Charles Tart, un
especialista en parapsicología, escribía en 1978 que esta disciplina y sus
descubrimientos no son aceptados por la gran mayoría de los científicos
actuales, aún cuando su aceptación es hoy considerablemente mayor que hace una
década atrás. La razón que alegaba es la ignorancia y el simple prejuicio de
considerar a priori que los fenómenos paranormales no existen, o que son un
engaño deliberado, y entonces no se molestan ni en verificar su existencia ni
mucho menos en intentar explicarlos, lo que torna virtualmente imposible
cualquier intento de investigación más o menos seria.
A nuestro entender, la
parapsicología se ocupa del estudio de los fenómenos psíquicos paranormales, o
sea de aquellos fenómenos que, como la telepatía, la precognición o la
telekinesia, presentan dos características básicas: primero, son 'poderes'
inusuales y llamativos que sólo manifiestan algunas personas, y segundo son
fenómenos que aparentemente no tienen explicación desde ninguna teoría oficial
de la física o la biología.
Tomemos por ejemplo la
telekinesia, o capacidad de mover objetos a distancia sin necesidad de
tocarlos. Un tal fenómeno no concuerda, por ejemplo, con la física
aristotélica, que sostenía que para que un cuerpo se mueva era menester
empujarlo, contactarse materialmente con él. Con el advenimiento de la física
newtoniana se hizo concebible la 'acción a distancia', esto es, la posibilidad
de explicar el movimiento de un cuerpo por influencia de otro físicamente
separado de aquel. Es así que la fuerza gravitacional hace que la tierra
atraiga a la manzana sin ir a buscarla o sin tocarla. Sin embargo este hallazgo
teórico no podía explicar porqué una persona con telekinesia podía no ya atraer
sino también rechazar o alejar de sí un objeto. Entonces pudo haberse
intentado, siempre de la mano de la ciencia oficial, la explicación de este
rechazo a partir de las fuerzas repulsivas (esas que por ejemplo provocan el
rechazo mutuo de dos partículas con la misma carga eléctrica), pero esto
tampoco hubiese terminado de explicar los erráticos movimientos de los objetos
bajo telekinesia, y que no eran ni atractivos ni repulsivos. Incluso cuando
pudiese haberse encontrado un sistema de fuerzas especial, quedaba aún por
resolver cómo el pensamiento o la simple voluntad de la persona podía mover los
objetos a distancia influyendo sobre aquellas fuerzas ya descubiertas por los
físicos.
Curiosamente, cualquiera
de estas teorías podría haber dado cuenta de la telekinesia mediante argumentos
ad hoc, puesto que aquel fenómeno amenazaba con el fantasma de la refutación.
La física aristotélica podía haber recurrido al mismo argumento que explicaba
porqué una bala de cañón de movía en el aire cuando nadie la empujaba, y la
física moderna podía haber explicado los movimientos erráticos a partir de una
combinatoria de fuerzas ya conocidas. Sin embargo no ocurrió así: en ningún
libro de física dice que los fenómenos parapsicológicos pueden explicarse
físicamente, y que para eso está la psicología. Los psicólogos recibieron así
la brasa ardiente y se la arrojaron inmediatamente a los parapsicólogos,
quienes terminaron encargándose de esos fenómenos que podemos llamar
'residuales', y que son los que ninguna disciplina oficial quiere encargarse de
explicar.
La parapsicología aparece
así como la ciencia que debe cargar con el fracaso de las demás: allí donde la
física no puede explicar cosas como la telekinesia, o la biología fenómenos
tales como las curaciones milagrosas, allí aparecen los parapsicólogos para
hacerse cargo de lo inexplicable.
En suma, un fenómeno será
paranormal cuando, no sólo implique un poder inusual, sino también cuando a su
respecto se hayan agotado todas las explicaciones alternativas oficialmente
posibles.
Por lo tanto, de lo
primero que se asegurará el parapsicólogo es de que el fenómeno en cuestión
carezca de explicación oficial. Asegurarse, por ejemplo, que en los casos donde
un hombre se prende fuego espontáneamente no haya un fósforo escondido, que en
la posesión demoníaca el sujeto no sea un epiléptico, o que el presunto
telépata no tenga ninguna vía de comunicación escondida.
