EL PECADO MORA EN MI
Por: Gustavo <:><
Estoy
tratando de recordar cuantas computadoras personales (PC) han pasado por mis
manos, y definitivamente no tengo el número exacto, han sido muchas, desde 1988
en que si mal no recuerdo compré la primera, desde entonces hasta el día de hoy
además de las propias, la empresa me ha provisto de algunas como herramienta de
trabajo, así que supongo que en suma rebasan los 15 equipos, lo que tampoco
tengo claro, es el número de veces que he perdido toda la información del disco
duro, y eso si, me ha sucedido muchas veces, tan solo en este año, ya van 3
veces que esto me pasa, y cada vez que sucede, me lamento mucho por no tener la
información respaldada actualizada, de hecho la ultima vez, que me sentía
seguro pues tenia mis respaldos en zip, sin embargo
no estaba actualizado así que una vez más, perdí información valiosa. El hecho
es que me parece imposible que en tan solo unos segundos, se pierda tanta
información acumulada en un disco y esta sea irrecuperable aun utilizando el
mejor software.
Y hablando de la información que se guarda en el disco duro, ocasionalmente descubro archivo e información que hacía mucho tiempo no accesaba incluso consideraba que ya no existía, sin embargo, ahí está, basta un click para que éste se despliegue en mi pantalla. Todo esto que les comento me hace pensar en nuestro cerebro, que guarda absolutamente toda la información de nuestra vida, de tal forma que en ocasiones cuando estamos entregados a la meditación, la oración o la alabanza, sin esperarlo, por nuestra mente aparecen escenas no muy gratas y que muchas veces nos recuerdan pecados pasados, esto rompe nuestra comunión con Dios y nos hace sentir mal.
El pecado al igual que la información que guardamos en el disco duro, esta ahí, en algún pequeño espacio de nuestra mente, dispuesto a desplegarse en cualquier momento, y es ahí cuando yo quisiera que al igual que con el disco duro, se pudiera borrar para siempre esa información. Nos debe quedar claro que en principio Dios SI la ha borrado de Su mente pues “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18 ) y “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).
Así que por
parte de Dios cuando ya nos ha perdonado, no vuelve a traer los pecados a
cuenta, ¡somos nosotros mismos quienes no podemos borrar de nuestra mente el
pasado! y este nos acusa, no olvides que Satanás es el acusador (Ap. 12-10), lo que indica que de alguna forma en nuestra
vida le damos lugar al Diablo para que actúe en nuestra mente utilizando
nuestra propia experiencia de la pasada vana manera de vivir, lo que interrumpe
nuestra comunión con Dios y nos hace sentir falsos e hipócritas delante de
Dios, logrando que muchos se vuelvan atrás. El apóstol Pablo escribió en
Romanos 7: “17De manera que ya no soy yo quien
hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18Y yo sé que en mí,
esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí,
pero no el hacerlo. 19Porque no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero, eso hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago
yo, sino el pecado que mora en mí. 24¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”.
Lamentablemente
no podemos borrar las imágenes y recuerdos pecaminosos de nuestro cerebro cual
si fuera un disco magnético de los que yo en repetidas ocasiones he borrado,
así que confiando en que Dios ya nos perdonó y que Él no se acuerda más de
ello pensemos en esto: “12Así que, hermanos, deudores
somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13porque
si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis. 14Porque todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no habéis
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” (Romanos 8)
Por lo tanto, cada vez que nuestra carnalidad traiga a la mente un mal recuerdo, sustituyámoslo con un pensamiento que glorifique a Dios. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.(Santiago 4:7-8)
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