Duerme Secreto

 

* * *

 

Capítulo 11

La Oración del Crepúsculo

 

"La Gloria y el Amor tras que corremos

sombras de sueño son que perseguimos:

el despertar es morir."

 

 

 

"Los dos somos uno, desaparecerémos juntos."

 

-¿Desaparecer?

 

-¿Lo has oído?

 

-Sí... ¿Eso significa que morirás?

 

-No...

 

-¿Yo también desapareceré cuando tú lo hagas?

 

-...

 

-Elar...

 

-Mi pequeña Ceres... Desaparecerémos juntos y renacerémos juntos...

 

-Ah... Elar...

 

-Nunca te abandonaré... Te lo prometí en nuestro primer sueño...

 

-Yo... Lo recuerdo tan vagamente... Como si hubieran pasado siglos...

 

-Ceres...

 

-Por eso me sentía tan sola... Sin ti... Porque tú me creaste... Davalia... Primera me lo dijo... Pero entonces...

 

-Entonces...

 

-Entonces me olvidé de los sueños... ¿Tú hiciste que los olvidara?

 

-Yo también los olvidé, y creí que Amarilis había sido la causante de que olvidara... Pero en realidad había sido yo el que me había obligado a mí mismo a olvidar todo lo referente a ti y al planeta... Y a mí mismo...

 

-... Ah...

 

-Hasta que el Guardián del Santuario del Mar, Ceres, me hizo recordar... Me hizo saber que yo soy el propio planeta, la entidad, la naturaleza, el poder que todo lo gobierna a su antojo...

 

-Ceres es una fuerza creada por el planeta... Por ti... Al igual que yo...

 

-Te creé cumpliendo un deseo de Davalia... Nunca pensé a lo que me conduciría esa creación... Ceres...

 

-¿A esto?

 

-¿Te hago daño?

 

-No... Ah...

 

-Y creé este sueño para corregir mis errores... He cometido muchos...

 

-Elar...

 

-No te volveré a dejar... Nunca... Renacerémos juntos, te lo prometo...

 

La ventana de la habitación estaba medio abierta y las cortinas ondeaban elegantemente con el paso de la brisa del atardecer.

 

Sobre la cama, con las sábanas arrugadas y llenas de flores blancas, algunas deshojadas por el movimiento, dos cuerpos, Ceres y Elar, se entregaron el uno al otro...

 

* * * *

 

-¿Cómo te sientes, Umi?

 

Su voz era tan parecida a la de Kleff... Umi no acertó a responder nada, tenía la lengua pegada al paladar, inmóvil y rígida como una roca.

 

-Siento que estés tan confundida y que hayas sufrido tanto... Pero afortunadamente esto ya se acaba.

 

El Rey Zafiro la sonreía como a una niña pequeña, como un profesor sonríe a un alumno que acaba de salir a la pizarra a resolver una ecuación. ¿Qué diablos pasaría en ese final próximo que todos mencionaban? Cada vez notaba más cercano el momento en que perdería para siempre la cordura y se transformaría en una sonámbula que vagaría por el resto de su vida por las calles repitiendo el final está próximo, el final está próximo...

 

-¿El qué se acaba? - preguntó gritando -. ¿Y por qué estáis aquí? Pirotase me dijo que el planeta os había hecho desaparecer...

 

-Y así es, el Rey Zafiro ya no existe, de él sólo queda un cuerpo que está enterrado aquí, en el llamado Núcleo de Zafiro - respondió él con la sonrisa inmutable y señalando con las palmas hacia arriba el lugar.

 

-¿Y quién eres tú entonces? - bramó con su característica impulsividad de siempre, Umi, olvidándose de las reglas del decoro y el respeto hacia un rey, si es que él era un rey...

 

-No te inquietes. No soy ningún enemigo, sólo soy un deseo.

 

Aquello ya era la gota que colmaba el vaso. Umi se mordió los labios y trató de tranquilizarse... ¿Por qué en aquel extraño planeta nadie, NADIE, hablaba con sentido? Volvió a imaginarse andando por las calles, con el cabello despeinado y el camisón con el nombre de algún manicomio bordado, repitiendo una y otra vez: soy un deseo... soy un deseo...

 

-¿Un deseo de quién? - preguntó.

