edgar lee masters
Nota y selección
de Alberto Martínez-Márquez
Edgar Lee
Masters. Nacido en Garnett, Kansas, Estados
Unidos, en 1869. Su adolescencia
transcurrió en Lewistown, Illinois. Luego vivió en la
ciudad de Chicago donde estuvo imbuido en la vida cultural e intelectual.
Escribió ensayos y obras teatrales bajo el seudónimo de Dexter
Wallace. Masters fue poeta, biógrafo y dramaturgo anti-imperialista. Ejerció como abogado. En 1915 publicó Spoon
River Anthology, volumen de
200 poemas mortuorios en verso libre que le hizo
célebre y le llevó a ocupar un lugar prominente entre los poetas de su
país. En 1924 publicó New Spoon River. Para entonces ya se había trasladado a la
ciudad de Nueva York.
Algunos de sus libros son: Songs and Satires (1916), Doomsday Book (1920),
The Serpent in the Wilderness (1933), Poems of People (1936), Mark Twain: A
Portrait (1938),
CASSIUS HUEFFER
En mi piedra
sepulcral cincelaron las palabras:
“Su vida fue
apacible y los elementos se combinaron de tal modo
que la naturaleza podría alzarse
y decir al mundo entero,
Éste fue un
hombre.”
Los que me
conocieron se sonríen
al leer esta vacía retórica.
Mi epitafio debió
haber sido:
“La vida no le
fue benévola
y los elementos se combinaron
de tal modo
que hizo guerra a la vida
y en ella fue muerto.”
¡Mientras viví no pude
enfrentar las lenguas calumniosas,
y ahora que estoy muerto debo
conformarme con un epitafio
grabado por un necio!
LYDIA PLUCKETT
Knowlt Hoheimer
se fue a la guerra
el día anterior a que Curl Trenary
lo denunciara ante el Juez Arnett
por el robo de unos cerdos.
Pero él no se
volvió soldado por eso.
Él me descubrió
engañándolo con Lucius Atherton.
Cruzamos
palabras y yo le dije que nunca más
quería volverlo a ver.
Entonces robó
los animales y se largó a la guerra—
detrás de cada soldado hay una
mujer.
SARAH BROWN
Mauricio, no
llores, no soy yo bajo este pino.
El aire tibio de
la primavera pasa entre la yerba suave,
cintilan las estrellas, canta el
mochuelo,
¡pero tú te enluteces en tanto mi
alma yace extasiada
en el sagrado Nirvana de la luz
sin fin!
Ve con aquél
bondadoso corazón que es mi marido,
que está meditando en nuestro
amor culpable, que él así lo llamó:
dile que mi amor por ti, no menos
que mi amor por él
forjaron mi destino; que a través de
la carne
gané el espíritu, y en espíritu,
la paz.
No hay nupcias
en el paraíso,’
pero existe amor.
SHAW, “EL AS”
Nunca entendí la
diferencia
entre jugar al póker
por dinero
y vender bienes raíces,
ser abogado, banquero o lo demás.
Todo lo domina
el débil azar.
Sin embargo
¿conoces al hombre hábil en los negocios?
¡Éste caminará
entre Reyes!
LUCIUS ATHERTON
Cuando mi bigote
era rizado
y mi cabello negro,
lucía apretados pantalones
y un botón de diamante en el
cuello,
y era una admirable sota de
corazones que siempre salió ganando.
Pero luego
aparecieron las primeras canas
y miren, una generación de
chiquillas
ya se burla de mí, sin miedo
alguno,
y ya no tuve más eventos
titilantes,
ni el riesgo de morir de un
tiro, por desalmado,
sino sólo asuntos de rutina,
recalentados
de otros días con otras gentes.
Y el tiempo pasó
hasta que prácticamente vivía en el restaurante Mayer
comiendo menús a precio fijo, gris,
desaliñado,
desdentado descartado Don Juan rural…
Hay aquí una
poderosa sombra que canta
a aquella que se llama Beatriz;
y veo ahora que la misma fuerza
que lo llevó a la grandeza
a mí me arrojó al escorial de
la vida.
JACK EL CIEGO
Había tocado mi
violín todo el día en la feria del condado.
Mas al volver a
casa, “Butch” Weldy y Jack McGuire,
bramando de borrachos, hicieron que
tocara y tocara
la música de Susie Skinner, ientras
castigaban los caballos
hasta que éstos se desbocaron.
