Teorias de que la tierra  es hueca

"La puerta de la cueva abierta, otra puerta cerrada, un viento muy caliente salir, mirando esta puerta con gente dentro, como en sueños, la gente es un dios, vive en la cueva, se llama HANT TE SOMMA, tiene vestidos blancos y una cara blanca, HANT TE SOMMA, viene muy antes vivir con los seris, no esta aqui ahora pero vive en las cuevas, AKOK KAMMA mirando esta dios en las cuevas" Leyenda kunkaak(seri), Sonora, México

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Uppsala 1999

Enero el de 1967 el satélite ESSA-3 tomó una fotografía peculiar del polo norte. La foto mostró un agujero muy grande, aproximadamente de 2000 kilómetros de diámetro. Dos años más adelante el satélite ESSA-7 sacó a una foto incluso mejor de la entrada a Agharta la tierra hueca.

 

 

El Almirante Richard E Byrd es el mas famoso de los aventurerados en afirmar la teoria de la  tierra  hueca, pero es sir Edmund Haley, el descubridor del cometa Haley, que primero hizo alusión a que la tierra era hueca. Él descubrió que el polo norte  magnético podría cambiar de lugar a  de tiempo en tiempo y su  explicación  era que debian existir otros mundos dentro de la tierra, todos con sus propios polos magnéticos. Él pensó que había  otros tres planetas dentro,  cada uno con su propia posición y  rotación.  

Halley finalmente propuso que la tierra fue compuesta de unas cuatro esferas, cada una  dentro de la otra.

Halley también sugirió que el interior de la tierra fuera poblado con vida y e iluminado por una atmósfera luminosa. Él pensó que los borealis del aurora (las auroras boreales), o las luces norteñas, eran causadas por el escape de este gas a través de una corteza fina en los polos.

Haley era científico reconocido y nadie se atrevido a oponerse a sus teorías en ese entonces, a partir de el otros científicos han agregado o simplemente modificado sus teorías.

 

Leonard Euler,  matemático suizo, decia  que en vez de los planetas que rotaban pudiera haber un sol en el centro. Si hubiera una la luna que rotaba alrededor del sol interno habría días y  noches en el centro de l a tierra. El matemático escocés, sir Juan Leslie, pensaba que allí habia dos soles, él los bautizó Pluto y Prosperpine.

Otras teorías explican que existen  un sol y una luna que se mueven en órbita alrededor uno del otro.

Uno de los hombres que en más ocasiones visitaron ambos Polos antes de estallar la II Guerra Mundial fue sin duda el vicealmirante Richard E. Byrd, En febrero de 1947, poco antes de emprender una expedición al Polo Norte declaró que "quisiera ver esas tierras que hay más allá del Polo". Se tomaron sus palabras como una expresión poética sin importancia, pero cuando más tarde, el 13 de enero de 1956 envió otro mensaje igualmente incomprensible cuando volaba sobre el Polo Sur, se llegó a la conclusión de que el vicealmirante había enloquecido. Dijo que veía unos bosques y lagos, e incluso animales semejantes al mamut, pastando en una región situada más allá del Polo. ¿A qué lugar se refería el explorador?.

Cuando regresó a su casa, reprendieron severamente a Byrd y le prohibieron hacer más declaraciones propias de un demente. Byrd moriría meses más tarde, decepcionado al ver que sus compatriotas se negaban a aceptar lo que el consideraba el descubrimiento más sensacional de los últimos años. Sin embargo, no todos lo iban a tildar de loco. Hubo un tal Amedeo Giannini, de origen italiaño, que meditó sobre las palabras de Byrd, realizó investigaciones sobre algunos testimonies del siglo pasado y terminó escribiendo una curiosa obra titulada Mundos más allá del Polo, publicada en 1959.

Richard E. Byrd

Se refería Giannini en su libro a la aventura del noruego Fridjtof Nansen, quien descubrió el 3 de agosto de 1894 en la región norte de Groenlandia algo que lo dejó perplejo. Se encontraba en los 86 grados de latitud norte cuando halló unos troncos arrastrados por la corriente marina procedente del norte. ¿Troncos de árbol en las inmediaciones del Polo Norte, donde lo único que existe es hielo, esquimales y osos blancos? Este hallazgo sería confirmado poco tiempo después por el comandante McClure cuando exploraba la tierra de Banks, isla del archipiélago ártico. Y también por el capitán Beechy en la costa oeste de la isla Spitzberg, quien encontró al mismo tiempo gansos silvestres que volaban, inexplicablemente, rumbo al norte.

