Corella
(Geografía General del País Vasco-Navarro), Prov de Navarra, pags 856-870, Julio Altadill.

Ciudad en el borde occidental de la zona S. del partido judicial de Tudela, en la margen izquierda del río Alhama, lindante: con Fitero, por el S., montes de Cierzo, por el E., y provincia de Logroño, por N. y O. La hidrografía está constituída por el río Alhama, que cruza el término de S. a N., y las acequias de riego Cañete, Ampol, Burcerma y Araciel. La orografía se reduce a los montes de Cierzo y Argenzon y Cabezos de Guarre. Su extensión superficial, incluído el señorío ó barrio de Castejón, es de 4,320'34'22 hectáreas; su participación en los montes de Cierzo, de 5,772'32. Su población, que en los comienzos del siglo XIX había llegado á 4,200 habitantes, resultó ser de 6,649 en 1888, subiendo á 6,793 en 1900 y descendiendo á 6,200 en el censo último practicado el año 1900 (3,041 varones y 3,159 hembras), de donde resulta un aumento de 2,000 almas en un siglo y de 144 en los doce años últimos de la centuria finada, pero en la primera década del siglo XX la baja ha sido importantisima, llegando á 593 los individuos resultantes de menos en este interregno, relativamente breve. Dicha población se halla distribuída en la forma siguiente: ciudad de Corella, 1,498 edificios y 6 albergues con 5,540 habitantes; caserío de Castejón, 141 edificios con 603 habitantes; La Dehesilla, granja de labranza, 4 con 3; El Ombatillo, granja de labranza, 2 con 4; La Sarda, granja de labranza, 3 con 16; ermita de Nuestra Señora del Villar, 2 con 4; diseminados, 18 edificios y 247 albergues con 30 habitantes. Corella tiene estación del ferrocarril en la línea de Olvega, hoy paralizada; dista 12 kilómetros de Castejón, estación la más próxima de la línea del Norte; parten de esta ciudad: una carretera á Tudela, 17 kilómetros; otra á Cascante, 17; otra á Cintruénigo, 5'500; otra á Alfaro, 4 al borde provincial, y otra á Castejón, 12; hay también una transversal de tres kilómetros desde la primera á la tercera citadas. La caseta de Guardas ocupa el borde de las jurisdicciones de Corella y Fitero, al SO. Las cañadas y el portillo de Alfaro también se hallan en el borde de la jurisdicción, límite con la provincia de Logroño; dentro del término quedan el puntal de Pozo Amargo y la cañada de Alfaro, el despoblado de Araciel y el pantano, por N.; los términos de Santa Lucía y la Frailada, al NE., y la calzada romana de Alfaro á Cascante, sin tocar en Corella, pero cortando el término por Oriente, hallándose á la vista varios kilómetros y perdiéndose su trazado en los montes de Cierzo; al E. se halla la Venta del Ojo.

Hay bastante caserío desperdigado, sin orden ni alineación, en los campos inmediatos del lado O.; en el casco de la población hay escasa alineación, tres anchas avenidas y cinco placetas, más innumerables huertos por E. y S. La ciudad está formada por 1,498 edificios, de los cuales son 1,202 casas habitadas, más 150 deshabitadas, 46 bodegas, un enorme pajar, seis cuevas habitadas, 57 corrales, doce molinos de aceite y dos de orujo, dos grandes graneros, seis almacenes varios, siete cuadras-cocheras, dos buenos molinos harineros, un pozo de hielo, una fábrica de ladrillo y teja, otra bodega especial de vinos generosos anejos muy acreditada, propiedad del sin igual vinicultor don Camilo Castilla; dos fábricas de conservas vegetales, dos de pastas para sopa, siete de aguardientes, cinco fábricas de alpargatas, tres traficantes de cereales, cuatro comisionistas de frutas, seis fábricas de chocolates, tres tratantes en esparto, dos de ganados, pieles y lanas; seis cafés-casinos, dos constructores de cubas, toneles y piperío; uno de carretería, una empresa de coches, dos expendedurías de tabacos, talleres de modistas, carpinteros, hojalateros, herreros, guarnicionería, sastres, zapateros; cuatro panaderías, dos almacenes de harina para la venta al pormenor, pescaderías, carnicerías, cinco tabernas, dos posadas, caja rural, estaciones telegráfica y telefónica de servicio limitado, servicio de automóviles de línea de Castejón á Cervera, con doble servicio diario de ida y vuelta; una gran fábrica de tártaros, cuatro colegios libres, una escuela de párvulos y cuatro escuelas completas separadas por sexos, banda municipal, alumbrado eléctrico público y privado, central de electricidad, banda de música, orfeón, dos fondas y dos posadas, ruínas de su castillo, muchos escudos heráldicos, un frontón de pelota, magnífico hospital sostenido por el municipio y el vecindario, servido por nueve Hermanas de la Caridad; un asilo de ancianos creado por iniciativa particular y anejo al hospital, plaza de toros, dos teatros y mucha maquinaria agrícola.

