Carlos López Dzur
Nace en San Sebastián, Puerto Rico, en 1953. Poeta, narrador, historiador y
periodista. Desde mediado de la década
de 1980 reside en California. La Editorial QeAse
publicó en 1980 su libro de cuentos Sarnas
de la ira parda. En 1988 publica en
California el cuaderno de poesía La casa. Su poemario El hombre extendido fue premiado en el Chicano Literary
Contest de la Universidad de California, Irvine, en 1986, y publicado posteriormente. Ha obtenido varios premios, como el primer
Premio del Certamen Poético de La Casa de la Cultura de Long Beach, California, en 1998. Formó parte del grupo y revista literaria Sequoyah. En la actualidad, colabora con el Colectivo y
Espacio Alternativo Ñ. Entre algunas
revistas electrónicas que han publicado sus trextos
se encuentran: Reintegro (Puerto
Rico), Claridad (Puerto Rico), Palestra (Puerto Rico), Ventana (Puerto Rico), Golem (Argentina), El Perro Andaluz (España), Argos
(México), Letralia
(Venezuela) y Tertulia del Mizar
(España). Su poesía figura en Poesiaoi: antología de la sospecha (1978). Ha difundido a través de Internet algunas de
sus publicaciones poéticas: Tantralia, Heideggerianas, Orfeo,
Libro de Suicidas
y el libro filosófico y poético, provisionalmente titulado Libro de Anarquistas, que contiene su
filosofía de la historia y sus convicciones políticas.
HOMENAJE AL LIBRO
El libro es una casa de palabras
y la palabra es una casa de sonidos
y los sonidos son una casa de secretos,
lenguas y relámpagos, señales
que vibran y emanan cuando Dios
--la casa de la eternidad—mueve Sus Quijadas
de verbos trans-históricos
e increíbles maravillas.
LENGUAJE
La casa es un gran tema literario.
Más aún, el principal y más inagotable asunto
de vida y representación.
La casa del lenguaje heideggeriano
donde el Ser encuentra su fenomenología;
el Espíritu, la casa donde Dios y el hombre
se lanzan epítetos, regaños y mentadas.
El universo mismo es una casa.
La vida es un óvulo en la casa ovárica
del animal humano. Todo es una casa.
Todo es una casa de lenguaje.
La guerra es una casa de rencores e intrigas
ideológicas; la paz, una mansión
de ilusiones y promesas igualitarias.
La miseria es una casa de opresiones.
Y la riqueza, un hogar de proyectos.
HOMENAJE AL SEXO
Hay una casa solariega y espléndida
donde por pasillos, soterrados y oscuros,
se esconde la alegría,
el afán de hacer pan, la carne hermosa.
Unas veces es la casa tentada por ladrones;
otras veces, vértigo y delicia:
el tronco del placer, a pelos solazado,
con la esperanza a las mil,
sobre el agua del jardín y el estanque,
sepultadísimas deja sus cortezas
y lúbrica en la tersura soñada
las rosas comunicantes y exquisitas.
LA CASA DEL POEMA
Si yo pudiese, más allá de la ley
de ramas y cortezas que me expone,
ver el rostro magnífico del árbol,
la cara exacta de esa Luz
que rima todos los horizontes
y entusiasma a las estrellas.
Si yo pudiese con alguna escapada válida
del Ruah, tomar la
palabra
y comenzar la fiesta, el homenaje,
el levantamiento de ese altar,
fabricar la casa vegetal de la flor,
amparar con letras inéditas,
con rasgos sonoros de lo inmanifestado
al que no tiene hogar en la sonrisa,
al que no tiene cocina
ni frazadas contra el frío
y el polvo de 40 años de la diáspora brutal.
Esa dedicatoria que, cuando menos,
Mosheh no tendrá por bochorno
ni pauta de castigo por gustar de la sombra
a pesar del desierto y los años de Egipto,
cambiará la noción estéril
de los cantos y del vano pervivir
de Abram en las tierras de Ur.
