Selección y notas de Alberto Martínez-Márquez
En natural de
Vecilla de
... día a día
me he levantado y he tocado la soledad y el dolor, el pus, la tos
y la niebla
del cielo;
... y no sé
si voy a morirme así,
con esta
parquedad o atonía moral,
con esta
ligereza anónima con que vuela el olvido sobre el amor,
o frente a
este banal esfuerzo por conquistar un grito de vigilia en el rito litúrgico del
mundo;
… y ésta, ésta
ha sido y es la sed que me diluye,
la que me hace
errar y errar a través de horas y años,
de este mirar con
que intento asombrarme, curarme de esta herida
que sólo me
instituye postrado y destruido;
... me muero
sin remedio por designio del silencio,
sometido al
asedio de estos pocos sentidos que, turbándome el alma,
a la frente me
lanzan tempestades de arena;
... ah, si
percibís que os miente la luz,
creed, creed y
sabed que hay otra luz, que hay otra institución con que emprender
la edad de
este tiempo indeciso y civil, creedlo abierta y profundamente;
... hoy – y
como todos los días –
me observaré
después de este momento de alumbre y de sigilo;
será un honor
reconocer que vivo.
cogeré mi
miedo y mi desesperación
- y el llanto de la noche última –
y saldré a buscar
la luz,
la libertad,
las purísimas
rosas de nuestros dioses heridos,
arrancaré a la
muerte ese poder
de entregaros
cantando mis cuerpos y mis fuerzas.
… sobrada
opacidad ha habido, demasiado temblor
y gestas y
exterminios contra el don de los ojos:
esta mirada
que guarece y salva al ser,
sus ruinas y
sus resplandores.
… he de
instruirme en esta profesión de hollar en cada instante
un río, un
quiebro de agonía, un mar invertebrado
y vivir. Éstos
son los cielos que instituyo ahora,
en que una
brizna de hierba prende fuego en mi boca.
… pobre,
desnudo y ciego llego a la puerta de mi cuerpo.
(¿ ... y no he
de salir de entre huesos y sangres,
de entre
densas nieblas donde me cruje la vida
y siento un
grito de angustia
rebelándome ?)
.... entro y,
por los oscuros suburbios en que habito,
toco y bebo y
me alimentan mis sombras,
mis soles
caídos,
la escasa
fuerza del ser: el calor que tengo.
… más que
dolor, es un frío terrible el que me cruza.
pero soy un
hombre ¿ no soy un hombre, no lo soy ?
¿ ... acaso no
froto oscuridad y oscuridad y hueso contra hueso
... porque si
sé que he de vivir ¿ no he de volver y volver
para resembrar
mis trigos y diseñar alondras nuevas por mi alma ?
¿ no he de
lavar las sombras y desterrar este temblor,
esta angustia abyecta y vieja con que venimos los hombres
a nuestro
bastión de tierra ?
... pero
aunque el cuerpo muera y el frío sea terrible,
¿ no veis en
mis manos, en mi ceguera o angustia algo
cierto ?
decidme ¿ no
veis alguna luz… ?
... aquí se
lucha día a día,
y minuto a
minuto, miembro a miembro se muere,
e internamente
un fuego, una creación
deviene en
libertad, y dolor, y conocimiento.
(… y palmo a
palmo y miedo a miedo cruje,
chirría la
eternidad por un instante y se va)
¡ … nadie sabe
cómo engendran
dolor y amor estas fuerzas,
esta eclosión
de vida buscándonos, tocándonos,
resucitándonos…
!
... y
surgimos,
y es un
nacimiento a otra luz, a otra nueva edad,
y a un callado
– pero tenso y duro – pacto con la muerte
para poder
volver.
con la miel de
los ojos, con los ríos y cielos
del corazón.
¡ … es tan
natural deslucir, ocultar la luz ésta
de la niñez,
vaciarla en un vado oscuro
y cruzarlo sin
otro resplandor que huirnos y dolernos,
y aun
desconocernos... !
… no, no
vuelvo la vista atrás;
pero vuelvo a
encontrar instantes incorruptos
donde la fe
todo creía,
todo esperaba.
