Vivian Lofiego |
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NATURALEZA INMÓVIL I
Un tiempo que hilan las mujeres antiguo como la sal, la piedra, la serpiente Tiempo que abre la puerta al teatro oscuro con su complejo diagrama de muertos y de vivos
Convergiendo los hilos del futuro, del pasado preparando ansiosas en la noche la trama del mundo, la vida urdida calculando el punto ascendiendo y descendiendo
La experiencia y el sentido olvidando los tapices
Polvo de las cunas vacías Extraña verticalidad hilvan en este tejido de palabras enumeraciones minuciosas suerte de confecciones hacia dentro
Cuando el tiempo se detiene
Cuando la aguja detiene su ritmo y cada sombra toma posesión del cuarto
Concentración religiosa de la pequeña araña que crea un nudo invisible en su lienzo hecho de un río de venitas transparentes
Balanceándose como trapecista
Final del principio Principio del final
Las causas coincidiendo por errantes laberintos.
II
Orfeo en el sueño me miraste a los ojos Y caí roída las manos desprovistas
Antes de llegar al último vértice Me hiciste despertar a esta muerte de nosotros
III
Era la derrota de un signo, era la puesta en escena de un crimen. Hamlet se sirvió de una rata para acabar con la vida de Polonio. El viento frío de diciembre a orillas del Sena no detenía tu monólogo de oscuridades Miraba los residuos nublada de llanto. No me pertenecía otra cosa, más que el dolor, incluso el tuyo que negabas, se adhería a mi cuerpo como algas a la piedra
Decías estar en paz, ser olvido. Me detuve en el vuelo inexacto de un cuervo que miraba indiferente desde un barco.
PIEDRA LIBRE
Anhelo que declina en su último cántaro Tu ser la fuente, yo la niña que bebía del hueco de tus ojos
Fluyo desde la ausencia como una ciudad griega derrotada bajo malezas
Un luto a solas La Samotracia sin cabeza
Un luto a solas
Quién puso el hielo? La dureza al costado?
Y dónde están aquellos rostros que amor nos trajo con pico de bengalí?
Nuestro amor tuvo su aquelarre cenizas caen sobre cenizas, tu canto, solo en la memoria.
LAS HIJAS DE CIRCE
El padre les promete nueva patria y patria es un espejo ciego donde los rumores del parto se confunden en la impecable tristeza que les cubre el rostro
No son flores. No es un jardín, son ellas cortadas bajo un sol con cicatrices. Sicilia está lejos de esos ojos de tierra apretada de nervio inagotable con unas trenzas de trigo ensangrentado Circe las arrojó lejos para que en las garras del aire, florezcan.
Bailarán las niñas en un patio escoltadas por los grillos El cielo del Sur oculta sus heridas constelaciones.
EL CUARTO DE LOS RECUERDOS
Un halo de luz desnudo el espejo cubierto de polvo En octubre los jardines están expuestos a la intemperie que los acecha
Las sonrisas y el té están servidos en mesas que no ocupo
Las mujeres se alborotan, gallinas locas los hombres regresaron del trabajo y van a sus asuntos
Las mujeres tejen, escriben cartas agitadas libélulas mecánicas
Un hilo de seda recorre los templos sumergidos
Entré con pies descalzos a casa de mi madre para ver los rostros que la muerte cubre
Decían Bahía Blanca y silbaban todos los vientos en un puerto de escarchas
Brotan las hierbas centauras en las extraviadas venas de los ríos.
BLANCA NIEVES
sentimiento de poseer la nieve como único lazo esta sustancia pequeña animalillo salvaje, en los huesos la humedad del bosque. El cuerpo de la abuela desparramado en la nieve. Sin ecos. El miedo de la niñez huyó de un solo golpe. Un sonido sin ruidos ni telones.
Naturaleza inmóvil. Ed. Alción. Buenos Aires, 2003.
ELECTRA
durante el libamen- unos cuervos azules merodean el palacio- ella con su pecho abierto- derrama odios- por la sangre vertida- entre plegaria y plegaria- musita su sed de venganza- ese dolor que arrastra y hace de su sombra- otro cuerpo- ella- una llama que ha dado ya su fuego- Clitemnestra arde y acecha llenando las cunas vacías de sus hijos con buitres- en mi principio está mi fin- repite azorada frente al oscuro crepúsculo- mientras la sombra de Orestes se le dibuja en cada pesadilla- en mi principio está mi fin- repite- y el eco es una voz lastimera que no trasciende las cuatro paredes de la morada- Electra aguarda- con el pecho abierto- abierto y blanco cual una belladona.
El árbol de Ariel. Ed. Índigo, París 2000.
PLEXUS
Lanza en el plexo solar abre los senderos claros por donde las pléyades ofrecen la luz que titila al compás del tiempo de obsidiana.
Llegar a la costa de tu cuerpo dormido y saberme derrotada en el abismo de tu memoria.
Obsidianas de la noche. París, 1997. Vivian Lofiego (Buenos Aires, 1964). Publicó en poesía: Obsidianas de la noche (1997); El árbol de Ariel (1999); Flor de letal (1999) y Naturaleza inmóvil (2003). Tradujo a Silvia Baron Supervielle, Bernard Nöel y André Velter. La editorial L'Atelier de brissants publicó en el 2005 su libro Pierre d'infini con prefacio de Bernard Nöel. También, ganó el concurso Julio Cortázar de cuento en España. Actualmente, radica en París y prepara la puesta en escena de su obra Ifigenia deus ex-machina. |