Y llevará el fuego a la hornilla frígida,
el ágape al falo mustio, solitario,
a la crisis de la solidaridad dará cimientos…
Si me diera, cruzando la tierra roja
del Adam, con la
vara de vida
erecta como el tronco más rugoso
del robledal, ser el carpintero más amistoso
del Hebrón y
fabricar el poema
de una casa-homenaje, un homenaje habitado
por la Luz…
Si se me diera ser el fálico Señores
de las voces infinitas, sepultándome
en los mares del ansia, copulante
y ardiente, hasta bajar del tiro seminal
el cañonazo de fiesta, bien venido,
en el armónico reino vaginal de El Olam…
Si la sepultura abriera la brecha
para esta raíz cancionero de ritmos
malvividos,
y la semilla se quemara, camino de tres días,
ovulando, falopiando, enfetándose,
a los pies de Ararat…
¿Se imaginan qué parto
de gracia literaria, qué engendro fecundo
de gloria ovárica y tabernacular?,
de modo que la muerte su habitación me diera
y la vida homenajeara a su espermajo también.
¿QUÉ ES EL SER?
...el elemento desde el cual el pensar puede pensar.
Heidegger
El hombre es la vía hacia el ser,
el querer que puede
lo que quiere pudiendo;
esencia que ejecuta su querer
y que se capacita para que sea ante él
y aún, desafiando todo,
cuidado y medianía,
lo que lo atestigua en su pro-venir
y lo deja que sea.
Al comprenderse se adapta a sus posibilidades;
mi ser lo ha comprendido:
se es quien se puede en el saber.
Eigentlichkeit
De lo cuanto es querido,
cercado estoy,
familiarmente,
no por mención del espacio que vincula,
sino porque soy en-él-conocido.
Mi ser ahí casa tiene,
habita, cohabitamos
No necesariamente espirituales, místicos,
estructuramos mundos,
múltiples entes
como si pudiéramos ovular
cientos de veces, cada instante,
y echar categorías a intramundanos telares
o a mundanidades que la experiencia
te coloca al paso cuando tú mismo
te has posicionado.
Y en las circumundanides circulas
y te sorprendes cuando la calma
te jala hasta el olvido y una erranza
te recuerda que la propiedad
es la posibilidad misma del Dasein.
La existencia es libertad
La
libertad hacia lo que se abre en lo abierto
deja en cada caso al ente ser el ente que es.
La libertad se revela como lo que deja ser al ente.
Heidegger
El comprender toca a toda la estructura del ser.
Todo sentido se debe a la existencia;
eres la rama que más viento
ha reventado y que, al mismo tiempo,
lo recoges, lo bramas, lo disfrutas
para días de tormenta que son impropios
y crueles y angustiantes.
El mundo es soluto
como significatividad posible.
Con lo dado, ahí, juegas a máscaras,
pero, el consuelo es real, tan objetivo.
El principio de los conceptos son los objetos.
Los conceptos no se apartan
ni se engendran ni subsiten
por si mismos, ¡consuélate con las cosas,
son útiles, pero no te pierdas, inauténtico,
creyendo que las cosas son tu ser,
tu comprensión, tu ontología!
La libertad constituye el fundamamento
de toda verdad y comprensión;
el comprender sabe
a qué atenerse consigo mismo,
con su-poder-ser...
¡Consuélate en la angustia!
El mundo trasciende la existencia
pero el concepto no crea objetos;
sólo da libertad al ente intramundano.
El acaecer
Mientras exista la existencia
hay una posibilidad conmovedora,
caminos que pueden ser fructificables,
calles para ver muchas cosas con ojos
llenos de fuego, asombros para subir
por ellos como si fueran la escalera
que te lleva a lo desconocido;
pero también hay un extremo pasadizo,
el término del que huimos
como si hubiésemos asesinado
la dicha que más vecina fue
de nuestras manos,
la niña que asomaba a las pupilas
sin hacerse una canción a los oídos.
La existencia se halla arrojada al mundo
como ese cadáver que nos pesa
en algún rincón de la dicha,
en la sombra, en el letargo.
En el mundo espaciado, cuento horas
y el giro circundante me recoge
en la detención de sus fenómenos y entes.
Y en el trajín de cargar con la caída,
con los muertos dejados en los ojos,
con la orilla que pisamos, semi-vivos,
uno hace tratos-con la gana de esquivar
el recuerdo, o su clamor,
o su no sé ni por qué...
¡matamos el ser más trascendente!
Y la llama cotidiana arde
queriendo entrar
sin quemarse en este abrirse,
llevar al acaecer su luz entre penumbras,
y la lluvia, el viento o la piedra son
como importunos tenderales
que dan sombra al lugar que no quieres.
El cadáver nos sigue, dentro y fuera.