Dos parroquias, tituladas de Nuestra Señora del Rosario y de San Miguel, prestan la asistencia espiritual, con cinco sacerdotes cada una, órgano y armonium; además hay conventos de PP. Carmelitas Descalzos, de Pasionistas, de Monjas Carmelitas Descalzas, de San Juan de la Cruz, de Benedictinas y de San Vicente de Paul, sumando entre todos cinco órganos y seis armoniums. Se cuentan las ermitas de Nuestra Señora del Villar, la predilecta devoción de los corellanos (al lado SO.), la de Santa Lucía, vestigio del despoblado de Araciel, y la de San Juan. La ermita de San Alarcos corresponde hoy a Tudela (donde no la hemos citado, porque el terreno en que se halla enclavada, de los montes de Cierzo, ha pasado de la jurisdicción de Corella á la de Tudela al disolverse la facería de dichos montes). Hay memorias de otras dedicadas á Santa Ana, San Gregorio, San Blas y Santa Bárbara. En otro orden hallamos en Corella cuatro abogados, diez sacerdotes del clero regular, cuatro maestros, dos maestras, dos farmacéuticos, un veterinario, varios practicantes, un agrimensor, dos médicos, fotógrafo, ocho alguaciles, cinco serenos, doce guardas de campo armados y uniformados y puesto de guardia civil. Corella celebra ferias anuales del 16 al 30 de Septiembre, y tienen lugar durante esa quincena las fiestas locales en obsequio de sus patronos Nuestra Señora de las Mercedes y San Miguel Arcángel. También hay costumbre de romerías al santuario de la Virgen del Villar y ermita de San Marcos en Abril, más las de San Juan y San Pedro en las huertas el 21 y 29 de Junio respectivamente. La situación de Corella se presenta en llano por N., E. y O.; pero al S. el terreno ofrece una depresión notable y precisamente en ese lado es donde la vega, regada por el río Alhama, se ve cruzada por la carretera, desde la cual se desprende un ramal que salva en acentuada pendiente ese desnivel. Entre las plazas de Corella merecen citarse las de los Fueros y de Abastos ó de la Verdura, y entre las calles las de Santa Bárbara, Mayor, Nueva, Merced, Tajadas, Rua, San José, San Roque, San Miguel, Verde, Arrabal, Fitero, Cañete, Rosario, San Francisco, Laurel, Pozo, Hornillo, Santísimo, San Pedro, Santa Teresa, Araceli, Abadia Santa Marta y Caballeros.

El año 1630 adquirió este pueblo del rey Don Felipe IV de Castilla el título de ciudad (en vez del de villa usado hasta entonces), su voto en Cortes del Reino, la jurisdicción civil y criminal y el libre goce en Las Bardenas, pagando por las dos primeras concesiones 26,500 ducados y otra cantidad semejante por las otras dos segundas. Su escudo es un águila apresando á una liebre, sobre campo de plata.

