San Juan de la Cruz: Comentarios a "Llama de Amor viva":

" Es a saber, pues ya no afliges, ni aprietas, ni fatigas como antes hacías. Porque conviene saber que esta llama de Dios cuando el alma estaba en estado de purgación espiritual, que es cuando va entrando en contemplación, no le era tan amigable y suave, como ahora lo es en este estado de unión. Y en declarar como esto sea nos habemos de detener algún tiempo.

En lo cual es de saber que, antes que este divino fuego de amor se introduzca y se una en la sustancia del alma por acabada y perfecta purgación y pureza, esta llama, que es el Espíritu Santo, está hiriendo en el alma, gastándole y consumiéndole las imperfecciones de sus malos hábitos; y ésta es la operación del Espíritu Santo, en la cual la dispone para la debida unión y trasformación de amor en Dios. Porque es de saber que el mismo fuego de amor que después se une con el alma glorificándola, es el que antes la embiste purgándola [...] Y esto llaman los espirituales vía purgativa; en el cual ejercicio el alma padece mucho detrimento y siente graves penas en el espíritu, que de ordinario redundan en el sentido, siéndole esta llama muy esquiva, porque en esta disposición de purgación no le es esta llama clara, sino oscura, que si alguna luz le da es para ver sólo y sentir sus miserias y defectos; ni le es suave, sino penosa, porque aunque alguna vez le pega calor de amor es con tormento y aprieto[...] y así no le es gloriosa, porque antes la pone miserable y amarga en la luz espiritual que le da de propio conocimiento, enviando Dios fuego, como dice Jeremías en los Trenos, en sus huesos, y enseñándola ( Trenos, I, 13); y, como también David, examinándola en fuego (Salmos XVI, 3).

Y así, en esta sazón padece el alma acerca del entendimiento grandes tinieblas; acerca de la voluntad grandes sequedades y aprietos; y en la memoria grave noticia de sus miserias, por cuanto el ojo espiritual está muy claro en el conocimiento propio; y en la sustancia del alma padece desamparo y suma pobreza, seca y fría, y a veces caliente, no hallando en nada alivio, ni aun pensamiento que la consuele, ni aun poder levantar el corazón a Dios, habiéndosele puesto esta llama tan esquiva, como dice Job que en este ejercicio hizo Dios con él, diciendo: Mudado te me has en cruel ( Job, XXX, 21); porque cuando estas cosas juntas padece el alma, le parece verdaderamente que Dios se ha hecho cruel contra ellas y desabrido.

No se puede encarecer lo que el alma padece en este tiempo; es a veces muy poco menos que el purgatorio. Y no sabría yo ahora dar a entender esta esquivez cuánta sea, ni hasta dónde llega lo que en ella se pasa y siente, sino con lo que a este propósito dice jeremías con estas palabras: Yo, varón, que veo mi pobreza en la vara de su indignación: Hame amenazado, y trájome a las tinieblas, y no a la luz, tanto ha vuelto y convertido su mano contra mí. Hizo envejecer mi piel y mi carne, y desmenuzó mis huesos; cercóme en derredor, y rque como esta llama es de extremada luz, embistiendo ellas en el alma, su luz luce en las tinieblas del alma, que también son extremadas; y el alma entonces siente sus tinieblas naturales y viciosas, que se oponen contra la sobrenatural luz, y no siente la luz sobrenatural, porque no la tiene en sí como sus tinieblas, que las tiene en sí, y las tinieblas no comprenden la luz (Juan I, 5). Y así, estas tinieblas suyas sentirá en tanto que la luz las embistiere, porque no pueden las almas ver sus tinieblas, si no embistiere en ellas la divina luz, y hasta que, expeliéndolas la luz, quede ilustrada el alma, y vea en sí a la luz transformada, habiendo sido limpiado y fortalecido el ojo espiritual por la luz divina. Porque inmensa luz en vista impura y flaca, totalmente le era tinieblas, sujetando en eminente sensible la potencia; y así érale esta llama esquiva en la vista del entendimiento [...]".

 

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