Nacida en la provincia de La Pampa,
República Argentina en 1953. Desde hace
mas de una década reside en San Martín de los Andes. Ha publicado numerosos trabajos de
investigación socioeconómica relacionados con su actividad docente en la
UNLpam. Ha publicado poemas en varias
antologías y en suplemento culturales, revistas universitarias y revistas
culturales Diarios, entre otras. Cuenta
con dos libros editados: Riconto
(2000) y recientemente Ventanas Rotas
(2004).
Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
y mis ramas crecían hacia el cielo
siempre intentado ver
el horizonte
y estuve allí por siglos
enraizada
aferrada a la tierra
bebiendo el cielo
habitada de pájaros y estrellas
Tal vez antes de ser mujer
disemine retoños
dejé semillas
y el viento fue mi amante
en los silencios
mi piel era corteza
y mis colores símbolos
del transcurso del tiempo
en crecimiento
A veces pienso en ello
y el bosque
no es un lugar extraño
Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
aún siento el latido de la tierra
en mis venas
y hay días que regresan los pájaros
y anidan
Si llevo esta
nostalgia
algunas veces
será por que dejé
partes de mí
en otros lados
por que me traje a
cambio
restos de aromas
y escondí en el
pasado
los rastros de las
huellas
caminadas
Si llevo esta
nostalgia
algunas veces
será por que he
aprehendido
la memoria
por que miro al
presente
y al futuro
con parte de mis
ojos
y de mi sombra
Será que
llevo dentro
otro horizonte
que me regresa
a veces al olvido
y que el olvido
es solo un espejismo
que en las noches
de luna
se aparece
que llueve entre
las lluvias
su silencio
y rescata las
muertes
los días domingo.
Vine hasta aquí
a recoger las brasas
a juntar nuevos leños
para encender el fuego
de la noche
a soltar las amarras
que nos atan
para dejar el alma
a la deriva
y permitirnos la pasión
y el beso
Vine hasta aquí
para arder en tus fuegos
hasta que las cenizas
lluevan
entre nosotros.
Me encontrarás allí
en las costas del lago
hundiéndome en el viento
con mi cabello revoloteando
cual pájaro encendido
de atardeceres
desamarrando barcos del muelle
con los ojos
para sentirlos libres
y rumbear sin destino
y allí verás
mis manos jugando con el aire
mi silencio y mi sombra
abrazando sonidos
beberás mis aromas
y te estaré esperando
despojada de máscaras
de aquellas que no soy
y me verás el alma
Las manos cáscaras de mi piel
el corazón
un barco abandonado
a la deriva
y la sombra sin bordes
libre de mí
de todo
prolongando su superficie
en los rincones
Los ojos sólo pájaros
y las palabras pájaros
y los sonidos pájaros
poblando con sus trinos
la mañana
Esta ciudad me canta en el oído
algunas veces
susurra con el viento
sus raíces
llora en sus árboles
sus lluvias verdes rojas
y en el silencio
me trae la añoranza
Esta ciudad se ensancha
algunas veces
se otoña en sus diluvios
cuando la sombra
del dolor se acerca
y sobreviene la calma
de la siesta
Esta ciudad me habla
algunas veces
al pie de las montañas
con su lago
se desviste ante mi
camina impúdica
entre la soledad
y los fantasmas
Hoy no estoy para
nadie
me he ido tras la
lluvia
desprovista de
ropa
sola
con mi alma sola
a transitar los
muelles
que recortan mis
playas
a presentir el
viento
que llegará mañana
a desnudar la tarde
con mis propias
vergüenzas
a percibir el
canto
dormido en las
montañas
Me he ido
simplemente
a reencontrar mis
huellas
invadidas de
escarcha
mojadas de
tristeza
a sacudir el polvo
que acumuló tu
ausencia
a disfrutar
conmigo
de este horizonte
mago
en la
inquiescencia misma
de este horizonte
extraño.
me sentaría en tu
sombra vagabunda
para andar tu
camino
y tus silencios
destruiría la boca
de la noche
donde el miedo se
aloja
y te mastica
tan solo para
amarte
con estos pocos
sueños
y esta mujer que
hoy llevo
llena de orillas
en donde detenerse
LA QUE NO VEN
Yo soy la que no
ven
mi apariencia me
inventa
construyo
diariamente
mis propios
puertos
y allí
donde las costas
del silencio
se tocan
busco el sentido
de las cosas
y de mi propio
rumbo.
Tengo sueños
ocultos
tras la bruma que envuelve
las sombras de mis
ojos
y en cada hijo
significados
nuevos
de la vida y la
muerte
Amo hasta donde
puedo
y a veces mas
he aprendido el
oficio del dolor
en intrincados
días de melancolía
y a disfrutar de
la alegría
que viene y va
como una
invitación
y me sorprende
Yo soy la que no
ven
en cada atajo que
he tomado
aprendí del sonido
del viento
el instinto de la
sobrevivencia
siempre salte del
tren
en el justo
momento
llevo ocultas
mis cicatrices
dentro de los
huesos.
TARDES DE INVIERNO
Deslizándose
en medio de mis
ojos
una gota de viento
y la luz
caminado entre las
sombras
jugando
crucigramas
con mis sueños
y los rostros de
todos
los que quiero
reflejados en mi
rostro
y en este espejo
Una gota de viento
entre mis manos
y mis manos
corriendo entre
palabras
la tarde
sospechando las
nevadas
y este invierno
este invierno
donde el alma
silenciosa
regresa
hasta este fuego
que arde
como la vida
entre mis sueños.
Seguramente el mar
está en nosotros
cuando me alejo
te acercas a mis
playas
cuando me acerco
te alejas
y te escapas
y yo
en la otra orilla
siempre espero
con la misma
sonrisa
y el mismo asombro
y tu
en todas las
costas
me regresas
con la misma
insistencia
y el mismo miedo
Dónde va el aire
que respiro
cuando el viento
sacude
mis costados
y se marcha en su vuelo
o me acompaña
Dónde van los
olvidos
llenos de imágenes
dónde
los rostros del
ayer
mis rastros y mi
rostro
Dónde irán estos huesos
y esta sombra
compañera de
atajos y de abismos
cuando muera
y ya no tenga
sombra
y las huellas se borren
Dónde sepultaré
estas tristezas
estas risas
estas imágenes
y estos horizontes
y estas
flores
secándose en la
alcoba
con el aroma de tu
amor
lejano
Dónde irán estos
versos
y aquellos
que he aprehendido
y estas
palabras
llenas de
preguntas
Preparado por Alberto Martínez-Márquez