POETA INVITADO

 

 

 

ÁUREA MARÍA SOTOMAYOR

 

 

Nace en Santurce, Puerto Rico, en 1951.  Poeta y ensayista.  Ha publicado Aquelarre de la bobina tartamuda (1973),  Velando mi sueño de madera (1980), Sitios de la memoria (1983), La gula de la tinta (1994) y Rizoma (1999). Su poesía ha sido recogida en las colecciones antológicas: Poesiaoi: antología de la sospecha (1978), Antología de poesía de la mujer puertorriqueña (1982), Panorama histórico de la poesía en lengua castellana (1987), Crónica de tres décadas (1989), Antología de poesía puertorriqueña (1993) y Poetas hispánicos para el tercer milenio, vol. III (1995).  En 1989 publica De lengua, razón y cuerpo, un importante estudio y muestra antológica de nueve poetas representativas de la Generación del 70.  Tiene a su haber el libro de ensayos: Hilo de Aracne. Literatura puertorriqueña de hoy (1995). 

 

 

 

 

CONFLUENCIA

 

                                    Hoy no ha venido nadie

                                    y hoy he muerto qué poco en esta tarde!

                                                César Vallejo

 

Abrí compuertas,

pisotee mi absurdo,

descendí el camino de los rasgos

conservando la esfinge móvil del esfuerzo.

 

Prologados enormemente, hombres

por un destinatario roto

semejantes, al fondo abismal de un sueño

tendidos, al vaivén de un superviviente

a un salvavidas asido a

tenebrando los hilos negros de la vida

conteniendo la respiración forzada de la muerte.

 

 

 

 

EPÍLOGO: DESPUÉS DE CONVERSAR

A FUERZA DEL DESPECHO

 

es como andar en trámites de obstáculo

construyendo quijadas con las manos

cuando comprendo que el olvido

es la gran garra de la muerte que por errar y errar

se cansó de fallar la puntería dejándonos

un hemisferio completamente roto

cuando el recuerdo puede ser un boomerang fallido

                                                           defectuoso

el este gran defecto de no mirar atrás

cuando estaba en trámites de obstáculo

                     en tránsito de espera

y así, sobornando la hora

me amotinaron la palabra

e hicieron timoneles con mis sueños.

 

 

 

 

JUEGOS DE SALÓN

 

                                    After such knowledge, what forgiveness?

                                                            T.S. Eliot

 

Por horadar el silencio

vine a nacer contigo.

Constaba respirar en aquel pulmón fresco

del que estaba hecho el nardo y las espumas.

Costaba suprimirse el aliento

cuando nos asfixiaba de repente

pues se rumora

que en muchas ocasiones vivimos demasiado.

Y del todo supimos:

de la fruta más alta del cielo más oscuro.

Con impaciencia soportamos el afán;

supimos mantener en sus cabales puntos

el respeto por eso que llaman horizonte:

el punto donde apenas

se hincan dos vengativos animales:

gran dinosaurio sobre terreno movedizo;

aprendimos a envenenarnos mutuamente

con lo vedado experiencia a lo triste;

comenzamos a extrañarnos el lenguaje

del cual éramos materia decisiva;

contemplamos la pira

que nos tenía ordenada el tiempo

con su disfraz perenne;

trajimos con nosotros los juguetes de antaño

y concienzudamente sedujimos con ellos

al portero que velaba por nuestra pureza;

ritos milenarios hicimos

sobre el cadáver de los antiguos;

petrificamos la marea,

saciamos nuestros monstruos,

a los ciegos jugábamos

nos escondíamos del mundo,

y luego horrorizados

aprendimos a espantarnos del reflejo

de las codicias diarias (la justicia, decían);

aprendimos los acentos, las modificaciones

y el gesto oculto de las palabras.

Pero evitamos la ambigüedad: naipe cargado.

Privados del color nos hicimos dogmáticos.

Aspiramos al exilio voluntario

al ‘paraíso’ aquí

en el lugar preciso donde una vez

prometimos

horadar el silencio.

 

 

 

 

GLOSAS DE LAGARTIJO

 

la gravedad o sea, la gravedad

el lagartijo, o sea, la quimera

 

Si un lagartijo perdiera su rabo,

ese equilibrio maravilloso

donde el abismo se niega a caer

y se soporta en peso,

en frágil piel de agua.

Si entonces le cesaran la verja,

el alambre donde hace su vida

apoyo

                 donde habita

retando las normas del vacío:

la gravedad que para él es sólo

un espejismo

un fragmento de ilusión

cortado con su látigo.

 

(No sabe que la posibilidad es un apoyo

y es también la imperfección de una peca).

 

Si luego decidiera alambrarse

vivir no improvisándose,

fijarse en su estatura

e inflexible,

negarle a su cuerpo su retórica.

Su maravilla cesada,

¿se reconocería en gravedad,

y ya en el centro mismo

transformaría su horizonte

en algo demasiado firme?

(No sabe que las preguntas son respuestas,

que luego son quimeras).

 

 

 

 

INSTRUCCIONES PARA SER MORTAL

 

el único ser vivo era Dante

pues arrojaba sombra

 

No es la mano quien escribe

sino la sombra,

la caligrafía andante

que de cuesta en cuesta

impone su rumor fino

su caricia

grave

de caída

vida

que se entrega.

Y en la entrega resuena

y en su surgido hueco

da la muerte

con su potencia más austera.

