuestro Señor y Salvador, en lo poco y
en lo mucho. La fidelidad es parte del
cambio que se opera en las personas que han sido tocadas por Jesús, y que están
siendo transformadas día con día. “Se fiel hasta la muerte, y yo te daré
la corona de la vida” Apocalipsis 2:10c.
El amor es uno de los sellos de Jesús
en la vida de sus elegidos. Dios es
amor, y el poder de Dios fluye a través del amor. Es un mandamiento amar a
nuestro prójimo, y el verdadero significado del amor, es que es un Arma
poderosa, un canal por medio del Cual Dios puede tocar a las personas, y
transformarlos. Necesitamos practicar el
amor día con día. Necesitamos ser un reflejo de el amor de Jesucristo por los
pecadores, y del amor de Dios por el mundo. “Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El
cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. Por ese mismo amor que Dios tiene por la
humanidad toda, es por el cual si le pedimos que nos de mucho amor para nuestro
prójimo, Dios lo hará. El amor es un
sello de los redimidos de Dios. Pongamos en práctica el mandamiento de Jesús, y
dejemos que el poder de Dios fluya por el amor, para que podamos ver frutos en
las personas que amamos. “Andad en amor, como Cristo nos amó” Efesios
5:2.
Vivamos el cambio con alegría, y
aferrémonos al evangelio de la Salvación. Sirvamos a Jesús con todo el corazón,
para que nuestros frutos sean contados por buenos. Recordemos que la antigua promesa se ha
cumplido, y al aceptar a Jesucristo en nuestro corazón, ese día comenzó el
verdadero cambio: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro
de ustedes; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne”. Ezequiel 36:26
Cambiar es nacer de nuevo. Sin nuevo
nacimiento no hay cambio, sin cambio no podemos ver el mundo espiritual de
Dios, aquí en la tierra, en esta vida, ahora. “De cierto os digo, que el
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Juan 3:3.
“Y el que estaba sentado en el
trono dijo: “He aquí yo hago nuevas todas las cosas.” Apocalipsis 21:5. A El sea toda la gloria, la honra y la
majestad.
En
su nombre.
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