Xxxxxxxx, 14 de febrero de 2000


Hermanos:


Cuerpo de Ancianos

Congregación Xx Xxxx

Xxxxxxxx


Cordial saludo:


Por medio de la presente deseo presentar mi renuncia como siervo ministerial de la congregación.


Mi decisión obedece a razones de conciencia. En el pasado mes de enero, se me asignó a presentar el discurso que se presenta cada año para que los hermanos llenen la Tarjeta Documento Directriz Médica. Tras efectuar una cuidadosa consulta de diferentes publicaciones, para estar bien informado de las razones para rechazar la sangre, he encontrado serias inconsistencias y contradicciones en lo que enseña la Sociedad Watchtower sobre el uso médico de la sangre. Debido a esto mi conciencia ya no me permite enseñar a los hermanos o al público que las transfusiones de sangre sean un pecado a los ojos de Jehová. Me permito presentarles un informe detallado del asunto, no a modo de crítica, sino para explicarles mi posición.


La Sociedad nos ha dicho que las transfusiones son una violación de la Ley divina basándose en Hechos 15:28, 29 partiendo de la premisa de que la transfusión es igual a comer sangre. La ciencia médica ha probado que esta opinión es falsa. La sangre que se tome por la boca, como un alimento, va al estómago y es digerida. La sangre que se transfunde permanece en nuestro sistema circulatorio. Además, la revista ¡Despertad! del 22 de octubre de 1990, página 9 cita lo que dijo un doctor : “El cirujano cardiovascular Denton Cooley: “Una transfusión sanguínea es un trasplante de un órgano”. Si los trasplantes de órganos son asunto de conciencia, ¿por qué no se declaran asunto de conciencia las transfusiones de sangre? En este caso se trata de un órgano líquido.


En mi humilde opinión, la postura radical del Cuerpo Gobernante en este tema está repleta de contradicciones y no tiene una base bíblica sólida. Por ejemplo, ¿por qué La Atalaya no cuenta el acuerdo que firmaron en marzo de 1998 ante la Comisión Europea de los Derechos Humanos? En este acuerdo entre miembros de esta comisión y abogados de la Sociedad se acordó lo siguiente con respecto a los hermanos de Bulgaria:


“Respecto al rechazo de las transfusiones de sangre, la Sociedad solicitante sostiene que no existen sanciones religiosas para los Testigos de Jehová que escojan aceptar sangre, y por tanto el hecho de que la doctrina religiosa de los Testigos de Jehová esté contra las transfusiones de sangre no puede incluirse como amenaza a la "salud pública". [...] “La Sociedad Aplicante se comprometió a expedir un comunicado, con respecto a su posición acerca de las transfusiones de sangre, que incluya en sus estatutos el que sus miembros deben tener libre escogencia en este asunto para sí mismos y para sus hijos, sin que se ejerza ningún tipo de control o sanción por parte de la Asociación”.


Si en Bulgaria los hermanos pueden tomar una decisión de su propia conciencia si aceptan o no sangre, ¿por qué no es así en el resto del mundo? Este es solo un ejemplo de tipo legal. Me permito detallarles otras contradicciones de esta norma de la Sociedad, tanto desde el punto de vista médico como bíblico, por ejemplo:


En el pasado, hacia 1930 la revista “La Torre del Vigía” condenó las vacunas, diciendo que eran una herramienta del diablo. Luego en 1952, dijo que eran asunto de conciencia. En “La Atalaya” del 1 de diciembre de 1961, página 734 se presentan los trasplantes de órganos como un asunto personal. En “La Atalaya” del 15 de abril de 1968, página 254-256, se calificó los trasplantes de órganos como una práctica repugnante y como una forma de canibalismo. En La Atalaya del 15 de septiembre de 1980, se dijo de nuevo que era asunto de conciencia.


Ahora bien, desde 1945 la Sociedad Watchtower prohibió las transfusiones de sangre. En La Atalaya del 1 de julio de 1961, página 414-415 se declaró que era base para expulsión. Si en los próximos años el Cuerpo Gobernante decide que las transfusiones de sangre son asunto de conciencia (como hizo hace dos años en Bulgaria), los ancianos que hoy se pronuncian en contra de la sangre, apoyarán sin hacer ninguna pregunta la nueva interpretación como un “nuevo entendimiento” de parte de Jehová y leerán Proverbios 4:18 en apoyo de ello. Pero el Departamento de Asuntos Legales de la Sociedad sabe que las demandas estarán a la orden del día en todo el mundo y por eso la Sociedad no se decide a declarar las transfusiones de sangre como asunto de conciencia: muchos hermanos nuestros han visto morir a sus hijos en un quirófano, pensando que obedecían a Jehová. ¿Acaso no dijo Jesucristo: “Quiero misericordia, y no sacrificio”? (Mateo 9:13) Hermanos, ¿es necesario este sacrificio? La Sociedad teme acciones legales por parte de personas que se han visto afectadas por esta postura radical.


