Visitantes de Occidente

by Rei Kinomoto

Capítulo 6

¿Amigo o... Enemigo?

Árboles y matorrales era todo lo que podían divisar a su alrededor; tal como lo habían planeado, no había nadie que interfiriera en los hechos que dentro de poco se llevarían acabo. Ambos se miraron por un momento, las palabras sobraban entre ellos y sólo bastaba un gesto para entender lo que estaban pensando.
El sujeto de túnica azul asintió dando su aprobación a lo que estaban apunto de hacer su acompañante, el cual estaba vestido de verde, que sin más preámbulos extendió sus brazos y separó las manos un poco, para luego comenzar con su conjuro.
- "Viento del norte, has que atienda a mi llamado, busca al ser que ha de enfrentarse conmigo, tráelo ante mi presencia, que cumpla su destino aquel que ha sido elegido"
En sus manos comenzó a formarse una pequeña esfera de luz verdosa, la cual salió despedida con gran velocidad a un lugar desconocido.
- "Ya no hay vuelta atrás"-murmuró el sujeto, mientras la esfera desaparecía de su vista y su acompañante se preparaba a realizar el mismo conjuro.

OOOOOOOOOOOOOOOO

Miró por la ventana del lujoso auto como los edificios de la ciudad daban paso a zonas más verdes y de casas esparcidas, mientras, la noche caía como un manto negro sobre el cielo de Inglaterra. Suspiró con resignación. La verdad es hubiese preferido quedarse en su casa durmiendo y descansando de la pesada semana de clases que había tenido, pero no tuvo alternativa...
Todo comenzó el viernes por la tarde, pocos después de llegar de la escuela; se encontraba en su cuarto, apenas se había cambiado de ropa y sacado algunos libros de su bolso cuando escuchó como que alguien abría la puerta del departamento. Se asomó con cautela por el pasillo, solo para ver como su madre llegaba inusualmente temprano, cargada de bolsas y con una sonrisa de oreja a oreja...
- "Buenas tardes corazón" - la había saludado.
- "Hola mamá" - contestó ella entre sorprendida y feliz - "No lo tomes a mal, pero... ¿no es muy temprano para que estés aquí? Apenas son las 4:30pm y tu y papá generalmente llegan a las 8:00 pm"
- "Es que me tomé la tarde libre para hacer algunas compras" - dijo mientras mostraba las bolsas con una sonrisa triunfal, como si se tratara de un trofeo de casería - "Mañana tendremos una fiesta muy importante y debemos estar lo más elegantes posibles ¿Verdad?"
Los ojos de la chica se dilataron de horror ante la noticia... No podía haberlo hecho de nuevo, ¡no era posible! Ya lo habían discutido cientos de veces, y su madre le había prometido que no lo haría de nuevo.
- "¿De qué fiesta estas hablando?" - preguntó con suspicacia y algo enfadada a la vez.
- "¿Acaso no te lo había comentado?" - dijo la mujer con inocencia, mientras sacaba de una de las bolsas un hermoso vestido color turquesa y se lo mostraba a su hija - "¿No es precioso? Estoy completamente segura de que te veras bellísima con él, además combina de maravilla con tus ojos... Vamos, ve a probártelo"
- "Pero..."
- "Nada de peros, hija, quiero ver como te queda"
La chica suspiró resignada, sabía que si había contra lo que no podía luchar era contra la insistencia de su madre... no la dejaría en santa paz hasta que lo hiciera lo que ella quería. Tomó el vestido y se fue a su cuarto, para salir poco tiempo después con el traje puesto.
- "Mi amor ¡Te ves preciosísima! Definitivamente heredaste el cuerpo de tu madre"- comentó la mujer con orgullo.
La chica miró a su madre por unos segundos para luego ver su reflejo en el espejo. Era verdad, el vestido se le veía realmente bien. El traje consistía en una sencilla columna de corte completamente recto en el pecho y la espalda, mientras que la falda se abría muy delicadamente desde la cadera permitiéndole caminar con soltura y otorgándole comodidad. Se amoldaba a su cuerpo a la perfección (como siempre sucedía con los vestidos que se madre le compraba) resaltando su agraciada figura y haciéndola lucir realmente magnífica. La suave tela de color turquesa se degradaba a lo largo del cuerpo, teniendo su color más oscuro en la cintura para luego irse aclarando poco a poco tomando una tonalidad suave en la región del pecho y llegando casi a blanco al final de la falda, mientras que cada ves que se movía, pequeños cristales estratégicamente colocados brillaban con gracia...
Sacudió la cabeza, no debía pensar en ese tipo de cosas en este momento; sus padre se lo habían hecho de nuevo y no debía dejarse deslumbrar por un simple vestido, no quería pasar los mismos malos ratos de antes.
- "¡Mamá! Creí que ya habíamos hablado de eso de comprometerme a fiestas que ni se de quien son" - le reclamó irritada.
- "Becky, mi amor" - respondió su madre de forma suave y paciente - "Tienes que entender que es una fiesta por el regreso a Londres del hijo de un importante cliente de tu padre y..."
- "Y un factor fundamental en la relación de un cliente y su asesor financiero es la confianza mutua, la cual sólo se logra con una larga experiencia en el área de los negocios y reforzada por la convivencia y la formación de una amistad..." - repitió de memoria la americana.
- "Exactamente"
- "¿Pero por qué siempre me involucran a mi?" - reclamó nuevamente la joven - "Saabes que odio esas reuniones donde no conozco a nadie"
- "Hhhhmmmm... ¿Cómo te veras mejor mañana, con el cabello suelto o recogido?" - murmuró mientras observaba el vestido fijamente.
- "Mamá... ¿Me estas escuchando?"
- "Creo que lo mejor será que lleves el cabello recogido, si, un moño será perfecto"
- "Mamá..."
- "No te preocupes hija, será un moño moderno"
- "¡¡¡MAMÁ!!!" - estalló la joven.
- "¿Qué sucede Becky? ¿No te gusta el vestido?"
- "Escúchame bien, no voy a ir a esa fiesta por ningún motivo, y nada de lo que me digan tu o papá me hará cambiar de opinión" - expresó la joven con gran decisión.
Volvió a suspirar con resignación.
Pero allí estaba ella, y el automóvil ya se disponía a estacionarse frente a una lujosa mansión a las afueras de Londres. Realmente fue muy ingenuo de su parte creer que podía contra dos maestros de la persuasión como lo eran sus padres.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Caminar siempre le había ayudado a pensar, y ahora más que nunca lo necesitaba.
Recorría despacio las calles de Londres sin un rumbo fijo, repasando todo lo sucedido desde el día en que llegó a Londres: su primer encuentro con el hombre de la hoz, el malentendido con los Wesley, la forma en que conoció a Rebecca Symonds, su reencuentro con Sakura y la terrible batalla que habían tenido contra aquel despiadado ser y finalmente... esa reveladora charla con Bridget Wesley...
Las cosas que dijo y esa mirada fría y penetrante.... aun le causaba escalofríos.
Sospechaba que los gemelos se traían algo entre manos, pero ahora estaba completamente seguro de que ellos sabían mucho más de lo que estaban dispuestos a dar a conocer.
- "Hay cosas que es mejor no saber, Li. Por tu propia seguridad, será preferible que no vuelvas a hacer ese tipo de preguntas" - la voz de esa chica retumbaba en su cabeza, recordándole a cada momento esa última advertencia.
- "¿Qué será lo que están ocultando?" - murmuró para si mismo.
Pero más que sus palabras, lo que realmente le perturbaba era lo que sintió en ese instante, podía jurar que era...
En fin, ya no sabía que pensar.
Había tomado el consejo de Patrick y ese mismo día buscó en la guía telefónica "Hiragisawa" apenas llegó a su casa; y tal como lo había dicho su amigo, sólo había una persona con ese apellido, probablemente el padre de Eriol. Sin perder tiempo, marcó el número y esperó a que alguien contestara.
- "Residencia Hiragisawa" - se oyó una voz masculina al otro lado de la línea
- "Buenas tardes. ¿Se encuentra Eriol Hiragisawa en casa?"
- "No, él no se encuentra en Londres ¿Quién lo llama?" - preguntó el mayordomo con un tono suspicaz difícil de ignorar por el chino.
- "Shaoran Li un... viejo amigo"
- "Ya veo..." - escuchó decir al hombre con cierto tono altanero - "No conozco ningún amigo del joven Eriol con ese nombre... le diré que usted llamó. Adios"
- "No, espere, por lo menos me puede decir donde..." - escuchó el teléfono colgarse al otro lado de la línea, cortando la comunicación - "...puedo comunicarme con él..." - agregó desanimado.
Colgó el aparato desalentado por lo que acababa de suceder. Por lo menos sabía que la reencarnación del mago Clow estaba vivo, pero el problema era dónde; era evidente que no valía la pena volver a llamar, ese mayordomo no había creído ni una de sus palabras... de todas formas, por lo menos tenían una pista, Hiragisawa no se encontraba en la ciudad, así que no perdería su tiempo tratando de encontrarlo.
Por otra parte...
Aún estaba intrigado por la forma en la que el hombre de la hoz le había arrebatado sus poderes, dejándolo completamente indefenso ante cualquiera de sus ataques. Tenía que haber alguna forma de impedir que eso volviera a ocurrir, porque quizás la próxima vez no tendría la suerte de que alguien lo ayudara.
Observó sus manos por un momento...
Físicamente se había recuperado por completo, y todo signo de fatiga y debilidad se había desvanecido el día anterior, pero no podía decir lo mismo de su magia. Sus poderes volvían lentamente, primero sólo podía hacer hechizos básicos, luego, unos más complicados y ahora podía hacer algunos avanzados pero le representaban un gran esfuerzo.
Al salir de sus pensamientos, Shaoran pudo observar una gran extensión de zonas verdes.
- "Hyde Park "- pensó
No sabía cómo había llegado al allí, pero que importaba. Se adentró aun más en el parque, sólo iluminado por los faroles que bordeaban los caminos que atravesaban aquella zona verde. Se alejó de ellos y comenzó a caminar por la grama hasta llegar a la sombra de un enorme roble; lo observó por unos minutos admirando el imponente árbol de tronco grueso y ramas largas y fuertes, llenas de hojas de un color verde oscuras.
Se acostó sobre el pasto, muy cerca del tronco de árbol, con los brazos cruzados detrás de la cabeza y las piernas totalmente extendidas. Se dejó deslumbrar con la paz que se respiraba en el lugar, y sus ojos cafés -rojizos contemplaron como las ramas eran mecidas por un frío viento; seguramente el otoño estaba cerca.
Una luz...
Entre las ramas se podía ver una pequeña luz azulada, que se aproximaba a él de forma zigzagueante
- "Una luciérnaga..." - dijo para si mismo con tranquilidad, pero luego frunció el ceño - "¿En esta época del año?"
Inmediatamente se sentó y clavó la mirada en ese diminuto resplandor que se aproximaba cada vez más rápido; cuando estuvo lo suficientemente cerca se dio cuenta de que en realidad no era un insecto, sino más bien...
Una pequeña esfera formada de magia...
Repentinamente la luz se detuvo frente al hechicero flotando en el aire, como si esperara que el hiciera algo. Shaoran la miró con desconfianza, pero luego extendió su mano derecha y la tomó con delicadeza...
- "¿Qué significa esto?"
Entre sus manos pudo sentir la presencia de una de las personas que lo ayudaron cuando casi muere, en su batalla contra el dueño de la hoz.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Hay muchas cosas de las que hablar después de 5 años... y una simple charla no es suficiente para recuperar todo ese tiempo perdido.
Aquella tarde de sábado, Sakura salió de su casa con una mochila y una pequeña cesta en la que se ocultaba Kero. Salió de su urbanización y esperó un rato en la parada de autobús hasta que uno llegara y la llevara a Knightsbridge. Se montó en uno de los tradicionales autobuses rojos de la ciudad de Londres, se sentó en el primer asiento libre que encontró y se dedicó a mirar por la ventana. Estaba realmente feliz, Tomoyo la había invitado a pasar la noche en su casa, comer pastel y conversar sobre todo lo que habían vivido en el tiempo en que estuvieron sin verse.
Se bajó en la parada y caminó un par de cuadras hasta un lujoso edificio donde vivía su amiga. Preguntó por el número de departamento de la familia Daidouji, subió al piso indicado y cuando ya se disponía a tocar el timbre de la vivienda, la puerta se abrió súbitamente y una mujer de unos 40 y tantos años, alta, de ojos azules, cabellos castaño corto y porte de ejecutiva se apareció frente a ella.