¿ … acaso no
es mejor desandar alguna vez los pasos
de la
desesperanza, cribar la oscuridad
y ver qué
queda ? ¿ no tengo que vivir ?
me dure;
... que me
dure en el frío y el miedo,
cuando vuelen
las hojas y resuciten los toros y los perros,
cuando sea
tarde y al encuentro me salga la mujer que no ame y yo ame;
que me dure
cuando toda esta luz que detento ahora
parezca
oscurecer los colores divinos:
la estancia
pura y cierta de este tiempo hermoso.
mi sabiduría
es
un hombre
celebrando el
ser con sus cuerpos de dolor,
la autoría del
tiempo destruyéndolos;
... cuando
hallé
las rosas
pervertidas
y la luz del
Edén aprisionada,
y los huesos, los
labios y los gritos duros como el diamante,
fue en mí la
enfermedad de Antonio:
saber por qué
se muere;
... que
comiencen ahora las horas,
que alguna
vez, del árbol de la ciencia,
definitivamente
podré librar los gritos, los labios y los huesos.
(... oh, me libre Dios también de las palomas)
del corazón; ¿
no serviría invocar la luz o la ternura
para que el
dolor pasara ? ... porque ¿ se detendrá el amor ?
¿ ... o quién
viene conmigo a la esperanza, a instruir auroras
y darse
claridad, vamos , quién viene ?
¿ ... ¿ es que
alguien busca a otro hombre y le besa las manos ?
¡ ... y cómo
morir amando si deseo tanto vivir !
… miradme,
miradme como hombre, loco aún y temeroso de su descubrimiento
frente a la
congoja, increpándose;
... si algo
queda,
¿ no será este
misterio que me sorprende ahora,
el del amor,
el de nuestra propia vida ?
... tengas
floraciones de misericordia,
y tengas tú –
y lo cobijes siempre –
el pan,
la prenda de
los dioses, la resurrección que da
la luz;
... la
sinfonía
tuya encienda
todo y lo amanezca:
la eternidad,
el fuego protector,
el agua;
… pues allí,
donde las nieblas,
¿ no hicimos
de la luz futura la flor de la paciencia ?
¿ no soñábamos
esto acaso en la espesura aquella,
la del arco
tan alto ?
... mira en la
fragua qué dolor,
qué semilla de
brasas, qué llama azulada
contiene la
ambición del cielo, mírala;
… porque, si
ser de hombre ya no es merma,
¿ quién
llegará a las nubes, quién ?
... oh fuerzas,
sacadme esta
esperanza al vuelo,
tocad la
sangre mía, alborotadla, hacedla hirviente
y dejadla en
tierra, libre,
que viva
buscando el aire.
MANOS DE PIEDRA
... mientras voy
contemplando la irisación del aire y pulso con sigilo la levedad,
por mi cuerpo
corre una pregunta incierta, y una nube negra y un concierto gris.
¿ ... es que
habrán de volver las lágrimas para saber ?
me digo. Y un silencio
empieza
entonces a recogerme a trozos la salud, el desdoro del tiempo me recoge
y asimismo el
calor, y juntos se dedican a curarme y a ponerme otra vez en pie.
... y cual si
fuera un dios inarmonioso que se reconociera así al amanecer,
se me pone a
rugir el alma, sus amasijos ruedan, chocan entre sí
y sin freno ni medida marchan rodando por el pecho.
Toco éste y me digo con paciencia
que qué
estragos lo habitarán, que qué ordalías, que qué esperanzas calladas,
que qué pasiones. Y, sin poder evitarlo, pienso
también en el dolor que llegará
a resumirlo
todo.
Entonces, un
temblor me sacude y, en ese momento, ya no señalo nada
ni discierno
nada porque el aire en lo alto sigue igual: con las llamas tirando
del cielo para
abajo y la eternidad hecha a golpes de espanto y miedo.
Oteo en mi
vida y creo descifrar en la sangre una brizna de amor
que, seca y
desesperadamente, lucha por mí contra una ira sorda,
contra el
golpe helado del corazón.