Etiquetado como
inexplicable, el fenómeno pasa al dominio parapsicológico, aunque, obviamente,
no todo lo inexplicable corresponde forzosamente a esa disciplina, como el
origen desconocido de ciertas enfermedades, o la altísima radiación emitida por
ciertos cuerpos celestes. Para aspirar a la categoría de hecho parapsicológico
debe implicar, además, un cierto poder o capacidad que manifiestan algunos
individuos singularmente dotados. Repasemos los siguientes ejemplos para
examinar luego si presentan o no las dos características apuntadas, y en qué
medida:
a) Telepatía: una madre
inglesa sueña con que su hijo, trasladado a la India, es muerto por un furioso
elefante. El sueño tiene lugar pocas horas después de haber ocurrido realmente
el accidente, no habiéndose enterado la madre del mismo por ninguna otra vía de
comunicación.
b) Combustión espontánea:
un joven italiano de 16 años puede a su paso o a distancia hacer que cualquier
cosa se prenda fuego: telas, diarios, cables, plástico. Los interruptores de
luz saltan ante su presencia. Cierta vez rozó un tarro de pintura, y de
inmediato empezó a despedir llamas.
c) Posesión demoníaca y
exorcismo: extraños ataques y convulsiones sufría una niña, fuera de los cuales
era perfectamente normal. Ningún médico pudo identificar su mal, hasta que
finalmente se habló de posesión demoníaca. Un sacerdote la exorcizó y el
demonio pudo ser expulsado de su cuerpo.
d) Hiperestesia táctil:
muchas veces nos habrá ocurrido de querer buscar cierto número de página en un
libro, y abrir el mismo justo en la página buscada al primer intento.
e) Clarividencia: una
investigación soviética encontró que los sueños pueden revelar males latentes,
anunciando una gastritis con dos meses de anticipación, y un tumor con uno o
dos años.
f) Supervivencia del
alma: dos clases de hechos parecen sugerir que hay vida después de la muerte
corporal. Primero, las visiones inéditas e inefables experimentadas por quienes
estuvieron muertos por cierto lapso y pudieron luego volver a la vida. Segundo,
las manifestaciones de cambio de identidad de personas bajo hipnosis profunda,
que sugieren la reencarnación.
g) Telekinesia: ciertas
personas pueden mover objetos a distancia, como doblar cucharas o detener
relojes, a veces sin proponérselo y otras veces voluntariamente.
h) Curaciones milagrosas:
el brasilero Zé Arigó podía curar aplicando las manos sobre el cuerpo, o
realizando intervenciones quirúrgicas con un simple cuchillo sin anestesia ni
asepsia, ya que no había ni dolor ni infecciones.
i) Clarividencia: ciertas
personas predicen con absoluta exactitud el futuro, como muertes, números de
lotería premiados, etc. (precognición), o bien pueden describir con idéntica
precisión el pasado de personas a quienes no conocían (retrocognición).
j) Telepatía: bajo
estrictas condiciones experimentales impuestas por el Dr. Rhine, de la
Universidad de Duke, ciertas personas tienen la capacidad de 'adivinar' el
valor de una carta oculta, más allá de lo esperable por azar.
Los ejemplos,
deliberadamente diversos, conllevan todos una capacidad o un poder: los casos
más evidentes son la telekinesia, las
curaciones milagrosas y el exorcismo. En la imaginación popular, la supervivencia
del alma y la posesión demoníaca otorgarían, respectivamente, el poder de la
inmortalidad y el poder del mal (o, en otras palabras, el triunfo sobre la
muerte y sobre la culpa).
¿Y su carácter
inexplicable? Cuando la ciencia no puede explicar ciertos hechos, los mitos y
la religión pasan a ocupar ese vacío, y es así como quedan 'explicados' la
posesión demoníaca y la reencarnación. El afán de trascender lleva al hombre a
creer en un principio espiritual que subsiste en planos invisibles más allá de
la destrucción del cuerpo físico. Sin embargo las cuestiones paranormales, dice
el destacado parapsicólogo americano J.B.Rhine, deberán algún día ser resueltas
dentro de un contexto científico, y no pueden permanecer indefinidamente en el
ámbito de la experiencia religiosa o aún de la intuición metafísica.