- "¡Sakura!" - la saludó emocionada Sonomi mientras le daba un fuerte abrazo - "Como has crecido"
- "Yo también estoy feliz de volverla a ver señora Daidouji"
- "Llámame Sonomi..... Pero no te quedes allí parada, entra, Tomoyo ya debe estar por salir"
- "Muchas gracias"- dijo la pequeña con una encantadora sonrisa.
La mayor de las Daidouji se le quedó mirando muy fijamente, mientras la jovencita entraba al departamento admirando todo el lujo y la elegancia con el que estaba decorado, y su mente la traslado años atrás en la época en la que ella era una estudiante de preparatoria, cuando caminaba de regreso a su casa con Nadeshiko...
- "Eres muy parecida a tu madre, Sakura"- murmuró con dulzura.
De repente Sakura, por estar distraída mirando los hermosos cuadros que decoraban la sala, se tropezó con una pequeña mesa y se cayó de cara al piso.
- "Definitivamente es idéntica..." - murmuró con una gran gota en la cabeza, para luego acercarse a la menor de los Kinomoto - "¿Te encuentras bien? ¿No te pasóó nada?"
- "No se preocupe, estoy bien"
Al poco tiempo Tomoyo salió de su cuarto y las tres mujeres comenzaron a charlar agradablemente en la sala del departamento. Sonomi estaba hablando sobre su querida prima Nadeshiko, cuando su móvil o "ese endemoniado aparato"como ella prefería llamarlo, comenzaron a sonar con chillido agudo. Una enorme vena salió de la frente de la mujer sacó el teléfono de su bolsillo.
- "Disculpen un momento" - murmuró de manera suave, apretó un botón, se dio la vuelta y súbitamente cambió el tono de su voz - "¡¿Qué esta pasando ahora?!" - prácticamente gritó con furia, ante la atónita mirada de Sakura y la sonrisa comprensiva de Tomoyo.
La menor de los Daidouji se acerco a su prima y le murmuró en el oído.
- "Mi mamá esta algo estresada últimamente debido a la expansión de su empresa y no la paran de llamar en todo el día"
- "Oh vaya, ya entiendo"
Por su parte, Sonomi seguía discutiéndoos con su secretaría.
- "¿Pero para qué quiere que yo vaya más temprano? Yo le envié todos los balances de la empresa... pero... es que... rayos" - la mujer dio un profundo respiró de resignación - "Esta bien, voy para allá"
Apretó un botón y se quedó inmóvil, de pronto alzó el brazo como si estuviera apunto de arrojar el teléfono por la ventana del departamento, pero se contuvo en el último instante dando un profundo suspiro de resignación.
- "Discúlpenme, pero me tengo que ir... tengo una reunión de accionista mayoritarios muy importante y... Bueno, no tengo opción, sencillamente me es imposible faltar..."- se disculpó con profunda tristeza
Se despidió de las muchachas, pero antes de irse hizo prometer a la hija de su querida Nadeshiko que volviera pronto para poder conversar con tranquilidad, para luego marcharse algo frustrada por el inconveniente.
Las dos chicas se quedaron solas en el departamento, dando, finalmente, la oportunidad de que Kero saliera de su escondite y se uniera a ellas para comer algunos postres, mientras hablaban animadamente, riendo y recordando viejos momentos.
- "¿Qué te parecieron los Wesley?" - preguntó Sakura tomando un trozo de pastel.
Tomoyo colocó el plato con su postre en la mesita de la sala y se puso a pensar por unos momentos, luego miró a su compañera.
- "Son buenas personas... pero muy tristes"
- "¿Tristes? ¿Por qué dices eso?" - se sorprendió la Maestra de Cartas
- "No lo sé, creo que fue algo que vi en sus ojos, en especial en los de la señorita Bridget, poco antes de despedirse de nosotras a mitad del recreo. Creo que hay algo que la tiene muy preocupada" - pero de nuevo una sonrisa se formó en su rostro - "Claro que es solo una opinión mía"
- "Quiero más pastel" - se oyó la voz chillona del guardián del sol, mientras alargaba el plato a la joven de cabellos oscuros.
- "Por su puesto Kero"
Kinomoto miró por unos instantes a su mejor amiga. Bridget y Brian ¿Tristes? No lo había pensado hasta ahora; tal vez Tomoyo tenía razón, ellos siempre han tenido un aura misteriosa y melancólica a su alrededor, como si algo los estuviera ahogando por dentro y no pudieran decirlo; pero hasta ahora nunca le había prestado atención... Después de todo Daidouji siempre fue mejor que ella en ese tipo de cosas.
- "Ay, Tomoyo, tu siempre has sido mejor que yo en ese tipo de..."
La antigua Card Captor se quedó callada repentinamente, completamente inmóvil y con la mirada perdida. Se colocó de pie mientras miraba a los lados como buscando algo... algo que irradiaba una poderosa energía.
- "¿Sientes eso Sakura?" - preguntó Kero con el seño fruncido, dejando de comer.
Ella asintió.
La chica de ojos azules los miraba sin entender nada de lo que estaba pasando; pero algo estaba claro, no podía ser nada bueno.
- "¿Qué sucede?" - pregunto la chica con preocupación.
- "Es que siento una presencia..." - murmuró - "Una presencia que ya había sentido antes..."
- "Sakura, mira eso" - dijo la chica de cabellos oscuros señalando la terraza del departamento.
En el bacón del departamento se podía ver una pequeña y brillante luz de un color verdoso que se encontraba flotando en el aire. Kinomoto se acercó a ella, abrió la puerta de cristal que separaba el balcón del resto del inmueble con mucho cuidado y extendió sus manos hacia ella, mientras la esfera se mantenía completamente quieta en el aire. La maestra de cartas tomó la pequeña luz entre sus manos, la acercó a su pecho, cerró los ojos y se concentró por unos segundos... Si, definitivamente era la misma energía de una de las personas que la ayudaron aquella vez.
De repente la luz empezó a forcejear, como un pichón atrapado, se escapó de sus manos y se dirigió nuevamente a la terraza con gran velocidad alejándose de ella un par de metros y quedando nuevamente suspendida en el aire. Kinomoto se quedó quieta sin entender muy bien que estaba sucediendo, al igual que el resto de los presentes. Para sorpresa de todos, la esfera comenzó a volar en círculos y en ciertas ocasiones se acercaba al balcón como si intentara decirles algo; la muchacha de cabellos castaños se acercó a ella con mucho cuidado, y a medida que hacía esto, la esfera se alejaba más; retrocedió un poco y la luz nuevamente se acercó al balcón y empezó nuevamente a moverse en círculos
Acaso... acaso...
- "Quiere que la siga..."- murmuró la antigua Card Captor.
- "¿De que hablas Sakura?" - preguntó su guardián.
- "Esa esfera esta hecha con la magia de una de las personas que me salvó la vida" - contestó la joven - "Tal vez sea una especie de llamado o aviso... Quizás estén en problemas"
- "También puede ser una trampa" - comentó con suspicacia Kerberos.
- "No lo creo, estoy segura de que ellos necesitan que los ayude. No los puedo ignorar así nada más, ellos nos ayudaron a Shaoran y a mi cuando más lo necesitábamos, tengo que averiguar que sucede" - mientras decía estas palabras, invocó su báculo y sacó una carta - "¡Fly!" - gritó la japonesa, liberando la carta la cual comenzó a disolverse en unas largas y ondulantes listones de niebla de aspecto delicado, las cuales envolvieron el báculo de la estrella por unos segundos, y pronto unas hermosas alas blancas emergieron de él.
La chica no perdió tiempo y se subió en él, sin quitarle la vista a la pequeña luz frente a ella. Mientras, debajo de Kero se formaba el símbolo de la estrella y sus pequeñas alas comenzaron a crecer hasta cubrirlo por completo, cuando estas se abrieron nuevamente, dejaron ver a un enorme felino de aspecto feroz. Por su parte, su amiga recogía la mesita lo más rápido que podía.
- "Yo voy contigo" - dijo Kerberos
- "Espera un momento, Sakura, voy por mi cámara de video..."
- "No, no quiero que nadie me acompañe" - indicó la joven repentinamente.
- "¿Pero qué estas diciendo Sakura?" - se enfadó el guardián - "Por lo que me contaste, el sujeto que los atacó la otra vez es muy poderoso ¿Acaso no vez lo peligroso que puede ser esto?"
- "Es por eso que no quiero que vengan conmigo, no quiero que nada malo les pase"
- "Pero Sakura..."
- "Kero, quiero que te quedes con Tomoyo y que por ningún motivo te separes de ella ¿entendido?"
- "¡Es que...!"
- "Kero, por favor, prométemelo"
- "Esta bien... lo prometo"- contestó el guardián de mala gana.
- "Cuídate mucho Sakura"- dijo su amiga
- "No te preocupes Tomoyo, ya veras que todo saldrá bien"
Sin perder más tiempo, la japonesa se paró en el borde del balcón y se arrojó cayendo unos metros, para luego emprender el vuelo. Tomoyo y Kero la vieron alejarse hasta que se perdió en el horizonte.
Cinco minutos después de esto, Kerberos lo único que hacia era caminar de un lado a otro como un león enjaulado, parecía que dentro de poco abriría una zanja en el medio del departamento. Por su parte, Daidouji se encontraba sentada en el sofá de la sala mirando fijamente por el balcón por el que hacia escasos momentos Sakura se había alejado volando, tras aquella extraña esfera de luz que la llevaba a un lugar desconocido, en el que solo Dios sabía que iba a pasar. La joven dio un vistazo al guardián, notó en el la expresión de su cara miedo mezclado con la rabia de que su ama le haya impedido acompañarla, y la verdad también ella temía por la seguridad de su querida prima, además de sentir una impotencia terrible... Recordaba con terror la batalla que le había contado Kinomoto, las dificultades que tuvo Li para tratar de contener los ataques de aquel sujeto para finalmente caer fácilmente ante su poder...
¡¿Qué pasaría si algo similar o peor le ocurriera a Sakura?!
- "No, eso no va a pasar" - pensó mientras negaba con la cabeza - "Ella va estar bien, debo confiar en que ella estará bien"
- "¡¡¡Ya no puedo más!!!" - el gritó de la Bestia del Sello sobresaltó a la joven japonesa - "Quiero ir con ella, pero Sakura me hizo prometer que me quedaría aquí contigo..."
De repente la mente de Tomoyo comenzó a recordar la petición que su amiga le había hecho a Kero... Una gran sonrisa se formó en sus labios y contempló al felino con picardía, el cual le devolvió una mirada desconcertada.
- "Ella no dijo que te quedaras aquí"- rió la muchacha - "Ella dijo que no te apartaras de mi lado..."
- "No entiendo que quieres..." - súbitamente comprendió las intenciones de la oriental, y una gran sonrisa apareció en su cara - "Tienes toda la razón... ¿Quieres seguir a Sakura?" - preguntó divertido sabiendo perfectamente cual sería la respuesta.
- "Por su puesto"
- "Ya que tu quieres ir haya... yo tendré que seguirte para no romper la promesa que le hice a Sakura" - dijo siguiendo el juego mientras se acercaba al balcón del departamento. Volteó para ver donde estaba la chica y se sorprendió al ver como esta corría por uno de los pasillos del departamento y se metía en una de las habitaciones - "Tomoyo ¿Qué esperas? Tenemos que alcanzar a Sakura antes de que algo malo le ocurra"
- "Ya voy para allá, Kero" - se escuchó en el pasillo, e instantes después apareció la joven con su cámara en la mano - "Es que no quería perder la oportunidad de grabar a la grandiosa Sakura en su última aventura"
El guardián se cayó de espaldas de la impresión.
- "Como sea..." - dijo con una gran gota en la cabeza - "Date prisa y sube a mi espalda"
La chica obedeció y una vez en la espalda del guardián del Sol, este abrió sus enormes alas blancas y saltó al vacío cayendo un par de metros antes tomar vuelo, por lo que Daidouji se aferró con todas sus fuerzas al cuello de la bestia con la cámara de video fuertemente asida a su mano. Ambos se elevaron por los cielos y atravesaron las nubes para tratar pasar desapercibidos...
O por lo menos eso intentaron...
Entre las personas que caminaban en las aceras de la ciudad se encontraba un hombre muy alto, complexión fuerte y de piel oscura, cuyos ojos estaban ocultos detrás de unos lentes de sol. Miraba fijamente el extraño acontecimiento y una torcida sonrisa se formó en sus labios.
- "Esto no se ve todo los días"- murmuró divertido.

