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Y la inmigración se convirtió en cuestión de estado. Traer inmigrantes a toda costa. La Argentina necesitaba más mano de obra, de ser posible especializada, para lograr hacer de este país una potencia. En la mira se pone a Europa. Alli, agentes de propaganda contratados por el gobierno argentino de turno, buscan desesperadamente atraer, bajo promesa de "tierra, trabajo y prosperidad", a la mayor cantidad de personas posibles, simplemente a beneficio de una comisión "equis" por cada persona embarcada. Uno de los paises a los que se les trató de poner foco en la atracción de inmigrantes fue Irlanda. Oficinas en Limmerick, Dubli y Cork se encargaban de reclutar a familias enteras para embarcarlas en un viaje lleno de ilusiones, con destino a un país totalmente desconocido por ellos. Agentes de propaganda, presidentes, representantes de la comunidad irlandesa en la Argentina, clérigos y casi dosmil personajes totalmente desconocidos en el país de nunca jamas, son los actores principales de esta historia. Una historia, que salvo por los personajes y las nacionalidades, se podría duplicar cambiandoles los nombres. Una historia que muestra una vez más la persecución del interés de unos pocos en detrimento de algunos muchos, que parece se repitiera sistemáticamente en la historia de nuestro país. En total, lograron sumar en el primer contingente, casi dos mil almas irlandesas, conformado principalmente por sirvientes, trabajadore, hombres de campo, y algún puñado con algún oficio (algunos inventados, otros ciertos) que les permitían cumplir con la ley de Inmigración Argentina de la época. Esperanza era lo que se embarcaba en el Dresden el 25 de enero de 1889. A bordo de este barco, que hacía en este su viaje inaugural, se agrupaba esta muchedumbre, que según los relatos de la época, brindaban y gritaban loas a quienes habíen organizado esta emprendimiento. Casa, comida, tierra y herramientas para trabajarla, era la promesa bajo la que se habían embarcado. El sueño de su propia tierra estaba al otro lado del gran charco Acá, mientras tanto, el país seguía creciendo en número de inmigrantes que llegaban día a día al puerto de Buenos Aires, y la infraestructura y los trabajos no daban abasto. Y se aglutinaban miles de alma que, bajo la misma promesa, habían arribado a buen puerto, pero por este "temita" de la infraestructura y la sobredimensión de la inmigración para la época, estaban barados, sin trabajo, con hambre y con los plazos que el gobierno les había prometido para manternerlos que se les habían vencido. Soledad, desamparo, hambre y calor. La sobrepoblación ya por esos días, en el viejo hotel de inmigrantes, era de casi cinco veces su capacidad. Es en este contexto donde se comienza a gestar la venida del SS Dresden, con el mayor contingente de irlandes que saliera de la isla en la historia de la emigración irlandesa. Por fin, el 15 de febrero, tras un viaje record de 21 días, el SS Dresden fondea en la rada exterior del Río de la Plata. De allí, los vapores de Mihanovich se encargar de llegar a la gente hasta el puerto de inmigrantes en la Dársena Norte. Luego de completar los formularios correspondientes y confeccionar la lista de los pasajeros, son llevados en su mayoría al viejo hotel de inmigrantes. Y acá empieza un capítulo nuevo en la historia de los inmigrantes del Dresden que lo podríamos denominar, "La Realidad". La trise y cruda realidad. Ella es quien les da la bienvenida por así decirlo. Todo ese sueño cargado de expectativas con que venía este grupo de inmigrantes choca como una gigantesca ola contra el murallón de la realidad. Y es en esta realidad donde los "Irish Immingrants" se encuentran con diversas lenguas de lo más extrañas que los rodéan en medio de un clima extremadamente caluroso y húmedo. El viejo Hotel de Inmigrantes, que se levantaba a la vera del Rio de la Plata, en lo que hoy sería la estación del Ferrocarril Mitre, con una forma de palomera gigante, y era por ese parecido que así se lo conocía. Allí convivían italianos, belgas, españoles, alemanes La llegada al hotel de "Irish Immigrants" trajo aparejado ciertos roces, que marcaban el comienzo de lo que realmente sería una odisea. Allí, el primer problema que tuvieron fue el de la ubicación. La capacidad del hotel estaba totalmente excedida. Los hombres terminaron durmiendo bajo la luz de las estrellas en el patio del hotel. La comida era insuficiente, y según relatos, vivían a mate cocido y pan. Mujeres, madres que recién habían parido a sus hijos, alimentándose y alimentándolos a mate cocido y pan. Esta situación generó algunas grescas que llamo la atención de los diários de la época. Y fue así como el asunto del Dresden comenzó a tomar relevancia en Buenos Aires. Ya