Carlos R. Gómez Beras. Poeta, ensayista, editor y profesor
universitario. Nacido en el Seibo, República Dominicana, en 1959. Desde temprana edad reside en Puerto
Rico. Su poesía ha sido traducida al
francés y al inglés. Ha publicado en las revistas Contornos, A propósito, Mairena, En rojo y Revue Noir, entre otras. También figura en Antología de poesía puertorriqueña (1995), Juego de imágenes (1995, 2001) y
El límite volcado (2000). Tiene a su
haber los poemarios Viaje a la noche
(1990, premio del PEN Club de Puerto Rico) y La paloma de la plusvalía y otros poemas
para empedernidos (1996). Éste último recoge los volúmenes La paloma de la plusvalía, Poesía sin palabras y Animal de sombras. Sus textos poéticos han sido premiados en el
Concurso Internacional de Poesía Mairena, el Certamen
de Poesía Evaristo Ribera Chevremont, auspiciado por
la revista Tríptico, y los Juegos Florales de la Ciudad de Manatí. En 1993 Gómez Beras
fundó la prestigiosa Editorial Isla Negra, dedicada a difundir textos de
creación y crítica del Caribe. Desde
1998 edita la revista Cuadrivium. Es profesor de literatura y lengua en el
Departamento de Español de la Universidad de Puerto Rico en Humacao.
MELANCOLÍA 1
Cuando la mecánica de los novios
sube las
escaleras
como un
náufrago hambriento
humedeciendo las
esquinas
y las
bisagras de las puertas,
arañando los
sueños,
devorando los besos
que se esconden
en los zapatos.
Cuando las germinaciones de estas
caricias
inician su
purpúreo ritual
sus tibias
deliberaciones
sus carnales
juicios,
entonces
un
padecimiento nocturno
recorre los techos
y los pasillos
tantea los
muebles y los ronquidos,
entonces
un color
innombrable
busca el frasco
de cristal
donde el
seductor
ha escondido
la llave y los guantes.
Sin embargo
para qué
engañarme.
A quién culpar por este sudor?
A quién reclamar por este traje
imposible
que la ternura
deja en ciertos armarios?
A quién devolver el recuerdo
de esta mujer
desnuda
dormida sobre un
periódico?
å
RESIDUO DE LA PALOMA
La paloma no acepta su escritorio
en la
burocracia del viento.
Comprende que no es lo mismo
sentir las nieves
de abril
que oír una
metáfora del invierno.
Comprende que en ciertos días del mes
el orbe
vuelve a ser plano como una moneda.
La paloma se resiste a ser paloma.
Prefiere:
los deberes de
la golondrina en un soneto
los deberes
del cartero que comunica
niñas
temblorosas con monjes medievales.
Prefiere ser en la cosmética una
sustancia.
La paloma le teme
a los
precipicios marítimos del aire:
ella sabe que
allí se acumulan
los tibios
desechos del beso
los verdes
escombros de la memoria
como niños
ahogados
en las
espesas redes del tiempo.
La paloma está volando
sin querer
hacerlo.
å
MUDANZAS Y DESTRUCCIONES
Que nadie pregunte dónde he estado.
Hay ciertas cosas que quiero olvidar.
hay ciertas
propagandas
ciertas lloviznas
y ciertas
colegialas
que deseo
abandonar en el “Una Vez”
como quien olvida
un paraguas
detrás de una
puerta.
Que nadie pregunte dónde estuve.
Sólo recuerdo que fui:
de la noche
al mediodía del ciego
del verde al
azul con que se hace el verde
de la muerte a la violenta esperanza de la primavera
de los
asuntos al cielo de los adúlteros
de mi voz al
alucinante eco de una vagina.
Que nadie pregunte dónde he estado.
No puedo asegurar que soy el mismo
que caminó por
los cuerpos
por los lentos procesos,
aquel que
cayendo
como un
obstinado minero
apartó con sus
manos
los balances y
los remordimientos
hasta encontrar
tan sólo el silencio.
Que nadie pregunte dónde estuve.
Es que hay un sabor, un nombre
que necesito
injustamente olvidar
y estoy triste y no puedo.