Sus conventos antiguos son cuatro: uno de Carmelitas Descalzos; otro de Mercenarios Calzados, cuya fundación data del año 1647; otro de Religiosas Recoletas de San Benito, creado el año 1671, y otro de Monjas Carmelitas Descalzas, edificado en el llamado Fosal de los Moros, inmediato á la capilla inaugurada en 24 de Junio de 1676 para conservar la imagen de Nuestra Señora de Araceli, aparecida en el despoblado de Araciel el 10 de Diciembre de 1674 (ya hemos citado los actuales, que son en mayor número). Subsisten hoy las cuatro comunidades; la primera, que fue instituída en el siglo XVII, erigió su templo y morada en amplio solar, que la ciudad cedió generosamente; durante la civil última, se utilizó este convento como hospital militar. La segunda también construyó su residencia e iglesla sobre terrenos regalados por la ciudad, con más 500 ducados, su templo sigue dedicado al culto y en la casa conventual se hallan instaladas escuelas primarias. Y el de Benedictinas, creado en 1669, fué ocupado por religiosas procedentes del afamado convento de San Plácido de Madrid; su fundación se debe á doña Luisa del Castillo y don Pedro de Baigorri, caballero santiaguista y gobernador que fue de la provincia española de Buenos Aires. Engrandeció mucho la fama de este convento no solo la predilección que la corte de Castilla tenía por esa orden, sino también su inteligente primera abadesa, que falleció en esa residencia el 6 de Agosto de 1691. En el monasterio de Benedictinas se conserva un magnífico cuadro representando á San Plácido y Santa Gertrudis, pintado por el gran Claudio Coello á fines del siglo XVII, artista madrileño de universal renombre (538). (538) Cea Bermúdez: Diccionario varias veces citado, tomo I, Págs- 336 á 347. También se admira en ese templo, sobre la reja del coro, otro bellísimo cuadro representando la Asunción de María, obra del gran pintor cordobés Juan Antonio Escalante. La parroquia de San Miguel es la más antigua; perteneció á la Corona, pero los reyes Don Felipe y Doña Juana hicieron cesión de ella al monasterio de San Marcial, de Tudela, el año 1304, con la obligación de dedicar un altar á su abuelo el rey San Luís de Francia y celebrarse en él misa diaria.

Ya hemos indicado que la devoción predominante es en Corella la Virgen del Villar, hermoso santuario ó basílica sito en las afueras de la población y encomendado al cuidado de los PP. Pasionistas; amplísimo edificio, espacioso templo y hermosísima posición son las notas características de este paraje, La aparición de esta imagen, según tradición, tuvo lugar en los montes de Argenzon, propios de la villa del Villar, cuyo fue el primer nombre; circunstancias desconocidas la otorgaron por segundo nombre el de la Virgen de la Rosa, pero volvió á recuperar el primitivo por respeto á su antigüedad y al lugar de su aparición, que hubo más tarde de venir a tormar parte del término de Corella. La historia de la imagen, de sus milagros y del templo se hallan en la obra escrita por el Rdo. P. Juan de Villafañe, S. J., titulada Compendio histórico en que se da noticia de las milagrosas y devotas imágenes de la reina de los cielos y tierra María Santísima, que se veneran en los más célebres santuarios de España (Madrid, 1740).

La parroquia de Nuestra Señora del Rosario data del año 1558, pero su construcción emana de una bula de S. S., fechada en 1539, en memoria de la pacificación lograda entre los canónigos de San Marcial de Tudela y Corella: ocupa un lado de la plaza de los Fueros y luce en ésta su robusta torre cuadrada, mezcla de piedra y ladrillo, con reloj é inscripciones. En recuerdo de los años 1711 y 1719, cuando fué corte de Felipe V, que pasó en Corella largas temporadas con sus esposas Doña Isabel de Farnesio y Doña María Luisa de Saboya, conserva el municipio un cuadro conmemorativo con inscripción y escudo emblemático.

