UN
VIAJE POR EGIPTO...
Por
Yushi Hannia Bellum
El aeropuerto estaba atiborrado de gente, personas que entraban y salían del país. Las azafatas y pilotos iban y venían dispuestos a emprender el nuevo viaje ya sea fuera de su país natal, o para volver a él. Los viajeros, apresurándose para no perder su vuelo caminaban presurosos hacia las aduanas; en la sala de espera una joven de cabellera color caoba claro miraba su reloj a cada minuto, su avión estaba por partir pero no podía marcharse, no todavía. Él le había prometido estar ahí para despedirla, y él nunca rompía sus promesas...
El
altavoz dio la última llamada para abordar en vuelo 406 con destino a Egipto,
con los ojos llenos de lágrimas, la jovencita tomó su maleta y se acercó a la
puerta de acceso que la llevaría al avión, le entregó a la azafata su boleto
y escuchó su nombre a lo lejos. Su corazón latió aceleradamente al dar media
vuelta y verlo venir. ¡Era él, estaba ahí como había prometido, estaba ahí
para verla partir...!
Sin
notar la expresión conmovida de la azafata que sostenía el boleto, la
jovencita corrió hacia él lanzándose a sus brazos, era un poco mas alto que
ella, de cabellera rubia y piel blanca, al tenerla a su lado la abrazó
fuertemente, deseando que ese momento se prolongara eternamente, pero sabía muy
bien que debía dejarla partir. Haciendo un esfuerzo la aparto de sus brazos y
limpió las lágrimas que resbalaban por las mejillas sonrojadas de a chica, sus
hermosos ojos amatistas brillaban por las lágrimas contenidas y el sentimiento
que le profesaba a èl.
-No
debes llorar pequeña, cuando regreses volveremos a estar juntos... Son solo
treinta días Hanna, solo treinta... – susurró para tratar de calmarla, ella
contenía las lágrimas mientras asentía.
-Lo
se... es muy poco tiempo, pero me parece que será una eternidad... Voy a extrañarte
tanto Marcos...
-Y
yo a ti mi querida Hanna...
Las
azafatas observaban enternecidas aquella hermosa escena, no era difícil ver el
amor que ambos se profesaban, ese último beso de despedida las hizo olvidarse
del tiempo haciéndolas recordar algún antiguo amor...
El
avión despegó un par de minutos después mientras Hanna observaba la pista de
aterrizaje a través de la ventanilla, treinta días lejos de su amado Marco serían
difíciles pero estaba segura que al lado de White Fire la espera sería más fácil...
A
miles de kilómetros, en un país lejano, un par de chicos observaban el
atardecer leonado a la orilla del desierto.
-Ya
viene... ¿No es esto emocionante hermanito?- preguntó el mayor con una sonrisa
en sus labios, el otro chico que permanecía a su lado también sonrió con
despreocupación.
-Sí...
No pensé que Marcos fuera capaz de enviarla sola. Esperaba verlo aquí.
-Es
porque sabe que estarás aquí para protegerla Yoh, fue parte del trato ¿recuerdas?
El
muchacho, que no era otro que Hao Asakura, se levantó de la piedra en que
estaba sentado y entró a la pequeña casa de adobe que había sido su hogar las
últimas semanas, su hermano menor, Yoh Asakura permaneció donde estaba,
observando el horizonte, recordando ese trato del que su hermano hablaba...
-Es
un objeto de suma importancia Yoh, hay que llevarlo ante la presencia de los
grandes espíritus antes que ocurra una desgracia... Si llegase a caer en las
manos equivocadas sería el fin de todo...
-Y
sin embargo me está diciendo que el único que puede obtenerlo es aquel que
posee al espíritu de fuego, es decir Hao...- al otro lado de la línea, Jeanne,
la jefa de los soldados X permaneció en silencio. – De acuerdo, haré ese
viaje para asegurarme que no haya problemas, pero a cambio necesito un poco más
de información al respecto, ¿qué es exactamente lo que contiene ese jarrón?
-Un espíritu muy poderoso, los antiguos egipcios lo llamaban Amón. Es el espíritu de un Dios...
-Así que es un Dios... – susurró para si mismo el muchacho, un par de minutos después colgó el teléfono y se marchó de Japón sin decirle nada a nadie, era una misión un tanto peligrosa y no quería que algo malo le ocurriese a ninguno de sus amigos. Al llegar a aquel lejano país descubrió que Hao ya le esperaba. Habían hecho un trato y en unos cuantos días, una persona en quien Jean confiaba plenamente se uniría a ellos para ayudar a obtener aquel jarrón. Los hermanos Asakura nunca habían visto a esa persona, sin embargo, aún a esa distancia podían sentir su gran poder espiritual...