 

-Un deseo de Él.

 

-¿De Él?

 

-Él no puede devolver al Rey Zafiro a la vida ya que fue Él quien se la quitó, no puede dar lo que quita, sigue siendo muy orgulloso. Yo sólo soy una imagen suya, creada por Él para ti.

 

-¿Pero quién? ¿Quién es Él?

 

-¿No lo sientes?

 

Umi se paró un momento y mantuvo el silencio. ¿Sentir? ¿El qué debía sentir? Contempló a aquella imagen del Rey Zafiro, resplandecía como una estrella en el cielo negro de la noche, al igual que lo hacía la Reina Amarilis.

 

-Siéntelo - susurró el hombre de plateada armadura, cerrando los ojos -. Siéntelo y reconócelo.

 

Ella también cerró los ojos y respiró pausadamente, intentando aflojar los rápidos y fuertes latidos de su corazón. Poco a poco algo dentro de su mente se fue construyendo. En ella se dibujaron tres esferas de distintos colores: azul, rojo y verde. Las esferas resplandecían con gran intensidad. Lentamente las tres esferas se fueron uniendo la una a la otra hasta que el resultado fue una esfera que había triplicado su tamaño... Esa esfera era blanca y brillaba con mucha más fuerza que las primeras. Se movió hacia ella, acercándose cada vez más, tanto que llegó un momento en que Umi, aún con los ojos estando cerrados, quedó completamente encandilada. Sin embargo, antes que eso sucediera pudo ver una imagen, la de un muchacho joven... (1)

 

-¡Kleff! - gritó al mismo tiempo en que abría los ojos.

 

Ese poder... Ese poder era suyo. Lo reconcía, ella había estado envuelta por ese poder muchas veces, cuando Kleff la abrazaba o la besaba o cuando hacían el amor.

 

-Te equivocas, Umi - dijo entonces el Rey Zafiro dejándola aún más confusa que al principio -. El poder es, en cierta manera el mismo, pero el de Kleff, mi hermano, era mucho menor... El poder que has sentido es en realidad la mezcla entre el tuyo y el suyo: es el poder del real Zafiro, el planeta...

 

-¡Elar! - exclamó Umi de pronto -. ¡Elar es el propio planeta!

 

¿Cómo no se había dado cuenta antes? Si hubiese puesto más atención y hubiese ido más allá del simple recuerdo de Gurú Kleff... Elar era el poder, era ese poder el que sintió cuando entró en la habitación de Ceres y al que ella no prestó atención porque le recordaba la presencia de su esposo, lo cual no le traía ningún pensamiento de peligro... Era ese poder el que sentía cuando siendo Guerrera Mágica estaba junto a su Genio Ceres y que ella relacionaba con una mala jugada de sus sentimientos por Gurú Kleff...

 

-Pero, entonces... Eso significa que Elar no es hijo mío, él ya existía antes de que Kleff y yo lo concebiésemos...

 

-No permitas que la confusión cree más confusión en ti, mi querida Guerrera Mágica del Agua - aclaró el Rey Zafiro con gran seriedad -. Elar es hijo tuyo y y de Kleff, vosotros le dísteis una forma, un cuerpo; el planeta le dió su alma y su poder...

 

-¿Quieres decir que Elar es la reencarnación del planeta Zafiro?

 

El rompecabezas parecía que se rompía cada vez más...

 

-Te explicaré su historia, la verdadera historia de Zafiro... Escúchame atentamente, Umi - dijo el rey -, para eso estoy aquí. Esta historia estaará escrita con magia, cada palabra que escuches será olvidada al instante por ti en cuanto regreses a tu mundo...

 

-¿Lo olvidaré? Entonces ¿para qué me la vas a explicar?

 

-Quizás algún día lo descubras, no hoy ni mañana: algún día, en algún momento...

 

Llevó su mano hacia la frente de Umi y, al momento, apareció en ella el símbolo de Ceres que comenzó a brillar con un fulgor azulado. Umi se asustó, pues sintió cómo el Rey Zafiro, o imagen, o deseo, o lo que quisiera que fuese, era inmediatamente absorvido por el símbolo de su frente...

 

Ésta es la historia de la Creación...

