Fuente: Diario “El Mercurio”, Santiago de Chile, 4 de marzo de 2002

 

 

 FEUDALISMO EJECUTIVO

Cuidado con las actitudes “territoriales”

 

DAVID FISCHMAN

Autor de “El camino del líder”

 

En las organizaciones, los ejecutivos deben trabajar conjuntamente con sus compañeros de trabajo de otras secciones.

 

 

Imagínese que dirige un equipo de trabajo y uno de los miembros del área de finanzas propone un producto nuevo. A usted y a su equipo les entusiasma la idea, excepto por el gerente de marketing. Usted aprueba el proyecto, pero el gerente de marketing se opone. Le dice: “¿Qué sabe finanzas de productos nuevos?”.

 

Cuando el proyecto se inicia, el gerente de marketing trata de sabotearlo utilizando formas sutiles. Al final, el proyecto fracasa y la empresa pierde dinero.

 

Annette Simmons califica este caso como “juegos territoriales”, título de su libro. Según la autora, el ser humano tiene un instinto de supervivencia que data de la época de las cavernas. Tener un territorio protegido en esas épocas era un elemento vital para sobrevivir. Tenemos programados en nuestra mente mecanismos que nos defienden de depredadores, pero que hoy sólo vemos en el zoológico. En estos tiempos las amenazas son a un nivel psicológico. Cuando sentimos nuestra estima amenazada, para nuestro cerebro el estímulo es equivalente a una amenaza física, y la reacción de supervivencia y cuidado del territorio se activa.

 

En el caso anterior, el gerente de marketing sintió su estima amenazada. Su área –o “feudo”- es la que se encarga de proponer nuevos productos y el equipo quería aceptar una idea de otro departamento. A un nivel subconsciente, sentía que perdía poder, reconocimiento o que se ponía en duda su capacidad. Su instinto de supervivencia se activó y protegió su territorio, eliminando la amenaza.

 

Todos tenemos un instinto territorial. Por ejemplo, a nadie le gusta que un extraño le hable demasiado cerca porque se siente invadido. Pero, ¿por qué algunos tienen una reacción territorial exagerada? En gran medida por un nivel bajo de estima personal. Querer desesperadamente ser dueño de las mejores ideas, el más capaz, el más importante, son conductas narcisistas que compensan una baja estima.

 

Gary Yunkl, en su libro “Liderazgo en las organizaciones”, muestra investigaciones que atribuyen el narcisismo a carencias en la niñez. Si los padres estuvieron ausentes, o rechazaron o maltrataron a sus hijos, éstos pueden generar conductas narcisistas para cubrir sus miedos e inseguridades.

 

En la organización, el atrincheramiento de los ejecutivos en sus feudos trae consecuencias negativas: impide compartir recursos, ganar sinergias y genera un clima de egoísmo y desunión.

 

¿Qué hacer con este problema? Daniel Goleman menciona en su libro “Inteligencia emocional ejecutiva” la investigación de Robert Kaplan sobre nuestros puntos ciegos. Kaplan lista una serie de conductas, muchas de ellas narcisistas, de las cuales no somos conscientes. Conductas como: “deseo desmedido de poder” o “ambición desmedida”, entre otras. Por ello, como líderes tenemos que hacer que el subordinado-problema tome conciencia de la irracionalidad de sus conductas. Si es necesario, debemos llegar al extremo de filmarlos o grabar las conversaciones del equipo (con su autorización) para que la persona tome conciencia de sus actitudes.

 

Cuentan que cuando rescataron a dos judíos de una isla desierta encontraron que habían construido tres sinagogas. Cuando les preguntaron por qué, uno de los judíos respondió señalando una de ellas: “Esa es a la que yo voy, la otra es la de mi amigo”. Intrigada, la persona que los rescató, volvió a preguntar: “Y la tercera ¿para quién es? A lo que los dos respondieron: “No, a esa no vamos ninguno de los dos”.

 

Esta historia muestra, con cierto humor, la naturaleza territorial y la necesidad de estima del ser humano. No bastaba tener una sinagoga para cada uno, tenían que crear una tercera, a la que no iban, para sentirse especiales, superiores. No caigamos en este tipo de juegos territoriales que no sólo limitan nuestro crecimiento, sino el de toda la organización.