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Lo había intentado, de veras lo había intentado.
Intentó ser amable, hacerse de oídos sordos con las indirectas y los comentarios maliciosos sobre su persona, ser lo más diplomática posible, no decir nada acerca de las discusiones vacías y superficiales. Pero ya estaba harta de fingir ser tan sólo una muñeca plástica y tonta, un lindo maniquí sin ningún tipo de opinión propia; y todo con el único objetivo de no ser "grosera ni antipática"... Ya no podía más, tenía que salir de allí.
Se desplazó sigilosamente por entre los invitados de la fiesta, hasta llegar al imponente jardín de aquella mansión. Este era un lugar salido de los sueños de cualquier persona: tenía un enorme mosaico de formas intricadas, elaborado únicamente con plantas de todas clases y flores de variados colores; todas perfectamente podadas y colocadas de forma muy bien pensada, con el único propósito de deleitar la vista. En el centro de toda aquella maravillosa creación se encontraba una fuente redonda, con estatuas hermosamente talladas, en especial la que se erguía en medio de ella.
Ella miró a su alrededor, pero no había absolutamente nadie. Se sentó en un banco cercano a contemplar la sutil y elegante belleza del lugar, lejos de aquella gente vacía y artificial.
Finalmente era libre...
- "¿Tu también huyes de la fiesta?" - preguntó una voz a su espalda.
Rebecca volteó rápidamente y se encontró con un chico de su edad, elegantemente vestido para la ocasión. Era alto, muy blanco, de penetrantes ojos azul marino enmarcados en lentes (que no le quedaban nada mal); tenía el cabello corto y con flequillo sobre la frente, del mismo color de su mirada. Estaba parado a unos dos metros de ella, observándola fijamente con una encantadora sonrisa.
- "Veo que no soy la única" - respondió un poco divertida.

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Sakura seguía a la esfera tan rápido como le era posible y tratando de no perderla de vista, lo cual no era muy sencillo; se movía a una gran velocidad y a veces hacía extraños giros que inclusive para la carta Fly le era difíciles de imitar. Súbitamente la luz comenzó a descender en picada para la sorpresa de la joven, que no tardó en hacer lo mismo, intentando no perderla de vista; cuando atravesó las nubes se dio cuenta de que se aproximaba una zona verde y llena de árboles en medio de la ciudad, una especie de parque.
Se aferró con fuerza, inclinó su cuerpo sobre el báculo, hasta que su pecho tocó el mismo y encogió sus piernas para lograr una forma más aerodinámica, mientras bajaba en picada sobre aquel lugar. La pequeña bolita de magia cambió nuevamente de dirección, comenzando a volar a poco más de un metro del suelo; y para desconcierto de la joven oriental, delante de ella pudo ver a un chico de su edad, de cabello castaño, vestido con una chaqueta azul y unos pantalones grises, corriendo a todo lo que le daban sus piernas. A medida de que acercaba más se dio cuenta de la identidad de aquella persona.
- "¡Shaoran!"
El aludido se volvió a mirarla con asombro, sin dejar de correr. Kinomoto voló hasta colocarse justo a su lado, mientras ambas esferas comenzaron a flotar una al lado de la otra, a la vez que giraban como jugueteando entre ellas y a hacer más lento su vuelo.
- "¿Tu también te encontraste con una de esas luces?"- preguntó Li agitadamente mientras corría y sin dejar de ver la luz.
- "Si, al parece quieren que las sigamos"
- "Supongo que te diste cuenta de que están hechas con la magia de los dos sujetos de la plaza ¿No?"
La chica asintió.
- "Tengo el presentimiento de que ellos necesitan nuestra ayuda"
- "¿Qué?"
- "Parece que las dos esferas van por la misma dirección, te explicare en el camino, vamos sube"
El chino comenzó mentalmente a calcular las distancias sin dejar de correr, mientras que la japonesa volaba más lento para que fuera más fácil para el subirse al báculo; no podían detenerse ni por un instante, eso podría significar perder de vista aquellas luces tan extrañas. Finalmente Li se decidió a saltar, tomó impulso y con un hábil brinco logró montarse en el báculo como si se tratara de un caballo provocando que este perdiera algo de altitud por unos instantes.
De nuevo las esferas comenzaron nuevamente a volar con una velocidad impresionante, tomando altitud y atravesando el manto de nubes que cubría la ciudad. Sakura se dispuso a hacer lo mismo, las alas del báculo se batieron con violencia permitiendo a los dos orientales elevarse por el cielo de Londres en busca de las luces.

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- "¿La puedes ver por alguna parte?" - preguntó Kerberos
- "No, aun no" - dijo Daidouji mientras utilizaba el Zoom de su cámara para localizar a su amiga - "¿Aun no puedes sentir su presencia?"
- "No... Es más, estoy sintiendo demasiadas presencias, y todas son poderosas, me es imposible distinguir la de Sakura. Estoy realmente confundido, ni siquiera se donde estamos... No lo sé Tomoyo, esto no me esta agradando nada"
Hacía aproximadamente 15 minutos que habían perdido el rastro de Sakura, no sólo no encontraban señales de ella sino que también estaban completamente perdidos en los cielos de Inglaterra; había volado en círculos todo eses tiempo intentando orientarse de alguna forma. La muchacha miró hacia abajo aprovechando un claro entre la densa capa de nubes que se extendía a sus pies, tomó su cámara y acercó la imagen lo más que pudo y con ayuda de las luces de la ciudad pudo distinguir una estructura conocida.
- "Creo que estamos justo encima del Museo Británico, al noroeste de Knightsbridge..."
- "Espera"
- "¿Qué sucede?"
- "Creo que acabo de sentir la presencia de Sakura en esa dirección, pero no estoy seguro ¿Podrías verificarlo?"
La chica asintió y apuntó hacia la dirección indicada por el guardián. Por la pequeña pantalla del aparato pudo ver dos siluetas humanas, montadas en una especie de báculo con alas, aclaro la imagen y la aumentó lo más que pudo, esta vez pudo ver con mayor claridad a las personas: era y una chica blanca de cabello castaño, vestida con una camisa manga larga y una falda, detrás de ella un chico blanco, de cabello castaño, con una chaqueta azul y pantalones grises.
- "Si es ella, y creo que esta con Li"
- "¿El mocoso?" - preguntó indignado el guardián - "Tenemos que alcanzarlos... Sujétate"
La chica asintió ante la orden del guardián, y se aferró nuevamente a su cuello. Al sentir que Daidouji estaba bien sujeta a él, Kerberos batió sus alas con fuerza en dirección a donde se encontraba su ama.
Sakura y Shaoran volaban a través del cielo de Londres con la ayuda de la carta Fly, detrás de aquellas misteriosas luces, sin notar que eran seguidos por la Bestia del Sello y su amiga
- "¿No has pensado que esto puede ser una trampa?" - pregunto Li algo preocupado.
- "No lo creo, esas pequeñas esferas están formada con la magia de las personas que nos salvaron... Ellos no nos harían daño"
- "¿Cómo puedes estar tan segura?"
- "Para serte sincera, Shaoran, no lo sé. Pero creo que si nos ayudaron cuando el sujeto de la hoz casi nos mata, ellos no deben ser malas personas ¿no?" - replicó la japonesa sin dejar de seguir las esferas de luz - "Quien sabe... tal vez estén en problemas y necesitan nuestra ayuda"
- "Quizás tienes razón"
Diciendo esto dio un vistazo abajo, sólo para descubrir que los grandes edificios, las calles pavimentadas y las luces de la ciudad de Londres habían quedado atrás, dando paso aun paisaje rústico, de amplias llanuras de color verde caminos solitarios y casa antiguas. No tardo en darse cuenta que se encontraban en las afueras de la ciudad.
- "De verdad espero que tengas razón, Sakura" - pensó el chino algo preocupado.>

