El Viejo Hotel de Inmigrantes
A juzgar por el aspecto exterior de la fachada, la Rotonda más que a un hotel se asemejaba a un palomar (Taullard, 1927; 126)
En el libro “Los Antiguos Hoteles de Inmingrantes” (Graciela Swiderski – Jorge Luis Farjat) se hace una muy completa descripción del Viejo Hotel de Inmigrantes. Según cuenta, el edificio era de tres pisos, casi circular, y era una de las primeras imágenes que se veía desde el Rio de la Plata. Los inmigrantes llegaban al Hotel en carros tirados por caballos al abandonar los botes.
El Dresden fondeó en la entrada del puerto. Allí los inmigrantes hacían trasbordo a los vapors de Nicolás Mihanovich, que los acercaban hasta el muelle de las Catalinas. Después subían a unas carretas sin elásticos de ruedas altas, sin asientos y piso de cuero, llamadas carretillas. El conductor lo dirigía parado sobre las varas o montado sobre el lomo de los caballos, realizando malabarismos entre los pozos y toscas en interminables tumbos y sacudidas, que dejaban a los viajeros molidos y totalmente mojados. Años más tarde fueron reemplazados por carros de cajón, más altos y anchos, tirados a pecho. “…
del buque conductor pasan ellos a los tranways que estan al costado y sus equipajes van en zorras, formando convoy hasta el hotel, sin que tengan que hacer trabajo personal, pues hay peones para la carga y descarga. Cada inmigrante vigila su equipaje en la descarga del buque, en la traslación a la zorra y en la entrada del depósito de equipaje, en el citado hotel, estando asi (algo que no se ve) la comodida de las personas y la seguridad de sus efectos, bajo su misma custodia y vigilancia de los empleados respectivos.” (Memoria, 1890, p31)
Cuando se habilitó la Dársena Norte en 1889, posterior a la llegada del Dresden, se terminó de suprimir el desembarco por los antiguos muelles de Pasajeros y de Las Catalinas y, en consecuencia, el uso de vaporcitos particulares que había costado grandes erogaciones al fisco.
Según Taullard, a juzgar por el aspecto exterior de la fachada, la Rotonda más que a un hotel se asemejaba a un palomar (Taullard, 1927; 126). Era un barrancón de madera y de chapas de zinc, con forma de polígono, de dieciseis caras de 40 metros entre sus lados opuestos. Los dormitorios para mujeres y niños estaban ubicados en la planta baja y los de hombres en el primer piso y a veces también en el segundo, cuando había mayor afluencia de inmigrantes. Estaban amueblados con cuchetas altas y bajas.
A la citada construcción se le había adosado una última sección en donde estaban las cocinas, los comedores, los servicios sanitarios, un tanque de agua, la administración, ésta última ejercida por un gerente y un mayordomo, y dos grandes patios con pisos de pedregullo para la reunión de las familias que ocupaban los dormitorios en forma separada.
Febrero 16 de 1889 - Buenos Aires: Debido al gran hacinamiento que había en el Hotel el día que los Irish Immigrants del Dresden llegaron, el director del Hotel les prometió despejar el pasillo para que, después de cenar, las mujeres y los niños pudieran pasar la noche allí. Finalmente el director, no cumplió con la promesa y los hombres, mujeres y niños, hambrientos y agotados después del largo día, tuvieron que dormir como pudieron en el patio del complejo.
Vista de la Palomera desde la Ciudad Vista de la Palomera desde la costa del Rio de la Plata