En el término se encuentran también canteras de piedra de construcción y yeso de buena calidad. Aun cuando en él se halla variedad de arbolado, como sauces, álamos y olmos, pinos y otros, la cantidad es reducida, siendo muy de lamentar que Corella siga el mal ejemplo de otras muchas poblaciones de este distrito judicial, porque sus paisajes, ya muy pintorescos, ganarían mucho si poseyeran más arbolado, con indudable beneficio de los terrenos de secano y de la salud pública. El hospital municipal de Corella, que desde muy antiguo funciona bajo la advocación de San José, estuvo instalado en el convento de PP. Carmelitas Descalzos 54 años (1844-1898). En las postrimerías del pasado siglo se construyó de nueva planta el actual edificio, habiendo contribuido á ello todos los vecinos y corporaciones locales, pobres y ricos, propietarios y jornaleros, circunstancia que evidencia lo arraigada que en Corella se halla la más hermosa de las virtudes: la caridad. El promedio de sus estancias, al cabo del año, viene excediendo de 5,000; la dirección está á cargo de un médico nombrado por el municipio; la asistencia y regimen interior a cargo de Hermanas de la Caridad, y la administración se ejerce por una comisión municipal y el capellán del establecimiento. Anejo á éste se encuentra el asilo de ancianos, que cobija á ocho de cada sexo. La casa consistorial se eleva en uno de los frentes de la titulada plaza de la Verdura; ostenta en su frente la placa del Sagrado Corazón; los documentos más antiguos que se conservan de esta ciudad alcanzan al año 1033, reinado de Don Sancho Garcés IV, el mayor, según se desprende de un instrumento inserto en el Cartulario 3º', depositado en el archivo general de Navarra. La corporación ejerce, entre otros patronatos, el del convento de religiosas de San Benito, desde el año 1669, en que se lo confió la fundadora doña Luisa del Castillo y Osorio. El convento de los PP. Carmelitas Descalzos data del año 1595 y en la residencia entonces construida moraron hasta el año 1834, en que sobrevino la expulsión; desde 1814 á 1898 el edificio sirvió para hospital y alojamiento de la guardia civil, pero hubo de desalojarse para recuperarlo sus propietarios. En el templo de esta comunidad hay muchas sepulturas de personas ilustres, algunas de las cuales recordamos: los caballeros santiaguistas don Francisco Sopranis y don José Miñano; don Gaspar Escudero del Santo Oficio de Cervera, doña María López Dicastillo, esposa de don Francisco Peralta y Monleón, secretario del arzobispado de Toledo; don Gaspar Escudero y Peralta, familiar del Santo Oficio de la Inquisición.

Al ocuparnos de esta ciudad no podernos menos de citar una hermosa tabla rectangular, que se conserva en la casa del exdiputado foral y provincial don Dámaso Escudero, obra pictórica de notable valor, que representa al infortunado príncipe de Viana, con signos de santidad, como son el nimbo y los ángeles (539) ; (539) Sabido es que el fallecimiento del Príncipe de Viana fué seguido de una opinión popular de santidad bastante generalizada, especialmente en Cataluaa, tanto, que han llegado á venerarse reliquias de este personaje y se inició expediente para su beatitud. el autor es desconocido, la pintura puede ser de la época subsiguiente cercana al personaje representado, la indumentaria no desdice y tan solo el arco y flecha, que en ambas manos empuña, pudieran prestarse á discusión; pero de todas suertes, la obra artísticamente contemplada llama justamente la atención.

Son en buen número las instituciones piadosas y benéficas de que hay memoria en Corella, procede una de doña Ana Lesmes, otra de don Juan Virto Espinal y otra de doña Magdalena Jimértez, con distintos fines caritativos y religiosos; además hay otra fundación para beneficencia y dotar doncellas pobres; otra para fundar casa de misericordia, bajo el patronato clel ayuntamiento y párroco; otra bajo el mismo patronato, para sostener el culto y adoración del Santísimo Sacramento en las dos parroquias, con un capital de 5,000 pesetas; otra creada por doña Catalina Sánchez Navarra, para mejorar la instrucción pública, y finalmente otra con destino á hospital, hallándose ésta actualmente confiada á la junta provincial de beneficencia. Es digna de mención en Corella la llamada Casa de las Cadenas, una de las muchas de linaje y nobleza que se hallan en la ciudad. Los relieves de su fachada, antepechos y dibujos de sus balcones, el volado alero de su tejado, la amplitud de sus puertas y el enorme escudo heráldico cobijado bajo amplísima y decorada concha en el ángulo del edificio, obligan desde luego al turista á parar sus pasos y otorgar atención al singular palacio, que cuenta con historia propia, no tradición ni leyenda. La casa corresponde á los Sesma y Virto de Vera, que más adelante nombraremos entre los hijos ilustres de Corella, los cuales gozaban de asiento en las Cortes del Reino; ese edificio fué residencia de Don Felipe V y su esposa Doña María Luisa Gabino de Saboyá, desde el 14 de Junio al 2o de Octubre de 1711, según documento muy curioso existente en la ciudad, del cual se desprende que el palacio, constituido por varias casas, pertenecía á las familias de Sesma, Miñano, Luna y Escudero; entre otras mercedes otorgadas por los regios huéspedes, fué una de ellas la de inmunidad del edificio y, como símbolo de esa circunstancia, se adornaron sus puertas con gruesas férreas cadenas, de las que procede la denominación indicada.