En una carta enviada a todas los ancianos en diciembre de 1998, se les instruye cómo contestar preguntas sobre la sangre, escrita en respuesta [a un programa de televisión], emitido el 29 de noviembre de 1998, donde se mostró la situación de los testigos de Jehová y la sangre. Si un periodista o un amo de casa nos pregunta si es verdad que han muerto niños y hermanos adultos por no haber aceptado una transfusión, la Sociedad quiere que respondamos: “La única forma de saber la causa de la muerte de una persona es mediante una autopsia”. Parece como si la Sociedad sólo quisiera protegerse de problemas con el gobierno y de entrevistas a los medios de comunicación que dicen la verdad sobre este tema. ¿No es más importante el amor y la misericordia que ejemplificó Jesucristo? Dijo él: “¿Qué hombre de ustedes que tiene cien ovejas, al perder una de ellas, no deja las noventa y nueve atrás en el desierto y va en busca de la perdida hasta que la halla?” (Lucas 15:4). Podríamos decir, ¿quién de ustedes qué tiene a su hijo desangrándose en un hospital, no le aplicaría sangre?


Desde el punto de vista médico, en la misma ¡Despertad! del 22 de octubre de 1990, página 4, se presenta la siguiente tabla:


Principales componentes de la sangre:


Plasma: cerca del 55% de la sangre. El 92% es agua; el resto está compuesto de proteínas complejas, como globulinas, fibrinógeno y albúmina

Plaquetas: cerca del 0,17% de la sangre

Glóbulos blancos: cerca del 0,1%

Glóbulos rojos: cerca del 45%


En la “Pregunta de los lectores” de La Atalaya del 1 de junio de 1990, página 30, se muestra que un testigo de Jehová puede decidir a conciencia si aceptará estos componentes sanguíneos: albúmina, inmunoglobulina, fibrinógenos y factores de coagulación. ¿Por qué se considera incorrecta una transfusión de plasma, si este consiste en agua con los cuatro componentes citados arriba? ¿Qué pensarían ustedes si el médico les dijera que pueden comer yuca, plátano, papa y carne, pero que si le echan agua y hacen un sancocho es malo? ¿Por qué no se admite la transfusión de plaquetas y glóbulos blancos, si en la lista que aparece arriba muestra que hay un menor porcentaje de plaquetas y glóbulos blancos que albúmina, inmunoglobulina, fibrinógenos y factores de coagulación? ¿Por qué dice la Sociedad que estos últimos son “componentes menores” (albúmina, inmunoglobulina, fibrinógenos y factores de coagulación). ¿Si un paciente necesita salvar su vida, con uno de estos cuatro elementos, (digamos un hemofílico) los consideraría “componentes menores”? ¿Qué criterio tomó el Cuerpo Gobernante para dictaminar qué componente es “menor” y cuál es “mayor”? ¿Por qué el libro “Usted puede vivir para siempre...” en la página 216 dice: “Por eso, también, ‘abstenerse de sangre’ significa no introducirla en su cuerpo de ninguna manera”, y luego La Atalaya del 1 de junio de 1990, página 30, dice que podemos aceptar como asunto de conciencia albúmina, inmunoglobulina, fibrinógenos y factores de coagulación?


En el libro “Vivir para siempre”, de nuevo la página 216, y también en el libro Razonamiento, página 347, aparece una ilustración que muchos hermanos utilizan para razonar con la gente sobre lo incorrecto de una transfusión de sangre: “Si un médico hubiera de decirle a usted que se abstuviera de alcohol, ¿significaría eso sencillamente que usted no debería tomarlo por la boca, pero que pudiera transfundirlo directamente en las venas?” Para este razonamiento podríamos decir: si el médico le dice al paciente que no puede comer carne, ¿desobedece el paciente a su médico si acepta un trasplante de riñón? ¿Está comiendo carne al aceptar un trasplante? ¿Es aceptar una transfusión sanguínea lo mismo que beber un vaso de sangre? La Sociedad sabe que no, pero si admite la verdad, tendría que decir que la transfusión es asunto de conciencia al igual que los trasplantes de órganos.



Además la Sociedad dice que es incorrecto donar y almacenar sangre (Así sea nuestra propia sangre.) Sin embargo, el hermano que reciba albúmina, inmunoglobulina, fibrinógenos o factores de coagulación, que son asunto de conciencia, habrá recibido estos componentes tomados de la sangre almacenada de muchos donantes. Para conseguir una sola dosis de factores de coagulación para un hemofílico se necesitan muchas unidades de sangre, porque estos elementos aparecen en cantidades muy pequeñas en la sangre. Así que, ¿se pueden recibir componentes donados por otros pacientes no testigos, pero no podemos donar sangre para salvar a otros, ¿no es este un punto de vista egoísta? Si en una ciudad todos fuéramos testigos de Jehová, ¿qué pasaría con un hermano que sea hemofílico? ¿Quién donaría los factores de coagulación para salvar su vida?