å
POEMA SIN PALABRAS
Como recuperadas cenizas
como pájaros perforados,
ausentes,
inservibles en sí mismos,
como un puñado
de polen funerario,
cristales
traspasados,
estatuas paganas en
un súbito temblor,
uñas, hueso
disminuidos por un maleficio,
miradas
humilladas,
astillas que caen,
consumidos boletos de ópera,
gotas de espuma
verde,
migajas lanzadas
desde una torre,
secas cáscaras
de limoncillo,
cuentas que un
collar pierde,
irreconciliables fragmentos
de un mapa
o quizás,
simplemente
como las hojas
del arrayán herido
por el hacha
encendida
de un
relámpago.
Tal vez, sin embargo
como la lluvia
nocturna sobre un surco vacío
como
propagandas sobre un techo
como lágrimas
genuinas sobre un cadáver
como un mantel
de holanda sobre una mesa coja,
así
caen las
palabras dichas
sobre el agua
estancada
que inagotable,
empedernida
sobrevive en el
alma.
A veces un gesto, un olor, una guitarra
asoma su
brillante cabeza
como un pez
buscando el aire.
å
POEMA DE LAS NECESIDADES HUMANAS
Necesito una alegría circular
y un estuche
donde guardarla.
Un cuerpo predispuesto y brillante
como un anuncio
en la noche
como una
estrella palpitante
que atrae un
proyectil desnudo.
Un aprendiz que asista por mí
y derrame la
sopa
en la cena
del espanto.
Un violento poderío de ternura
para ocupar el
corazón
con
silenciosos disparos cosméticos.
La palabra
con que se
abren las puertas
en el
laberinto de la nostalgia.
Una razón
para no pensar
más
que Dios no ha
muerto
que vive solo
en una
pequeña habitación:
hediondo licor y
remordimientos
escribiendo sólo
poemas
leídos sólo por
él
en un
lenguaje sin palabras.
å
INVOCACIÓN
Ven
derrumba una puerta
haz trizas un
mosquitero,
camina
indiferente
sobre los
pálidos cuerpos
como un
ejército que regresa:
no temo.
Ven
sin tu mirada
esperanzadora
sin tu sonrisa
epifánica
sin tus buenas
maneras
sin los
accesorios de tu cuerpo
como si ya no
existieras
y fueras
otra:
polvo, limo,
o toda la
tristeza de los siglos
acumulada en una
semilla de muérdago:
Ven
oliendo a
destierro
a cadenas, a
saliva compartida
a genitales
furiosos, a relámpago
a caníbales,
a vinagre
a plusvalía,
a secreciones terminales
a hexámetros
podridos:
lo quiero
Ven
vamos a terminar
el obligado sacrificio
en esta misa
de rehenes.
å
MITOLOGÍA
Un perfil de mujer
hiere mis
sentidos.
Una voz
regresa en
silencio
como un
péndulo.
Un nombre que no alcanzo
ha repetir
sin pudor
me lleva de
vuelta
a una oscura
caverna
y al
evangelio
de su luz
enferma.
å
TESTIMONIO DE OTOÑO 5
A la memoria
del otoño
con una herida
la regresé.
En la soledad
de las cosas
caídas
brilla su sangre
como una señal
de neón
que nadie
comprende.
å
TAO
No amar.
Dejar a otros la tibia voz
El dulce intento
La planificación del alma.
Besar con furia
la losa fría
El guante polvoriento
La mano inerte.
No responder.
Como un testigo olvidado
Oír lo que no llama
Recibir lo que crece opaco
En los seres sin esperanza.
No esperar.
Ondular en la noche del corazón,
Hacer de la sombra
El único milagro posible
Y sobre los recuerdos caminar
Hasta llegar a uno mismo.
å
EL VIDENTE
A Josemilio
Es suficiente luz la oscuridad.
Entonces:
¿por qué
asomarse en la herida
y un sabor
atroz recuperar
en sueños de
falsos orígenes?
Es suficiente luz la oscuridad.
Ser, de espaldas al fuego,
el vigía que
descifra
las aparentes
formas
las tenues
caligrafías.
Es suficiente luz la oscuridad.
Sobre el hombro a lo lejos
un molino,
una vasija
que ya no son
cuando se les mira.
Y sin embargo aquí
las sombras
son siempre sombras
y la
oscuridad es una caricia.
Página
preparada por Alberto Martínez-Márquez