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No había pasado mucho tiempo desde ambos jóvenes se encontraban sentados en una banca, de hierro forjado y hermosamente labrada en medio de aquel jardín de ensueños. Rebecca había comenzado a hablar sobre la forma tan "inusual"en la que había llegado a esa fiesta, mientras su acompañante le prestaba toda su atención.
- "Vine porque mis padres me obligaron, tienen un negocio muy importante y quieren que me lleve bien con el hijo del socio, y no se quien es. Además, ni siquiera sé a quien festejan, pero lo más seguro es que sea un patético niño rico y mimado que lo único que hace es alardear de todo el dinero que tiene"
- "¿Por qué lo dices?" - preguntó con interés el muchacho mientras se acomodaba los lentes.
- "Dime con quien andas y te diré quien eres" - contestó ella cruzándose de brazos - &"No los ves, de lo único que hablan esos tipos es de las propiedades de sus padres, los vestidos de diseñador que traen, de lo antiguo y noble que son sus apellidos, todo el dinero que tienen y de "lo difícil que es conseguir buena servidumbre en estos días"... Incluso uno se vanagloria de haber echado a 5 niñeras cuando tenía 9 años mintiéndoles a sus padres. Realmente da asco..."
- "¡Vaya! Realmente no estas muy feliz de estar aquí" - comentó divertido - "Aunque a deccir verdad yo desearía estar en otro lugar. Pensaba en escaparme de aquí en cuanto pudiera, necesito ver a alguien muy importante para mi y lo que tengo que decirle es realmente urgente...." - murmuró mirando al cielo.
- "¿Y por qué no lo haces?" - le dijo la joven - "Ve ahora. Si me preguntan, yo no te he visto"
El muchacho sonrió divertido.
- "No, hoy no. Ya es muy tarde, y si me aparezco de repente en su cuarto, su hermano me despellejaría vivo" - dijo entretenido, para luego ver el confundido rostros de la de la americana ante el último comentario - "Tranquila, solo es una forma de decir las cosas.... Sabes, eres una persona realmente agradable"
- "Gracias, tu tampoco te quedas atrás" - dijo sonrojándose un poco, para luego extender su mano en forma saludo - "Me acabo de dar cuenta de que no nos hemos presentado; mi nombre es Rebecca Symonds, y tu eres..."
- "El patético niño rico y mimado a quien festejan" - contestó él con una gran sonrisa, mientras estrechaba la mano de la joven - "Y si eres la hija de William y Julia Symonds, entonces también soy el chico con el que te tienes que llevar bien por ser el único hijo de un importante socio"
El muchacho se asustó cuando vio que Rebecca perdido el color y su mano se había puesto helada.
- "¿Te sientes bien?" - se alarmó el joven.
- "No..." - balbuceó la joven, mientras enterraba la cara entre sus manos deseando que se la tragara tierra - "¡Ay, Dios, qué vergüenza! Perdóname por toda las cosas que dije de ti, de verdad, es que yo a veces hablo de más y..."
- "No importa, es bueno conseguir algo de cruda sinceridad en sitios como este" - dijo de forma conciliadora - "Además, ahora se que verdaderamente te agrado y no es por compromiso..."
- "Y lo que comente de tus amigos..."
- "La gran mayoría de los sujetos que están allí adentro en realidad no son mis amigos, son más bien... compromisos sociales. Así que en muchas cosas estoy de acuerdo contigo. Claro, también hay personas agradable, pero no son las que definen"
Repentinamente la joven se sintió ofendida, se había dado cuenta de que ese chico había jugado con ella, dejando que dijera todo esas cosas e incluso en algunos momentos animándola para que continuara.
- "Eso no me hace sentir mejor" - dijo ella con irritación - "Me hiciste quedar como una tonta"
- "Esta bien, tienes razón, tal vez me excedí un poco...."
- "¿Tal vez?" - preguntó con algo de resentimiento.
El muchacho sonrió con resignación, mientras se colocaba de pie.
- "Esta bien, lo siento..." - dijo extendiéndole la mano "¿amigos?"
La americana lo miró algo desconfiada, pero no tardo en estrechar su mano.
- "Amigos..." - murmuró sinceramente - "Pero si me vuelves a hacer algo parecido, te juro que me las vas a pagar" - comentó con fingida amenaza.
- "Lo tendré en cuenta" - sonrió siguiéndole el juego, para luego extenderle el brazo en forma de invitación - "¿Te gustaría entrar de nuevo a la fiesta?" - Symonds lo miró horrorizada ante sola idea de entrar de nuevo a aquella sala- "Bien, tomaré eso como un no. Pero te aseguro que si estas conmigo nadie te va a molestar y harías muy felices a tus padres"
El chico amplió su sonrisa mientras su acompañante pensaba un poco la proposición. Era cierto, sus padres serían las personas más felices sobre la faz de la tierra si vieran a su querida hija del brazo del único hijo de un importante socio... Valía la pena intentarlo.
- "Esta bien"- aceptó la neoyorquina, para luego mirarlo fijamente - "Supongo que tu también ganas algo con que yo este contigo"
- "En realidad, si" - confirmó el muchacho - "Las hermanas Mc Alpine no me dejan en paz ni cinco minutos, y nos son precisamente el tipo de persona con la cual puedas mantener una conversación interesante por más de cinco minutos..."
- "Entiendo, no te preocupes"- respondió divertida.
El chico extendió su brazo hacía ella con caballerosidad para ayudarla a levantarse, la cual Rebecca aceptó encantada para luego tomarlo del brazo. Ambos caminaron hacia la entrada del enorme e iluminado salón de fiestas, del cual salía el sonido de una armoniosa música mezclada con el murmullo producido por las charlas de los invitados. Poco antes de subir los 4 escalones que separaban el jardín del lugar al que se dirigían, la muchacha se volvió a mirar a su acompañante.
- "Disculpa, no quiero parecer entrometida, pero me gustaría preguntarte algo..."
- "Si, lo que quieras"- contestó volviéndose a mirarla.
- "Esa persona especial... es un chica ¿No es cierto?"
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios y sus ojos se clavaron en el salón de fiestas, subió los primeros dos escalones junto a Rebecca, para finalmente responder la interrogante de la joven.
- "Sí, lo es"