Gran parte de los montes de Argenzon están dedicados á cultivos, sobresaliendo en éstos el viñedo, olivares y cereales. Las aguas del río Alhama riegan aproximadamente, en la jurisdicción de Corella, unas 30,000 robadas de terreno cultivado, y en suelo tan excelente, fertilizado por oportunos riegos, las cosechas no solo se suceden sin interrupción, sino que rinden muy abundantes productos y su calidad es sobresaliente, figurando en primer término cereales, olivos, viñas, legumbres, hortalizas, frutas y remolacha azucarera. Con tales estímulos no puede sorprender que la clase agricultora sienta entusiasmo por sus campos y agote el vocabulario de los encomios cuando de su admirable campiña se trata, hallándola superior a cuantas la circundan. Abunda en los campos de Corella el regaliz, de cuyo producto, en una antigua fábrica erigida en el borde S. de la ciudad, se extrae el zumo y, reducido á pasta, es objeto de activa exportación, dándose así trabajo á más de cien personas en las épocas de funcionamiento de esa industria. Los pastos abundan en los montes de Corella, pero no así el arbolado, y de aquí la frase popular:

«Corella la bella
rica de pan
y pobre de leña».

Lo más notable en el orden industrial que hallamos en Corella son las bodegas de don Camilo Castilla, dedicadas exclusivamente á vinos generosos secos y dulces, simillares á las afamadas de Jerez de la Frontera; hay existencias hasta de más de un siglo de antigüedad, pero las clases corrientes hasta de quince años, que constituyen la mayoría, valen muchísimos millares de duros; el orden es perfectisimo dentro de aquellos vastísimos locales, por los que pueden circular hasta carruajes, y apesar de las incesantes manipulaciones derivadas del activo tráfico que allí impera, la irreprochable organización de todos los servicios, envases, trasvases, embotellados, empaques, encorchados y encapsulados, carga y descarga incesantes, no se advierte una voz alta, ni la menor deficiencia en la limpieza., ni interrumpe á nadie el visitante, ni se produce jamás confusión ni desorden. La exportación oscila sobre 500,000 botellas en total y las calidades son exquisitas.