 

Era su propia mente la que le hablaba, no era ni la voz del Rey Zafiro, ni de Gurú Kleff, ni la de la Reina Amarilis... Era su voz, su propia voz originada en el centro de su mente... Como si el secreto de toda la existencia hubiera estado guardado en ella, dentro de un cofre cerrado, y aquella imagen hubiera sido la llave que lo abriera...

 

El Dios de la Creación se llamaba Zafiro, la Estrella Gemela del Dios que hizo la Tierra y creó al hombre, Ónice, el otro Dios de la Creación. Zafiro creó a este planta y le dio su nombre. Creó primero el mar, después la tierra y finalmente la vegetación.

Siguiendo a su gemelo Ónice en la Tierra, Zafiro creó a un hombre y lo llamó como él: Zafiro. Este hombre sería el Rey del planeta que había creado. Pero, al contrario que el otro Dios de la Creación, Él no creó a una mujer para el hombre. Sabía que en la Tierra, Eva, la primera mujer, comió de la fruta que le había prohibido Ónice, desobedeciéndole. Eva había sido la causante de que el mundo que creó Ónice se destruyera, ella plantó la desgracia en la tierra... Zafiro no quería que aquello se repitiera en su Creación, por ello creó a otro hombre y le dio su poder, cosa que no hizo con Zafiro. Lo llamó Kleff, que significaba "el sabio ingenuo"; Zafiro dirigiría al propio planeta y a su Rey a través de sus ojos y "el sabio ingenuo" nunca lo sabría, nunca sabría que él era más parte del planeta que el propio Rey, que había sido creado primero...

Después dictó su oración: "Que este planeta sea lo que más améis por los siglos de los siglos, que jamás lo traicionéis ni lo destruyáis. Amar al planeta es amarme a mí, no debeís sentir otro amor más que el amor a él y a mí. Si me sóis infieles yo os destruiré..."

Y para eso creó a tres jueces para que llevasen a cabo su mandato y su oración. Creó a tres mujeres y las hizo diferentes entre sí. A la primera la llamó Davalia, la hizo más mayor en edad que al resto, y le dio el poder del Fuego.

"Davalia - dijo -, tu poder y tu sabiduría será mayor a la de las otras Jueces, podrás crear o destruir siempre que tu deseo sea el mismo que el mío. El ardor y la destrucción del Fuego reinarán en tu interior, acógelos ahora y júrame amor y respeto. Incumple mis leyes y desaparecerás."

A la segunda, menor que Davalia, la llamó Loredana.

"Loredana - dijo -, a ti te doy el poder del Viento. Serás suave y dulce como la brisa y violenta y destructora como el huracán pues ése es el carácter del Viento, pero siempre te doblegarás a las órdenes de tu hermana mayor, Davalia. Acoge ahora tu poder y júrame amor y respeto. Incumple mis leyes y desaparecerás."

Y al crear a la tercera juez, no fue capaz de hablarle. Extrañamente, la había hecho mucho más hermosa que al resto y quedó durante un largo rato en silencio, contemplando su obra como extasiado. Pronto tuvo una visión y sintió que su Gemelo, Ónice, se reía... "Tú también fallarás", oyó que le decía.

Así pues, le dio a la tercera juez otra forma, la hizo como una niña pequeña... Creyó que así Él estaría a salvo...

"Pirotase - la llamó -, a ti te doy el poderr del Agua. Como el agua seguirás siempre una corriente y chapotearás como el sonido del agua, esto es la alegría que habrá siempre dentro de ti. Tu poder, al igual que el de tu hermana Davalia, es de creación y destrucción, y, al igual que Loredana, te doblegarás a sus órdenes y a las mías. Acoge ahora tu poder y júrame amor y respeto. Incumple mis leyes y desaparecerás."

Y como jueces que eran las llamó las Guerreras Legendarias y las envió a la Tierra, al cuidado de Ónice, bajo la promesa de que si tanto el Rey Zafiro como Gurú Kleff le traicionaban las traería de nuevo al planeta en el que nacieron para cumplir el destino para el que habían sido creadas.

Y el tiempo pasó y la Creación comenzó a destruirse ante la llegada de Amarilis...