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Después de un par de horas de persecución ambas esferas comenzaron a descender en un mismo punto, un lugar al parecer deshabitado, con bosque y zonas de pastos que se entremezclaban en un curioso mosaico de diferentes verdes.
Ambos orientales descendieron el la región en que lo hicieron las dos luces, hasta un descampado, cubierto de pasto y completamente rodeado por un bosque donde estas se habían detenido. Shaoran se bajó del báculo antes de que este se detuviera por completo y sacó su espada apenas tocó el suelo, por su parte, Sakura aterrizó a un par de metros de Li y deshizo el hechizo de la carta Fly guardándola inmediatamente en el bolsillo de su falda. El futuro jefe del clan Li comenzó a examinar cuidadosamente el lugar, tratando de captar cualquier presencia extraña o algo fuera de lo usual; mientras, la maestra de cartas se acercó nuevamente a las esferas, que revoloteaban como dos mariposas en un área algo reducida, extendió su mano hacia ellas, pero cuando sus dedos rozaron a la esfera verde, súbitamente ambas se separaron nuevamente, tomando direcciones completamente opuestas, deteniéndose justo en los limites del bosque.
- "Parece que quieren que cada uno siga una de las esferas..." - murmuró Shaoran después de ver el acontecimiento, con el seño fruncido.
- "¿Crees que debamos separarnos?" - preguntó Sakura.
- "No lo sé.... Esto me agrada cada vez menos. Puede ser una trampa"
La chica miró cada punto en los que estaban las esferas con atención, para luego dar un profundo suspiro y volverse al chino con una encantadora sonrisa.
- "No, yo no creo eso"- comentó completamente segura de sus palabras - "Ellos nos salvaron la vida, no puede haber ninguna razón para hagan eso y después nos intenten hacer daño"
Shaoran la observo fijamente mientras hablaba, realmente ella tenía una gran fe en aquellas personas a pesar de que ni siquiera habían charlado una vez. Se vio reflejado en aquellos enormes ojos verde, tan llenos de inocencia y vitalidad, una sonrisa se formó en el rostro del joven.
Tal vez ella tenía razón, salvarlos para después atacarlos no tenía ningún sentido...
Por lo menos eso era lo que él pensaba.
- "Esta bien, lo haremos" - dijo para luego señalar una de las esferas en el extremo oeste del descampado - "Yo seguiré la azul"
Sakura asintió.
- "Entonces yo iré tras la verde"
- "Bien" - aceptó el joven, pero antes de emprender la marcha, se volvió hacía la japonesa - "Sakura"
- "¿Si?"
- "Si necesitas ayuda solo manda alguna señal y yo iré en seguida"
- "Esta bien, lo mismo digo"
Ambos jóvenes intercambiaron una sonrisa decidida y cada uno siguió una de las esferas, Kinomoto tomó la verde y Li la azul, tomando caminos completamente opuestos hacía un destino incierto.
La japonesa corrió con todas sus fuerzas detrás de la luz a través de una arboleda; saltó raíces, esquivó ramas y rodeó grandes piedras, hasta llegar a una zona despejada, totalmente desprovista de árboles y recubierta con un pasto corto y tupido, donde la pelotita verde se detuvo. La joven dio unos pasos dentro de aquel lugar sin apartar la mirada de la luz que flotaba a un metro del suelo.... Pero se detuvo en seco al ver al ser frente a ella; pudo sentir su presencia, sin duda era la misma persona que ayudó a Shaoran a escapar con vida que aquella plaza...
En el medio de esta pequeña llanura, se encontraba parada una persona vestida con una túnica verde oscuro, mirando fijamente en la dirección en la cual la Maestra de Cartas se aproximaba al lugar, como si esperara que dentro de poco algo muy importante estuviera apunto de suceder...
Finalmente el momento había llegado.
El sujeto de verde extendió su brazo y la pequeña esfera de luz fue rápidamente hasta donde se encontraba, para posarse en la palma de su mano, y justo en es momento, este cerró el puño extinguiendo completamente el resplandor verde y reabsorbiendo aquel alo de magia.
La joven le miró por unos momentos totalmente asombrada, esperando algún tipo de reacción con respecto a su presencia en el lugar, pero este seguía sin mostrar ninguna emoción o sentimiento; la incomodidad de la pequeña aumentó al darse cuenta de eso, pensó que a lo mejor era que ella tomara la palabra, sin embargo no estaba muy segura de que debía decir...
- "Hola... " - murmuró sintiéndose un poco tonta - "Seguí la pequeña luz... y, este... supongo que la hiciste con tu magia... y pensé que tal vez podía estar en peligro o necesitar un poco de ayuda, por... por eso vine junto con Shaoran" - la muchacha sentía que estaba diciendo puras bobadas cuando, de un momento a otro, aparecieron en su mente, las que creyó, las palabras más convenientes para decir en ese momento. La chica hizo una reverencia mientras decía con voz dulce - "En realidad... lo que realmente quiero, es agradecerte a ti y a tu compañero, por habernos salvado del sujeto que nos atacó y además haber curado nuestras heridas... sinceramente, les estaré eternamente agradecida"
Ella levantó la mirada sin cambiar de posición para ver si la persona tenía algún tipo de reacción, pero seguía inmóvil, observándola fijamente y sin demostrar ningún tipo de sentimiento ni emoción. Se enderezó de nuevo, confundida y algo avergonzada; sencillamente no podía entender el motivo por el cual los habían llevado a ese lugar.
Un alo verde comenzó a rodear a la figura delante de la antigua Card Captor, y el mismo símbolo que ella había visto en la plaza se empezó a formar debajo de aquel ser; un remolino surgió de la mano derecha de la joven formando un báculo con el que apuntó a la japonesa.
Por algún motivo la atmósfera del lugar se empezó a volver muy densa y pesada, como si algo malo estuviera apunto de ocurrir. Sakura retrocedió un paso confundida y algo asustada por el extraño comportamiento de la persona frente a ella.
¿Acaso quería atacarla?
No, era absurdo ello los habían salvado, no tenía sentido que ahora les quisieran hacer daño.
Sakura tomó el báculo de la estrella con las dos manos y puso contra su pecho, mientras miraba con duda a aquel ser, cuyo poder crecía a cada momento y sus ropas flotaban de forma misteriosa, todo sin dejar de apuntarla de manera siniestra con su báculo, en el cual se había empezado a formar un pequeño remolino de color verde claro, que repentinamente creció de manera descontrolada dirigiéndose a donde ella se encontraba.
- "¡Jump!" - gritó la japonesa, y segundos después saltó tan alto como pudo evadiendo el ataque
Pero...
Repentinamente la columna de color verde viró en dirección a la Maestra de Cartas, atrapándola por un pie en pleno salto y estrellándola con bestialidad contra el suelo, haciendo que una pequeña capa de polvo se levantara entorpeciendo la visibilidad. La joven quedó aturdida unos segundos en la grama, pero no tuvo demasiado tiempo para recuperarse, al entreabrir sus ojos vio con horror como la persona de la túnica verde se le venía encima alzando amenazadoramente su báculo, con toda la intención de golpearla. Ella más por instinto que por otra cosa se apartó con un giro, para luego dar un saltó y alejarse lo más posible del lugar... Logro ver con espanto como el arma de su atacante impactaba contra el suelo con tal brutalidad, que abría un enorme hoyo en el suelo.
Al ver que había fallado el sujeto miró hacía la muchacha, la cual solo atinaba a negar con la cabeza mientras lo contemplaba con los ojos muy abiertos y con la mirada perdida, como si no quisiera creer lo que estaba sucediendo.
- "¿Por qué?..." - murmuraba una y otra vez.

OOOOOOOOOOOOOO

- "Dios del trueno ¡Ve!" - gritó Shaoran con desesperación, mientras intentaba eludir los ataques.
El poder del rayo logró detener la columna de agua que se aproximaba a él con peligrosa velocidad, mientras su mente hacía grandes esfuerzos para asimilar lo que acababa de ocurrir.
Hacía escasos minutos que él había llegado al lugar, luego de separarse de Sakura y adentrarse en un pequeño bosque hasta llegar a un amplio descampado, donde encontró a uno de los sujetos que lo curó después de la batalla con el ser de la hoz. Li comenzó a acercarse a él con lentitud hasta quedar a unos cuantos metros de distancia.
- "Si tu estas aquí, lo más seguro es que la otra esfera la haya creado tu compañero, el que estaba vestido de verde ¿no es así?" - ante la pregunta, el sujeto se mantuvoo inmóvil y al parecer indiferente. Li lo miró por unos instante, sus instintos le decían que algo no andaba bien y lo mejor era estar alerta ante cualquier ataque; al tiempo que volvía a hacer una pregunta a aquel hombre - "¿Por qué nos llamaron?"
Esta vez, una pequeña sonrisa curvo los labios de aquel ser, mientras un resplandor azul empezaba a rodearlo y un circulo de complicados diseños se formaba a sus pies; extendió su brazo derecho, con la palma de la mano viendo hacia el chino, mientras concentraba su energía en el punto central de su mano formando una esfera de magia, del tamaño de una pelota de béisbol. El futuro jefe del Clan Li se sintió repentinamente amenazado por la acción de la persona frente a él, por lo que tomó su espada...
Súbitamente, aquella esfera se convirtió en un poderoso remolino azul que amenazaba con golpearlo frontalmente. La sorpresa y la rapidez del ataque, apenas le dieron tiempo de invocar un insipiente campo de fuerza, el cual no logró resistir por mucho tiempo el embate de aquella devastadora fuerza, rompiéndose y provocando que chocara contra el joven hechicero, lanzándolo a varios metros de distancia.
Había logrado recuperarse de ese desastroso comienzo, y ahora se encontraba intentando, desesperadamente, eludir los ataques
Pero... ¿Por qué?
¿Por qué lo salva de encapuchado de negro y ahora lo ataca con de una manera tan brutal?
Pero que importaba ahora...
Lo importante en esos momentos era evitar que el sujeto de la túnica azul terminara lo que el hombre de la hoz no había podido concluir...
Matarlo.
- "Ráfaga de viento ¡ve!" - invocó el chino.
Una ráfaga de viento se dirigió a peligrosa velocidad contra su atacante, el cual creo un escudo con su poder con el que apenas lo pudo resistir.
Este era el momento.
Justo antes de que el sujeto de azul pudiera si quiera reaccionar, se lanzó sobre él con todas sus fuerzas, gritando con furia y con su espada alzada amenazadoramente. Esto ocurrió en fracciones de segundos, su enemigo apenas y había desecho el campo mágico a su alrededor cuando vio aproximarse a un enfurecido Li a una velocidad realmente aterradora; más por instinto que por cualquier otra cosa formó en décimas de segundo un pequeño remolino de agua que rápidamente se trasformó en una espada larga, de hoja ancha y reluciente, con la cual logró detener con dificultada la arremetida del chino.
Ambos se quedaron forcejeando con sus espadas unidas por unos instantes, en los cuales Shaoran miró directamente la cara de su atacante... Pero sólo pudo ver la parte inferior de su rostro, es decir, su boca y parte de la nariz, porque sus ojos estaban ocultos por la oscuridad más absoluta, negra y fría, la cual no parecía tener fin... Pero por un momento... por unos instantes... tuvo la impresión de que ya lo había visto, no en la plaza, sino mucho tiempo atrás.
Con un fuerte empujón por parte de los dos contrincantes se separaron a una distancia de unos 3 metros. Se quedaron quietos, examinándose el uno al otro, jadeando de cansancio, con el sudor surcando sus frentes y las espadas fuertemente asidas en sus sucias manos. Como si se hubieran puesto de acuerdo, los dos comenzaron a caminar en círculo, manteniendo las distancias y mirándose fijamente, como si se tratara de dos lobos luchando por su territorio.
Eran momentos tensos....
Ninguno de los dos se atrevía a lanzar el primer ataque, solo se estudiaban el uno al otro. Shaoran empezaba a desesperarse, sentía que cada músculo de su cuerpo se tensaba, su corazón latía más rápido y su sudoración se hacía cada vez más profusa, mientras notaba que su oponente pasaba por los mismos momentos que él.
De repente, un gritó colérico, lleno de furia contenida y algo de desesperación, se oyó por todo el lugar, estremeciendo hasta el último ser viviente que se hallaba en los alrededores, como el aullido de un lobo apunto de enfrentarse a una pelea mortal. El autor de semejante "aullido", no era otro más que el sujeto de túnica azul, cuyas emociones finalmente habían estallado. Gritaba con todas sus fuerzas, con su arma levantada por encima de su cabeza y moviéndola de forma provocadora.
Pero Li no se intimidó ante los actos de la persona frente si, ni siquiera se sorprendió... Todo lo contrario, se unió a aquel grito de guerra, liberando toda la tensión acumulada durante esos interminables minutos en que la batalla se había detenido.
Finalmente ambos corrieron hacía se contrincante, con las armas dispuestas a atacar y los corazones liberados. El choque de espadas no se hizo esperar, con una fuerza que hizo estremecer hasta la tierra, mientras brillantes chispas se formaban por el roce de los filos.
Una terrible y rápida danza de espadas se inició, con furiosos ataque de ambos contrincantes. Para sorpresa de Shaoran, tenía una sonrisa dibujada en los labios, al igual que el sujeto de azul. Ambos habían empezado a disfrutar de la batalla, porque sin duda esta era la mejor que habían tenido en sus vidas.

