PAISAJES   MINIATURAS
Sola & Asociados
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NOVEDOSOS Y EXCLUSIVOS CIRCUITOS TURÍSTICOS DEL NOROESTE ARGENTINO
Francisco E. Sola
Documentalista, descubridor de los Bonsái Silvestres y de las Micro-escenas en rocas
Conferencista de divulgación de las
"Maravillas de los Desiertos de Altura".
EXPERIENCIAS PERSONALES
Mi encuentro con El Bosque Miniatura Andino

Como explorador de los Desiertos de Altura (Puna de Argentina y de Atacama) estuve en contacto con las maravillas de esas cordilleras y con los restos de una extraordinaria cultura autóctona, ya extinguida.
A lo largo de los años, exploré volcanes adentrándome en sus profundidades por conductos de lava solidificada, admirando áreas con cristales que tapizaban las paredes y blancas vetas de alumbre. Exploré depósitos de minerales, recorrí formaciones geológicas deslumbrantes. Prospecté el contenido de oro en las arenas de muchos ríos. Presencié la excepcional floración del desierto, evento que ocurre cíclicamente cada cinco o seis años, cuando las lluvias logran llegar a estas resecas altiplanicies en cantidad suficiente. Entonces las semillas explotan en una fantástica floración de azules, amarillos, blancos y rojos deslumbrantes, configurando un paisaje paradójico y fugaz ya que en una semana, ningún viajero que por allí transite sospecharía los nutridos y bellísimos jardines que florecieron en ese paisaje rocoso.

Fui testigo, año tras año, de muchos y extraordinarios hechos y momentos en esta Puna, pero nada de esto se compara, en mi interior, con los hallazgos del año 1987.

En una región usualmente intransitada, en este Desierto de Altura, me encontré sorpresivamente ¡con un bosque!.  En estos extremos climas de vientos huracanados, fríos intensos y aire enrarecido, donde la austeridad biológica es la norma ¡había un bosque de miles y miles de árboles añosos!, se observaba a simple vista que algunos de ellos eran centenarios, todos frondosos y magníficos. Me sentía maravillado admirándolos. Tenía la sensación de ser un gigante ya que las copas de estos antiguos árboles llegaban a la altura de mis rodillas y algunos a mi cintura. Estaba contemplando un bosque miniatura, un antiguo bosque de Bonsái silvestres.

La Naturaleza, en un esfuerzo de adaptación, como una artista, usando como pinceles magistrales las condiciones extremas de suelo y clima, logró la miniaturización de estos árboles, que cautivaron al instante mi sensibilidad, con sus nudos, diminutos follajes y retorcidas ramas, réplicas perfectas de los añosos y gigantescos árboles de los bosques. Observé la presencia de diversas especies (acacias, queñoas, protopinos, etc.).

Comencé a visitar periódicamente estos rarísimos y bellos bosques. Aprendí a identificar y admirar sus micro-escenas naturales. Encontré algunos árboles miniaturas que estaban apoyados y rodeados por rocas con formas tan sugestivas que el conjunto parecía un paisaje de los que vemos  habitualmente, con grandes peñasco y árboles, pero todo reducido a una mágica miniatura, formando encantadoras escenas.

Encontré una infinidad de micro-escenas y  de estilos: Arbolitos que crecieron con el gesto de la resistencia al viento, apoyados en rocas, otros tan formales como las arboledas de una plaza urbana, en una admirable conjunción de rocas y árboles miniaturas.
MI ENCUENTRO
CON LAS PIEDRAS PAISAJES ANDINAS

Entrenado ya por la Naturaleza a descubrir las micro-escenas, llegué a una extraordinaria  zona periférica del Bosque Miniatura, donde pude observar rocas que en sí mismas, sin estar asociadas a los arbolitos, ¡configuraban un paisaje miniatura!. Quedé maravillado, ya que en este sector, exclusivamente había Piedras Paisajes apoyadas estratégicamente en la arena y en el pedregullo del suelo. Se podía reconocer diversas formas y estilos, montañas miniaturas, mesetas, combinación de ambas, montañas con varias cumbres, etc, etc.

Como quien ha encontrado un tesoro, me senté a disfrutar esta visión de las Piedras Paisajes.

Al dirigir mi atención a cualquiera de ellas, mentalmente modificaba la escala del tamaño y podía recorrerla idealmente por sus laderas, riscos y planicies.

Luego enfocaba mi atención a otra y a otra y a otra, en un refinado montañismo, que me abstraía del tiempo y el espacio y me adentraba en otra dimensión, donde la inmensidad ya no era un tamaño. Sentí que había recorrido cientos de kilómetros, sin haberme desplazado un metro, en una extraña y alucinante sensación.

Sin embargo me esperaba aún una gran sorpresa, que completaría mi iniciática experiencia.

Sentado todavía en la Planicie de las Piedras Paisajes, llevé mi atención a las montañas que enmarcan este sitio y mi sobresalto fue mayúsculo: Las Piedras Paisajes constituían verdaderas réplicas de las montañas circunvecinas. Tomaba una Piedra Paisaje y observando el entorno podía identificar a qué montaña replicaba.

En ese momento me inundó la sensación de que estas piedras trascendían por mucho a lo estético y curioso,  formando parte de un prodigiosos hecho cósmico, constituyendo cada una de ellas, un microcosmos con  las energías intrínsecas del macrocosmos. Ya no podía verlas igual que antes ¡eran universos en sí mismas!, la teoría  fractal era evidente..

Llevado a través del mágico Portal del Bosque Miniatura llegué a la Planicie de las Piedras Paisajes. Esta experiencia, iniciática para mí, fue el comienzo de mis estudios sobre las Piedras Paisajes y las energías cósmicas andinas.

Descubrí que este sector de la Puna fue un Altar Natural para los Chamanes de los indios Casabindos, quienes se reunían allí para pedir la paz para sus tribus. El topónimo en idioma quechua con el cual se identifica hasta hoy a este lugar es indicativo de su especial poder: Abralaite 
(traducido: Abra de los Chamanes).
Francisco E. Sola
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