Al parapsicólogo serio le
interesan, entonces, las explicaciones científicas, y si bien su disciplina se
encuentra aún en el joven estadio de la recolección y análisis estadísticos de
los datos, no han faltado quienes aventuraron hipótesis, a veces muy laxas y
otras bastante increíbles, pero ninguna fehacientemente comprobada. El psiconeurólogo V. Kassatkin intenta
explicar el ejemplo e) diciendo que el cerebro del hombre que duerme registra
los desórdenes del organismo y los transforma en imágenes visuales, que son más
o menos las mismas en todas las personas. Por su parte el Dr. Barry, médico
francés, explica la telekinesia diciendo que haces de partículas invisibles,
pero dotadas de una fuerza considerable, pudiesen desprenderse inconcientemente
de las personas sometidas a conflictos afectivos internos. Atribuye a estas
fuerzas el desplazamiento de muebles, golpes en las paredes, y menos
frecuentemente, la aparición de llamas.
En suma, si la
investigación parapsicológica quiere tener algún viso de cientificidad, deberá
proceder de acuerdo a los siguientes pasos:
1) Constatar la
ocurrencia de hechos paranormales, ya que muchos de ellos son fraudulentos,
otros tantos pueden explicarse desde la ciencia oficial, y otros aún llegan por
comentarios de terceras personas deformados por las leyes del rumor o
agrandados por afanes sensacionalistas. Los primeros nueve ejemplos citados
suelen ocurrir espontáneamente sin la presencia de testigos calificados que
puedan hacer una descripción objetiva del fenómeno en cuestión. Los hechos que
se constatan deben ser muchos y variados. Charles Tart señala con acierto que
ningún investigador basó la existencia de fenómenos paranormales en un solo
caso, por impresionante que haya sido, sino en amplias compilaciones de tales
hechos.
La circunstancia de que
cualquier descripción es siempre selectiva, no nos exime de la obligación de
distinguir el hecho, de la hipótesis que lo explica. Si al describir cierto
fenómeno paranormal decimos 'la médium habló con una persona fallecida' aquí se
está filtrando una hipótesis, y ya no es más un hecho. La descripción más
prudente sería decir que 'cierta persona llamada médium manifiesta estar
hablando con una persona fallecida'. De idéntica manera, no es lo mismo decir
que una persona vio una luz crepuscular después de un paro cardiorrespiratorio,
que afirmar que su alma comenzó a separarse del cuerpo. No es incorrecto
aventurar hipótesis -después de todo es así como avanza la ciencia-, pero si primero
no constatamos los hechos que deben ser explicados, corremos el riesgo de
formular conjeturas sobre cosas inexistentes.
La constatación del hecho
paranormal puede realizarse tanto por introspección (el ejemplo 'd' me ocurrió
personalmente en varias oportunidades), como por extrospección (constatándolo
en otras personas). Por una razón de economía de tiempo no podemos sentarnos a
esperar que los fenómenos paranormales se presenten solos, con lo cual debemos
intentar provocarlos. Pasamos así al segundo paso de la investigación
parapsicológica.
2) Una vez constatados
los hechos, se buscará reproducirlos en condiciones experimentales con el
objeto de asegurarnos de que no son un fraude, que no son debido al azar (por
'casualidad' pudieron haberse adivinado las cartas que iban a salir), y que
sobre ellos no influye ningún otro factor ya conocido (en cuyo caso quedaría
explicado por la ciencia oficial). De todos los ejemplos mencionados, sólo el
último reúne las condiciones para ser juzgado al mismo tiempo según el fraude,
el azar y las hipótesis alternativas. Los experimentos de la Universidad de
Duke son un riguroso ejemplo de estas constataciones de laboratorio.
Lamentablemente, no todos los fenómenos paranormales son tan fácilmente
reproducibles, como por ejemplo los fenómenos b) y h).
3) Una vez constatados
los hechos y habiéndonos asegurado a) de la imposibilidad de cualquier
explicación alternativa ortodoxa, b) de que no son un fraude y c) de que no son
debidos al azar, acometemos la tarea de inventar nuevas hipótesis que sí puedan
explicarlos. Como tales hipótesis deberán a su vez ser verificadas, no habrán
de plantearse conjeturas inverificables, del tipo 'las convulsiones son debidas
a la entrada del demonio al cuerpo'.
Hoy en día la
parapsicología está pasando lentamente del terreno no oficial al oficial, a
medida que van constatándose mayor cantidad y variedad de fenómenos
paranormales. Este pasaje quedará afianzado cuando aparezcan las primeras
hipótesis y teorías verificadas, por ejemplo según el canon experimental. Pablo
Cazau