Giannini encontró además, en algunas leyendas escandinavas, alusiones a una tierra oculta entre los hielos, al norte, en la que vivía una población desconocida. ¡Qué gente era aquella? ¡Vivía todavía en las regiones polares o era la misma que habitó en la antigua tierra de Thule, antes de ser invadida por los hielos?

Un año después de aparecer el libro del italiano, se dio a conocer una curiosa noticia por el periódico Globe and Mail de Toronto. Era la fotografía tomada por un aviador cuando volaba sobre la región ártica, en la que aparecían unos bosques espesos. Nadie le hizo caso a la foto. Pero un psiquiatra de Los Angeles, el Dr. Nephi Cotton, recordó entonces la historia que un paciente noruego le contó cinco años atrás.

Aquel hombre había escuchado en su juventud, de labios de los pescadores de su país, historias muy extrañas sobre un misterioso país situado en los confines árticos del planeta. Decidió partir un día acompañado por un amigo, a descubrir aquellas tierras del norte. Navegaron entre icebergs durante un par de meses, hasta que llegaron a corta distancia de una montaña cercana al mar. Se internaron los dos viajeros por un fiordo que los condujo a un país con bosques, poblado por animales de gran tamaño.

Unos hombres de gran estatura los invitaron en una lengua extranjera a bajar a tierra. Les dieron de comer y fueron a despedirlos más tarde a su embarcación, con grandes muestras de afecto. Esta sería la historia que el noruego contó al psiquiatra, y que nadie tomó en consideración, por considerarla propia de un loco. Sin embargo, ninguno de los escépticos lectores sabía que a fines del siglo pasado había sucedido una aventura semejante, protagonizada por otro noruego amigo de aventuras.



Se va gestando la teoría de la Tierra hueca

Siendo todavía joven, Olaf Jansen viajó con su padre rumbo al norte y arribo a un país donde la temperatura era agradable y el sol brumoso, diferente al que conocían los viajeros. Recorrieron el lugar, poblado por exuberante vegetación, y fueron a encontrarse frente a un auténtico mamut. De regreso a casa, la embarcación chocó contra un iceberg y el señor Jansen cayó al agua. Su hijo sería rescatado por la tripulación de otro barco, que escuchó, su asombrosa historia. En consecuencia, Olaf fue encerrado en un manicomio, donde permaneció veinte años. Tuvo tiempo de escribir un libro que tituló El dios que humea, refiriéndose al extraño sol que parecía desprender humo.

Por aquellos días, el norteamericano William Reed lanzaría una curiosa teoría sobre la misteriosa región polar, basándose en el libro escrito por el noruego loco. Dijo que en cada uno de los dos Polos de la Tierra se abre una abertura circular que permite la entrada al interior de la misma. ¿También este hombre se había vuelto loco?



Las evidencias:

Explicaba Reed que la fuerza de gravedad es tan intensa en las aberturas polares que el agua de los ríos interiores se precipita a la superficie del planeta, donde se hiela y se transforma en icebergs. Se quiebran a continuación éstos en fragmentos de tamaño gigantesco que producen las extrañas marejadas bien conocidas por los exploradores polares. Dentro de los bloques de hielo llegan a la superficie plantas y animales de todos los tamaños, como un mamut que encontraron en Siberia en 1799. Los científicos de aquella época declararon que el mamut se encontraba envuelto en hielo desde hacía miles de años. Reed afirmaba, por el contrario, que el enorme animal se aventuró imprudentemente hasta la abertura del mundo exterior y fue arrastrado por la corriente hasta las tierras siberianas.

William Reed tendría un fuerte defensor de sus ideas, a partir de 1920, en el personaje de su compatriota Marshall D. Gardner, quien había observado ciertos extraños fenómenos e ideó nuevas teorías para completar las anteriores. Había observado la nieve de color que cae ocasionalmente sobre las regiones árticas, y se preguntó si no seria causada por el polen de las plantas que crecen en ese desconocido interior del planeta.


Aunque suene a absurdo, estas teorías son tan antiguas como la humanidad y han recibido incluso el beneplácito de un gobierno casi contemporáneo. En algunas leyendas antiguas se habla del reino subterráneo de Aggartha, que se encuentra bajo los montes del Tíbet. Otros puntos del planeta, como la localidad de Machu Pichu, en Perú, se ufanan de contar con legendarios orificios por donde salieron alguna vez los que serian sus dioses. Se ha dicho en muchas ocasiones que los tan discutidos ovnis no. proceden del espacio, sino que tienen sus bases en el interior de la Tierra, que abandonan saliendo precisamente por las dos aberturas que existen en ambos Polos.


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