Fuente:
Diario “El Mercurio”, 27 de febrero de
2002, A6
VIVIR
BAJO EL PESO DE LA TIMIDEZ
MIGUEL
SALDIVIA
Pequeños cambios
de actitud en la vida cotidiana ayudan a superar esta característica que para
algunos puede resultar invalidante.
“Se me hace difícil hablar con la gente. Si miro a
alguien a los ojos mientras hablo, me pongo colorada y me sofoco. En el
colegio, tuve que hablar con mis profesores para entregar sólo trabajos
escritos porque era incapaz de pararme frente al curso y disertar algún tema”,
cuenta Roxana (17), quien afirma que ser tímida le ha significado un problema
constante en su vida.
A Mario, un contador de 38 años, la timidez le
impidió aceptar un ascenso laboral que implicaba estar a cargo de seis
personas. “Me sentí halagado cuando me avisaron, pero el solo hecho de pensar
en tener que mandar a otros me hacía sudar. Preferí dar las gracias y rechazar
la oportunidad”.
Cierta medida de timidez tiene aspectos positivos
porque es parecida a la humildad y puede ayudar a no ser autoritario ni
agresivo. Pero hay que preocuparse cuando limita el desarrollo del potencial
personal, daña la salud y tiene efectos serios en el trabajo y los
sentimientos.
María Isabel González, profesora y doctora de la clínica
psiquiátrica de la Universidad de Chile, reconoce que “dependiendo del grado de
intensidad, la timidez puede tornarse invalidante, llegar a ser una patología
o, incluso, convertirse en fobia social”.
Efectos típicos
La timidez afecta a la persona de diversas maneras.
Se sienten incómodas entre la gente, especialmente entre desconocidos, personas
del sexo opuesto, jefes y hasta sus propios compañeros de trabajo o escuela. En
estas situaciones se les acelera el pulso, sienten un cosquilleo en el estómago
y son incapaces de hablar o lo hacen tan bajo que apenas se les puede oír.
Otras pierden la compostura, comienzan a charlar continuamente
y elevan el tono de la voz debido a los nervios. Puede que terminen diciendo y
haciendo cosas que les gustaría no haber dicho ni hecho. A otras se les hace hacer
valer sus derechos y dar a conocer sus opiniones y preferencias.
Se puede
cambiar
Entre las causas de la timidez pueden estar los
traumas infantiles. “Factores ambientales como padres muy estrictos, exigentes,
controladores o sobreprotectores y malas experiencias en la infancia como
maltrato físico o psicológico influyen en este tipo de conducta”, señala la
psiquiatra.
“La misma persona inconscientemente se inhibe
mediante un yo interno castigador creado
a partir de la internalización de los padres castigadores de la
infancia. Estas inhibiciones hacen que las personas actúen en forma poco
natural o que las cosas no resulten bien”, agrega la especialista.
Años atrás, a los niños no se les permitía hablar en
reuniones sociales, se les reprendía por cualquier cosa y no tenían buena
relación con sus padres. “Ahora, son menos tímidos porque se les da la
oportunidad de opinar en casa y tienen más participación en el colegio”.
Otra causa puede ser una baja autoestima e
inseguridad, que están están estrechamente relacionadas
con rasgos depresivos. “Puede afectar a
personas con complejos físicos como obesidad o baja estatura”, precisa la
doctora González. “Cuando pequeña era muy gordita y mis compañeros de curso
siempre se burlaban de mí”, confiesa Roxana.
Un buen comienzo para superar este problema es
entenderlo. La timidez excesiva no es innata, se aprende. Uno acepta que se le
clasifique como tímido y las experiencias traumáticas refuerzan eso. “Es
posible cambiar, pero el individuo debe estar motivado y dispuesto a hacerlo”,
afirma la doctora.
Los tímidos tienden a pensar demasiado en sí mismos,
se sienten diferentes o inferiores. Javier, quien afirma haber superado este
problema, cuenta: “En presencia de otra personas siempre hablaba en voz baja
mirando el suelo, si es que acaso decía algo. Pensaba que diría algo poco
inteligente, que se reirían de mí o que no me iban a escuchar”.
Por eso, la superación del problema pasa
necesariamente por un cambio de actitud. “Se deben reemplazar los pensamientos
negativos por acción positiva, esto incluye aprender nuevas habilidades
sociales como mirar a los ojos a nuestro interlocutor, hablar claro y fluido o
agradecer un elogio”, afirma la especialista.
“Hay que dar el primer paso, atreviéndose a tomar la
iniciativa de saludar y esforzándose por ser sociable. Esto puede ser tan
sencillo como hacer un comentario sobre el tiempo o una simple pregunta”.
Asimismo, es importante no pensar demasiado en lo que dirá la gente, y recordar
que nadie es perfecto y que todo el mundo se equivoca. Otra recomendación es
vestir cómodo y pararse con seguridad, se manera que se pueda actuar con
confianza.
Es recomendable, además, “fijarse metas personales
que sean realistas como iniciar un pequeño diálogo con un compañero de trabajo
o saludar a algún vecino”. Los resultados exitosos aumentarán la confianza en sí
mismo y desarrollarán el amor propio. Tampoco hay que sentirse presionado a
sobresalir ni competir con otras personas.
El aprender a ajustar el modo de pensar es una cosa,
pero otra muy diferente es la práctica. “Los cambios requieren tiempo, pero al
ver efectos positivos, la persona se sentirá animada a continuar”, concluye la
especialista.
Terapias
recomendadas
Cuando la timidez se presenta en un grado excesivo
resultando invalidante, es necesario recurrir a un especialista. En estos casos
extremos la psiquiatra María Isabel González afirma que “las psicoterapias
pueden resultar muy útiles para reconocer y enfrentar la timidez”.
Para algunas personas, es recomendable una terapia de
orientación psicoanalítica que “intenta descubrir los motivos de esta conducta
como un trauma de infancia”; en los casos en que la conducta tímida o de baja
autoestima se relaciona con pensamientos negativos del individuo, “las terapias
cognitivo-conductuales pueden ayudar a modificar el pensamiento, algo que es
posible aprender”.
En ciertos pacientes son efectivas las técnicas de
desensibilización sistemática, las que, mediante relajación, enfrentan al
individuo a situaciones de menor a mayor dificultad y estrés para que luego sea
capaz de superar situaciones reales más complejas.