UNA CEREMONIA QUE DIGNIFICA
 
 
 

Ernesto Velit Granda
velit@terra.com.pe
Analista Político
Presidente del Instituto Peruano de Polemología   (I.P.P.)


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   Que la reivindicación de los diplomáticos, abusiva e inconstitucionalmente cesados en 1992, se haya realizado en Palacio de Gobierno tiene profunda significación. Que el Presidente de la República la presidiera completó el carácter nacional de la ceremonia.

Así, en un ambiente  que conjugaba el sentimiento de justicia al fín con escenas de profunda emotividad, el Cuerpo Diplomático del Perú, en la persona de sus legítimos representantes, recibió de la Nación entera la ratificación de una confianza y de un respeto que nunca le negó y que, muy al contrario, se acrecentó cuando fue víctima de una afrenta humillante condenada por la sociedad en general.

Gestos como este desagravio nos hacen reafirmar nuestra fé en la sociedad democrática y en los
alcances del Estado de Derecho, valores que deben siempre prevalecer en la conducta de los gobernantes.

Es una ocasión para repetirle a nuestros Diplomáticos que, a pesar de la infamia fujimorista, el pueblo estuvo siempre con ellos, que el prestigio que tradicionalmente acompañó a la Escuela Diplomática del Perú entró en receso durante esa ausencia esperando el regreso, y que hoy vueltos al lugar de donde nunca debieron salir les espera una ardua tarea: la de recomponer nuestra imagen internacional tan mellada por la dictadura durante la década de oscurantismo que acabamos de terminar.

Es justo reconocer que fue durante el Gobierno de Transición del Dr. Paniagua que empezaron a darse los primeros pasos de este acto de justicia. Y es justo reconocer, también, que el Canciller García Sayán hizo de este desagravio una suerte de compromiso democrático y piedra angular de su gestión en Torre Tagle. Los resultados dignifican la gestión democrática del Gobierno, califican el sentido de justicia y la calidad moral de quienes dirigen desde Torre Tagle las responsabilidades del sector y confirman que, de los nuevos rumbos que alimentan la conducta del Gobierno, el respeto a la Constitución y a los Derechos de la persona son una suerte de profesión de fé.

El Presidente Toledo, a través de quien la sociedad se hizo oir, aprovechó para reafirmar su propósito de fortalecer el profesionalismo de la diplomacia - el regreso de los compatriotas lo garantiza - y reiteró su compromiso de no permitir que la honra de los peruanos sea mancillada por autoritarismos aventureros como el que hoy día todos condenamos.

En el recuerdo del Embajador Felipe Valdivieso, ante cuya sola mención los asistentes respondieron con fuertes aplausos, se centró el homenaje a todos aquellos que nos dejaron sin llegar a vivir este testimonio de justicia. Sólo queda reiterar a sus familias que el reconocimiento, aunque sea lamentablemente tardío, lleva el propósito de reivindicación nacional que seguramente sabrán recoger con la misma grandeza que pusieron sus organizadores.

Es importante destacar la tarea cumplida por el Congreso de la República, y aquí la responsabilidad asumida por el Presidente de la Comisión de RREE, Dr. Luis Gonzáles Posada, autor de una Ley que facilitó el retorno de los destituidos, además de contribuir a la democratización de nuestro servicio diplomático, quien logró el cumplimiento de una promesa asumida mucho antes de ser electo congresista.

No tenemos ninguna duda que lo realizado por la Cancillería de García Sayán, de Manuel Rodríguez, revitaliza la institucionalidad democrática del país. Recoge una exigencia de justicia de la sociedad peruana y restituye la vigencia de un derecho conculcado por un gobierno que avergonzó nuestra historia y pervertió valores que hoy se rescatan en la tarea suprema de trazar nuevos rumbos y buscar nuevos horizontes asumida por el Gobierno.

Discrepancias al margen, el Dr. Toledo enaltece su gestión con actitudes como la que comentamos, trasunta a la población un mensaje de democracia y de justicia que sus asesores de la Cancillería convirtieron en un acto testimonial que los dignifica y nos anuncia nuevos pasos que la ciudadanía expectante aguarda con confianza e impaciencia.

Enero del 2002

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