Se publico en:
13 de Marzo del 2001

Aftosa

Entonces no había autobuses como los de aerodinámicos de hoy. Con enormes parabrisas. Impresionantes llantas. Amortiguadores haciendo las funciones de un colchón. Cómodos asientos reclinables. Aire acondicionado. Vista panorámica. Sonido estereofónico. Televisión y hasta terremozas. En los años cuarentas para viajar de San Luis Potosí a Guadalajara, León, Aguascalientes y puntos intermedios, abordábamos los "Camiones de Los Altos". Por el nombre supongo que los propietarios eran de Jalisco. Normalmente se trataba de vehículos como muchos de los urbanos que circulan en nuestro México. Enorme trompa. La carrocería hecha a las necesidades del propietario. Asientos fijos. Tubo y plástico. No reclinables. No individuales. Música de radio si "agarraba" enmedio de la llanura y si el chofer tenía ganas de prenderlo. Nada de sanitarios. El equipaje iba en la parte superior, amarrado a una canastilla y no existían, como ahora, los compartimientos en las zonas bajas laterales.

Todos estaban pintados de color marrón. Había directos y con escalas. Estos iban parando al gusto del cliente. A la altura de poblados o rancherías que se veían claramente desde el autobús y al terminar una brecha entre mezquitales, magueyes y nopales. También paraban cuando algún cristiano aparecía a la orilla de la carretera enmedio de la llanura. Y aunque todos los asientos fueran ocupados, se admitía a tantos pasajeros como de pie cupieran en el vehículo. Las mujeres a veces subían con su chilpayate colgando del rebozo en la espalda y cargando una jícara con aguamiel o una canastona de tortillas. Otros trepaban con las liebres destazadas y no faltaban las jaulas rústicas con gallinas o pollos. Los domingos era común ver a los entejanados, camisa a cuadros y su bota puntiaguda. Diente de oro y palillo en la boca. Siempre con su gallo de pelea en los brazos.

En los camiones directos eso no se permitía. El cupo límite era solamente de viajeros sentados. Nada de bultos. Aparte de esa diferencia, la tarifa lo era mas: Cobraban el doble. Iban de un tirón hasta su destino. Y salvo cuando el viaje se realizaba a las horas de comida, el chofer ya tenía calculado donde hacer alto "media hora y nos vamos" para desayunar, comer o merendar. Si llegábamos a donde había terminal allí estaba instalado un restaurante. O si no se paraba frente a uno. En cualquiera de los dos, meseros y cocineros estaban como atletas en sus marcas,listos para servir en un dos por tres. A los choferes les servían primero y gratis. Cuando ibamos a Guadalajara, la primera escala para alimentos era Ojuelos donde sobraban riquísimas carnitas de puerco. No había necesidad ni de bajarse. Por la ventanilla las servían con tortillas, salsita y su refresco. Luego Lagos de Moreno con aquellos tacos que todavía se me hace agua la boca. Y San Juan de los Lagos. Punto obligado de escala y hasta con mas tiempo para ir a rezarle a la virgencita. De paso, comprar arrayanes, cocadas, viznagas, jamoncillos en las fueras de la catredral. No podían faltar los escapularios. Los rosarios e imágenes. No olvido unos cuadritos pequeños hechos de barro medio rojizo. Seguramente con un sello les imprimían la figura religiosa. Decían que era de los pocitos de la virgen y que comiéndolo a mordidas, aliviaban desde lombrices, mal de ojo, temblorinas hasta dolores de muelas. Luego seguía el autobús. Jalostotitlán donde ya olía a tierra mojada. Las enormes arboledas de Valle de Guadalupe. Tepatitlán, Zapotlanejo y finalmente Guadalajara, donde se quedaba uno con la boca abierta: La primera gran terminal de autobuses. Ni en México. Impresionante. Luego, recuerdo las tortas y el restaurante La Copa de Leche bajo los arcos junto a Catedral. Los chaireles de Chapala, a la orilla del lago o en las lanchas que nos llevaban a una pequeña islita.