... una y otra
vez, tras morir, he tenido que dejar atrás mis carros de guerra;
aunque cerca
quedaran el sol y el aire; sin embargo, alguna vez el barro
contempla e
iguala todo, lo recibe, lo cumplimenta y le instituye luz;
¡ ... sálvame
! grita al caer la belleza a tierra con un cuchillo en el corazón,
y el barro la
coge, la acaricia, le prende el fuego,
y sobre su
propia llama la pone en alto y la echa a volar;
... tengo
rotas las alas de amor y de cera,
pero soy un
Ícaro con los ojos sedientos por volver a ver;
... hondo, muy
hondo, ansío con fuerza la amplitud del cielo,
pues el
temblor y el miedo inhiben la pasión por vivir;
... aún, aún
he de morir; hoy, todavía, habré de esperar.
EN
... no, mi
corazón no tiene asiento,
tanto gasta el
dolor,
tan poco
queda;
... hay una orilla
con barcos desolados por mi sangre y estelas derruidas,
y un cierzo,
y un eco
mineral y triste;
... si la nada
fuera
y yo fuera la
nada,
y algún camino
y alma y estandarte hubiera,
por qué razón,
por qué tiempo o flor no lucharía si aún fuera posible…
… porque vale
la pena vivir después de todo;
incluso
presintiendo este riesgo atroz e indestructible que traen las horas.
DIGRESIÓN ACERCA DEL HOMBRE CONCRETO
... si no
fuésemos hombres y mujeres concretos
y no tuviéramos
frío y hambre y alegría;
si no
hiciéramos el amor y tocáramos la tierra y el cielo tal cual somos
-
así
y aquí - de dónde tomaríamos la fe para afrontar esta batalla,
este
conocimiento tan agridulce y duro;
... qué sería
de este discurrir con todo y contra todo,
de este recribar una y otra vez luces y penumbras
de nuestros
trabajos y demoliciones;
... justamente
somos ciertos y concretos como el mar y la piedra,
y es justo
gastar agua y fuego para la vida aunque a gritos lo nieguen
la carne de
pecado y el labio de la gloria;
necesitamos
caer, decididamente pecar,
pues ¿ cómo
originarse si no, cómo, cómo llegar a ser y lograr tocar la luz… ?
... escucha, chaval, y no te
amilanes ni acojones porque, si te acojonas,
van a caer sobre ti como buitres las
hostias y vas a tropezar, a ser roído por chinches y piojos,
empezarás a ver la luz en negro y se
te convertirán las noches en pozos plagados de ratas,
de búhos y cornejas; porque, óyeme
chaval, si te acojonas no vas a tener salida,
y con el rabo entre las patas, como
paria vil o puta por rastrojo, de medio mundo
as a tener que andar constantemente de
un lado para otro maldiciendo y huyendo;
¿ ... y tú, eso,
piraña, tú eso ... ? ¡ vamos, coño,
levanta... ! hace años ha que te conozco y sé
que antes
reventarás, que te restregarás y sacarás los ojos, que inventarás si es preciso
molinos
con espadas y que
alegremente te jugarás frente a ellos las manos y la vida,
¿ a qué, a qué
esperas ? corre entonces, corre y no llores; ¿ es que aún no sabes
que cualquier pibe
de mierda tiene una peste densa que comerse o una suerte rabona y sucia
que matar para
seguir corriendo ?
¡ ... vamos,
piraña, vamos, es tu oportunidad, salta, salta sobre el mundo ahora que está
ardiendo y jódete,
quémate o rómpete el espinazo al caer y pégatelo a trozos; y luego,
cuando estés bien
jodido, hecho trizas en el suelo - sí, bien jodido y hecho trizas –
después, insisto,
cuando pretendas levantarte para seguir porque sólo quieras vivir, respirar
y vivir, entonces,
chaval, ya, ya hablaremos; no ha llegado tu hora.
ACERCA DE
... sobre el cerro que rodea la ciudad, mirando para atrás, se ha
parado el tiempo;
... había ido pasando con cuantos cachivaches encontró a su paso,
y ahora está quieto, absorto, mirando con insistencia hacia nuestras
calles y rostros,
como si estuviera desmenuzando los mínimos detalles de nuestras bocas,
de nuestras almas, de nuestros gestos;
... nunca lo había visto tan grave, tan gris, tan altivo, jamás tan
concentrado en analizar
quiénes somos y qué hacemos, o qué proferimos o adónde vamos; ... da miedo verlo;
contemplar su frente resulta
sobrecogedor; y aunque de momento es inconcebible,
en todo caso
sería terrorífico, tal vez espeluznante que volviese atrás.