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Definitivamente encontrar a aquel chico había sido una bendición para Rebecca.
Desde que entró tomada de su brazo la actitud de la gente hacia ella había dado un giro de 180 grados, y ahora la trataban de con cortesía y hasta la halagaban. Conoció a otras personas muy agradables, con las que pudo mantener conversaciones verdaderamente interesantes y hacia unos momentos que estaba bailando con el aquel muchacho de lentes, tan educado, encantador y de aire misterios, el cual lo volvía increíblemente interesante y atractivo a los ojos de Symonds.
Si, se podría decir que había comenzado a disfrutar de la fiesta...
- "Si las miradas mataran..." - comentó el muchacho divertido.
- "¿A qué te refieres?"
- "Sólo observa a la chica del vestido azul claro y los guantes a juego"- le murmuró al oído mientras daba una vuelta al compás de la música - "Ella es Sheryl Mc Alpine, una de las chicas de las que te comente en el jardín"
Ella buscó con la mirada entre los invitados, cuando un sin número de gotas aparecieron en la cabeza de la americana al ver aquella expresión de verdadero odio dibujada en la cara de una muchacha de cabello castaño claro y ojos del mismo color, mientras discretamente retorcía sin piedad un pañuelo que había tenido la desgracia de caer en sus manos. Por un momento tuvo la impresión de que sacaría una pistola y se la descargaría encima...
- "No me vas a dejar sola ¿verdad?" - le preguntó a su acompañante un poco asustada.
- "Hicimos un trato ¿no? Por supuesto que no lo haré... o por lo menos no te dejare sin alguien que te apoye"
- "Eso espero..." - murmuró la chica.
- "Y por cierto... ¿Dónde están tus padres?"
- "Justo detrás de ti, hablando con los tuyos" - le respondió con algo de resignación, mientras con otro giro al compás de la música le permitía al joven ver lo que ocurría.
En efecto, los Symonds charlaban animadamente con sus padres mientras lanzaban algunas miradas discretas a la pareja de adolescentes y sonrisas de satisfacción aparecían en sus rostros. Al señor William se le hinchaba el pecho de orgullo cada vez que miraba a su hija bailando con el hijo de su socio, mientras que su esposa se veía radiante de felicidad.
- "Parece que les agrada que estemos juntos..."
- "Mientras no se estén poniendo de acuerdo en la fecha de boda, todo esta bien" - murmuró la chica con algo de ironía.
Ambos tuvieron que contener la risa ante el último comentario. Aquel pacto que habían realizado por mutua conveniencia estaba saliendo mejor de lo planeado, ambos habían logrado lo que querían con el mayor de los éxitos. Sin embargo, más allá de los intereses que podían tener, realmente estaban disfrutando de la compañía del otro, sentían una simpatía autentica y creciente a medida que la música inundaba la sala donde se realizaba la fiesta.
- "Bailas muy bien"- comentó el chico - "Además de ser una chica muy hermosa..."
- "¡Bah! Seguro que se lo dices a todas" - murmuró divertida.
Él sólo se limitó a sonreír con inocencia, mientras continuaba moviéndose al ritmo de la música de fondo. Rebecca examinó la expresión de su rostro, intentando descifrar si era un si o un no, pero por más que lo intentaba, no podía comprobar ninguna de las dos opciones.
- "Realmente es difícil saber lo que pasa por tu mente" - expresó finalmente la muchacha, comentario ante el cual él amplificó su sonrisa.
Un viento realmente helado entró súbitamente por las ventanas del recinto donde se realizaba la fiesta, haciendo que un escalofrío recorriera el cuerpo de los presentes. Rápidamente el dueño de la casa ordenó a los sirvientes que cerraran todas las ventanas para evitar que otra ráfaga de viento hiciera incomodar a los invitados.
- "¡Dios! Que frío comenzó a hacer de repente" - comentó a la muchacha mientras observaba como la servidumbre cumplía las ordenes recibidas.
Repentinamente el hijo del socio de su padre paró de bailar, ella miró extrañada como su rostro palidecía mientras observaba con verdadero consternación hacía las ventanas del lugar. En aquellos profundos ojos azules, protegidos detrás de los cristales de sus lentes, se veía una profunda inquietud... Algo no debía andar bien.
- "¿Sucede algo?"- le preguntó preocupada.
La voz de la americana pareció traer de vuelta al muchacho, sobresaltándolo un poco al principio.
- "¿Eh?... No, no es nada"- contestó con voz calmada y su habitual sonrisa.
Una atractiva mujer morena se acercó a la pareja, tomando por el hombro a la neoyorquina, la cual inmediatamente se volvió para ver de quien se trataba
- "Mamá..."
- "Lamento mucho interrumpirlos... pero ya es hora de irnos, hija"
- "Si"- dijo mientras dirigía la mirada a la persona que la salvó de una noche espantosa - "A dios, fue un placer conocerte"- se despidió extendiéndole la mano con el propósito de estrechar la de su acompañante.
Pero este tenía una idea diferente. Tomó su mano con delicadeza y la besó como solo un caballero ingles sabe hacerlo, provocando que la cara de la muchacha tomara un color rojo encendido ante la inesperada actitud del joven, mientras la madre de esta parpadeaba asombrada, para que luego una sonrisa de oreja a oreja apareciera en su rostro.
- "El placer fue todo mío" - le murmuró el chico.
Dicho esto, la miró directamente a los ojos, haciendo que se ruborizara aun más de lo que estaba, realmente ella no tenía idea de que hacer o que decir. Solo se limitó a dedicarle una tímida sonrisa antes de seguir a su madre entre la multitud. Él la vio alejarse hasta que se perdió entre los invitados, momento en el cual su cara repentinamente se enserió y tomó una expresión algo sombría.
Caminó rápidamente hacía el jardín de la residencia a paso apresurado, escurriéndose entre los invitados y ignorando deliberadamente todo mención de su nombre o cualquier invitación para acercarse a charlar un rato, sin importarle en lo más mínimo si con su actitud ofendía a alguien.
Esto era más importante que cualquier cosa.... ¡Había demasiado en juego!
Corrió por los senderos del patio, hasta una zona apartada de la mansión, en la cual se detuvo. Cerró los ojos y se concentró mientras un enorme círculo mágico que emanaba un resplandor dorado se formaba a sus pies, en el cual se podían apreciar los dibujos de la luna y el sol entrelazados, además de otros complicados diseños.
Estaba realmente angustiado. Hacía escasos instantes, sintió varias presencias en conflicto y que al poco tiempo desaparecieron, no sabía cuantas, pero conocía muy bien a dos de ellas.
Abrió los ojos y miró hacía abajo donde se encontraba el circulo mágico, intentando ver, a través del conjuro que acaba de realizar, de donde provenían aquellas fuerzas. Pero lo único que podía ver eran tinieblas... como le había sucedido últimamente. Apretó los puños con frustración, cuando escuchó aproximarse a una persona.
Era una atractiva mujer de algo más de 20 años, de larguísimo cabellos castaños el cual se movían con el viento a medida que corría hacia el muchacho, al tiempo que sus ojos marrones reflejaban una profunda angustia. Esta vestida con un ajustado traje rojo, el cual poseía un generoso escote y una enorme abertura en la pierna derecha dándole al atuendo un toque bastante sexy
- "¡Eriol! ¿Sentiste esas presencias?"
- "Si..."- murmuró con el ceño fruncido.
- "¿Sabes de donde provienen?"
- "No, Nakuru... El tiempo que percibí las presencia fue muy breve y mi hechizo falló de nuevo"
- "Pero ellos deben estar en problemas.... ¡Tenemos que ir a buscarlos!"- exclamó la guardiana con temor.
- "Podrían estar en cualquier lado.... lo más seguro es que no podríamos llegar tiempo"
- "¿Entonces nos vamos a quedar aquí con los brazos cruzados?"
- "No tenemos opción... Pero confío en su poder, seguro que ellos saldrán bien librados de esto"- le contestó con confianza.

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A medida que pasó el tiempo la pelea se hacía cada vez más pareja, ambos lanzaban y eludían ataques por igual, pero a Shaoran cada vez se le hacía más difícil mantener el ritmo de la batalla, el sudor corría por su frente, su vista se nublaba en ocasiones y sus movimientos eran más lentos cada instante, mientras su espada se le hacía más pesada, realmente temía que sus fuerzas lo traicionaran.
Su oponente se dio cuenta de que Li se debilitaba por lo que sus ataques se hicieron cada vez más feroces.
El chino se estaba quedando sin opciones y su impotencia crecía al ver que el sujeto de azul cada vez ganaba más terreno, sin duda si seguía así perdería sin remedio....
Tendría que recurrir a medidas desesperadas.
Con su espada lanzó una poderosa luz que cegó a su enemigo por unos instantes y sin perder tiempo, se alejó del sujeto unos cuantos metros, se paró completamente derecho y con las piernas unidas, colocó su espada con la punta mirando al cielo y su mano izquierda la situó justo detrás del arma; cerró los ojos mientras murmuraba rápidamente un conjuro, mientras un aro creado por su propia magia se formaba a su alrededor como un pequeño tornado de color verdoso.
- "Dios del trueno, otorga tu poder a tu discípulo, aquel que te invoca en el nombre de los de los Dioses de los cuatro rincones del mundo.... ¡Dragón de la Tierra!"
Al mismo tiempo que terminaba su conjuro giraba su espada con un movimiento hábil y la clavó en la tierra con todas sus fuerzas. Inmediatamente un cegador destello verde salió del lugar donde enterró arma, la tierra se empezó a quebrarse con devastadora rapidez, abriendo una zanja de la que emanaba la misma luz verdosa y la cual se dirigía justo al lugar donde su encontraba el encapuchado de azul...
No lo atraparían tan fácilmente....
Su circulo mágico se formó a sus pies y en fracciones de segundo su cuerpo perdió consistencia y logró desaparecer antes de la brecha lo alcanzara, para luego emerger a unos cuantos metros del lugar con una sonrisa de victoria.
Pero su suerte no le duraría mucho.
Un enorme dragón chino formado por una luminosa materia verde emergió con aterrador poderío de la tierra, para ser más exactos, de la zanja abierta por el oriental y alzó con ímpetu en el cielo como una columna; mientras el ser de la túnica de azul no daba crédito a lo que veía. Aquella bestia dio un giro inesperado y se lanzó de lleno contra el oponente de Li con las fauces abiertas, como si quisiera devorarlo. Su contrincante ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar ante la devastadora energía que se dirigía hacia él, la cual cayó de lleno contra su cuerpo haciéndolo gritar de dolor, mientras una poderosa explosión se hizo sentir en todo el lugar para luego dar paso a un sepulcral silencio.
Shaoran cayó de rodillas, sudoroso y con la respiración agitada, había puesto casi todo su poder en ese ataque y ya no tenía fuerzas para pelear; se aferró a su espada para no caer y la utilizó como punto de apoyo para levantar su debilitado cuerpo, el cual le pesaba como si estuviera hecho de plomo. Levantó su cara y con la vista medio nublada comenzó a buscar con los ojos al sujeto de la túnica azul. A unos cuantos metros de él había un agujero con una forma perfectamente circular de alrededor de dos metros de profundidad.... y en el centro de este se podía distinguir la figura de de una persona acostada bocabajo, vestida de azul y completamente inmóvil.
Era su contrincante...
La persona que le había salvado la vida y curo sus heridas... y la misma que hacía pocos minutos había intentado matarlo.
Por un momento había confiado en ellos, por un instante creyó en que podían ser sus aliados... pero en estos momentos se sentía decepcionado y traicionado.
Ya no importaba, él había vencido.
Exhausto, se dejó caer en el suelo, se acostó con los brazos y las piernas totalmente extendidas, mientras cerraba los ojos para descansar un poco. Su mente estaba en blanco, no pensaba en nada ni nadie, solo quería recuperar algo de sus fuerzas para poderse poner de pie nuevamente...
Una presencia...
Si, eso había sentido, una poderosa presencia que se aproximaba a él... era la del sujeto de azul.
Se reincorporó horrorizado y realizó un terrible esfuerzo para ponerse de pie con ayuda de su arma. Justo en frente de él se encontraba el sujeto de azul, intentando ponerse en pie después de su brutal ataque; lo hacía muy lentamente, como si estuviera resucitando de entre los muertos, hasta estar completamente erguido; caminó penosamente hacía Shaoran, algo encorvado, con un brazo izquierdo puesto alrededor de su costado derecho, y en su mano libre sujetaba con fuerza su espada. El chino se dio cuenta de que la capucha que siempre ocultaba su rostro se le había caído, dejando su identidad al descubierto y a medida que se acercaba, el oriental podía ver con mayor claridad sus facciones...
Era un chico rubio como de su edad, alto, de piel blanca, ojos azules y una mirada penetrante...
Li se quedó estático y sin palabras, mientras sus ojos no daban crédito a lo que veían.
- "¿Brian Wesley?..." - murmuró incrédulo.
- "¿Esto es todo lo que puedes hacer?" - preguntó limpiándose el hilo de sangre que corría de su boca con el dorso de la mano - "es así, nunca podrás hacer nada contra el cazador de almas" - añadió con cierto tono burlón
La vista del chino se comenzó a nublar de repente y cada músculo de su cuerpo dejó de responder a su voluntad, poco después sintió como caía al suelo y un golpe seco fue lo último que escuchó antes de caer inconsciente.

