Luis Antonio de Villena |
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SONETOS IMPUROS
MEDITACIÓN EN ERIMANTO
Ese bosque sagrado que habitara Calíope. El docto Horacio dijo: “Delirar es bueno”. La magia del poema y el trastorno de vida...
A veces es el dolor quien habita aquel bosque, la mente que busca expandir su sentido o el yo tan plural que pasea tu vida.
Otras noches el bosque se culmina de euforia, y una boca muerde el labio de los faunos y la carne es más ancha que la inteligencia.
En horas de quimera y de sosiego la barca del sueño flota junto a la luna y el alma enamorada gime hacia la inconsciencia...
Un bosque sagrado donde tiembla el sentido, busca el pensamiento hundirse de universo y se destruye el cuerpo en el fecundo abismo.
No olvides, ciudadano quien fueres, esa noche del bosque, ni el delirio crepuscular del que brota la aurora. No olvides, tú cualquiera, un grano de locura.
La vida no está nunca en la razón tan solo. El bosque de la noche abisal siempre ha existido. Y no hay hombre veraz sin trastorno y huida.
El caos es un orden que aún no hemos leído.
UN CUENTO DE ISAAK DINESEN
Hay noches en que pienso que tendré que irme y entonces me parece raro ser tenaz y hasta tener cobijo. Pienso en dejar que la casa envejezca y que todo se vaya deteriorando conmigo. Que sea todo viejo cuando el viaje se acabe y el fin de la noche sea el fin del invierno. Somos soldados en tormentas de nieve, capitanes que sueñan en un puerto lejano, buscadores de oro en ríos sucesivos... Pero una noche, en un puerto cualquiera, sabes que ese viaje habrá de interrumpirse. La caza se acabó, las tabernas, el oro y la ventisca. Sentado en una hamaca mirarás tranquilo todo lo que se va sin ti, todo lo que ya no existe. Brilla el amor lejano y en las montañas nieva... Adiós. El viaje sin destino te abandona. Solo fue un sueño la verdad del mundo, lo sabías. El hueco de la mano pareció un gran rey. Y el barco que era tuyo – sin ti- se pierde ya en la bruma.
SALUTÍFERA IRA
Esa rabia que ensucia y limpia, y que proviene de un hondo pozo donde los garfios arañaban rodillas, no la he buscado yo ni me place en su vendaval sentirme arrastrado, viviendo dentro suyo, nutriéndome del odio
como la sierpe que alimenta en fango el fulgor de sus ojos, divinamente sacros y hermosos, vengadora, cual la vida. Quien se eleva en la rabia, quien en los mantos de la ira tremola hasta la extenuación y sangra en la punta de sus dedos;
ese, sábelo, es sólo el que más ardientemente pide paz y justicia. No hay en la rabia del manso apetito de un crimen, sino afán tan sólo de armonía, que chilla en los pedazos
de unas botellas rotas, porque fue mucho el desgarro y el cuchillo chilla. Sucio de rabia, pido bálsamo y agua. Cuando no hubiese herida ¿qué ruido sonaría en un aire de luz, el aire del tiempo que pedimos?
DOLLY WILDE
Estabas tan sola, tan sola...No dramatices, pero todos lo estamos. Siempre solos, es el fin de cualquier escalera. Pues huimos todos de todos, y pasadas las fiestas y la risa ( tan sublimes) la amistad
es un lujo escaso como un Gauguin en el mercado. Fumas, charlas, te diviertes, procuras ser divertida, pero sigues sola. La habitación te lo dice cada noche, y el gato y la lechuza. Amada soledad, tan inamable...
¿Qué haremos ante esa cerrada última puerta, con las manos y pies ateridos, sin un bar a la vista y sin damiselas regaladas o compradas, te imaginas?.
Soledad se llama nuestro único soporte. Soledad nuestra íntima verdad, que todos somos pared. Amo mucho la vida. Pero la vida, cariño, no me gusta nada.
MA BOHÈME
También yo quise tener a Rimbaud entre mis brazos. Caricia y turbulencia, verso y lunas, tenaz contra la vida... Por ello aún, probablemente, recorro los tugurios y baretos de noche donde se pasa costo y se venden carnales mercancías.
Las gentes de bien me hicieron tanto daño, Arthur, que a pesar de mi aire aparente, hermanito, somos uno: Lo que tantos sinvergüenzas llaman mal –sin mirarse- suele ser lenitivo, barrio, piel de la juventud y margen siempre.
Metido en los tugurios noche a noche, haciendo mostrador y golferío, busco la salvaje pureza de Rimbaud en mis brazos, su lujuria nunca etiquetada, su rabia, sus fulgores insólitos.
Pero la noche ama a sus hijos, y son dulces los búhos desterrados: Hablar de muerte es hablar de otra vida. La soledad es mi Rimbaud. Y el cuerpo grato que cobra su caricia... Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951). Estudió filología clásica y románica en la Universidad Complutense de Madrid. En 1970 publicó su primer libro de poemas, Sublime Solarium. Su segundo libro, Syrtes, quedó inédito; cuando le llegó la oportunidad de publicarlo, ya tenía nuevos libros preparados. Sólo recientemente, en el año 2000, fue recuperado y publicado por Ediciones DVD. Por su poemario Huir del invierno recibió el Premio de la Crítica de 1981. En 1989 apareció el volumen La belleza impura, que recogía toda su obra poética hasta ese año. Más adelante esta obra se ha ido incrementando con títulos como Asuntos de delirio, Celebración del libertino, Las herejías privadas, Desequilibrios y Los gatos príncipes. También es autor de numerosos estudios de ensayo y periodismo, entre ellos El libro de las perversiones (1992), Biografía del fracaso (1997) y Caravaggio, exquisito y violento (2000). Su producción narrativa se completa con numerosas novelas. Algunos de sus títulos son Amor Pasión (1983), Chicos (1989), Fácil (1996), El charlatán crepuscular (1997) y Madrid ha muerto (1999). Por El burdel de Lord Byron (1995) obtuvo el premio Azorín. Sus últimos títulos publicados son Luis Cernuda, poeta, mundo, demonio y una antología de poesía simbolista francesa. |