DANIEL
MONTOLY
Nacido en Valverde Mao,
República Dominicana. Es miembro de la
comunidad poética Cacibajagua, que significa Madre
Tierra en lengua Taína, con sede en la República Dominicana. Forma parte de la “Liga de Jóvenes Latinos
para los Derechos Humanos, con sede en los Estados Unidos. Ha publicado en el primer volumen de la
antología Sensibilidades. Tiene a su haber un poemario inédito, próximo
a publicarse, y un libro de narraciones breves.
Su poesía ha sido traducida al inglés.
Su poema “Detrás del brutal silencio,” dedicado a Federico García Lorca, ganó el segundo lugar en el certamen de la Joven
Poesía Latinoamericana dentro de los Estados Unidos. Sus trabajos poéticos han aparecido en
revistas electrónicas, tales como: Zona de
Tolerancia, El Astillero, El Ebro, Poetas del Paraíso, Cultural, Poesite,
Desde el límite y Letras Salvajes, entre otras.
Relato y
bitácora
Las calles muertas
se alargan por el deseo propio;
y el náufrago
las recorre con el ojo en perspectiva.
Mientras la disolución acontece,
él espera a su yo místico
venir del caos
con la actitud de un consumado
iconoclasta.
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Naturaleza sospechosa
Al norte de la tierra superflua,
en lo más hondo,
la vida parece ser un paisaje idílico.
-De momento
todo es calma-
Ya llegará la estación de la ceniza.
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La vastedad del ocaso
A Sartre
A veces me sorprendo
robándole varios minutos
a mi infancia,
luego procedo a autocensurarme,
meto los dedos en mi boca,
y dejo que sea la náusea
quien juzgue lo irrelevante del delito.
9
Los mosaicos de Alejandría
A Constantino Kavafís
Iba contigo escarabajo,
y me nacieron alas
en el camino del destierro.
Volé, Volé infatigablemente
hasta llegar al precipicio,
antes que aquello se hundiera,
pero el olvido metió sus manos, escarabajo,
y olvidé que la sombra de la esfinge
era yo mismo.
9
Discernimiento
Allá me coloco a esparcir mis turbaciones
en el duro lomo de la sombra,
guardando catarsis de posibilidades rotas
en las tinajas de Emaús.
El cansancio me llega desde lejos,
rompe el enfermo equilibrio de las pantallas,
y se oculta en el falso cordero del calvario.
Coloca candados en los muros próximos
con sus herramientas y sus dádivas.
Yo, viajo al valle de la cautela,
apresuro mi instinto a embadurnarse de dudas
acerca de sus manuscritos sacros,
porque su pez discute con Aristóteles,
ofrece insignias azules a los jóvenes,
camellos acorazados,
y un equilibrio sacerdotal polarizado con cráneos
a largo plazo. Yo, medito y opto...
9
No man’s land
A Edmond Jabés
Voy de viaje con la nariz
preguntándole a cada fragancia por tu nombre
y estás callada,
mujer de ausencias melancólicas.
Sé que tenemos los orgullos sucios,
y dibujadas sobre las raíces
llevamos la lengua dúctil de la diáspora.
He allí cuando mis silencios
asumen las veces de sujetos;
entonces te vuelves pequeña y tierna
costurera de esperanzas para este náufrago,
que sin abrigo deambula por tus calles
con una historia reciente y húmeda
debajo de los brazos salobres.
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Dejavú
Las trece lunas del Cairo
hacen girar sus cúpulas blancas
sobre la terraza inexistente
de un barrio de Chipre.
Me tomo un trago,
exhalo el cigarrillo,
leo una cita de Borges en un parque
con la luz mortecina de sus
farolas danesas.
Absorbo un gramo de aire;
cierro el libro
con la garganta llena de recuerdos
y los ojos entumecidos por muertes abstractas.
9
DILEMA DE UNA TARDE
La sala estaba iluminada y cada recodo
relucía con la intensidad de un gladiolo.
En una pared sobria y seca
colgaba el rostro enjuto de Van Gogh,
color tuberculoso, mirando a lo
lejos
como quien busca dejar atrás
una realidad anclada en la desgracia.
Le pregunté al curador:
-puede explicarme cómo hubo pobreza
entre tanta riqueza de color.
Sonrió. Recuerdo que acto seguido
musitó entre dientes: - es un misterio.
Seguí mi recorrido por el museo
intrigado, porque donde el misterio ronda
la ignorancia esconde sus alas de murciélagos.
9
Dark side of the moon
Las horas de trasnoches salpican
la boca, los ojos y el olfato,
mientras la ley del plomo
regala como propinas cuatro cadáveres
sobre el cuerpo estéril del pavimento.
Son tres inmejorables versos,
con los que lucho para sacarles a flote
con la fuerza de Jacob,
y con la obstinación de un demonio:
he intentado hacer que suden,
o cuando menos hablen el dialecto de los dioses,
pero alrededor de las ideas giran
mariposas sórdidas irreverentes al destino.
La noche languidece sobre mi alzheimer
y el éxito parece ir desnudo
a buscar otros confines
lejos de esta atmósfera
asfixiante,
hedionda a humanos,
tan humanos que se pudren en los vertederos
del óbice nocturno.
9
New York en horas inversas
De
Davos a 11 de septiembre
Las vidriosas penínsulas rehacen
sonrisas presurosas,
las horas
se acalambran,
abrazan argumento saláriales,
por culpa de la dictadura
de las máquinas
y los testículos bursátiles.
Se advienen ríos de brazos
gritos, espantos,
perros, cachiporras,
dirimiendo el conflicto a sangre
y fuego.
Los ardores del atardecer
van tragándose los golpes,
mientras sombrías coordenadas
de ojos emigrantes exhalan;
bajan los ánimos urbanos,
pasa el metro, y los semáforos
proscriben
los rasgos étnicos.
La vigilia, los segundos
interceden,
azulan los escombros.
Un recuerdo...
siento el olor a agua humana
reprocharme donde no miro.
El río Hudson
habla sólo de sus próstatas.
Siento, un grito dolor
sacudirse las horas,
asombran las muertes en parajes
íntertextuales de media
luna.
Discurren garabatos
analgésicos
al museo con flashes escabrosos.
Es domingo...La ciudad duerme
sin sus dos implantes en las nubes.
Página
preparada por Alberto Martínez-Márquez