Antonio Ramírez Córdova nació
en Bayamón, Puerto Rico en 1941. Es
poeta, narrador, dramaturgo y ensayista.
Su primer poemario fue Humo y
viento (1962), publicado en España mientras cursaba estudios en la
Universidad de Barcelona. Si la violeta cayese de tus manos (1984)
le mereció dos prestigiosos galardones de Puerto Rico: el Primer Premio del
Certamen de Poesía de la Revista Mairena y el Primer
Premio de Poesía otorgado por el PEN Club de Puerto
Rico. En 1986 recibió el Premio del
Ateneo Puertorriqueño por Renovada
Penumbra, publicado en 2000 por la Editorial de la Universidad de Puerto
Rico. Ha publicado, además, los
poemarios Para cantarle al amor (decimario) (1997) y Un
caballo violeta para el sueño, poemario que inició la colección “El canon
secuestrado” de la editorial Isla Negra.
Éste último libro incluye Si la
violeta cayese de tus manos y En el
lugar azul. Ramírez Córdova también
se ha destacado como dramaturgo.
Considerado como precursor de la Nueva Dramaturgia Puertorriqueña que
surge a comienzos de los años ochenta. A
principios de la década de 1970 estrenó varias piezas de teatro en la ciudad de
Nueva York.
Ente sus obras más destacadas se encuentran Yin y Yoni, Los diablos, Vacío tambor y
Collage para un teatro total. Su poesía figura en importantes antologías
puertorriqueñas.
Si la violeta cayese de tus manos sobre
la noche oscura,
y si el abismo de un clavel es un pájaro en
árbol
y en alero y en vilo del solitario reino…
Es que digo tu nombre como entonces
en el fondo del ala,
y en el rastro de luces de la lóbrega
piedra,
donde se mezclan las espumas, el rocío y el
ámbar,
y aquel inmenso barco de papel que
navegaba
hacia la ausencia con voluntad de piedra;
y ese sombrero viejo enfurecido bajo los
cinco
pétalos del viento
y del azul que habla sobre palomas.
<
En aquel tiempo
tus palabras eran más tristes que el
olvido.
las elegías aprendidas en los barcos noche
a noche.
La voz de un árbol cubierto por la
lluvia en el silencio.
El hundimiento de un pájaro en el
puerto.
Y lo absurdo era absurdo.
La dura cara de las cosas,
un horario de sombras para olvidarlo todo.
Y a pesar de la noche que tornábase noche,
y a pesar de la red tendida entre
nosotros
en los días de lluvia,
tus palabras a veces se llenaban de
flautas,
y bastaba nombrar un país diminuto,
las velas blancas de un lugar,
donde los cuervos espiaban desde lejos en el
azul intenso,
aferrados a la distancia petrificada,
como un caballo castrado en un cuenco de
sombras.
La bandera de lágrimas izada por el
viento,
y la distancia en fuga,
y nuestros ojos náufragos.
La tempestad erguida como un dios en
palabras.
En silencio contábamos historias.
<
Tu nombre siempre dicho en la taberna.
Tu mundo gris a solas como los búhos.
Tu dolor que no es de muerte ni de
sombrea.
Y tu grito perdido que es un duelo de
mirlos
entre las altas peñas.
Y el sombrero de copa de tu payaso viejo
que contemplas.
Tu payaso tristón tumbado en mis abismos
desconocidos.
Tu septiembre y tu marzo.
Tus ojos que se tienden sobre el reino
celeste,
interminable;
contra mi cuerpo a veces.
<
En el lugar azul,
hecho de mar y viento,
tu mirada fue magia
que nos abrió la vida permitida
en el tejido ensueño
de lo eterno.
Como estrella presagiada
que nos unía alma adentro.
<
Eres
como una maravilla
que invade cada día
el rojo edén
donde los dos anticipamos
el infinito
con sus nubes de ovejas blancas,
remotísimas,
como el ángel azul de ojos abiertos
que nos vigila
desde el signo inmóvil de lo eterno.
<
Algún día
veremos ascender
al pájaro de fuego
en una casa frente al mar,
con la corona del amor en las
manos.
Y con el alma iremos a la dicha
de nuestra suerte,
en algún lugar de la noche.
Y nos haremos vida entre las olas.
O puro instante imaginado.
<
DÉCIMA 31
Voy a inventar el amor
en el jardín de mi alma,
y también haré con calma
el camino del candor.
Y cuando surja el color
de la canción que musito
escucharé el alto grito
del corazón que me llama,
porque su latido exclama
que le inventé el infinito.
<
DÉCIMA 49
En tus labios encendidos
es que reina mi sentir,
pues encuentro en tu vivir
luceros amanecidos;
y verbos embellecidos
en la luz de mi desvelo
porque esta vez voy de vuelo
para encontrarme en tus ojos,
porque me viste de hinojos
bajo el temblor de tu cielo.
<
POEMA 4
Porque por mí
pudo ser horizonte o sol
al mismo tiempo.
Porque siempre escuchó con la máxima
atención
cuando hablé en voz alta de mis tinieblas.
Porque han pasado los años y aún quiero
recordarla.
Escribo estos versos que jamás habré de
terminar.
<
POEMA 12
El tiempo viejo me vuelve a los ojos.
Tengo todos los lápices en la mano.
Busco palabras para ti que no
envejezcan.
Soy capaz de todo.
De buscar en el pico del pájaro marino
la rosa de los vientos
y su trenza negrísima
para que tu sonrisa tenga cascabeles y
colores inmensos.
<
POEMA 15
Eso eras tú, un ser que quería ver
la espina más oscura.
la victoria del ángel sobre los nuevos
astros.
La perpetua
alborada.
Y el niño en la ventana y el destino
en el viento.
Eso eras tú en medio del silencio.
<
POEMA 40
En el oscuro sueño envuelto en la
mortaja
más oscura,
aprendí a contemplar
ruiseñores sin alas,
caídos en las sombras de negras lanzas,
y entre los lánguidos espectros que nos
rodean.
<
HAIKUS
1
Entre los pinos,
la música del viento
se vuelve pájaro.
12
Sed de infinito:
adentrarse en el verso
como un fantasma.
28
¡Ah, el silencio!
arqueado sobre el tiempo.
Noche de Dios.
75
En el estanque
el barco de papel
convoca el sueño.
89
Abre el paraguas.
Pasa el caballo blanco
del aguacero.
98
En la penumbra
un guerrero de luz
hunde su espada.
Página preparada por Alberto Martínez-Márquez