 

Sombra,

goteando de opaquez

vas repicando.

 

Sombra-dedal

donde anillada

se pare una ilusión

donde se tiñe

una sensata separación

de espanto.

Sombra.

Me asombra

tu pretendido orgullo

de adversario pulcro

pero te llevo entera

y adherida a mi esqueleto.

Sombra.

 

Cuán difícil es verte,

cuán fácil es

trazar tu polo grácil

de columna penada.

Pero para llegarte

para palpar tu esencia

es necesario que

de caída en caída

se aprenda dignamente

a morir desde abajo.

 

Entonces

sombra

se sabe cuánto cuestas.

 

 

 

 

FUGA Y TENTÁCULOS

 

la mirada de pulpo de la memoria

Enrique Molina

 

Cuando la memoria subcutánea

descubra los insulares del amor

y atrape la sonrisa asimétrica,

mitad sí,

mitad no;

 

¿Qué se habrá hecho de la hermosura?

¿Dónde habrá ido a refugiar

sus brazos,

sus miembros amputados,

sus leyendas?

¿Dónde poner el pie sin que lo desplome

la velada traición,

la estafada caricia?

 

En qué lugar entonces

encontrar la esperanza,

pulso solar del corazón,

ventosa que se adhiere,

feroz,

a una buscada esencia.

 

Y es entonces,

animal atacado que enrojece,

protege la cabeza con sus podos

y es de nuevo lo mismo:

sobreposición de ternura

y ternura.

 

Cuando la memoria subcutánea

descubra,

nadie entonces intente

trazar el radio

de su abrazo invertebrado,

las rutas que persiguen,

sus estiletes dúctiles,

pormenores buscando,

tinta arrojando para defenderse.

 

Cuando la memoria

penetre las esquinas más sagradas,

pudra cristales,

devore el límite de los muros,

roce las orlas del dolor,

atrapar el sentido

o mitigar la dureza repentina,

nadie intente.

 

Memoria mía

tantálica,

aspiradora de los resquicios

donde se aposentan

recurrentes detalles cotidianos;

el vaso de agua,

el beso innumerable,

una lección de lupa y sol

quemando hojas,

y tanteadora irreverente

del escapado gesto de cuarzo,

del ojo pétreo del cálculo.

 

Cuando la memoria

desintegre

el monstruo de azúcar y azufre,

el amor.

 

 

 

 

SEGMENTOS

 

                                    Si me doy vuelta, oh Lot, eres la sal

                                    donde mi sed se hace pedazos.

                                                Julio Cortázar                   I

 

Yo que logré dibujarte

con mi boca.

Yo no pude decirte

con palabras

con besos

que ya eras.

Con qué astucia

pudo mi boca

reescribir tu cuerpo corruptible.

Con qué memoria

seducirte.

 

 

                   II

 

Yo que logré suprimirte con mi boca.

Yo que pude decir

las palabras

que fuiste.

Con qué besos

pudo así segmentarte

la saliva memoriosa.

Yo que pude olvidarte

con olvidos.

 

 

                   III


Qué no pudo de ti

desintegrar esta memoria.

Yo que te amé

como la tinta adora sus palabras.

Yo que pude pervertir

la gracia, magullar sabores

estrujar memoria,

Yo que logré

por siempre

seducir el olvido.

 

 

 

 

MEMORIA Y CONTRAMEMORIA DE LA ROSA

 

Cortar la rosa es prolongar su muerte

privarla del jardín

esparcirla en la memoria del olvido.

Mirar la rosa es ser la rosa

darle un cuerpo.

 

 

 

            ***

 

Doblas el concepto

en dos

en tres

en cuatro.

Le carcomes las esquinas.

Le finges u dibujo

en la esquina superior derecha.

Te tragas la esquina

y el atrecho dudoso.

Luego,

mascas fuertemente el papel.

Lo desdoblas.

Lo planchas con las manos.

Lees.

 

 

 

            ***

           

                                    Manche Winde sind wie mein Sohn.

                                                     R.M. Rilke

 

Así quedamos en la muerte:

inmensos,

destrozando el juguete

con el deseo de juventud

más apremiante.

 

Si llegas a la estancia

abrirás las ventanas.

Escuchas ruido de aplausos:

vuelo de pájaros,

pliegue de papeles.

Es el viento narciso,

Te es natural como el aliento

y estás en él

como un nuevo juguete

entre las manos de un anciano.

 

Allí, sin darte cuenta,

inciso en tu tempestad,

inclinando sobre el vacío,

entero del olvido.

 

 

 

 

EL DESEADO

 

Quisiera que me amaras más allá de la poesía.

Más allá de la posible música de nuestros cuerpos

del número inexacto de la tinta.

 

Más allá de los viajes exquisitos por el tacto

de los sueños que desgastan el sueño

más allá del licor de los cuerpos

del coro de los labios

del brindis de los cuerpos

de la caricia sostenida de la voz.

Más allá de la veta de la luz

del resplandor infinito de los cuerpos. 

Más allá del borde de los éxtasis,

de la plenitud de los adioses

del rubor de la flor.

Más allá de licor del sonido

y del licor del goce

y del livor del jade.

Más allá del diámetro locuaz de la alegría

de la luz trepidante de la risa.

 

Más allá de los signos, de los libros,

de la luz de la sombra

de la sensatez de la armonía.

Más allá de los nombres y los sitios.

 

 

                              Página preparada por Alberto Martínez-Márquez