NOGUM, PRINCESA DE LA LUNA

 

NOGUM, PRINCESA DE LA LUNA

 

por RAQUEL SILVETTI DE ESQUITÍN

 

 

 

Era una noche de luna resplandeciente y las inquietas estrellas parecían querer contar algo misterioso. De pronto, una de ellas recorrió rápidamente el cielo para perderse en el infinito.

- Abuela, abuela, una estrellita acaba de caerse. Pobrecita, ¿se murió? - preguntó angustiada Nati, que estaba esperando al duende de los sueños para poder dormir.

- No, hijita -respondió la abuela acercándose también a la ventana- Seguramente es Nogum que va a visitar a su amigo, el río Nilo. Es una historia muy antigua, pero si estás dispuesta a escuchar mientras esperas al duende de los sueños, te la voy a contar. Y a tí también, amigo lector...

- Hace muchos años, en una ciudad del antiguo Egipto llamada Menfis, vivía una hermosa joven llamada Nogum. La muchacha era alegre, luminosa y de corazón bondadoso. Sus ojos de color azabache, eran vivaces y pícaros, como los tuyos -dijo sonriendo la abuela.- La familia de Nogum eran campesinos que vivían a orillas del Nilo, el río que fluye a través de Egipto, sembrando cebada y trigo. La joven ayudaba en las tareas del hogar, siempre cantando y brincando, haciendo del trabajo una danza. Luego, al atardecer, corría a las riberas del Nilo para conversar con el río.

- ¿Cómo estás hoy, mi amigo? -preguntaba Nogum reflejada en las aguas cristalinas.- ¿Has visto qué hermosas palmeras están creciendo en tus orillas? Seguramente se llenarán de trinos de pájaros, escucha a los grillos como cantan para tí.

La gente de la aldea decía que Nogum era una tonta porque hablaba con algo que no podía responderle.

- No es verdad, -contestaba la joven- el Nilo es vida pura, por él estamos aquí. Cuando me acerco a sus aguas, puedo sentir que me habla a través de mi corazón. Me ha dicho que un príncipe vendrá un día a buscarme...

- Ay, hija mía, -se lamentaba su madre- ¿qué príncipe querría entrar a esta casa de ladrillos de barro, habiendo palacios y hermosos monumentos?

- Él no vendrá aquí, madre, -contestaba Nogum, peinando su larga y negra cabellera- caminará sobre el Nilo y vendrá hacia mí, el río me lo ha dicho.

        

- Como podrás imaginarte, toda la aldea comentaba que Nogum no estaba bien de la cabeza y que seguramente estaba hechizada por el Nilo. Fue quizás por ello que sus padres le prohibieron regresar al río por varias semanas.

- ¿No podía hablar con nadie, abuela? -preguntó preocupada Nati.

- Nogum tenía el don de poder hablar con todo lo que tuviera vida, pájaros, plantas, todo... Y una noche entraron por la ventana unas luciérnagas para traerle un mensaje.

- El Nilo está muy triste y está enfermando tanto por tu ausencia que sus aguas ya parecen un riachuelo -dijeron las luciérnagas.

- Tengo que decirle al rey Menes lo que está ocurriendo -dijo Nogum- porque sin sus aguas morirán todos los que viven en la aldea.

Nogum le suplicó a sus padres que le dejaran dar el mensaje al rey, porque sólo ella podía evitar semejante catástrofe.

- Nogum, no puedes presentarte ante el rey a decir semejante disparate.

- Sí, padre, sólo si yo regreso al río, el Nilo llorará de alegría y sus aguas serán como antes.

Pero viendo la negativa de sus padres, Nogum envió el mensaje al rey por medio de una de sus palomas.

- Esta joven o es muy tonta o muy sabia. -dijo el rey- En fin, no hay nada que perder. Que los padres le den autorización para ir hasta el río.

El Nilo se enteró de la noticia y se puso tan feliz que comenzó a llorar y llorar... tanto que inundó todo el valle. Nunca se había comportado así.

El rey Menes, furioso por el comportamiento del Nilo, ordenó a Nogum que le hiciera retirar las aguas inmediatamente del valle. Pero grande fue la sorpresa de todos al descubrir que con la retirada de las aguas, el río dejaba un barro tan fértil que permitió cultivar la tierra dentro del valle. Pudieron así sembrar y producir y progresar más.

- ¿Entonces abuela, el Nilo fue muy bueno?

- Claro que sí. Se dieron cuenta que gracias a él podrían vivir mejor y además, Nogum jamás había mentido.

Nogum volvió a orillas del Nilo a preguntarle cuando llegaría su príncipe y el Nilo le habló:

- Querida niña, tu príncipe te ha estado viendo cada vez que la luna se reflejaba en mí. Ha conocido tu belleza y tu bondad.

- ¿Por qué nombras a la luna? -preguntó Nogum, que justamente eso quería decir su nombre, "luna".

- Porque en ella habita tu amado, en un gran palacio de estrellas.

Nogum estaba sorprendida, pero su corazón le decía que aquella voz que había escuchado siempre al mirarse en el río, era la de su príncipe.

Al bajar el sol, Nogum se puso un hermoso vestido de lino blanco y perfumó su piel con aceites de flores. Las luciérnagas le hicieron una resplandeciente corona que hacía brillar aún más sus hermosos ojos.

- ¿Quieres saber el final? -preguntó la abuela- ¿O dejamos que entre el duende de los sueños?

- Nooo, abuelita -contestó bostezando la pequeña- sigue, por favor.

La joven fue hasta la orilla del río acompañada por toda la aldea y un cortejo de blancas palomas. De pronto, apareció la luna y comenzó a hacerse cada vez más grande y luminosa, y extendiendo su manto de plata sobre el Nilo, descendió de ella un joven.

- Soy el príncipe Anul y he venido a buscarte. -dijo el joven entregándole a Nogum un ramo de estrellas- No necesitaron decirse nada, sus corazones se pertenecían. El brillante astro recogió su manto como una alfombra mágica y los jóvenes enamorados se alejaron en ella hacia el palacio lunar.

- ¿Nogum nunca regresó, abuela? -preguntó Nati con sus ojitos casi cerrados.

- Bueno, hija, dicen que cada vez que vemos una estrella fugaz como hoy, es Nogum que va a visitar al Nilo. Desde aquel día el río en su honor inunda periódicamente el valle para recordar su amistad. Por eso, el pueblo agradecido lo llamó "el río amigo".

La abuela miró a su nieta y se dio cuenta que el duende de los sueños ya había realizado su visita. Cerrando la ventana, observó la luna y sonriendo dijo: "Buenas noches, Nogum, princesa de la luna".

 

 

 

 

 

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(Ilustraciones de la autora)

 

 

 

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