Y las Guerreras Legendarias fueron llamadas para cumplir el mandato de Zafiro, el Dios de la Creación. Davalia, la mayor de las jueces, dio muerte al Rey Zafiro. Pero al ser su primer hijo, el Dios Zafiro, compadeciéndose, lo atrajo hacia sus entrañas y dio cobijo a aquel cuerpo inerte en al centro del planeta, envolviéndolo en cristal azul que lo conservaría eternamente.

Pero aquello no extinguiría por siempre jamás a la Destrucción, ella seguía ahí y así lo mostraba el que el Dios Zafiro hubiera sentido compasión cuando nunca antes la tuvo... Esa compasión no la habría sentido nunca de no ser por aquella obra suya que lo estaba volviendo loco. Él le dio el nombre que nunca olvidaría: Pirotase.

 

* * * *

 

Amarilis se abrazó a sí misma y respiró profundamente. Su cuerpo empezaba a desvanecerse...

 

-Pronto... Quiero estar con mi Rey... - entrelazó las manos a modo de plegaria -. Por favor, Elar, permíteme renacer a su lado; no me castigues por haberlo amado y haber iniciado lo que tú llamas la Destrucción...

 

-Él hace tiempo que os perdonó...

 

Amarilis contempló a Pirotase. La joven siempre había estado a su lado desde aquel día que apareció en el Castillo y le pidió que la dejase quedarse en él. Amarilis nunca habría podido negarse al ruego de aquella jovencita de preciosos ojos y bella sonrisa. Era una jovencita tan risueña... Además siempre supo que una de las razones por las que estaba en el castillo era Gurú Kleff, por mucho que Lenne...

Amarilis negó con la cabeza.

... Por mucho que Pirotase quisiera ocultar sus verdaderos sentimientos, ella siempre se dio cuenta de que cuando Pirotase lo miraba, lo miraba con amor y con el deseo de una jovencita de querer estar por el resto de su vida a su lado. Ella conocía esa mirada pues siempre la veía en sus mismos ojos cuando se contemplaba delante del espejo...

 

-¿Puede ser? - Amarilis se acercó a ella y la abrazó -. Elar me dijo que permitió que pudiéramos tocar a quién deseásemos tocar, que no seríamos sólo aire y alma... Que sentiríamos el tacto...

 

-Lo sé, mi Señora; yo se lo pedí...

 

-Y Él fue incapaz de negártelo ¿verdad? Quizás la Destrucción no esté tan mal si nos da una segunda oportunidad para enmendar nuestros errores ¿no crees?

 

El cuerpo de Amarilis continuaba desvaneciéndose... Sin embargo, el de Pirotase seguía tan lúcido como al principio. Intuía la razón por la que aquello era así. Cuando Amarilis desapareciera por completo, ella debería aceptar el destino que el Dios Zafiro y también el Dios Ónice habían creado para ella...

 

Continuará.

 

Notas de Ire:

(1) Este conjunto de imagenes que ve Umi son las que forman la Creación, aunque vista al revés. Me explico, la esfera blanca tan luminosa es la Estrella (que más adelante habréis visto nombrada) y esta estrella representa el poder de Zafiro, el Dios de la Creación (por eso Umi ve la imagen de un hombre, que ella cree que es Kleff, dentro). A partir de esta estrella crea al planeta: la esfera azul representa el mar, la esfera roja la tierra y la esfera verde la vegetación. Estas esferas a la vez representan el poder de las tres jueces o Guerreras Legendarias: Pirotase, Davalia y Loredana respectivamente. Umi ve la creación al revés, pues primero debería ver la esfera blanca y después las tres esferas de colores que nacen de ésta... Pero es al revés porque el orden simula el orden de sus pensamientos, no sabe hasta el final que en realidad es Elar el Dios de la Creación...

En el próximo capítulo sabréis más de la Creación ^^. Y sí, Ónice sería a quien nosotros nos referimos como Dios aquí en la Tierra.

¿Y quién me iba a decir a mí que iba a colocar una escenita "hentai" en este fic (bueno, teniendo en cuenta que no es la primera vez que coloco a un hombre y una mujer en la cama, acordáos de Umi y Kleff en "Mi Secreto"...)? Aunque, sinceramente, la escena no debería calificarse como "hentai", aunque eso depende de vuestra imaginación jijiji

Dulces besos!