DANIEL TORRES

 

Nacido en la ciudad de Caguas, Puerto Rico, en 1961.  Daniel Torres es poeta, narrador y crítico literario.  Participó en la revista-colectivo Filo de juego (1983-1987); importante publicación de poesía universitaria que congregó a una parte significativa de la Generación de Poetas de los Ochenta.  Ha publicado dos poemarios: Los siete poemas de Cariño (1998), Fusilado Dios (2000) e Invasión de ternura (2004).  Este último mereció el Segundo Premio del PEN Club de Puerto Rico.  Torres es el autor de la primera novela gay boricua sobre el SIDA, Morirás si da una primavera (1993; Premio Letras de Oro).  Su primer libro de cuentos Cabronerías: historias de tres cuerpos se publicó en 1995.  Como crítico e investigador literario, Daniel Torres ha producido varios libros sobre diversos aspectos de la literatura hispanoamericana, siendo el más reciente En filigrana: Ensayos sobre poesía colonial y contemporánea en Hispanoamérica (San Juan: Plaza Mayor, 2002). 

 

 

 

 

Conversación con Aurelia

 

                        Para Santos Torres-Rosado y Luzma Umpierre

                            

Llega:

se me sienta ahí delante               

y me mira hasta volverme loca

-un poco más de lo que ya soy-

Es alto, bello y esas cosas:

¿por qué Dios mío, por qué

me gustarán tanto?

Y justo ahora en medio de mi número

de estrella del espectáculo

me sonríe y súbitamente el mundo

se me llena todito de colores

para próximos amaneceres...

Si no te digo:

se me sienta ahí delante.

Yo alzo la pierna toda sensual

como la Favery

siendo de un país tropical-

y de repente me lluevo toda

-los aplausos-

el silicón se me deshace

entre el brasier

hasta que se me corre el maquillaje.

Un auténtico desastre, nena,

pero él

como si no notara este caos y este orden

simultáneo de emociones

él

se me mete entre el deseo

y no sé ya de mí

sino hasta cuando friendo y comiéndome

por dentro

algo me dice

que ese huevo quiere sal.

 

 

 

 

SALA DE LECTURA

 

           I'll speak to her and she shall be my queen.

                                                Milton

 

Llegas,

te sientas por los bordes

de la estrategia.

Miras mientras lees,

remiras de reojo

y entonces:

comienza el furor de las batallas

silenciosas,

la letra impresa te baila

entre los ojos,

el espacio se te llena en vertiginoso

aleteo de fragancias

 (desprovistas de olor alguno)

los latidos se suceden                   

poco a poco y en ascenso

por toda la extensión de los relámpagos.

 

Espera todavía hasta el ahogo,                     

cuando comiencen los levantamientos

de armas licenciosas.

 

 

 

 

Como vampiros acosados por la luz

 

Como vampiros acosados por la luz

se esconden

por entre el puerto del San Juan viejo

siguiendo a tierra de puertas y la once

cerca de la dieciocho por la calle béndin

(aunque mucho antes en la quince)

Se describen los espacios del deseo

cuando los helicópteros una noche interrumpieron

subirse con prisa

cerrar

apaga y vámonos

Cuando no es un apartamento de Santurce

o del Condado

como reinas de dos días antes de las

coronaciones

Pese a los clósets

entregarse a los escarabajos

parece ser todavía una consigna

 

 

 

 

 

MÉRIDA, MON AMOUR

 

Quiero memorizar el banco de Montejo

donde rocé tu rodilla,

la calle del Centro donde te vi pasar

a mi lado

y esa primera mirada de ensueño.

 

El beso que me robaste en la plaza de Itzimná

una noche llena todita de palabras

sin caricias ni cama...

 

El destino que se decidió entre Santa Lucía y Santa Ana

y la noche en que nos separamos cerca del ADO:

yo en un taxi me alejaba

y tu espalda se fue desdibujando de a poco

hasta borrarse al doblar una esquina.

 

Es por eso que necesito memorizar

la certeza de tu abrazo,

el sosiego de mirarme en tus ojos

y también todas las letras que forman Carlos.

 

 

 

 

(nos acostamos)

 

nos acostamos

sin el amén de rigor

de unas cuantas palabras

que acallen la conciencia

 

besé labios endurecidos

de sudorosos sentires

empañándose de pronto

cuando mi jadeante respiración

se pegó al cristal

de tu divinidad frustrada

poseyéndonos de hombre a hombre

como hijo al padre

incestándome

blasfemándote

manoseada verdad de mentira:

¿dios?

 

 

 

 

(han mandado a fusilar a dios)

 

han mandado fusilar a dios

lo sacaron por el empedrado de las nubes

a la vista de todos

no era anciano ni joven

no tenía la decrepitud de los siglos

lacerados

en que oprimió a la humanidad

tampoco la sonrisa despreocupada

de los ojos sin sentido

tenía sólo cuarenta años de días

y unos cabellos de espejo

hasta los hombros

no tenía el aire de un crucificado

sólo la hondura interior

de un adicto a drogas

o de un masturbador profesional

los hombres que lo llevaban

no lo ataron ni lo maltrataron

fueron benévolos

con la última oración

de las úrsulas del pueblo

lo prendieron

le azotaron los mandamientos

leyéndole la sentencia a la vida

en su cara llena de acné azuloso

la descarga fue breve

despertando el fantasma

de su manto rasgado

hermoso era

avergonzó a todos

alguien vio un ángel luminoso

echarse a llorar sobre el polvo

del pubis de dios

era mujer

(asombro de voces)

pero hacía el amor como cualquier hombre

 

 

 

 

(te he dejado)

 

te he dejado

abandonado de formas

por la impresión de la imagen

cuando cada mañana desde ahora

se hayan marchado las oraciones

plegarias del miedo

al sentido exacto de la vida

pues     ataron la verdad

al árbol que se secó de espera

fustigaron la palabra

acomodando tijeretazo de silencio

la idea que se desborda

y despojando cada tarde

de la dosis de pecado cotidiano

que nos niegan

pretendieron que se callara

la necesaria tierra muerta

para crecer

 

                                     

                             Preparado por Alberto Martínez-Márquez