Otra inconsistencia: recibir una unidad de sangre en transfusión, que típicamente es de 500 c.c. es considerado una violación de la ley de Dios. Ahora, si un testigo recibe un trasplante de corazón o de hígado, que es asunto de conciencia, está recibiendo más sangre en ese corazón o hígado que una unidad de sangre, pues hasta un 30% de estos órganos es sangre. En casos de emergencia la Sociedad nos aconseja utilizar la EPO (eritropoyetina recombinante) que en algunos casos contiene albúmina. La inyección de EPO en la médula ósea estimula la producción de glóbulos rojos, vitales para llevar el oxígeno por todo nuestro cuerpo. Lo que la Sociedad no nos dice es que, aunque esta sí ayuda a producir glóbulos rojos, se demora entre cuatro y seis semanas para surtir efecto.


Otro asunto que me duele, es pensar que los hermanos de 1968 a 1980 que necesitaban un trasplante de órgano lo rechazaron porque la Sociedad decía que era pecado. ¿Cuántos murieron? La Sociedad nunca lo dirá. El hermano que hubiera aceptado un trasplante de corazón, riñón, córnea, etc. era visto como pecador que merecia acción judicial. Cuando el Cuerpo Gobernante permitió los trasplantes de órganos en 1980, ¿pidió disculpas por las muertes innecesarias de hermanos por todo el mundo desde 1968 hasta 1980? Si ellos declaran la transfusión de sangre asunto de conciencia algún día, ¿pedirán disculpas y admitirán su craso error? ¿Le dirán al mundo que fue una mala interpretación que surgió durante la presidencia del hermano Nathan H. Knorr y del vicepresidente Frederick W. Franz? ¿Desea Jehová Dios que mueran más personas sin necesidad por mantener una postura dogmática? ¿Dirán cuántos testigos de Jehová murieron por obedecer ciegamente esta prohibición? ¿Son los directivos de la Sociedad Watchtower responsables ante Jehová de derramamiento de sangre por miles de hermanos adultos y menores de edad? Vistos los hechos expuestos acá, puedo concluir que la prohibición de las transfusiones de sangre para los testigos de Jehová es lo que dijo Jesús en el primer siglo: “mandatos de hombres como doctrinas”. (Mateo 15:9).


Pensé que podía servir como siervo ministerial sin necesidad de compartir el punto de vista de la Sociedad en este tema, pero he notado que al conducir el Estudio de Libro o en conversación privada con los hermanos, el tema de la sangre es muy recurrente y que muchos hermanos, con justa razón, no entienden bien la complicada legislación de la Sociedad sobre el particular. Me siento muy mal al tener que callar las objeciones que le encuentro a esta doctrina que ha costado la vida de miles de hermanos nuestros por todo el mundo. Quisiera decirles la verdad sobre la sangre, pero sé muy bien que expresar libremente nuestras opiniones, cuando estas contradicen lo que dice la Watchtower, no es bien visto para un testigo de Jehová. Pero me he decidido a exponerles estas reflexiones por escrito a ustedes que son maduros. No soy capaz de enseñarle a una persona en un estudio bíblico que el uso médico de la sangre es un pecado, según lo dice el Cuerpo Gobernante. Entiendo que para algunos es muy condenable que alguien se atreva a poner en tela de juicio una enseñanza del Cuerpo Gobernante, pero como hemos visto, estos hermanos se han equivocado mucho en el campo médico, primero con las vacunas y luego con los trasplantes de órganos. ¿Qué esperan ellos para tomar una decisión? Desde que se popularizó el uso de la red mundial de computadores Internet, la Sociedad nos previene contra el uso de esta herramienta, que representa el libre intercambio de información. ¿Qué es lo que la Sociedad no quiere que sepamos? ¿Por qué la Sociedad no quiere que los hermanos sepan las contradicciones que hay en la doctrina sobre la sangre? Si yo fuera un anciano y le dijera a un médico que no le transfunda sangre a un hermano y este muere, sé que sería responsable ante el Dios Supremo.


Entiendo que esta carta es dolorosa de leer, pero créanme, fue más dolorosa de escribir. Este asunto me perturba tanto que me impide servir con una buena conciencia ante Dios y los hombres. Hay vidas en juego y no quiero participar en fomentar una creencia que no comparto. Los directivos de la Sociedad Watchtower merecen todo mi respeto, pero en el tema de la sangre no les puedo dar la razón.


Aprecio mucho el haber trabajado con ustedes estos meses, pues ambos son ancianos excelentes y maduros. Sepan queridos hermanos que mi decisión de no servir como siervo ministerial no se debe a que no les tenga aprecio o tenga algo que sentir de ustedes, pues he visto en todo momento lo concienzudos y amorosos que son ustedes.



Sinceramente,



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