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Sakura intentaba pararse con dificultad, arrodillándose primero, con la mano derecha apoyada en el piso (aun sujetando su báculo) para no caer y la otra en su costado izquierdo. Estaba sucia y despeinada, con la ropa rasgada y con todo el cuerpo golpeado, su estado era realmente lamentable y ella lo sabía; durante las últimas horas el sujeto de verde la había atacado sin piedad y ella se había limitado a eludir los ataques y solo defenderse, pero sin mucho éxito...
Se podría decir que aun se encontraba en shock, sencillamente no podía entender el cambio de comportamiento aquella persona, que hacía apenas dos días le salvó la vida a Shaoran, para ahora convertirse en su verdugo.
El individuo de verde se acercaba a ella con lentitud hasta estar a un metro de la joven japonesa. Kinomoto alzó la vista y miró a su oponente, pudo notar que era alto, pero toda su atención se encontraba su rostro... un rostro apenas visible, cuyos ojos estaban encerrados entre profundas tinieblas y del que no se veía ninguna expresión de sentimiento alguno, sólo una permanente frialdad. Este levantó su báculo de manera amenazante, con el extreme filoso apuntándola, mientras la muchacha no dejaba de buscar algo de humanidad en su cara...
- "¡Sakura!" - se escuchó gritar con horror a una voz femenina.
Antes de su oponente pudiera reaccionar una bola de fuego proveniente del cielo le arrancó su báculo de las manos, lanzándolo por los aires y después de dar unas varias vueltas se clavó en un árbol a unos cuanto metros de distancia. Confundido por lo ocurrido, alzó la mirada para ver de donde venía el ataque, solo para encontrarse con un espectáculo poco usual: un enorme felino alado, parecido a un puma, y una chica que lo montaba.
- "¡Kero, Tomoyo!" - dijo la maestra de cartas con asombro al ver como su amiga y su guardián descendían en el lugar.
Parecía que el sujeto de verde no daba crédito a lo que veían sus ojos, por un momento se olvidó por completo de la antigua Card Captor, para prestar su toda atención a aquella bestia mágica que se aproximaba al lugar donde se encontraba.
- "Tomoyo tan pronto toque el suelo baja, escóndete en un lugar seguro y por ningún motivo salgas de allí, yo iré a ayudar a Sakura ¿Entendido?" - le indicó el guardián sin dejar de mirar su enemigo, mientras la chica asentía.
Mientras descendían la Bestia del Sello lanzó un nuevo ataque contra su enemigo, el cual logró eludir con un hábil saltó en el último segundo, tras salir de su asombro; Kero sonrió satisfecho, su estrategia había dado los resultados esperados, el sujeto de verde se había alejado lo suficiente de su ama como para darle tiempo a que se recuperara antes de que él llegara. Por su parte, Daidouji siguió las instrucciones de Kerberos al pie de la letra, tan pronto este aterrizó ella saltó de su lomo y corrió con todas sus fuerzas hacía un matorral en la frontera que dividía el bosque de la zona de pastos y se adentró un poco en el lugar; tan pronto se sintió que se encontraba bien oculta sacó su cámara y comenzó a grabar los eventos...
Por nada del mundo se perdería esta nueva aventura de Sakura... Pero pronto se daría cuenta que este no era un juego de niños.
Sin perder tiempo, el Guardián del Sol corrió hacia Kinomoto colocándose entre esta y su contrincante de manera protectora, mientras gruñía con furia contra aquel que se atrevió a herir a su querida ama, el cual parecía haberse recuperado de la sorpresa inicial que le causó la inesperada entra da de aquellos dos seres y ahora los observaba con la misma expresión fría de siempre.
- "¿Te encuentras bien?" - preguntó el guardián con preocupación a su ama, sin dejar de ver cada uno de los movimientos de aquel ser.
- "Si..." - murmuró la joven sin apartar la mirada del suelo, aun muy aturdida por todo lo que había sucedido.
La bestia vio como el sujeto de verde extendió su brazo derecha hacía donde había caído el báculo, este comenzó a brillar con una intensa luz verde al igual que la mano del ser; sin previo aviso el objeto salió disparado hacía su dueño, atravesando el claro para finalmente caer su mano. Tomó el báculo con ambas manos, las cuales estaban separadas por unos cuarentas centímetros, apuntando su extremo filoso a Kero e inclinándolo ligeramente hacía abajo, con el cuerpo de lado, las piernas abiertas y algo flexionadas, listo para el ataque.
El guardián frunció el ceño, furioso por la actitud de su oponente. Sus orejas se inclinaron hacía atrás y se agachó un poco, dispuesto a saltar sobre su enemigo.
- "¡Desgraciado!" - le gritó - "¿Cómo te atreviste a hacerle daño a Sakura? Me las pagaras"
Apenas terminó de decir esto se abalanzó sobre el sujeto de verde, quién eludió el primer embestida, pero en no tuvo tanta surte en la segunda oportunidad. El guardián se le lanzó con las fauces abiertas, el encapuchado se defendió con su báculo antes de precipitarse aparatosamente al suelo, quedando la Bestia del Sello encima de su enemigo mientras mordía su báculo con furia, mientras este lo tomaba con ambas manos intentando que el animal se lo arrebatara.
En el medio del forcejeo un enorme círculo mágico que emanaba una luz verde y de complicados de diseños apareció debajo de ellos, Kerberos se quedó pasmado al ver y sentir como aquel individuo se deshacía entre sus patas al tiempo que dejaba de sentir su presencia.
- "¡¿Cómo...?!"- gritó alarmado.
Pero no pudo terminar la frase, justo detrás de él sentía nuevamente la presencia del sujeto de la túnica verde. Apenas y tuvo tiempo de volverse y ver como su contrincante le lanzaban una ráfaga de viento que lo golpeo de lleno, arrastrándolo por el suelo con atroz violencia haciendo que con su cuerpo abriera una brecha de considerable profundidad en la tierra y dejándolo casi inconsciente y muy mal herido.
El animal se había detenido muy cerca del sitio en que se encontraba Tomoyo, la cual estaba realmente horrorizada con la barbarie desplegada por aquel sujeto. Hacía algún tiempo que había dejado de gravar, no tenía el valor para hacerlo, miraba con lágrimas en los ojos como el Guardián del Sol intentaba levantarse penosamente, mientras que Sakura se encontraba aun aturdida por lo golpes, sentada a unos cuantos metros de distancia del lugar... estaban apaletado a sus amigos en sus narices...
¡Sencillamente no podía estar allí haciendo nada!
- "¡Kero!" - gritó la chica preocupada
Sin pensarlo dos veces salió de su escondite y se aproximó a ayudar al debilitado guardián. Al estar lo suficientemente cerca comprobó con tristeza la magnitud del daño causado: las hermosas plumas blancas de una de sus alas estaba completamente teñidas de rojo, además de que estaba fracturada; tenía grandes raspones, algunos profundos y otros no tanto, en todo el cuerpo que comenzaban a sangrar.
- "Tomoyo... te dije... que no salieras... de tu escondite" - murmuró Kero enojado.
- "Pero estas muy mal..."
- "Eso no me importa... le prometí a Yue que protegería a Sakura antes de que lo sellaran... y no voy a permitir que este tipo le haga daño..."
Kerberos dejó de hablar al ver el semblante aterrado de Daidouji, la cual parecía mirar a algún punto en el vacío, se volvió hacía la dirección que los ojos de la joven le indicaba, solo para encontrarse con la figura del sujeto de verde, alta y siniestra. Este extendió los brazos hacía ellos, con el báculo fuertemente asido en su mano derecha, al tiempo que el mismo símbolo que la Bestia del Sello había visto hacía escasos minutos se formaba debajo de ellos.
- "¡Detente!"
Todos dirigieron las miradas hacía donde venía la voz: ante ellos se encontraba Sakura, parada con firmeza, su báculo bien sujeto en su mano y una expresión decidida en su rostro difícil de ignorar.
- "No te permitiré que le hagas daño a mis amigos"
Ante aquellas palabras, finalmente, la expresión fría del rostro de aquel individuo dio paso a una sonrisa satisfecha. Extendió su mano con la palma mirando al cielo, mientras murmuraba palabras en voz baja que la japonesa no pudo entender. Inmediatamente el círculo mágico que se encontraba a los pies de Kero y Tomoyo comenzó a brillar con mayor intensidad, hasta envolverlos completamente. Cuando la luz se disipó la antigua Card Captor pudo ver como sus amigos estaban encerrados en dos esferas traslucidas de color verde claro.
Dentro de ellas Daidouji golpeaba la superficie con sus puños mientras trataba de decir algo que Kinomoto no podía escuchar, mientras que Kero yacía en el fondo de la suya, con apenas fuerzas para levantar la cabeza.
- "¿Qué les hiciste?" - preguntó la Maestra de Cartas con resentimiento.
- "Los encerré en una burbuja"- contestó la persona con voz femenina que le pareció conocida - "El oxigeno que tienen solo les durará 10 minutos, si me derrotas quedaran libre, si pierdes o tardas demasiado en vencerme ellos mueren asfixiados; así que será mejor que ahora empieces a pelear en serio"
Apenas terminó de decir estas palabras lanzó un poderoso ataque contra la antigua Card Captor, la cual casi por acto reflejo sacó la carta "Jump" gracias a la cual podo dar un hábil salto, para escapar del remolino verde que se aproximaba a ella. Cayó detrás de su oponente sacó una nueva carta.
Ahora todo era diferente, la vida de Kero y Tomoyo estaban en peligro, y haría hasta lo imposible para salvarlos.
- "¡Wood!"