Entre los despoblados del partido judicial de Tudela figura el de Araciel, que ocupa un término de la jurisdicción de Corella, cercano á la ciudad; los moradores que poblaron este lugar recibieron del rey Don Alonso el Batallador, hacia el año 1117, los fueros de Cornago, otorgados también á otros pueblos de la misma zona; fueron asimismo favorecidos con el goce de aguas y riegos del río Alhama, hacia el año 1125. Diez años más tarde, el Rey de Castilla cedió la fortaleza y el lugar á don Fortuño Garcés, pero fué de escasa duración ese otorgamiento, porque la posesión del poblado y del castillo sufrían constantes embestidas de navarros y castellanos, lo cual fué ocasionando la extinción lenta de sus pobladores, completándose la despoblación á mediados del siglo xiv y originándose entonces la agregación de los terrenos de Araciel al término de Corella y quedando reducida á la condición de rural la iglesia de Santa Lucía, que hoy está clasificada como ermita. De éstas se cuentan además la de Nuestra Señora del Villar, Santa Ana, la Purisima y San Gregorio, quedando memoria de otras dos dedicadas a San Blas y Santa Bárbara. Para cruzar el río Alhama había un vetusto puente de piedra de tres arcos, varias veces reconstituído; pero hace pocos años, la Diputación foral y provincial acordó sustituirle con otro de hierro de un solo tramo, de 48 metros de largo, el cual deja libre paso a las aguas del caudaloso Alhama en invierno y en sus frecuentes avenidas, alejando todo riesgo para los huertos cercanos. El hoy despoblado de Araciel fué totalmente abandonado á mediados del siglo XV; ya en 1436 se acentuaba su decadencia, bien distinta de los tiempos en que á él hacía referencia Plinio (libro III, capitulo III), denominando aracelitanos á los habitantes del mismo. Si no se puede suponer que Araciel fué el precursor de Corella, al menos la engrandeció notoriamente, y, en señal de gratitud, acordaron los de Corella conservar la ermita que á un costado de la carretera de Castejón se encuentra, bajo la advocación de Santa Lucía (cuyo término hemos citado), la cual fué parroquia del pueblo desaparecido y tuvo castillo del mismo nombre. El convento de Madres Carmelitas Descalzas de Araceli reconoce la misma procedencia y evoca igual memoria. En 1135 el emperador castellano Alfonso VII cedió este lugar á don Fortuño Garcés, encomendándole también el mando de la fortaleza, de la cual era alcalde en 1294 don Ruiz de Belmonte. Las incesantes luchas que en esta frontera de Navarra se venian sosteniendo con Castilla, produciéndose á cada momento talas en los campos, robos de ganado, incendios en los edificios y saqueos de las viviendas, imposibilitados hasta de labrar las tierras, trajeron como consecuencia la despoblación, y entonces Don Carlos el Noble unificó en Corella todos los términos, agregándolos á la actual ciudad, y sancionó que la parroquia rural de Araciel, titulada de Santa Lucia, no cayera en abandono, aun quedando reducida á la condición de ermita.

Datos históricos- El cortisimo espacio de que disponemos nos impide dedicar al pasado de esta histórica ciudad más líneas de las que en corto número siguen; por otra parte, en las páginas precedentes hemos intercalado algunos antecedentes que hubieran figurado bajo este título si á él otorgásemos preferencia, lo cual no procede en obras como la que nos ocupa, y finalmente nos consta que un doctísimo hijo de Corella, el muy ilustre señor doctor don Mariano Arigita, prepara una historia de su pueblo natal, á la que deberán acudir, sin riesgo á error, cuantos intenten profundizar más en ese particular.

Alcanzó á Corella el fuero mismo que en 1117 concedió á Tudela Don Alonso el Batallador; la entonces villa fué donada en 1125 á Rotron, conde de Alperche, con su señorío y términos desde Peña Roja, sobre Araciel, hasta el sendero de Autol y monte de Yerga, torre del molino sobre Monteagudo, y otras demarcaciones. En 1330 recibió por fuero propio el de Sobrarbe; el sucesor en línea directa del Conde de Alperche, casó por entonces con una sobrina del rey Don García Ramírez (el cual lo fué de Navarra más tarde) y fué favorecida la contrayente con dote consistente en esta población, la cual, en el siglo XV, perteneció, como otras varías, al Principado de Viana, uno de cuyos títulos era el de Conde de Corella, según consta de un diploma del rey Don Carlos el Noble, fechado en 1423. Fué villa murada y poseyó castillo; recibió mercedes reales en gran número, en justa correspondencia á las frecuentes luchas que, como el lugar de Araciel y los demás poblados navarros bañados por el río Alhama, hubo de sostener con las tropas castellanas vecinas, situación molestísima que tan solo podía hallar alguna compensación en las excelencias del suelo y del clima y en las concesiones que los monarcas habian de otorgar á pueblos tan fieles y sufridos, favoreciéndose también por los gobernantes el aumento de población y hasta otorgando privilegios de inmigración; pero estas medidas originaron otros males imprevistos, porque al amparo de aquellos beneficios, invadieron á Corella gentes de pésirna conducta y surgieron intestinas discordias cuya enumeración seria muy prolija, y alcanzaron á Tudela, Cintruénigo y Alfaro, habiendo sido precisa la intervención de diplornáticos embajadores, altos representantes de los monarcas castellanos y navarros (540); logrose por fin, tras de muy laboriosas gestiones, la pacificación