De chico viajaba mucho por esos rumbos y en "Camiones de los Altos". También a León desviándonos por Lagos de Moreno, o Aguascalientes torciendo en Ojuelos. Mas o menos 1947. Unas veces con mis abuelas a pagar alguna manda a la Virgen de San Juan. Otras a vacacionar en Guadalajara. Algunas para visitar parientes. No se me olvida lo que de pronto nos sucedió de ida o de vuelta. A veces en despoblado. Otras al entrar o salir de una ciudad o pueblo. Nos bajaban a todos los pasajeros. Debíamos caminar sobre aserrín mojado en una especie de charola de mas o menos un metro de ancho y unos ocho, diez metros de largo. Mientras lo hacíamos, en la carretera había un vado enorme lleno de agua media cafesona. Vacío, el autobús debía pasar de tal forma que mojaba todas sus llantas. Nos esperaba al terminar su remojón. Y nosotros, con las plantas de los zapatos recién húmedos sin llegar a chorrear, subíamos nuevamente al camión. Esa rutina se repetía dos que tres veces durante el viaje.

"¿Por qué nos tenemos que bajar?", le pregunté un día de tantos a mi padre. No recuerdo sus palabras textuales pero me explicó: Es para desinfectar las llantas de los camiones y nuestros zapatos, para evitar la fiebre aftosa. --¿La fiebre aftosa?-- Si. Es una enfermedad que solamente les da a las reses y a los toros. A los borregos, cabras, cerdos y a todos esos animales que andan en rebaño o solitarios. A veces perjudicaba accidentalmente a los humanos. Entonces era muy famoso el "rifle sanitario". Le pusieron así al de balas de verdad, utilizado para matar a los caballos o bueyes afectados por la fiebre. Escarbaban como si fueran largas tumbas y allí tiraban a los pobres animales sacrificados. Y antes de enterrarlos les vaciaban unos buenos puños de cal. Leyendo ahora una enciclopedia me topo con que es un virus. Se produce en las narices y tiene efectos rápidos en los animales: Ulceras en el estómago. Se llenan de ampollas en boca y encías. Pierden apetito. Aumenta la temperatura y mueren rápidamente. Recuerdo que se hasta se creó un comisión de la fiebre aftosa entre México y Estados Unidos. Entonces mi abuelo me llevaba a ver las corridas de toros y nos encontramos con la sorpresa que ya no trajeron los de España por temor a la fiebre. Hasta que en un viaje de tantos, quedé sorprendido: No volvieron a bajarnos para caminar sobre el aserrín húmedo. Los vados llenos de líquido desinfectante desaparecieron. Se acabó la fiebre aftosa.

Hace pocos días vi una foto en el periódico español El País. Un hombre vestido con traje sanitario blanco, botas de hule y una gorra de plástico. Con una manguera delgada y, se ve, con mucha presión, empapaba las llantas de un tractocamión. La aftosa amenaza a la Unión Europea. Prohibieron la concentración de ganado y la importación de carne del Reino Unido. En España, las partidas de animales transportadas desde ese lugar han sido separadas para análisis. Particularmente en Cataluña, seis mil corderos procedentes de Francia y Holanda fueron aislados hasta comprobar que no estaban infectados. Bueno, ni la Reina Madre de Inglaterra se salvó. Al asistir a una de esas tradicionales carreras de caballos tuvo que caminar, como yo hace mas de cincuenta años, sobre un recipiente. Con la diferencia que antes era sobre aserrín y ahora sobre una especie de hule-esponja.

La agencia informativa mexicana Notimex, en un cable fechado el siete de marzo informó que en Santafé de Bogotá, Colombia se inició "un plan agresivo" para vacunar a todo el ganado. El Instituto Colombiano Agropecuario prohibió la importación de animales y productos cárnicos europeos. En la Costa Caribe, afortunadamente, ya tiene el título de "terreno libre de fiebre aftosa". Espera lograr la certificación de la Oficina Internacional de Epizootias (OIE) que se reunirá en Paris el próximo mayo. Así, podrán exportar ganado. Pero las autoridades colombianas reconocen que la fibre existe en otras partes de su territorio. Y aseguran: Será erradicada totalmente de territorio colombiano para 2009.

Hace muchos años que no viajo por la carretera aquella de San Luis Potosí-Guadalajara con desviaciones a León y Aguacalientes. Tengo enormes deseos de hacerlo para recordar infancia y juventud. Pero me daría mucha tristeza encontrarme nuevamente con los pasajes de aserrín mojado y los vados repletos del insecticida para mojar las llantas de los vehículos. No quisiera que dispararan otra vez el rifle sanitario. Desgraciadamente, la fiebre del zapatismo no permite ver la necesitad de tomar precauciones contra la fiebre aftosa.
J.J. BLANCORNELAS
blancornelas@zetatijuana.com


Página inicial Comentarios
Página Inicial Comentarios y/o sugerencias