Un sin número de ramas salieron de la carta en dirección a la mujer de verde, a la cual el ataque la tomó completamente desprevenida, enroscándose en sus brazos, piernas y cintura, arrancándole el báculo de las manos y dejándola indefensa mientras forcejaba por soltarse. La japonesa sonrió complacida por su actuación.
- "Ríndete y liberalos"- exclamó la Maestra de Cartas
- "Esto aun no termina" - respondió su contrincante con una sonrisa maliciosa.
Para sorpresa de la joven oriental, extendió las palmas de las manos y en estas se empezaron a formar una par de esferas de magia, las cuales se deshicieron en pequeñas tiras de viento que como delgadas cuchillas comenzaron a cortar sus ataduras dejándola completamente libre. Se arrancó los restos de follaje que aún cubrían su cuerpo con rapidez y sin perder tiempo formó una bola de energía en su mano derecha, la cual lanzó sin reparos contra la antigua Card Captor
- "¡Shield!" - gritó esta al ver como el ataque se aproximaba a ella a gran velocidad.
La esfera chocó contra el escudo, desatando una cegadora luz que aturdió a Sakura por unos instantes. Una vez disipada, la joven se dio cuenta que este no había sido un ataque, sino una maniobra de distracción para que la mujer de verde pudiera a recuperar su báculo sin quedar a la merced de algún arremetida de la japonesa. Kinomoto se volvió para mirar la condición de sus amigos (todavía bajo la protección de la carta "Shield")...
Tomoyo estaba recostada en uno de los costados de la burbuja en la que estaba encerrada, respirando con dificultad y una de sus manos descansaba sobre su pecho, parecía hacer grandes esfuerzos para no desmayarse. Por otra parte Kerberos estaba completamente echado en el fondo de su prisión y lo único que indicaba que seguía con vida eran sus ojos entre abiertos, que la observaban de manera triste y el movimiento de su pecho producto de una dificultosa respiración.
Sakura comenzaba a desesperarse, el tiempo pasaba y parecía que no había forma de derrotar a su oponente... pero no podía darse el lujo de perder en estos momentos, sus amigos dependían de ella. Metió la mano en su bolsillo y sacó una carta; era la hora de combatir el fuego con el fuego...
- "¡¡Windy!!"
Una especie de ente femenino comenzó a emerger de la carta, tenía un amarillo muy claro y alas parecidas a las de una libélula; mientras, su contrincante formaba una gigantesca espiral verde que se elevaba por los cielos. La card voló con suavidad, pero con rapidez, hacia la aquel remolino verde que erguía en el firmamento.
Las dos fuerzas se encontraron en el medio de los dos contrincantes, chocaron y desataron ráfaga de vientos huracanados que sacudieron los árboles con brutal violencia y arrancando sus ramas. Empezaron a entrelazarse como cintas verdes y amarillas creando complicados diseños en el cielo Inglaterra.
La Maestra de Cartas hacia un esfuerzo sobrehumano para mantener su báculo en posición y concentrarse para controlar a la carta, a la vez que intentaba mantenerse en pie para no salir despedida por el terrible poder de la confrontación de los dos "vientos".Por su parte la mujer de verde parecía tener los mismos problemas que su oponente ante el poderío de las dos fuerzas, hasta el punto que una de las ráfagas le arrancó la capucha que ocultaba su rostro...
Pero súbitamente algo extraño empezó a ocurrir...
Ambos vientos comenzaron a fusionarse en uno solo, en una poderosa y única fuerza, tomando el aspecto de la carta Windy pero del mismo color verde del remolino ante el desconcierto de todos los presentes. Repentinamente aquella fuerza enloqueció, aquella figura comenzó a volar hacía arriba mientras daba una especie de grito sordo al tiempo que su rostro se contorsionaba con una profunda expresión de... ¿dolor?
Era demasiado poder para cualquiera...
Súbitamente viro hacía abajo y comenzó a dar vueltas caóticas alrededor del claro de bastando todo a su paso, arrancando los árboles de raíz y volando en mil pedazos el suelo cuando chocaba contra él.
Tomoyo observó el acontecimiento completamente pasmada, mientras Kerberos no terminaba de creer que algo semejante pudiera estarle ocurriendo a una carta creado por Clow... siendo esta su última reflexión antes de caer completamente inconsciente.
La mujer de la capucha elevó su magia al máximo en un intento desesperado por controlar al "monstruo" que sin querer habían creado; el círculo a sus pies comenzó a brillar con una intensidad sorprendente y cerró los ojos mientras murmuraba palabras incomprensibles para el resto de las personas que se encontraban en lugar. Sakura intentó hacer lo mismo, pero ya no podía más, su magia había llegado al límite, estaba agotada tanto física, como psicológicamente por la lucha...
¡Ya no podía más!
El nivel de magia de Sakura empezó a descender drásticamente, al igual que su fuerza, mientras sentía que se desmayaría en cualquier momento. El símbolo de la estrella desapareció del suelo y la joven japonesas cayó de rodillas completamente extenuada.
El ente formado de viento continuaba sembraba la destrucción a su alrededor, sus giros se volvían cada vez más violentos y la devastación que creaba era cada vez mayor. Se abalanzó sobre la mujer de verde a una velocidad pasmosa dispuesto a aniquilarla, mientras esta no movía un músculo, continuaba muy concentrada en el conjuro que estaba realizando. Cuando tan solo le faltaba un metro para lograr su objetivo colisionó con un extraño campo de fuerza, que solo era visible desatando destellos verdes cuando era golpeado. El monstruo lo intentó varias veces más sin resultado alguno, por lo que decidió cambiar de victima... Aquella pequeña muchacha que se encontraba arrodillada en el pasto y completamente desprotegida.
Kinomoto en medio de su debilidad sintió una caótica presencia se aproximaba a ella, levantó la cabeza para ver de donde provenía cuando sus ojos se dilataron aterrados al ver como aquel enorme monstruo de color verde se le venía encima. Por instinto, saltó con todas sus fuerzas para alejarse del lugar en el último instante, logrando evitar golpe frontal, sin embargo no pudo escapar de los vientos huracanados que arrastraba a su alrededor el ente, los cuales la hicieron estrellarse aparatosamente contra una arboleda cercana.
Súbitamente la chica de la túnica abrió los ojos y lanzó una poderosa ráfaga luminosa contra aquel ser, la cual impactó contra la espalda del mismo logrando deshacer su hechizo pocos segundos después. Las dos fuerzas se separaran, para que al poco tiempo el remolino que ella había creado desapareciera en el aire y la ya muy debilitada Windy se fuera en picada contra el suelo y en cuanto se estrelló contra este se deshizo en listones de niebla que se unieron para volver a ser una carta, que agitada suavemente por la brisa rodó un par de veces sobre el pasto. Ella se caminó hasta donde la card se encontraba, se agachó casi con respeto, la tomó entre sus manos y esta comenzó a brillar como lo había hecho aquella noche en la plaza, pero instantes después dejó de hacerlo; la mujer observó la carta unos momentos más y para luego guardarla en la manga de su túnica.
Por su parte, Sakura se encontraba tirada en el piso, y cuando intento levantarse una terrible punzada que se extendía por todo el lado izquierdo de su pecho y el brazo se lo impidió, el dolor era insoportable. Miró y se dio cuenta de que su brazo estaba dislocado desde la articulación del hombro y todo movimiento lastimaba aun más la lesión. Pero más que esto, lo que realmente le dolía era que una de sus propias cartas la había atacado...
¿Cómo había podido ocurrir algo semejante?
La mujer de verde se acercó lentamente a la mal herida Kinomoto, durante la última batalla su capucha se había caído dejando ver su rostro... el cual era muy bien conocido por la joven japonesa
Ante ella se encontraba una chica de su edad, de largo cabello rubio y ondulado, piel blanca y unos grandes ojos azules. Los ojos de la japonesa se dilataron de asombro y espontáneamente comenzaron a llenarse de lágrimas de desolación.
La persona que tantas dificultades le había hecho pasar en las últimas horas, no era otra más que Bridget Wesley...
- "No... no es verdad... ¡Tiene que ser mentira!" - casi gritó Sakura mientras las lágrimas corrían por su cara.
- "Perdóname Sakura, de verdad hubiese preferido no hacer esto... pero no tenía alternativa"- murmuró serenamente mientras una bola de magia se formaba en su mano derecha.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Se esforzaba por no gritar de dolor, mientras sentía que su cuerpo estallaría en cualquier momento.
Pocas horas antes él se encontraba caminando tranquilamente por la calle después de un duro día de trabajo, cuando empezó a notar un fuerte dolor de espalda; no le prestó mucha atención, seguramente se debía a alguna mala postura o tal vez por el esfuerzo que había realizado aquel día, cuando llegara a la su casa tomaría un analgésico, se recostaría un rato y en poco tiempo se mejoraría.
Pero no fue así.
Ahora se encontraba se encontraba en un callejón apartado y oscuro, arrodillado en el suelo y con las manos cruzadas sobre el pecho, abrazándose así mismo, como si esto pudiera impedir que su cuerpo volara en mil pedazos. Gruesas gotas de sudor corrían por su frente, y respirar le resultaba casi imposible, mientras intentaba con todas sus fuerzas no caer inconsciente.
A sus pies un enorme círculo mágico brillaba con increíble intensidad.
- "No... no otra vez" - gimió aquel hombre en medio de su sufrimiento casi agónico - "¿Qué me esta pasando? ¡¿Qué me esta pasando?!..."

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