(540) La necesidad de poblar y sostener á Corella obligó á Don Carlos II el Malo á conceder, en 1364, á este pueblo fronterizo los, para otros tiempos, inmorales privilegios de Cáseda y demás puntos de frontera, otorgó, pues, á sus moradores, que todos los malhechores, los acusados de monopolio, los criminales de lesa majestad y los monederos falsos, así de Navarra como de cualquier otro Reino, que acudiesen a poblar á Corefla, fuesen libres y salvos en todo el Reino (Marichalar y Manrique: Fueros de Navarra y Vascongadas, pág. 67).

tan necesaria, pero casi puede calificarse de efímera, porque sobrevinieron poco después las maldecídas guerras civiles de agramonteses y beamonteses, iniciadoras de la ruína de nuestra monarquía. Había transferido el Príncipe de Viana á su tío don Juan de Beaumont, mediante precio remunerativo, la propiedad y señorío de Corella, cuyos vecinos se creyeron agraviados, y aun cuando Don Juan II anuló la operación y agregó de nuevo el poblado á la Corona, no satisfecha la vindicta pública, al estallar la guerra civil aludida, los corellanos tomaron, unánimes, partido frente al Príncipe. No fué Corella una excepción en punto á sentir la pesadumbre de la raza judiega; su osadía y prepotencia económica originaron disturbios, y para evitar su agravación, como ya en Estella y Viana había acontecido, los reyes Don Juan de Labrit y Doña Catalina, en 1488, ordenaron la separación de religiones en el recinto de Corella, obligaron á los judíos á residir forzosamente en el barrio donde tenían establecida su sinagoga y dictaron varias medidas pacificadoras; entre ellas, atendiendo á la posición fronteriza de la villa, fortalecieron sus murallas é impusieron, con este exclusivo objeto, varios tributos á los propietarios residentes fuera del poblado.

Biografía. - Figuran entre los hijos ilustres de Corella: El capitán, proclamado gran caballero, Baratuerta,
á cuya pericia y heroísmo se debe el triunfo de la batalla de Alcozar (118 Noviembre 1096), dada á los moros sobre
Huesca por el rey Don Pedro, en cuya vanguardia iban el infante Don Alonso Sánchez y aquel insigne guerrero. - El ministro de Marina don Francisco de Paula Escudero. - El ministro de Gracia y Justicia don José
Alonso, antes magistrado y regente de varias Audiencias, fiscal y magistrado del Tribunal Supremo, á cuyo
talento clarísimo y laboriosidad ilimitada debió única y unánimemente su elevación á tan alto puesto y de cuyas
cualidades es un testimonio elocuente su obra Recopilación y comentarios de los fueros y leyes de Navarra, en cuyos
privativos derechos fué una especialidad. - El reverendo padre fray Jaime de Corella, sabio capuchino que
escribió varias obras teológicas y morales, entre ellas Summa de teologia moral y Práctica del confesionario, impresas en Madrid en 1692 y constan de tres tornos. -Alonso López, médico muy afamado (disputan á Corella esta
celebridad Cascante y otras poblaciones), autor del conocido libro Las Cinco Quiquagenas. --Alchafra, escritor
botánico. - Don Diego de Peralta y Beaumont. - Don Juan Virto. - Don Juan Serra y don Gaspar Escudero,
esforzados guerreros que en las guerras de Flandes y Cataluña y en los sitios de Fuenterrabía, durante los
siglos XVI y XVII, testificaron talentos militares y oportuno arrojo, merced á los cuales se familiarizaron con la
victoria. - Los generales don Alberto de Sesma, don Juan José San Juan y don José Luís Miñano, que en los
anales militares de España dejaron grata memoria. - Don Pascual Pérez de Oñate, que legó su fortuna para
obras de beneficencia en la ciudad de que nos ocupamos. - Don Genaro Vicasillas, cuya generosidad y munificencia facilitó la traslación del hospital modelo de Corella á su actual emplazamiento, cedió gratuitamente terrenos y contribuyó en gran escala á su sostenimiento. - Don Cayo Escudero y Marichalar, competentísimo bibliógrafo de vastísima erudición, abogado muy competente en los derechos peculiares de Navarra, que ejerció los cargos de diputado foral y senador del Reino por esta provincia. - El reverendo padre fray Gregorio de Corella, de la orden capuchina, laureado en ambos derechos, que adquirió justa fama por sus conocimientos teológicos, á tal punto que su celda parecía el oráculo, á donde acudían en consulta varones doctos, ávidos de escuchar la opinión, siempre respetada, de este sabio. - El reverendo padre fray Antonio de Corella, franciscano distinguido por virtudes sobresalientes, reveladas en todos los actos y momentos de su vida, durante la cual acaecieron á este santo varón hechos marcadamente milagrosos, á juício de sus contemporáneos. - El reverendo padre fray José de Corella, franciscano, maestro, guardián y definidor, favorecido con el don profético, como lo demostró en la fecha de su óbito, acaecida el día mismo que él tenía anunciado (el de la Inmaculada Concepción), sin que la más leve dolencia garantízase la probabilidad del suceso. - Fray Jaime de Corella y su hermano Manuel, esclarecidos predicadores capuchinos; el primero ejerció el apostolado de la Cátedra Sagrada ante los reyes varias veces por el honroso cargo que de ello tenía y ante muchos doctores y universidades, produciendo asombro con su elocuencia y lógica inimitables. El segundo, que murió en edad todavía temprana, fué digno émulo del anterior y dejó memoria imperecedera en los muchos y selectos auditorios que á escucharle concurrian, atraidos por el irresistible imán de su decir y saber.