Una pedrada que viene de la nada
y aturde la frente,
objetiva o significativamente,
es a la mano,
para que sigas agresoramente
matando cosas en el camino
y descubriendo
en cuanto tal lo que no quieres
en la unidad de lo múltiple
y todo lo que se pretende óntica
u ontológicamente manifiesto
se precisa en los conceptos previos
ya existentes, y te queda sólo formular
lo que ha sido basado en precedentes
diferenciando las nuevas condiciones
con esta angustia
que tanto aprieta tu pescuezo.
Ciertamente, tendrás que destruir
los dogmas de lo arcaico
para que el juicio se renueve
y no vivas más de pútridos aromas.
La estructura de ese acaecer
es historicidad.
Besorge
Estos
cuidados se hacen cargo de lo que hay que cuidar
a favor del otro.
Heidegger
Cuando de amor se trata,
vienes en procuración
y te pones en el lugar de lo que siento,
en la cura de lo mío, me reemplazas.
Tú recibes de oquis como algo acabado
lo que motivó mi cuidado,
yo quedo en situación de dependencia
aunque no reconozca lo que se hiciste.
Estoy premiada ingratadamente,
en relevos de interpretación
donde no empeñé mi palabra
ni hice esfuerzo; me has suplantado.
Ya no sé que decir que tú no digas.
Ya no sé que es amor
porque me has amado.
El Dasein puede estar solo
(así como yo estuve con mi amor,
sin que ninguno oyera mis clamores).
Hoy existen manifiestos
diez o cien como yo.
Nos aman, te amaron;
ya dicen haberme procurado
con este procurar
que refleja acertadamente
el proceso infinito de verdad reciprocada
y cariño e interacción,
conocimiento.
A falta de infinitud, el amor
que fue mío se fugó contigo
y hoy admito las verdades relativas
de tu procuración y mi reemplazo.
Ya no sé si era el amor tan infinito
(te tocará convertirlo en maravillas
delante de mis ojos, fuera de mi carne,
¿será lo que pretendes?)
No existe una verdad abstracta,
la verdad es siempre concreta.
Ya no sé que es amor
ni pasión de infinito;
me has dejado sin verdad
tú te has llevado todo
con infinitas galas
de procuración.
Los apasionados
Somos apasionados
por causa del sonido y la idea,
la gracia y la ironía,
los tonos y las promesas,
los silencios sin mudez,
el trino que se regocija y las certidumbres
que se transmutan en valores,
el fuego y las lealtades,
las tristezas y las fantasías.
¡Qué ricamente nos llena la ola,
qué interiormente se subjetiva
nuestro el espacio,
qué lecciones de unidad y convocatoria
nos la Naturaleza concede,
gravedad y entropía,
dualidad y orden asimétrico
y así guarda como monstruo
la Maya sin miopía!
No tenemos que vomitar hasta el asma
ni fatigar al pulmón para gritar
el dolor de la vida y las fases de dicha.
Ni el final del camino, con la cara del luto.
La muerte es inevitable y señera.
Tenemos ojos para ver a los Nadie
en praxis de purga cotidiana
y aprendemos de sus erranzas
deyectadas en sombras predictivas.
Nos sobran las voces para evadir
su plexo de articulaciones.
Ellos son lo que no queremos ser.
Los maldecimos al compadecerlos.
Tal vez nos corresponde
dar la riqueza de alguna verdad
hecha poesía, música y silencio,
y sufrir cuando nos hurtan
y escollan nuestro gesto
con su torpe menosprecio.
El ahí oculto
La palabra es relámpago
que ilumina el cimiento de la Tierra
y cada trueno es el tambor
del latido universal y poderoso.
En el misterio, hay sed y pálpitos
y pulso que vibra en las arterias
de cada árbol y bestia
y pájaro y lagarto
y en todo, pálpito, sed y arterias
nuestro canto está
misteriosamente dicho.
Toda imagen su color ya tiene
aunque no sea visible...
sabor, olfato
y el rostro a toda visión, sabemos
y el aroma que la alborada esparce,
sabido y percibido es
como humedad en sangre.
Convocatoria
Si la voz callara y se uniese
a esos Nadie,
el trayecto de los mudos
que se tiende falsamente perceptible
como anillos siderales y siluetas
de metáforas latentes, orbitantes,
iríamos al colapso,
volátiles,
suicidas
sin que quedara en nuestro paso
la primitiva prisa y hermosura.
En cambio, mi anhelo es
la música escondida
que todavía no es canción
en la boca del mundo,
pero que lo será
porque somos shamanes
con mitología
y en las profundas playas
(donde aún no llegan los peces perdidos)
lanzamos la red de la convocatoria.
Preparado
por Alberto Martínez-Márquez