Había un viejo ratón que todos los días salía a pasear. Al viejo ratón no le gustaban los niños. Cuando los veía por la calle gritaba: -¡¡Fuera, pequeños monstruos!!... Un día el viejo ratón estaba dando su paseo. De repente, se le rompieron los tirantes y se le cayeron los pantalones. Pasaron por allí unas señoras: -¡Socorro, socorro!,- gritó el viejo ratón. Pero las señoras empezaron a chillar: -¡Se le han caído los pantalones!,- y salieron corriendo. El viejo ratón corrió a su casa y gritó: -¡Ayúdame! Pero su mujer sólo dijo: -¡Qué ridículo estás en calzoncillos! Y le dio un golpe en la cabeza. El viejo ratón empezó a llorar. Unos niños pasaron por allí. -¡Pobre viejo ratón! ,- exclamaron -, Nosotros te ayudaremos... Aquí tienes un poco de chicle. Te sujetará muy bien los pantalones. -¡Miren! ,- gritó el viejo ratón-, ¡Ya tengo puesto los pantalones! ¡Este chicle es fantástico! ¡Estos pantalones nunca se me volverán a caer! Esos pantalones nunca más se le volvieron a caer. Y desde entonces, el viejo ratón cuando salía de paseo era siempre amable con los niños. ******