Ciego como
estaba, intenté salir fuera
en tanto el coche caía en la
zanja,
y me atraparon las rudas y fui
muerto
Hay aquí un
ciego con las cejas
grandes y blancas como nubes.
Y todos los
violinistas, desde el más ínfimo hasta el más grande,
los compositores todos y los relatistas,
nos sentamos a sus pies y le
escuchamos el canto de la caída de Troya.
A.D. BLOOD
Si ustedes en el
pueblo pensaron que fue buena obra la mía,
yo que cerré las tabernas y
prohibí los juegos de cartas
y que traje a la vieja Daisy Faser ante el Juez Arnett,
en una de tantas cruzadas para
purgar a la gente de su pecado;
¿por qué dejan que Dora, la hija de la sombrerera,
y el indigno hijo de Benjamín Pantier
noche a noche hagan de mi tumba
almohada sacrílega?
YEE BOW
Me enviaron a la
escuela dominical
de Spoon
River e intentaron que renunciara
a Confucio por Jesús. No me hubiera ido peor
de haber intentado que ellos
dejaran a Jesús por Confucio.
Sin advertencia,
como si fuera broma,
acechándome, Harry
Wiley,
el hijo del ministro, me hundió
las costillas en los pulmones
con un golpe de su mano.
Y ahora nunca
dormiré en Pekín con mis ancestros
y no habrá niños rezando en mi
tumba.
ERNEST HYDE
Mi mente era un
espejo:
veía o que veía, sabía lo que
sabía.
En la juventud
mi mente sólo era un espejo en un coche aprisa,
atrapando y perdiendo fragmentos del
paisaje.
A través del
tiempo
el espejo sufrió grandes
arañazos
y el mundo de afuera entraba
y mi ser interior pudo mirar
hacia fuera.
Puesto que éste
es el nacimiento del alma en el dolor,
un nacimiento en que se gana y
se pierde.
La mente ve al
mundo como una cosa aparte,
y el alma lo ase, y el mundo
con ella es una sola cosa.
Un espejo rayado
no refleja imagen alguna—
y este es el silencio de la sabiduría.
RICHARD
BONE
Al llegar a Spoon River
no sabía si era cierto
lo que me contaban.
Solía traerme un
epitafio y dar vueltas
por el taller mientras tallaba
diciendo “Era tan bueno,” “Era
maravilloso,”
“La más dulce
entre las mujeres,”
“Un verdadero
cristiano.”
Yo lo decía todo
con mi cincel,
sin saber si fuera verdad.
Pero después de
vivir aquí
entendí el parecido con la vida de
estos epitafios que le siguen.
Con todo
cincelaba cualquier cosa
para que pagaran
haciéndome cómplice de las fiestas crónicas
sobre las lápidas como el
historiador
que escribe sin conocer de cierto
o porque se le induce a esconde
la verdad.
EL DESCONOCIDO
Escuchen,
ambiciosos, la historia de un desconocido que yace
aquí, sin lápida que indique el
lugar.
De un muchacho,
temerario y travieso, vagando,
fusil en mano, por el bosque
cercano a la finca
de Aaron
Hartfield, disparé a un halcón posado
en la copa de un árbol seco.
Cayó con un
grito gutural a mis pies, rota un ala.
Lo puse en una
jaula, donde vivió
muchos días, graznando
airadamente contra mí
cuando le ofrecía comida.
A diario busco
en los dominios del Hades
el alma del halcón
para brindarle la amistad de uno
a quien la vida hirió y
enjauló.
LA SEÑORA
WILLIAMS
Yo fui la
sombrerera
de quien tanto se habló y
mintió,
la madre de Dora,
cuya extraña desaparición
se atribuyó a su crianza.
Mi ojo alertado
a la belleza
vio mucho más que cintos,
hebillas y plumas
y paja de Italia y fieltros
para contrastar los hermosos
rostros
y el cabello oscuro y el dorado.
Sí diré una
cosa,
y también preguntaré otra:
las que roban maridos
usan polvos y fruslerías
y los sombreros de moda.
Esposa,
vístanlos a su vez.
los sombreros pueden engendrar
divorcios—
también podrían evitarlos.
Ahora bien, les
pregunto:
Si todo los niños nacidos aquí en Spoon River
hubieran sido criados por el Condado,
en alguna granja;
y las madres y los padres
dotados de su libertad
para vivir como querían y cambiar
de pareja si deseaban,
¿piensan en verdad, que Spoon River
habría sido peor?