se comenzaba a hablar de los Irish Immigrants. Antes de la llegada del Dreden, se comenzó a formar (British Immigration Committee) una comisión que tendría por objetivo, cuidar los intereses de estos inmigrantes, que nada les falte, y ubicarlos en el lugar del país que fuera necesario. Para esto se llamó la atención a toda la sociedad británica de la época para que asumiera un compromiso con sus coterraneos y se hiciera cargo de la ubicaciòn y el cuidado de los mismos. Con el paso del tiempo fue tomando la figura de este comité mayor preponderancia. Poco a poco se los fue ubicando, pero este proceso llevó su tiempo. Mayor a lo que se esperaba, convirtiéndose en noticia diaria durante dos meses. Mientras tanto, el Comité de Inmigración Británico (formado por los principales representantes de la sociedad británica de la època en el paìs) los ubicaba en distintos lugares donde podían encontrarse más cómodos hasta ser ubicados definitivamente. Fue así como más de 700 de estos inmigrantes vivieron unos días en unas caballerizas ubicadas en el Paseo de Julio frente a las Catalinas. Un testigo escribió un artículo que fue publicado en el diario La Presa el día 22 de Febrero. Cito textual: "He visitado ayer el galpón en compañía del capellan irlandés y he visto escenas tan terribles que solamente se pueden ver en los mercados de esclavos asiáticos, especialmente la de una mujer joven, de una presencia hermosa, acostada sobre paja bastante sucia, padeciendo vómitos y diarrea con bastante calentura que yo no quiero clasificar ¡ay! ¡ay! ¡ay! Con una criatura de pocos meses al pecho sin poder obtener el alimento de la naturaleza. Para no ocupar páginas, no quiero enumerar muchos otros casos más repugnantes a la humanidad más sensibles todavía. Su affmo. D. Daly - Córdoba 1658." Otra dosis de realidad extra, golpeaba no solo a los pobres inmigrantes del Dresden sino también a la sociedad anglo-irish argentina de la época. Es por esos días, de largas reuniones de debates en el Comité, donde una propuesta poco a poco va tomando forma y se convierte finalmente en la que se le dará mayor apoyo y una salida airosa a esta situación. Un tal Gartland, un estadounidense que representaba los intereses de la compañía "La Vitícola Argentina", que tenía varias hectáreas de tierras cerca de Bahía Blanca, propone hacerce cargo de 500 familias, a las que le daría alojamiento, tierras y todo lo necesario para trabajarlas. Obviamente la generosidad se basaba en una ayuda del estado para conseguir todos los materiales necesarios y los medios para transportarlos. El fin era formar una colonia Anglo-Irish en la región, que crezca y se desarrolle, de la misma manera que lo hacián por entonces las colonias de Pigüé, Venado Tuerto y demás. Finalmente el 27 de Febrero de 1889, un tren especialmente preparado para este contingente sale de la estación Constitución rumbo a Bahía Blanca, más precisamente a Napostá. Allí, la última parada. Desde Napostá, y en carretas, estas setecientas almas, recorren el escarpado y pedregoso recorrido de once kilómetros hasta llegar a lo que hoy es la estación La Vitícola. Alli se improvisa un campamento, y rápidamente comienza la formación de los pueblos y la división de las tierras para los colonos. Hasta que la colonia se asentó, por decirlo de alguna manera, pasaron varios meses, en los cuales el frio y el viento empezaron a entorpecer y a hacer más dura la estadía en la tierra prometida. Más de cien niños murieron en los primeros días. Según un relato de un sacerdote que acompaño a estos inmigrantes, la causa de estas muertes se debió a "vomitos y diarrea", supuestamente causados por los cambios de clima y alimentación. Lo concreto es que en esa zona, las napas de agua tienen altos contenidos de sal, y son no aptas para el consumo. Dos años después, esta compañía, La Vitícola Argentina, decreta la quiebra y desaparece, así como también los colonos irlandeses. En la descepción muchos colonos se diseminaron por la zona, algunos dicen que con el objetivo de llegar a Buenos Aires (la vuelta), y muchos otros decidieron reemingrar. Los destinos fueron diversos: Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, o directamente "home", Irlanda nuevamente. Uno grupo de niños fue enviado al Fahy de Moreno como pupilos. Sus padres habían dejado su vida en la colonia. Hoy se puede ver una gran dispersión por la zona costera que va desde San Clemente hasta Bahía Blanca de apellidos irlandeses que en su mayoría provienen del Dresden. Casos como estos, encontramos a la familia Power en Tornquinst, Nealon en Balcarce, Stephens en San Clemente, y seguimos en la búsqueda viendo como el tiempo y el progreso hicieron de las suyas a lo largo de estos 116 años. |
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