Castejón de la Barca se denomina este poblado, para distinguirle de otros muchos que con distintos apelativos existen en diferentes provincias. Mal informado el Diccionario de la Academia, titula villa á éste que no goza mas título que el de barrio, afecto al ayuntamiento de Corella, y camino llevaba de quedar en despoblado en la primera mitad de la centuria precedente, pero el hecho imprevisto de haberse elegido este paraje para estación-empalme de las líneas férreas que pasan por Pamplona y Logroño, hubiera por sí solo dado lugar al nacimiento de un pueblo numeroso y mucho más contándose ya antes con una base siquiera de población. Lugares y villas hemos reseñado no pocas en este tomo que no se aproximan en importancia al barrio de Castejón. Su situación es en llanura despejada, que lame, por N. y E., el río Ebro, ancho y caudaloso en este punto, y limitan por S. los montes de Cierzo. Su prosperidad no arranca de la agricultura, ni sus alrededores atraen, como no sea á los cazadores, que en aquellos sotos hallan liebres y conejos de exquisito gusto y en abundancia. Es el tráfico el que presta movimiento y vida a esta agrupación, cada día más numerosa, sombreada constantemente por los humos de las locomotoras y cruzada por los autos, coches, carros y galeras cargados de productos de toda especie, originarios de Corella, Cintruénigo, Fitero y Cervera de Rio Alhama, cuyas industrias tienen por único contacto con el ferrocarril la estación férrea de Castejón, lugar donde incesantemente entran y salen mercancias de toda especie por muchas toneladas diarias. La carretera que de esos cuatro importantes puntos procede, muere en dicha estación, alrededor de la cual han surgido, después de la guerra civil última, más de cien edificios dedicados á viviendas, almacenes de tránsito, centros de tráfico, comercios é industrias, fondas y posadas de toda categoría. Tiene su iglesia parroquial afecta a la diócesis de Tarazona, tres calles al SO. de la estación y otra al E., alumbrado eléctrico público y privado, escuelas oficiales, fuentes, lavadero y abrevadero, caminos varios carretiles, barca sobre el Ebro (hacia Valtierra) incluso para carruajes, magnífico puente del ferrocarril que presentamos reproducido en estas páginas, 141 edificios, párroco, médico, telégrafo público, dos cafés-casinos, cuatro carnicerías, dos panaderías, dos fondas, tres posadas, un almacén de harinas, dos de maderas y varios de otros artículos, bastante comercio, una edificación muy moderna y excelentes paseos pintorescos, especialmente los situados á orillas del Ebro. La carretera á Cervera de Río Alhama por Corella, Cintruénigo y Fitero, pasa por el barrio de Castejón y por ella circulan los automóviles y carruajes de personal y de tráfico que hemos citado al reseñar dichos ayuntamientos.